Frontera de la Neblina
- Impredecible
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- Registrado: 12 Feb 2011, 23:07
Re: Frontera de la Neblina
Generalmente cuando llegaba a la posada tras una misión me tomaba unos momentos para hablar con el resto del grupo, explicar cómo habían ido las cosas y quizá cenar algo antes de descansar.
No esta vez. Según llegué a la habitación, me dejé caer en la cama con un resoplido de alivio. Aquello había sido estresante.
Por si acaso tener que colarse en territorio Pradekka a hacer de carteros, habían estado a punto de estampar contra el agua a mis acompañantes. Dos veces. Prefería no pensar en cómo habría acabado esa misión de no haber estado ahí alguien que pudiese volar.
Aunque ahora aparentemente Lwi podía volar... tenía que hacerme una nota mental para preguntarle desde cuando y por qué.
Suspiré, mirando fijamente el techo vagamente iluminado de la habitación. Pese a todo, estaba bastante satisfecho de cómo había ido la misión, aunque fuese por el hecho de que no había habido bajas, pero aún me faltaba algo. Tenía que seguir mejorando. Ojalá de ser capaz de hacer algo guay, como ver en la oscuridad, como motivación para seguir.
No esta vez. Según llegué a la habitación, me dejé caer en la cama con un resoplido de alivio. Aquello había sido estresante.
Por si acaso tener que colarse en territorio Pradekka a hacer de carteros, habían estado a punto de estampar contra el agua a mis acompañantes. Dos veces. Prefería no pensar en cómo habría acabado esa misión de no haber estado ahí alguien que pudiese volar.
Aunque ahora aparentemente Lwi podía volar... tenía que hacerme una nota mental para preguntarle desde cuando y por qué.
Suspiré, mirando fijamente el techo vagamente iluminado de la habitación. Pese a todo, estaba bastante satisfecho de cómo había ido la misión, aunque fuese por el hecho de que no había habido bajas, pero aún me faltaba algo. Tenía que seguir mejorando. Ojalá de ser capaz de hacer algo guay, como ver en la oscuridad, como motivación para seguir.
Re: Frontera de la Neblina
Estaba sentando sobre mi cama, echado sobre la pared, recordando lo que había pasado ultimamente y evaluando como habían ido pasando las cosas desde que Kuo retirase su oferta hasta la entrega de la carte a Thraven. Era cierto que no me había esperado la retirada de la misión de Kuo, y que mientras borraba mi réplica de los detalles de la misión, anotados en mis tatuajes, iba teniendo pensamientos cada vez más aciagos sobre las consecuencias de aquello. Se nos quería muertos, claro, pero no es que el tema fuera tan sencillo tratandonos de Forasteros, y mis especulaciones incluían daños a terceros que no quería ver envueltos en todo esto. ¿Qué represalias habría por lo que estabamos haciendo? No lo sabía, no sabía nada de como Raulën y su gobierno trataba estos asuntos. Quizás por eso sentía miedo cuando pensaba en esos temas.
Carta a lo desconocido, A un Paso de la Libertad y Estímulo mortal. Elegí dos de esas misiones hace ya bastantes días, y lo hacía esta vez con motivos parecidos a los que justificaron que las cogiese antes. Era curioso, o así lo veía yo, que me sintiese cazado y que siguiese eligiendo las mismas opciones. Según lo que pensaba antes de decantarme por participar en la misión de la carta, tanto esta como la de Lloyd nos podían llegar a proporcionar seguridad, tanto si el destinatario de la carta resultaba ser un bando preferible en este asunto como si Lloyd nos pudiera apoyar de alguna forma si lo peor, fuese lo que fuese, llegara a pasar. Por otra parte, no quería dejar de ayudar a aquellos que veían esperanza en nosotros, en lo que hacíamos, y veía a Freya como una aliada. Luego resultó que a quien le teníamos que llevar la carta no era la persona que mejor me podía caer, vaya que no, pero al menos contabamos con una buena reputación para la alianza que estaban montando.
De todas formas, antes de la misión sucedión algo que bien podría considerar más importante... No sabía del duelo de Baseryn contra Bolvir hasta que me enteré justo antes de que empezara, lo que hizo que llegara a tiempo solo para ver como terminaba nada más comenzar. ¿Qué había pasado realmente? Aquello fue demasiado... brusco. Incluso si tenían sus razones para luchar, no me esperaba que trataran de solucionarlo así y que uno de los dos acabara muerto. Ni me esperaba que Baseryn perdiese la pelea porque la experiencia que tenía en las misiones que había ido con ella me hacía pensar que era muy capaz. ¿Había sido algun truco de Bolvir? Si había sido así, lo había ejecutado perfectamente y quizás haría bien en no buscar pelea con él. Pero solo quizás. Todavía tenía que cruzarme con la dragoviana, si es que ya había vuelto de su mundo como lo hizo Arsna hace poco y Vinu en su día.
