Plegué las alas al entrar en la posada. Estaba agotada, había recorrido toda la ciudad y parte de sus alrededores volando y no había encontrado ni rastro de aquel maleante, quizás al final si había abandonado la ciudad para siempre. Me sorprendió bastante ver que la posada estaba llena en esta ocasión, aunque bueno, tampoco era de mi interés, si no del interés de la enana.
Avancé entre las mesas para dirigirme hacia mi habitación y poder echarme, pero en ese momento vi al resto de los miembros del “clan”, que poco me gustaba llamarlo así, mirando el tablón de misiones y charlando entre ellos. Clavé los ojos en el lobo, el maldito iluso que había dejado que el malhechor se escapara. Si no hubiera sido porque pasaba de montarle un numerito a la enana, le habría pasado mis recién afiladas garras por la espalda. Estaba esperando a que el canido terminara de elegir a los siguientes criminales a los que salvaría cuando vi que el chico-gato de la misión se me acercaba saludándome.
—¿Invitarme? —pregunté confusa. Aquel termino, el de invitar a alguien, era algo a lo que no me terminaba de acostumbrar, básicamente porque en mi raza no había dinero como tal y en el desierto tampoco lo necesite mucho, por lo que aquello de comprarle comida a otra persona era algo nuevo para mí —. Gracias… supongo.
Nos sentamos en una mesa y el gato me dijo que pidiese lo que quisiera. Algo insegura, llamé a Seis Cazuelas para que me trajera algo de carne, en el fondo sí que tenía hambre así que le agradecía al felino aquello.
Por lo que vi, el gato quería disculparse por lo ocurrido en la misión, el que no me permitieran matar al malhechor. Así que él también quería haberlo matado, por lo que entonces no tenía porque soportar mi enfado hacia el lobo. Suspiré agarrando la carne con las garras y pegándole un bocado.
—No tienes que disculparte, tu también querías hacerle pagar por todo lo que habrá hecho —le dijo al felino tranquila —. Y te lo agradezco, pero no tienes que matar por mí, tú simplemente no dejes que ese montón de pelo sin cerebro tenga la última palabra —gruñí refiriéndome al lobo —. Y sobre cazar juntos… lo siento, ya no cazo en pareja —fue lo único que rechacé del joven, solo esperaba que no insistiera.
Me terminé de comer la carne y tras agradecerle nuevamente al felino el invitarme, me levanté de la mesa y fue a mirar el tablón de misiones. No me sorprendió nada ver dos pertenecientes al hombre de la otra vez, pero las ignoré, el mismo me lo había dicho: No quería volver a trabajar conmigo. Las misiones de la felina y el pequeño ogro seguían allí, así que no dude en volver a tomarlas.
—Esta vez sí que sí iré a salvarte a ese
Expreso de madrugada —volví a prometer refiriéndome a la misión de rescate —. Aunque esperó que pueda acabar también con la
Casa de Embolos (Empeños), todo en aquella ciudad parece funcionar con dinero y creo que voy empezando a necesitarlo al menos para sobrevivir en las misiones.
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- En un principio, no voy a tener nada que hacer ningún día, si llegara a no poder, intentaría avisar con antelación. Porsea, priorizo la misión de Expreso de madrugada, que a ver si sale de una vez xD