Intenté recordar mis limitaciones en estas tierras de camino hasta que llegué a las puertas del local, allí me encontré a un hada que se marchaba con un papel en las manos. Después de pasar tanto tiempo en mi mundo, tuve que pensar durante un rato en por qué me sonaba, pero para cuando me di cuenta de su identidad, ya se había marchado.
—¿A qué habrá venido? —susurré mirando el camino que había tomado durante unos momentos.
Entré a la posada con la intención de disculparme por haberme marchado cuando de repente recibí un placaje. El golpe repentino me tiró al suelo, pero aún sentía el peso de mi atacante. Alcé el brazo para contraatacar y entonces me di cuenta de que se trataba de Kineban. Con el brazo levantado, sin saber qué hacer con él, solo se me ocurrió darle unas palmaditas en la espalda.
—Ehm... Ea, ea. Ya estoy de vuelta.
Tras eso, pedí que me contaran lo que había pasado en mi ausencia. Cuando me hice una idea de lo ocurrido, me dirigí al tablón de misiones para ver qué nuevas misiones había. Aún estaba algo cansado por quedarme varias noches despierto buscando a los que faltaban, así que no estaba seguro de si tenía fuerzas para más trabajo de repente. Aún así me decidí por Carta a lo desconocido y Los que acechan en las sombras, en caso de que me sintiera mejor para cuando fuera el momento.
No me había fijado en la reacción de la dragona al ver la nueva misión de Ferrel, pero estaba seguro de que nada bueno traería comentársela. Por otra parte, no estaba muy seguro de querer montarme en un barco volador durante un tiempo, así que tuve que rechazar la de Freya.
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