Frontera de la Neblina

Por +3 de defensa llevaría los calzoncillos por encima, ya lo creo
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bobokukemon
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por bobokukemon » 29 Sep 2016, 02:03

Volví al barco completamente cansado tras la misión. Habíamos conseguido descubrir a los asaltantes y lidiar con ellos, pero solo tras un arduo combate que se había llevado a dos de los miembros del grupo.

Nada más llegar, le hice saber a Aker lo que había sucedido con Kineban tras llamarlo a su habitación y le di 600 monedas para que se las diera cuando volviese. Acto seguido, avisé al resto del grupo y a Hsarjâ para contar lo ocurrido en la misión, cómo habíamos luchado contra Clovi y cómo habíamos asesinado a Kuo.

Tras ello, me dirigí a la habitación de Baseryn para dejar otras 600 monedas, y a la de Lwiestho, quedándome yo con las 200 restantes.

Cuando empezó a oscurecer, me fui a la sala de mandos a contemplar el horizonte, observando las estrellas en la oscuridad de la noche.

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Amilinne
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Amilinne » 29 Sep 2016, 03:34

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https://www.youtube.com/watch?v=NnPRTwsne54
“Dame con todas tus fuerzas”, fue lo último que pensé antes de que sintiera una corriente eléctrica sobrenatural recorrer mi cuerpo y parar mi corazón por completo. Y desde luego, eso había hecho Kuo. Ni siquiera sentí dolor. Pero a pesar de mi mirada desafiante y mi actitud firme, tenía miedo.

Tenía mucho, mucho miedo.

Hacía frío y no estaba muy seguro de por qué. Me acababan de achicharrar, así que debería estar sintiendo suficiente calor como para secarme todos los órganos. Aunque tampoco estaba muy seguro de si era eso lo que tenía que sentir, pues nunca lo había experimentado. Igual electrocutarse no era lo mismo que arder vivo. Igual era como cuando tienes frío y te arden las manos; cuando tienes calor, ¿se te enfrían?

-¿Oye?

Al menos Akerteh estaba bien, podía estar seguro de eso. Esperaba que Lwiestho y Arsna también hubieran salido de ahí con vida. Baseryn... La pobre dragona había sido pillada por sorpresa. Jamás se lo perdonaría a aquella Kuo. Confiaba en que mis compañeros la hubieran mandado al mismo infierno en el que estaba yo ahora mismo. Con suerte podría arrancarle la cara personalmente si me la encontraba en el reino de los muertos.

-¡Oye!

Alguien me cogió del pelo de la cabeza y me obligó a mirar hacia arriba. Parpadeé varias veces, tratando de enfocar la mirada. Una mujer corpulenta (pero no tanto como Nvazka, ni tampoco tan baja) de corto cabello castaño me estaba lanzando una mirada de desaprobación mientras me tiraba del pelaje que tenía alrededor de las orejas. Ladeó la cabeza ligeramente al cabo de varios segundos, cambiando su expresión por una más confusa.

-¿Y a ti qué te pasa, khajiita? Vas a acabar sepultado bajo la ventisca si sigues aquí fuera. Vamos, ven dentro. Si no tienes dinero ya encontraré una manera de que me devuelvas el favor.

¿Khajiita? ¿Ventisca? ¿De qué estaba hablando aquella mujer? Por un momento había pensado que ella era mi guía hacia el infierno, o el paraíso... O donde fuera que me mereciera ir. Pero imaginaba que en aquel caso me habría tratado de manera diferente, hablado de manera diferente. Bajé la mirada de nuevo, esta vez viendo algo más que mi propia oscuridad. Mis garras seguían ahí. Pero mi pelaje era de color negro y blanco. No entendía nada. Pero cuando la mujer me tiró del pelo de nuevo para hacerme levantar me di cuenta de que me podía mover.

Estaba vivo. Pero en otro cuerpo. ¿Era esto lo que llamaban reencarnación?
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https://www.youtube.com/watch?v=Cs9nNWMCOWY
La mujer se presentó como Haran y me llevó dentro de El Hogar Helado, su posada. Fue hasta lo suficientemente amable como para darme una bebida caliente y una manta. Me senté junto al fuego con la taza entre mis garras, todavía meditabundo. Me costaba asimilarlo, pero... ¿Y si era cierto? ¿Y si realmente yo también era un Forastero? Lo había sabido desde muy joven, pero nunca me lo había creído del todo. Una parte de mí estaba convencida de que iba a perecer definitivamente en caso de sufrir el mismo destino que Vinudren, Baseryn y Arsna. Miré el reflejo en el líquido que me estaba bebiendo. Frente a mí se encontraba un ser con facciones incluso más gatunas que las que tenía en Frontera, de pelaje negro como el carbón con algún que otro mechón blanco. Mis ojos eran de color verde, como antes. Pero aquel...

-Oye khajiita, ¿cómo te llamas? -me preguntó Haran trayéndome una hogaza de pan con queso.

Aquel no era Kineban.

-Mi nombre es... -cogí el pan con queso, pensativo-. Mi nombre es Ches.

Me pasé el resto de la noche charlando con la pequeña Eirid, hija de los posaderos. Era una niña alegre y curiosa, como debían ser los niños. Al cabo de un rato, sus padres la obligaron a irse a la cama, como era natural. Entonces me animé a hacerle unas preguntas a los dueño del lugar para ubicarme. Se mostraron extrañados ante mis dudas, algo totalmente normal, pero respondieron de todos modos. Me encontraba en Skyrim, una de las regiones del gran Tamriel, y más concretamente, en Hibernalia. Aquí se encontraba el Colegio de Magos y era de las regiones más frías del lugar. ¿Por qué había acabado aquí? Según Haran y su marido, Dagur, Skyrim tenía numerosas comarcas aparte de aquella. Un hombre que probablemente también se alojaba en aquella posada se sentó junto a mí mientras me terminaba mi pan con queso. Se presentó como Nelacar y mostró interés en mí, preguntándome si tenía pensado enrolarme en el Colegio de Magos. Negué con la cabeza vehementemente. Al menos no por el momento. Tenía demasiadas cosas en las que pensar como para meterme en una escuela así porque sí.

-Ya hay un khajiita que estudia allí, así que pensé que igual eras pariente suyo o algo -masculló Nelacar-. Bah, si no eres mago no me sirves... -Se puso a farfullar mientras se levantaba, probablemente dirigiéndose a su habitación-. Necesito... Estrella... pesadez...

¿Un khajiita? Sí, ese era el nombre de la especie a la que pertenecía en aquel mundo, según Haran y el resto. ¿Había más como yo cerca? Entorné los ojos y fijé la mirada en el fuego frente a mí. Si había vuelto a mi lugar de origen... Entonces también era el de mis padres. ¿Era posible que...? Me levanté de súbito, tirando al suelo la silla en el proceso. ¡Mis padres! ¡O... o incluso parientes, como había dicho Nelacar! ¡Era posible que alguien de aquí me conociera! Le pregunté a Haran apresuradamente, pero me aseguró que el khajiita que vivía en el Colegio era el único en toda Hibernalia.

