Räo nos informó de que debíamos esperar en la aldea de Nilnil un par de días para que pudiera darnos una cantidad decente de polvo de hadas. No me importó lo más mínimo, pues el lugar era de lo más agradable y me apetecía hacer un poco de turismo con Akerteh. Le sugerí la idea de retirarnos a aquel pueblecito y lo apuntamos en nuestro cuaderno rosa mágico de las posibilidades, justo debajo del Valle Sin Sol. Además, deseaba vigilar a las Milië y ayudarlas a adaptarse a su nueva vida al menos los primeros días. No es que no confiara en ellas, pero me daba mucho miedo que un simple error o diferencia cultural hiciera que todo nuestro trabajo fuera en vano. Si conseguían llevarse bien con el resto de aldeanos y no aburrirse tal vez podrían empezar de nuevo de verdad.
Les iba bastante bien, por lo que pude ver. En el fondo... En el fondo esto es lo que querían. Más allá de todo el veneno psicológico que Kuo había inyectado en sus mentes, querían vivir en paz y armonía. Como todos. Con ese pensamiento en mente y con un suspiro, agarré a Akerteh y a Lwiestho y me los llevé a un lugar apartado para hablar con ellos. Al primero le confesé todos mis sentimientos negativos con respecto a lo que había ocurrido durante la guerra, pues me los había estado guardando, y al segundo le pedí perdón por mi comportamiento y las duras palabras que le había dirigido. También admití que no estaba seguro de si lo llegaría a superar del todo, que siempre habría una espinita clavada en mi conciencia... Pero que al menos lo intentaría, y esperaba que me entendieran. Tras eso, invité a los dos y a Bolvir a una buena comilona para celebrar un trabajo bien hecho. Ninguno nos habíamos pasado de la raya, habíamos dado lo mejor de nosotros para convencer a las Milië sin hacerles daño. Había sido un trabajo en equipo diferente al que estábamos acostumbrados, pero igualmente importante.
Y además de eso, sentía que podía perdonarme a mí mismo un poquito. No solamente éramos capaces de solucionar problemas con la violencia. Me tranquilizaba y mejoraba mi imagen de mi mismo. Recordé los momentos antes de darle la mano a la Milië, lo seguro que estaba de que no iba a hacerme daño... Podría haberme traicionado, destrozarme en cualquier momento con uno de sus hechizos. Estaba más vulnerable que nunca. Pero no lo hizo. Era un contraste impresionante en comparación a lo descontrolado que estuve durante la muerte de Raulën o cuando conocimos a Turba. Éramos mercenarios, cazarrecompensas, y nuestros trabajos en su mayor parte iban a consistir en luchar.
Pero simplemente me alegraba descubrir que éramos capaces de mucho más que simplemente hacer explotar nuestros problemas.
Mucho tiempo después, tras volver a Sincrópolis, lo primero que hice fue ir a ver de nuevo a una vieja amiga. Habíamos estado de fiesta tras la caída del tirano, pero en estado de embriaguez no había podido tener la conversación que me hubiera gustado con ella. Me dirigí a donde sabía que estaría.
-Deirdre, vieja amiauga -maullé, dándole un abrazo-. ¿Qué tal te va todo tras la muerte de Raulën? ¿Has encontrado un trabajo mejor? Si no es así, dímelo y me ocuparé de ello. ¡Ahora tengo contactos con palacio! Si no te gusta Sincrópolis, hasta podría mirar de encontrarte casita en otro lugar. -Mi semblante se ensombreció un poco-. Y sobre todo... ¿Alguna noticia de Leidrazag? No dudes en avisarnos si tu vida corre peligro.
Tras su respuesta, le pediría un favor muy importante. Hacía mucho tiempo que no necesitaba hacer aquella clase de... cosas, pero las misiones iban a ser cada vez más difíciles y nuestros enemigos cada vez más poderosos. La magia era cara y para ser eficiente requería de una manera infalible para bajar los desorbitados precios. "Más me vale que Aker no se entere de esto", me dije a mi mismo mientras Deirdre me recordaba exactamente cómo solíamos
Regatear en nuestros tiempos. Tras despedirme, lo primero que hice fue dirigirme a nuestra tienda de magia habitual. Miré a los ojos del dependiente y, con un ronroneo, empecé el proceso. Todo fue como la seda, por supuesto. Era un método infalible. Salí de la tienda, mi libro repleto de páginas nuevas y yo repleto de... satisfacción.
Miah. Qué día tan bonito.
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- Cojo Regatear como habilidad.
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- Compro los siguientes hechizos:
-Hwaur
-Hkaur
-Aazas Hlaur
-Hdaur Etkei
-Hdaur Ithnoi
-Der Hdaur Deli
Con la rebaja de Regatear, gasto exactamente 1160 monedas.