Me tumbé junto al fuego. Al menos ahora tenía algo que perseguir. Un objetivo. Se me empezaban a cerrar los ojos, pero antes de caer rendido pude ver como las llamas frente a mí tomaban diferentes formas. No estaba muy seguro de qué se trataba... Pero parecían formas familiares. Siluetas que me llamaban. Sonreí. Por fin iba a encontrar a mi familia...

Al día siguiente Haran me despertó temprano. Antes de que pudiera ofrecerme a ello, la posadera ya me estaba diciendo lo que podía hacer para pagar su hospitalidad de anoche. Ayudé a la pequeña Eirid a limpiar todo el hostal, hacer las camas y el desayuno para los hospedados, así como otros pequeños recados. Mientras tanto la nórdica no dejaba de hacerme preguntas que yo respondía alegremente. Me preguntó hasta si tenía novia. Ains. Agradecí a toda la familia lo bien que me habían tratado y ellos me agradecieron a mí el haber pagado mi deuda. Al parecer muchos de los vagabundos que acogían se largaban en cuanto podían sin echar un palo al agua. Si yo hubiera hecho lo mismo igual hubiera sido la última vez que prestaran tal servicio. Me alegraba de que no fuera a ser así. De momento aquel mundo ya parecía más acogedor que Sincrópolis, y me gustaba así.

Estaba nevando en el exterior. No tenía nada que ver con la tormenta de nieve de anoche, pero seguía haciendo frío. Las ropas que llevaba no me aislaban demasiado de las bajas temperaturas, así que me di prisa. Me había acostumbrado demasiado al calorcito del interior de El Hogar Helado. Y en Sincrópolis llovía mucho, pero no solía nevar. No estaba nada acostumbrado, a pesar de mi gruesa capa de pelo. Gracias al cielo, el Colegio de Hibernalia era el edificio más grande de toda la comarca y llegar hasta él era sencillísimo. Siempre se podía ver en la distancia, estuvieras donde estuvieras. La entrada era una especie de puente de piedra bastante dramático, pero le pegaba al lugar. Una elfa me bloqueó el paso.

¿Una elfa? ¿Había de estas también en Skyrim? Hm, puede que el lugar no fuera tan diferente a Frontera... Igual hasta tenían un nombre distinto, como los hombres gato.

-Mi nombre es Faralda, khajiita. Soy la guardiana y examinadora del Colegio de Hibernalia. Yo juzgo quién puede entrar... y quién no cumple con nuestros requisitos.

-Mi nombre es Ches. Yo, eh... -se me trabó la lengua. ¿Qué me pasaba? Era como si de repente hubiera perdido todas las habilidades sociales que había desarrollado durante mi estancia en Frontera. No encontraba mi propio ingenio-. Bueno, pues busco a alguien como yo, ¿sabes? Un khajiita.

-¿Buscas a J'zargo? -Faralda frunció el ceño-. ¿Un hermano? ¿Primo, tal vez? Todos los khajiitas me parecéis iguales...

Me tragué mi orgullo, como hacía siempre que hacían exactamente el mismo comentario sobre los Tharul. Estaba bien ver que incluso aquello se mantenía en Tamriel. Me hacía sentir como si ya estuviera de vuelta en casa. Suspiré. Al menos en mi mente no había perdido la capacidad de ser sarcástico.

-Bueno, yo... No estoy seguro. -Admití. Podría haber mentido, pero no me pareció una buena opción en aquel momento. Sólo quería ser franco-. Pero es algo relacionado. Yo... creo que soy de aquí. Pero no lo recuerdo. Quiero ver si él conocía a mis padres o algo por el estilo. -Di un paso adelante-. Así que si me dejara pasar, o al menos le hiciera llamar, madame...

-Alto ahí.

Faralda pegó un pisotón en el suelo y un círculo mágico nos rodeó, iluminándonos. Me puse a la defensiva inmediatamente, tratando de alcanzar mi arco y el carcaj con mis flechas. Sin embargo, ninguna de las dos cosas estaba allí. Al igual que mi libro blanco de conjuros. Lo único que llevaba encima era...

-Cualquiera que quiera entrar en el Colegio de Magos de Hibernalia antes debe ser examinado por mí, sea quien sea -anunció entonces la elfa-. Intenta deshacer el círculo protector que he creado a nuestro alrededor, khajiita.

-Pero yo no... -Agarré con firmeza el único recuerdo de Frontera que me había llegado a aquel mundo-. No creo que pueda...

Extendí el brazo cuya mano tenía libre y traté de concentrarme. Pronuncié las palabras en el idioma antiguo ante la mirada impasible de Faralda, pero nada surgía de mis manos. Había perdido totalmente el control sobre el rayo, el viento, el fuego o la luz. Repetí las palabras una y otra vez durante varios minutos hasta que Faralda, con un suspiro exasperado, deshizo el círculo protector.

-No estás hecho para ser mago, gato -aseguró-. Vete de aquí y no vuelvas.

-¡No! ¡No, por favor! -chillé, dándome cuenta por primera vez de que mi voz era mucho más grave en aquel mundo que en Frontera-. ¡Esta es mi única pista! Ahora que estoy aquí y no... no sé cómo volver... No puedo irme con las manos vacías...

En mi desesperación saqué la mano que había tenido en el bolsillo todo este tiempo, sacando también el colgante que había estado agarrando. Las nubes se habían disipado con el tiempo y ya no nevaba. Un rayo de sol, algo probablemente raro en la comarca de Hibernalia, se filtró y alcanzo la baratija. Faralda se fijó en ella entonces y, casi como impulsada por el viento, se lanzó sobre mí y me la arrebató de un manotazo.

-¡Oye! ¡Devuélvemelo! -ordené-. ¡Es lo único que me queda de mis padres!

-¿Tus padres? -la elfa alzó la mirada y me miró, dubitativa-. ¿Eres hijo de los Cheshire?
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https://www.youtube.com/watch?v=1gC-UsVHtg8
-¿Ches...hire? -murmuré ladeando la cabeza, recordando el nombre que me había dado a mí mismo la noche anterior.

-Hace mucho tiempo vivía aquí una familia de khajiitas, un hombre y una mujer -comenzó Faralda, examinando el colgante con cuidado-. Los Cheshire, se hacían llamar. Él era un ladrón y un donjuán. Ella, la mejor estudiante de magia que había tenido el Colegio en siglos. Un día don Cheshire se coló en nuestras instalaciones para tratar de hacerse con algún artefacto mágico. Pero la menuda doña Cheshire le detectó y defendió sin problemas el Colegio. Él fue apresado y encerrado en la prisión durante varios meses... Pero al final parece que fue capaz de robar una cosa. El corazón de la joven maga, que le visitaba a diario para traerle comida y contarle lo que había hecho aquel día. Al principio don Cheshire la culpaba de su encarcelamiento, pero no trató en caer bajo las redes de la jovencita. Era demasiado cálida, optimista y alegre. Derritió su frío corazón de ladrón. Para cuando salió, ella era la directora del Colegio y él, su marido y confidente. Mucho dudaron de la decisión, pero nadie los consiguió separar.

-Eso... es... -mascullé, tratando de asimilar toda aquella información.

-Eso no es todo -cortó Faralda-. Lo que me cuentas es imposible. Porque... Sí, tuvieron un hijo. Pero nació muerto. Don y doña Cheshire estaban destrozados cuando ocurrió. Yo misma vi cómo incineraban el cuerpo del pequeño. Lo extraño es que muchos años después, empezaron a asegurar que su hijo seguía vivo... Supongo que se volvieron locos. Una lástima, pues él era encantador y ella una de las mejores directores que hemos tenido. Dijeron que iban en búsqueda de su hijo perdido, el que toda Hibernalia vio siendo engullido por las llamas, y no se ha sabido más de ellos desde entonces. Pobres diablos... Nadie consiguió convencerlos de que sus esperanzas eran vanas. Esto, no obstante... Sí, pertenecía a los Cheshire. Ella lo llevaba puesto cuando era una alumna, lo recuerdo...

Entonces se le iluminaros los ojos. Fue como si acabara de tener una revelación. Me miró, incrédula. Creo que nunca había visto a alguien tan fascinado y asustado al mismo tiempo. Segundos después, se acercó a mí pasito a pasito y me puso el colgante en el cuello.

-Eres tú... Tú eres el hijo de los Cheshire. -Sus palabras estaban llenas de incredulidad, pero también eran sinceras. Parecía estar segura de ello, de repente-. El bebé llevaba esto cuando fue incinerado. Es imposible que no sufriera daños por el fuego, y tampoco puede ser un collar distinto. La gema todavía tiene el mismo hechizo que ella conjuró sobre él...

-¿Un hechizo? -fue lo único que alcancé a decir tras aquella avalancha de información.

Faralda asintió.

-Entonces estabas vivo después de todo... Es increíble. Los Cheshire tenían razón. ¡No estaban locos! -La elfa esbozó una sonrisa gigantesca-. Pronuncia estas palabras, vamos.

Me susurró algo parecido a un conjuro y repetí lo que me dijo sílaba por sílaba. Una descarga eléctrica surgió de mi mano y alcanzó a Faralda, para mi sorpresa. Pero ella ya tenía preparado un contrahechizo y no resultó herida.

-Eres su hijo, no hay duda. Eres hijo de la directora Cheshire. Tu talento para la magia está claro -asintió la maga para sí misma-. Considérate admitido en el Colegio. Será un placer contar contigo.

-¿Admi...? ¿Admitido? -sacudí la cabeza, tratando de despertar-. ¡N-no! ¡No puedo enrolarme en un colegio de magia! ¡Mi familia me está esperando! Han ido a buscarme... ¡Me están esperando!

Agarré con fuerza la gema del colgante. Entonces agradecí a Faralda todo lo que me había contado antes de salir disparado como una bala. Escuché la voz de la elfa a mis espaldas, pero no pudo perseguirme. Supuse que sus labores como guardiana del Colegio eran más importantes que convencerme de que me quedara. Era increíble... Yo, el hijo de un ladrón maestro y de una de las mejores magas de Tamriel. Parecía un sueño, una historia de uno de los libros viejos que solía encontrarme por las calles y leer y releer en mis ratos libres cuando vivía tras las fábricas de Sincrópolis. Tal vez era un sueño. Tal vez me despertaría ahora y tendría a Aker en la cama a mi lado, y todo aquello no sería más que el resultado de las fantasías que tenía a diario de ser el héroe que salvaría a mis amigos y mi ciudad. Pero al menos en aquellos instantes, mientras corría por las calles inundadas de nieve de Hibernalia, con el sol brillando a mis espaldas y deslumbrándome al reflejar su luz contra la blancura del suelo, todo se sentía increíblemente real. Y yo me sentía vivo por primera vez desde que Kuo me lanzó aquella descarga eléctrica.

Entré en la posada de nuevo. No había nadie a la vista. Mi colgante todavía brillaba a pesar de la falta de luz solar. Me acerqué al fuego que crepitaba en el centro de la sala, con la gema anaranjada de la reliquia de mis padres, los Cheshire, cada vez reaccionando con más fuerza. Las llamas volvían a cambiar y entrelazarse entre ellas. Formaban siluetas, escenas. Me esperaba. Mi familia me esperaba.

Y entonces me surgió una duda. Miré fijamente el fuego, el mismo fuego que se había llevado mi cuerpo de infante tantos años atrás. ¿Cuál de mis dos familias era la que me esperaba?

¿Cuál era la de verdad?

El fuego que se encontraba frente a mí ahora era el de una casa que había sido incendiada y todavía no había sido extinguido del todo. Sabía perfectamente de qué edificio se trataba, a pesar de estar en aquel estado. Conocía aquellas calles como la palma de mi mano. Mi colgante había dejado de reaccionar. Nadie me llamaba, pues había llegado al lugar en el que debía estar. Me di la vuelta antes de que los Pradekka que estaban apagando el fuego notaran mi presencia y desaparecí en el callejón más cercano.

Me esperaran o no, estaba de vuelta.

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LightHelco
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por LightHelco » 29 Sep 2016, 15:17

Abrí los ojos sintiendo un intenso dolor por todo el cuerpo, pero tan rápido como fui a gritar, este desapareció. No necesité mucho tiempo para darme cuenta de que había muerto nuevamente… ¿pero cómo? Derrotamos al grupo de aventureros y entonces… solo había dolor y oscuridad…

E incluso ahora que tenía los ojos abiertos me fijé en que me encontraba en un lugar realmente oscuro y frío. ¿Una caverna? Un ligero movimiento de mi mano me bastó para darme cuenta en donde había despertado, básicamente porque no pude moverla. Gruñí y golpeé la pared tras de mí con la cabeza.

“No puede ser que no haya pasado nada de tiempo desde la última vez que vine” pensé para mí misma cerrando los ojos “Bueno, en esta ocasión no me voy a conformar con esperar”

Decidida y viendo que el guardia no había notado el que hubiese desaparecido, me separé de la pared y extendí las alas para ocultar mi cola. Con cuidado intenté que una de las puntas del final de esta se colara entre las cuerdas para después tirar y cortarlas. Tras liberar mis manos, me levanté con cuidado y fui acercándome al guardia en silencio.

Sin pensármelo dos veces, le golpeé las piernas con la cola derribándole y en seguida me arrodillé encima de sus alas para que no pudiese usarlas. Con una mano le agarré el brazo y se lo coloqué a la espalda hasta que le causara daño, mientras que con la otra le obligué a comer tierra aplastándole la cabeza contra el suelo.

—Intenta avisar a alguien y no dudaré en arrancarte parte del cuello —le amenacé al guardia en nuestra lengua.

Este solo pudo retorcerse y balbucear cosas debido a la posición en la que le mantenía. Visto que no iba a poder hacer nada, pase una pierna a su brazo para librar el mío y poder propinarle un golpe seco que lo dejara sin sentido. Que ellos quisieran matarme no significaba que yo quisiera hacer lo mismo.

Por lo que recordaba la caverna estaba un poco alejada del pueblo, por lo que podría huir sin que me vieran. Salí de allí con cuidado, mirando a mí alrededor en caso de que quedaran más guardias fuera… y menos mal que lo hice, ya que una dragoviana se dirigía hacia mí justo cuando me preparaba para salir. Desafortunadamente, esta llegó a verme y con ello se dispuso a dar la voz de alarma.

Sabía cuál era mi desventaja sobre cualquiera de mi especie que no hubiera realizado la prueba, pero en este caso podía intentar usar mi mayor altura y fuerza contra aquella dragoviana de aspecto joven para impedir que alertara al resto. Salté sobre ella con rapidez propinándole un potente zarpazo en la cara y callándola al instante.

Salté hacia atrás y extendí mis alas amenazante, ella me imitó tras recuperarse del golpe. Nos rugimos mutuamente antes de lanzarnos la una contra la otra. Tal y como había previsto, en nuestra forma humana yo contaba con mayor ventaja, pudiendo golpear a la joven guerrera con mayor fuerza y detener a tiempo muchas de sus arremetidas. Es por ello que tras zafarse de un ataque mío, la dragoviana empezó a adoptar la forma de un dragón.
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Miré hacia abajo, parecía que estábamos sobre un acantilado. Sonriendo, salté hacia el vacio y aleteé con fuerza para iniciar la que iba a ser una batalla aérea de lo más interesante. Daba las gracias a que no era un dragón adulto, ya que el menor tamaño no me dificultaría tanto las cosas. Cogí aire y lancé un potente chorro de agua contra la cara de la criatura cegándola durante unos segundos, los suficientes para poder recuperar altura y alejarme del agua. Pero entonces vino su ataque, la joven liberó una poderosa bocanada de aliento de hielo que me tocó evadir con grandes dificultades, no pudiendo impedir que me cubriera de escarcha las piernas y la cola.

Me aguanté el dolor y descendí en picado contra ella usando yo esta vez el aliento de hielo contra sus ojos. No sirvió de mucho, ya que la dragoviana me golpeó con su cola estampándome contra la pared del acantilado. Me tocó recuperarme durante la caída, llegando a rozar el agua con mi cola.

Aleteé todo lo rápido que pude, huyendo de ella. Se me había quedado claro, no tenía casi oportunidades de ganar y en estos momentos me preocupaba más sobrevivir que cubrirme de gloria. Pero de la misma forma que la transformada era más fuerte, también era más veloz, por lo que en cuestión de segundos la tenía encima, lista para liberar otro de sus alientos. Plegué las alas rápidamente y me sumergí en el agua justo a tiempo para evitar el ataque. La superficie del agua quedó totalmente congelada y parece que aquello me dio algo de ventaja, ya que mi rival empezó a buscarme con la mirada.

Decidí aprovechar esta oportunidad y nadando fuera de la zona congelada lancé un potente chorro de agua contra una de las alas de la dragona, dando de lleno y haciendo que perdiera estabilidad y empezara a caer al lago. Realmente, bajo el agua nos movíamos mejor en nuestras formas humanas, así que podía mantenerla ahí, se balancearían las cosas.

En cuanto su cuerpo se hundió en el lago, nadé hacia él con mis garras listas. Le propiné varios zarpazos en una de sus patas delanteras y seguidamente conseguí evitar un coletazo por su parte. La sangre tiñó el agua de rojo, algo que no me convenía, ya que podría alertar a los dragovianos de los alrededores, es por ello que iba a tener que darme prisa en terminar aquella batalla.

Volví a lanzarme como una flecha, en esta ocasión pegué un coletazo al agua para impulsarme y clavarle los cuernos en el cuello. Conseguí causarle bastante daño, pero de inmediato pudo mi rival atraparte con sus garras. Me retorcí intentando liberarme, con ella empezando a apretar en su agarre para romperme algún que otro hueso. Sintiendo un gran dolor en el pecho, la miré a los ojos y liberé un aliento de hielo que congeló toda el agua que había entre nosotras.

La dragona se vio obligada a liberarme mientras rugía de dolor. Estaba empezando a llegar al límite de mis fuerzas, pero tenía que aprovechar aquella oportunidad para rematarla. Volviendo a impulsarme, golpeé el estomago de la bestia con mis garras con fuerza, abriendo dos surcos desde donde empezó a salir la sangre. Y aunque las heridas eran graves e hicieron que la joven volviera a su forma humana, estaba segura de que podría sobrevivir, después de todo, aun estaba consciente.

Rugí con fuerza tras que la muchacha terminara su transformación y por cómo retrocedió, me dejo claro que había vencido. No hizo ademán de perseguirme, por lo que finalmente pude ascender y salir hacia la superficie. Pero cuando lo hice no me encontraba en el lago de mi mundo natal, si no en las aguas de Frontera.

—Supongo que no me quejaré de haber tenido una visita tan corta… necesito una bebida y un enano con quien compartirla —suspiré empezando a nadar hacia la orilla.

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Santi_gf
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Santi_gf » 29 Sep 2016, 18:42

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Las llamas sobre mis palmas no me calentaban las yemas. No podían hacerlo, no cuando mi piel todavía recordaba el incendio que había provocado, antes de irme de aquel sitio. Pero aquello ya estaba hecho y debía pensar en las consecuencias de lo sucedido y cómo seguir adelante.

- Dejaste que murieran delante tuya.

Arsna había venido para entregarme la paga de la misión, 600 monedas que me servirían para comprar hechizos nuevos. Todavía no estaba convencido sobre que hechizos debía comprarme, pero si las siguientes misiones mantenían un nivel de dificultad parecido me harían falta para seguir con vida.

- Con Baseryn y Kineban, ya son tres compañeros que ves morir sin hacer nada a tiempo. Cuatro, si contamos a Arsna, aunque de su muerte ni te diste cuenta...

También debería comprar más latas de aceite, porque las había gastado todas. Podría aprovechar el viaje para comprar también las páginas de hechizos. Seguramente acababa comprando Hklaur y Hklaur Athroï, ahora que tenía más dinero disponible. Con ese último hechizo de hielo seguramente podría hacer un daño más que decente, quizás incluso más que con las bolas de fuego, aunque Dahun Hdaur se había convertido en mi hechizo favorito.

- Nunca tuviste intención de proteger a ninguno de esos cuatros, pero te apenas por sus muertes. No quieres proteger a nadie y aún así quieres entristecerte cada vez que un compañero tuyo sale herido. Hipócrita.

- Basta.

- Partiste la mente para poder tener las ideas claras, ¿no? Y creo que lo hemos conseguido: ya sabes que es lo que quieres hacer... y ya sabes cómo eres.

- Basta.

Deshice las particiones para volver a sentirme abrumado. No se me apetecía sentirme de otra manera, de todas formas. Sentí que no debía darle más vueltas a esos pensamientos porque todavía estaba consternado por la muerte de mis compañeros. O quizás mis pensamientos tenían más razón que yo y solo quería sentirme consternado para no tener que hacer frente a mis actos. Con la cabeza fría y sin sangre en las manos, había decidido dedicarme por completo a la magia porque me gustaba, porque era una buena forma de defenderme y porque creía que me sería muy útil en las misiones del clan. Ninguna de esas creencias había cambiado, pero... quizás yo si. Quizás todo eso se había vuelto secundario, trivial, y debería empezar a plantearme que demonios estaba haciendo.

Las sombras de mis dedos jugueteaban, cada una hacia el fuego más cercano y vibrando junto a los movimientos de las llamas. No sabía cuanto tiempo podía seguir así, pero por el momento había de bastar. Por el momento... Mi siguiente objetivo seguía siendo aprender aquello de Invocar Aliado. Igual sabiendo cómo teletransportarme hacia mis compañeros o cómo hacer que estos lo hicieran hacia mi les salvaba la vida en el futuro. Deseando que ese fuera el caso, apagué las llamas y me volví a concentrar en mi telepatía para tratar de comprender mejor cómo realizar aquella técnica. Desde luego, iba a aprovechar bien las pocas ganas que tenía de dormir en aquel entonces.
Última edición por Santi_gf el 30 Sep 2016, 12:34, editado 1 vez en total.

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Impredecible
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Impredecible » 30 Sep 2016, 00:16

El ruido que hace un hacha de guerra al golpear una pared suena "clonk".

Y, uno tras otro, varios "clonk" resonaron a lo largo del callejón mientras golpeaba mi hacha contra la pared una y otra vez, solo parando para secarme los ojos con la manga de la chaqueta. Durante varios minutos, solo se oyeron los golpes resonando, mi propia respiración, volviéndose más y más agitada con cada golpe, y algún sollozo camuflado en los jadeos.

Finalmente el dolor de brazos pudo conmigo y dejé caer el hacha de cualquier manera, apoyándome en la pared del callejón, tratando de calmarme y fallando horriblemente en conseguirlo.
Ahora que estábamos empezando a tener una buena racha de misiones sin bajas, primero se habían cargado a Arsna en nuestro propio barco sin que yo me enterase siquiera y después, mientras investigaban eso (en una misión en la que yo ni siquiera había estado porque por lo visto ir en busca de cacharros era más importante), medio grupo se había topado con Kuo, y esta se había llevado por delante a Bas y Kine.
Ni siquiera recordaba cómo había reaccionado cuando el propio Arsna me lo había contado. Al menos había tenido el detalle de salir del barco antes de empezar a dar hachazos a cosas. Estaba seguro que hacer que el barco se me derrumbase encima no iba a ayudar mucho por mejorar la situación. Al menos por ahora.

Suspiré por centésima vez, frotándome la cara. Había sido yo el que había animado al gato a perder el miedo a lo que podría pasar si moría ("Eh, da igual, ya me encargaré yo de evitarlo"), y ahora por mi culpa dicho gato estaba vete-tu-a-saber-donde (al menos que hubiese desaparecido indicaba que tenía un mundo al que volver y del que volver. ¿Verdad?). Buen trabajo, basura con alas. Cien puntos. Eres un héroe estupendo.
Y como extra la dragona había ido detrás y el resto había quedado entero de milagro sin que yo estuviese ni remotamente cerca. Un gran salvador, claramente.

Aguardé un rato largo más, hasta que conseguí hacer algo parecido a calmarme (o al menos dejar de lagrimear) y, tras recuperar el hacha, despegué, rumbo de vuelta al barco, para instalarme de forma relativamente cómoda en la cubierta. Ahora tocaba esperar. Paso uno, confirmar que ambos muertos volvían enteros y sanos y salvos. Y que volvían, mayormente. Paso dos, achuchones gatunos. Paso tres, pedir a Kine que se viniese a mi próxima misión. Tenía que aplicarme más en su protección, y eso pensaba hacer, personalmente. Aunque fuese yo el que acabase entre ángeles otra vez.
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Crow
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Crow » 02 Oct 2016, 01:33

El equipo y yo salimos del escondrijo de Lloyd y volvimos al puerto, dispuestos a descansar en nuestras camas y pasar el resumen de la misión al resto de compañeros, pero no me daba la gana.

-No me da la gana. Y una mierda, esta misión ha sido lo puñetero peor para mis nervios, un poco más y me da un vitango. Me merezco una jarra, nos merecemos una jarra, y no va a ser cualquier puta jarra.
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https://www.youtube.com/watch?v=NCHq0m67lq8
Arrastré a mis compañeros al bar al lado del puerto, nos sentamos en los barriles y mesas roñosas que hacían las veces de terracita y pedí una jarra para cada uno.

-¡Nada de cerveza! ¡Hoy brindaremos en hidromiel!

Y en eso que estábamos bebiendo, yo lamentándome de no ser más que un aprendiz con el arco, podría haber atravesado el ojo de una de esas malditas Milië si fuera mejor, pero celebrando el haber tenido éxito y ahogando el recuerdo de todo el terror que habíamos sufrido en esos últimos momentos de la aventura.

En eso ultimo estaba cuando vi aparecer a Baseryn, que debió volver de su mundo tras ser cosida a puñaladas en la anterior misión.

-¡Hombre, preciosa, no sabes como me alegra verte después de este día de perros! Espero que la visita por casa fuera leve, vente a tomar una copa, creo que te la mereces. ¡Yo invito!

Y procedí a incluirla en la celebración, contando lo que habíamos pasado pero omitiendo el detalle de la casa derrumbada. No hacía falta agriarle el humor.


La mañana siguiente, aunque con un poco de resaca e incapaz de recordar del todo lo que aconteció durante la noche, fui a un orfebre a que me explicara que diantres hacia la joya en mi cinturón de Ariano, que tendría que pulir y limpiar de carbón. Para algo bonito que tengo...
Ora Ora Ora Ora Ora
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Impredecible
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Impredecible » 02 Oct 2016, 11:03

Por fin había comprobado una de mis mayores dudas: si era verdad que cuando estás a punto de morir ves tu vida pasar frente a tus ojos. Y resulta que no: solo es un montón de agua, gente gritando y un dolor intenso en lo que viene siendo todo después de que te exploten cosas en la cara.

Técnicamente hablando, la misión había salido bien. Con quemaduras de segundo grado en el brazo y (a juzgar por el olor a pájaro frito) mis alas en no muy mejor estado, pero había salido bien. Pero estaba seguro que aquellos minutos de angustia generalizada en la catarata me habían quitado por lo menos veinte años de vida. Al menos no tendría que preocuparme por las canas.

Estaba deseando llegar al barco para reposar mis dolores e hibernar durante varias horas, pero Vinu insistió de forma enana en llevarnos de copas, y me sorprendí a mi mismo aceptando. Si bien el alcohol no era lo mío, definitivamente necesitaba beber algo y calmarme. Urgentemente.

El resto de acontecimientos de la noche quedaron grabados de forma tremendamente borrosa y confusa en mi memoria. Recordaba vagamente el haber estado especialmente pegajoso con Kine ("A ver, no es que solo me gustes cuando haces mierdas con el aire... pero como ha molado esa mierda con el aire. Eso ha sido sexy."), intentando comunicar mis respetos a Vinu por su diplomacia enana ("Molas demasiado, pequeñin, y te lo decimos demasiado poco. ¡Venga, vamos a decirle al pequeñito que le queremos! ¡Todos a una! ¿Alguien tiene una guitarra a mano?"), y darle la bienvenida a Bas una vez se unió a nuestro círculo de borrachos traumatizados ("Un motor explotando ha estado a punto de arrancarme las alas. Ahora entiendo mucho mejor tu sufrir."), pero todo lo demás era una masa enorme de alcohol y confusión.

Una vez acabase la celebración de seguir vivos, consiguiese dormir unas cuantas horitas, y descubriese que eso que llaman "resaca" consiste en que te quieres morir y todo el mundo pasa a hacer demasiado ruido al existir, iría de tiendas para comprar el hechizo Albe Hsaur Ithnoï para Kine. No sabía lo suficiente de magia como para saber si estaría a su nivel, pero se merecía un regalo después de salvarnos el pellejo. Tras eso volvería al barco y trataría de entrenar un rato para ver si podía pasar a ser considerado un aprendiz de hacha.

Pero eso sería más tarde. Ahora mismo ni siquiera estaba seguro de lo que es un hacha.
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800 - 300 hacen un total de 500 monedas :3 Kine tendrá que llegar a Mercenario para poder usar el hechizo pero comprado está.
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Amilinne
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Amilinne » 03 Oct 2016, 06:15

Había acudido a aquella misión sin demasiadas ganas. No sabía quién era Lloyd aparte de lo que les había escuchado decir a mis compañeros y algún que otro rumor, y por lo tanto nunca me había interesado por sus peticiones. Aquella vez no había sido excepción; ni siquiera había apuntado mi nombre en el papel colgado en nuestro tablón. Pero Akerteh se había empeñado en tenerme a su lado cuando volví de la visita a mi mundo natal, y no había tenido el corazón como para decirle que no quería ir, que tenía demasiado en la cabeza como para tener que preocuparme de ayudarles a robar un puñado de materiales de una de las fábricas de Sincrópolis. Era por eso que, aparte de conseguir la información inicial sobre el cargamento de carbón, me mantuve en silencio y con la mirada perdida durante gran parte de la misión de infiltración. A pesar de la experiencia que había sido y todo lo que había aprendido sobre mí mismo... me costaba verlo como algo real. Aunque sabía que no era así, que la mitad de mis compañeros habían experimentado cosas similares tras morir en Frontera, para mí seguía siendo algo muy lejano tras volver a casa. Como si no hubiera sido más que un sueño. Una ilusión.

Pero todo cambió al final de la misión. La cosa se estaba poniendo tensa, con Bolvir viéndose obligado a usar sus poderes mágicos para sabotear la fábrica y Akerteh terminando herido al tratar de tomar un relé-ntizador intacto de un motor. Había respirado demasiado humo y no podía pensar con claridad. No pensé en avisar a mis compañeros de que lo más probable era que lanzaran los desechos directamente al agua. Y así era. Los cuatro terminamos siendo arrastrados por las frías y sucias aguas de Sincrópolis, dirigiéndonos al vacío. Mi maestro, probablemente con incapaz de mantener la calma dada la situación, no pude concentrarse lo suficiente como para congelar el agua. Akerteh no era capaz de volar. Estábamos perdidos. "No quiero volver tan pronto a Hibernalia", pensé. "No quiero que todos mueran por mi descuido". Todas las veces que había permitido que mis compañeros de clan murieran frente a mis ojos pasaron por mi mente, y aquella vez mi afán por no permitir que volviera a ocurrir se convirtió en fuerza de voluntad en lugar de rabia. Ser el héroe o ser la mascota, era hora de decidirse. Junté ambas manos, dejando de combatir contra la corriente. "No es suficiente, no es suficiente", pensaba reuniendo todo el viento que podía. Necesitaba impulsarnos hacia la orilla con mucha más fuerza que aquella.

Y entonces noté algo cálido envolviendo mi pecho y mis dedos. Un segundo par de manos. Alguien ayudándome. Y el aire refulgente formó un escudo esférico a nuestro alrededor, anulando totalmente las potentes corrientes. Esperé, desconcertado, un instante a que aquel ente continuará guiándonos, pero nada ocurrió. Yo era el conjurador de aquel salvavidas. Traté de alzarnos ligeramente y acercarnos a la orilla, y tal y como lo deseé, ocurrió. Nos dejé suavemente en el suelo y deshice el hechizo. Lo primero que hice fue llevarme la mano al pecho. Había dejado de guardar el colgante de mis padres en mi bolsillo y ahora lo llevaba puesto. "Madre", pensé al recordar la calidez de sus manos. Estaba seguro de que en algún momento, cuando era un bebé, me había sujetado con el mismo afán de protección que aquella Hsaur Ithnoï. Una miríada de emociones me abrumaron, y entonces el maestro Bolvir halagó mis capacidades mágicas. Recordé lo que Faralda dijo sobre la sangre mágica que recorría mis venas y no pude evitar echarme a llorar.

"No fue un sueño."

Tras entregarle a Lloyd lo que había pedido y conocer al pequeño Mick, Vinudren nos hizo acompañarle a su rincón favorito para beber todos juntos en honor a un trabajo bien hecho y para relajarnos un poco tras los momentos increíblemente tensos que habíamos vivido. Incluso Baseryn, tras volver de su mundo, se unió a nosotros. No pude evitar correr a abrazarla, ya un poco subidito por la hidromiel, y explicarle exactamente lo que había ocurrido en nuestra misión anterior.

-Kuo te atacó a traición tras derrotar a Clovi y las otras dos... -mascullé-. Y luego luchamos contra ella. Hice todo lo que pude, pero la desafié y también acabó conmigo. Antes yo que mi familia. Lwi y Ars nos vengaron. Ay, me alegro tanto de que hayas podido volver con nosotros una vez miáus...

No tardé en darme cuenta de que mi novio no estaba muy acostumbrado a aquella clase de actividades, pero aproveché que estuviera tan empalagoso para pegarme bien a él. No me importaba que el aliento le oliera a alcohol; para una vez que estaba dispuesto a mostrarse afectuoso en público sin derretirse... Al cabo de un rato, sin embargo, se volvió claro que no podía dejarle seguir desmadrándose o acabaría bailando el corro de la patata en paños menores. Le pedí ayuda a Bolvir para cogerle de un lado cada uno y acompañarle hasta el barco volador. Me había divertido, pero también me había asegurado de no excederme para poder cuidar del ángel. Tras acostarle en la cama empecé a tratar sus maltrechas alas tan bien como pude.

-Maestro... -murmuré cuando Akerteh ya estaba vendado y roncando-. Hace un tiempo me explicaste la forma que tienes de venerar a tus familiares y antepasados. No estaba muy seguro de si te creía por aquel entonces, pero hoy... Hoy he sentido algo. Cuando he creado esa esfera de viento me ha parecido que un segundo par de manos estaba ayudándome a reunir la energía mágica necesaria. Y en mi tierra natal descubrí que mi madre era una de las magas más poderosas de su generación. -Aparté la mirada y cerré el puño alrededor de la gema de mi collar, como ya empezaba a volverse costumbre-. No estoy seguro de si está viva o muerta. Pero aún así desearía que me enseñaras la forma adecuada de mostrar mis respetos si realmente ha sido ella quien me ha ayudado hoy a salvarnos.

Creé una pequeña brisa que me rodeó y acarició mi tupido pelaje.

-Si las almas son tan intangibles y misteriosas como el aire que hoy nos ha dado vida, desearía comprenderlo. Tal vez tarde, pues nunca he hecho nada parecido. Si estás dispuesto a usar ese tiempo conmigo, maestro, te lo agradecería.

Esperaba que accediera y, si terminábamos visitando la tienda de hechizos durante el entrenamiento, poder comprar las páginas de Athroï, Arthamath Ithnoï, Hsaur Fulg y Drev Hsaur. Al día siguiente me encontraría la página de un hechizo de viento de tres palabras bajo la almohada. Sonreí con ternura. Puede que todavía no fuera lo bastante hábil como para usarlo, pero me aseguraría de agradecerle el regalo al adorable palomino de Akerteh aquella misma noche.
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cálculo de dineros 50 + 200 + 250 + 200 = 700
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~ Search for your own Paradise ~

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Fornax
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Fornax » 08 Oct 2016, 08:41

Si tuviera que describir la última misión, sin duda sería con la palabra desafiante. Conseguir infiltrarse en uno de los núcleos de poder de Räulen no era poca hazaña, pero el haber conseguido sobrevivir a la muerte que nos esperaba en forma de cascada fue inesperado. El pequeño Tharul sin duda sabía cómo guardar un buen as bajo la manga, porque hasta a mí consiguió sorprenderme.

Maese Vinudren, comprensiblemente afectado por la misión, decidió invitarnos a beber para celebrar que hubiéramos salido todos vivos y hasta yo mismo descubrí que la comida y la bebida me sabían mejor que la noche anterior y que las expresiones de odio que Madame Baseryn me dirigía me divertían más de lo habitual. Lo que siguió después fue una pobre demostración de cómo la gente entiende que para celebrar que están vivos tienen que desenfrenarse, lo que terminó en que Maese Kineban me pidiera ayuda para llevar a su novio al barco. Contento de tener una excusa para irme, accedí a socorrerle, por lo que entre los dos acostamos al ángel en su cama.

Una vez maese Akerteh estuvo descansando, el pequeño Tharul se sinceró conmigo y compartió conmigo su historia. Intrigado, le hice señas para que habláramos en un lugar más apartado y le pedí detalles de su muerte y regreso a su mundo de origen. La historia que contaba era fascinante: almas de personas (vivas o muertas) que podían acompañar a una persona incluso a mundos de distancia, un colegio de magos donde se intruia a aquellos con la capacidad de usar magia, una magia que nada tenía que ver con la que había en Frontera y que además podía heredarse de la misma manera que se podía heredar el color de los ojos o la forma de la nariz. No obstante, esa historia dejaba muchos más interrogantes abiertos y el pequeño Tharul me miraba expectante.

-Sin duda vuestro caso es el más extraño de todos. Todos los forasteros que acaban en este mundo, incluido yo, suele ser porque quieren huir de la situación que vivían en su mundo natal, lo que conlleva que incluso cuando mueren, acaben regresando aquí, pero ése no es vuestro caso. De hecho, tenéis más motivos para querer estar en vuestro hogar antes que aquí y sin embargo regresasteis. –Me quedé pensativo unos instantes tratando de razonar cómo iba a decir las siguientes palabras sin conmocionar a maese Kineban, pero al poco me rendí y continué hablando-. Es posible que debido a que en ese sitio, Hibernalia, vuestro cuerpo esté muerto, no pueda sustentar vuestra esencia durante mucho tiempo y Frontera tire de vos, aunque reconozco que sólo es una teoría.

-Sin embargo, lo más curioso es esa joya de la que hablas: mis padres me acompañan, pero porque parte de sus almas residen todavía en los huesos con los que está formado la estatuilla, así que al viajar a Frontera y llevar este objeto, es lógico que me acompañen, pero cuando vuestra madre os dio ese amuleto, ella estaba viva y así lo estuvo mientras crecíais en este lugar. ¿Podría ser que de la misma manera que una persona cuando viaja entre los mundos conserva sus objetos, también pueda conservar una comunicación sentimental con otras personas incluso si se quedan en el otro lado? El hecho de que vuestros padres afirmaran que seguíais vivos, parece indicar que así es. Cuidad mucho de este objeto, porque podría ser a la vez una puerta y una llave.

Terminada la charla, decidí entrenar a maese Kineban para potenciar su comprensión del elemento aire y porque me permitía examinar ese objeto tan fascinante. Si pudiera aprender a usar artefactos mágicos podría descifrar cómo funcionaba y quizá aprender cómo viajar a través de otros mundos. El pequeño Tharul estaba muy motivado y tenía un talento innato, así que en poco tiempo consiguió entender los fundamentos de ese elemento, así que para matar el rato, fuimos a comprar hechizos al anticuario, del cual me llevé Hwaur Filaï y Viz Hkaur.
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Malfuin
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Malfuin » 16 Oct 2016, 19:59

El orfebre observó el Cinturón de Ariano con gesto malhumorado.

-¿Esto es uno de los artefactos del troll? -preguntó-. Sólo con verlo... Es un desastre. Sirve para absorber magia de aire... Y si lo llevas puesto ningún conjuro de aire te afectará. Pero es muy peligroso. Su brillo irá en aumento cada vez que absorba un conjuro, y cuando ya no pueda absorber más magia estallará y te hará todo el daño absorbido de una sola vez... multiplicado por dos. Los trolls sólo piensan a corto plazo, por eso fabrican estas tonterías. Yo en tu lugar no lo usaría... O al menos lo tiraría en cuanto empiece a brillar demasiado.

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A la caza del Tancaballero

Cazador.
Unos desalmados han logrado destruir ya tres trenes mercantes en el último mes. Los supervivientes hablan de una especie de tanque con armadura que es capaz de moverse a la velocidad del tren y hacerlo descarrilar a espadazos. Los responsables deben tener acceso a alguna de las Fábricas para haber podido construir algo así, ¡pero eso es lo que menos me preocupa ahora! ¡Destruid al Tancaballero, y si es posible, traedme con vida a su piloto! Pagaré bien.
Matis Damon, comerciante
Recompensa: 250 monedas

Cuerno de Dragolefante

Cazador.
¡Eh! Sois cazadores, ¿no? Pues cazadme un Dragolefante. Sí, son muy raros, pero necesito los cuernos de uno. Aparecen en la llanura al norte de Sincronópolis, ¿sabéis? Por cierto, ¿os molesta que haya montado la tienda de campaña en la cubierta de vuestro barco? Aquí hace fresquito (lo cual me gusta) y no me arriesgo a que los hombres de Raulën me ejecuten por pernoctar ilegalmente (lo cual también me gusta). Además, Phenny os ha cogido cariño.
Adela, Hielo de Velnik
Recompensa: 300 monedas

La Sombra de Leidrazag

Cazador.
Ojalá no tuviera que pediros esto, pero no sé a quién más acudir y fuisteis capaces de dar su merecido a un Hombre de Niebla, así que...

Como sin duda habréis notado, pertenezco a la raza de los demonios... No soy más que una simple lacaya, apenas tengo poder. La cuestión es... que llegué a Sincronópolis escapando de algo mucho peor, uno de los lores de los Demonios, el temible Leidrazag, que me empleaba como herramienta de tortura. Ahora otro lacayo de Leidrazag está en la ciudad y creo que me ha reconocido. Su nombre es Zorak y es muy peligroso. Si no le cazáis antes de que abandone la ciudad, tendré que marcharme de Sincronópolis para siempre, porque no puedo vivir si Leidrazag sabe dónde estoy. Sé que esta ciudad no es perfecta, pero es el único lugar en el que he podido tener una vida normal... Y no creáis que en cualquier parte de Frontera aceptan tan fácilmente a los de mi calaña.

Tened mucho cuidado con Zorak. Los demonios de alto nivel como él pueden alterar la realidad simplemente con pensar en ello. Pueden generar objetos y criaturas que son ilusorios y desaparecen si matas al demonio... Pero si una espada imaginada por un demonio te alcanza, te corta tan eficazmente como una real.

Siento no poder pagaros más. No estoy trabajando mucho desde que cerraron el club. En la calle no es lo mismo.
Deirdre 'Fleshie'
Recompensa: 250 monedas

¡Hombres rataaaaa!

Cazador.
No sé cómo empezar, pero bueno...

Mi señora Miehlenarë me ha explicado que ahora somos... hum... ¿aliados? ¿Estamos en el mismo bando? ¡Miau! ¡Esto es muy raro!

Pero en fin. La cuestión es que he olido hombres rata viviendo al otro lado de la presa. ¡Es asqueroso! ¡Hay que matarlos, miau! Espero que queráis cazarlos encima. Esto no tiene nada que ver con la misión de quién-vosotros-ya-sabéis, pero yo creo que hay que matarlos... ¡Pensad que todos bebemos agua de esa presa!

P.D.: Espero que venga ese ángel tan atractivo de la otra vez, miau ♥
Dottie
Recompensa: 50 monedas

La Caída de Raulën

Mercenario.
Ha llegado la hora. Las nuevas que Nerus me comunicó son esperanzadoras, y con los aliados que he conseguido creo ver una esperanza... Una esperanza de poder penetrar con el ejército del Príncipe Álamo en el castillo de Sincronópolis y batirme en duelo con el mismísimo Raulën. Dado que será una batalla larga y terrible, hemos hecho nuestros planes y he dividido los momentos en los que requeriré vuestra ayuda en varias fases.

FASE 1: SABOTAJE

Gran parte del poder militar de Raulën se haya necesariamente dividido en los barrios de la Presa y de los Deudores... ¿qué ocurriría si el tren que conecta las tres zonas se estropeara? La movilización de tropas al sur de la ciudad se complicaría un poco, y eso me permitiría acercar nuestro ejército sin encontrar resistencia. Por ese motivo, tendréis que trabajar con Z y su fiel asociado Gudd Ferrel para destruir los trenes de la estación del Barrio de la Presa... y también el ascensor gigante.

FASE 2: INFILTRACIÓN

Habéis de ser rápidos y letales. Miehlenarë y su fiel dama Dottie tendrán que encontrar el modo de colarse en el interior de las murallas del Palacio del Reloj... y vosotros tendréis que ayudarlas y encontrar el momento justo para abrir las puertas desde dentro. Sólo así evitaremos que la batalla se convierta en un sitio... Un sitio que, prolongado, jamás podríamos mantener.

FASE 3: PROTECCIÓN

Con su infantería arrasada y/o atrapada en los barrios inferiores, Raulën echará mano a sus recursos aéreos: los barcos voladores que le pertenecen y, por supuesto, los Hombres de Niebla. Es por eso que deberéis usar vuestro propio barco volador y pelear junto al poderoso Thraven. Será la ocasión ideal para hacer entender a esas alimañas que no son bienvenidas en Sincronópolis.

FASE 4: ILUMINACIÓN

La Sombra Mágica debe caer, y sólo vosotros podéis barrerla. Si atacamos durante el periodo de falsa noche, el ejército de Raulën empleará a sus magos del Libro Negro... y nuestros magos del Libro Blanco podrán borrarles de la faz de Frontera en cuanto la noche se disipe y las tornas cambien a nuestro favor. Además no sólo beneficiará a los magos de mi ejército: la oscuridad es un símbolo del poder de Raulën... sólo fue alejada una vez, cuando Throwl peleó contra el Señor de la Penumbra, y que tal hazaña se repita tendrá un efecto enardecedor sobre la moral de nuestras tropas.

FASE 5: ???

No sabemos cuál será nuestra situación a estas alturas. Si todo sale bien, podré enfrentar a Raulën y darle muerte... Pero cualquier parte del plan podría torcerse. A estas alturas de la batalla, los planes no servirán; tendréis que hacer lo que os ordene y rogar para que podamos llegar a ver una ciudad libre de tinieblas.

Por supuesto, una vez que hayáis aceptado la misión deberéis ejecutar todas las fases seguidas, una detrás de otra. No habrá tiempo para hacer otras misiones entre medias, y si uno de vosotros muere no será capaz de regresar a Frontera a tiempo. Sin embargo, podréis descansar entre fase y fase, e incluso elegir cómo os dividiréis para realizar las diferentes fases sobre la marcha. Y no olvidéis que es una misión de nivel Mercenario... así que quiero al menos a un mercenario en cada grupo.

No tenéis por qué aceptar esta misión de inmediato, pero tampoco alarguéis el asunto indefinidamente. Es nuestra ocasión de atacar y el momento podría pasar y marchitarse. Raulën os quiere muertos y, si le es posible, encontrará el modo de echaros de Frontera para siempre...

Luchad junto a nosotros. Si vosotros, nunca habríamos estado tan cerca de salvar esta ciudad. El momento es ahora.
Silz, Héroe de la Mañana
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Posteen sus fechas del martes en adelante.

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