Suspiré y me acomodé en mi sitio, tenía que afrontar algo que había ido retrasando desde que llegase a la posada después de cumplir con la misión, una decisión que dejé para más tarde con tal de tomarla en tranquilidad y con tiempo. Y es que no tenía de que haría si yo llegase a morir, algo curioso visto de esa forma. Trataré de explicarme mejor: a raiz del comentario que hizo Sirielle, la dueña original del Libro del Viento Oculto, justo antes de salvarme la vida me planteé que quizás no pudiera salvar mis posesiones tras mi muerte, y si tenía que elegir que tratar de resguardar con mi último aliento el asunto llegaba a ser peliagudo. Levanté la mirada sin saber cuando había agachado la cabeza y miré a mis dos libros, puestos encima de mi mesa y alumbrados tenuemente como el resto de objetos esparcidos por ella. Ah, pero no podía decir que yo los viese con la misma luz que a aquellos otros artículos, mi libro negro era lo que me volvía capaz de luchar durante las misiones, el que me daba la capacidad de mejorar la vida de otras personas a través de mis batallas. El otro libro contenía la consciencia de quien me había salvado la vida. No, no podía elegir todavía, apenas empezaba a conocer a Sirielle. Solo esperaba que no tomase la decisión equivocada si llegara el momento, y deseaba no tener que enfrentarme a mi propia muerte nunca.
De todos modos, no valía con solo desear algo, y necesitaba ser más poderoso de lo que era entonces para poder estar tranquilo sobre aquello, así que traté de hacer algunos experimentos nuevos con los que sacar algo de provecho. Esta vez, y siguiendo los mismos consejos sobre magia que había ido reuniendo hace ya bastante tiempo en los días anteriores a mis trabajo como cazarrecompensas, debería tratar de lograr Partir la Mente. Se suponía que uno estaba preparado para lograrlo después de comprender la oscuridad, pero, siendo sincero, no tenía ni idea de como abordar ese objetivo. Traté de todo: dejar la mente en blanco, hacer tantas operaciones matemáticas como era capaz de realizar en cierto periodo de tiempo, ponerme a escribir sobre un tema mientras pensaba (o trataba de pensar) en otro... Casi opto por algo más divertido como emborracharme, por probar a ver, pero incluso después de hacer esos experimientos estaba lo suficientemente cuerdo como para tratar de dejar eso como la última opción. O quizás estuviese lo suficientemente loco como para preferir engañarme a mi mismo. Y literalmente, si podía lograrlo, empezando pasito a pasito. Lo primero que logré fue mantener dos vocecillas en mi cabeza, una que "pensaba" mis ideas en sí y otra que "dictaba" lo que decía la anterior, por así decirlo. Así, lo complicado estuvo en hacer que se separaran... No entraré en detalles sobre como lo logré, ni la jaqueca que casi hace que se me olvidase todo aquello con tal de conseguir el trago que se me apetecía cada vez más...
En lugar de eso, mencionaré lo que faltaba después de acabar la misión: irme a comprar hechizos. Esta vez me decanté por aprender hechizos de otro elemento y así ampliar mi elenco de posibilidades, y por esto me compré Hkaur y Viz Hkaur, aunque también aproveché para comprarme Ithnoï. Tras todo esto volví a la posada y aproveché para comer nada más entrar, aunque no veía al resto de Akerith Elisen por allí. ¿Se habrían ido ya a la misión que iban a hacer los demás, aparte de Kine y Aker? Si era así, lo mismo me los encontraba antes de terminar de cenar volviendo, y se me entojaba entretenido esperarlos con alguna que otra jarra después de hacer tantos esfuerzos mentales. Los de la otra misión eran Vinudren, Baseryn y Bolvir, ¿no? Hice una mueca al darme cuenta de cómo podía acabar aquello, pero esperaba que fueran profesionales al respecto. Si, esperaba.
Carta a lo desconocido, A un Paso de la Libertad y Estímulo mortal. Elegí dos de esas misiones hace ya bastantes días, y lo hacía esta vez con motivos parecidos a los que justificaron que las cogiese antes. Era curioso, o así lo veía yo, que me sintiese cazado y que siguiese eligiendo las mismas opciones. Según lo que pensaba antes de decantarme por participar en la misión de la carta, tanto esta como la de Lloyd nos podían llegar a proporcionar seguridad, tanto si el destinatario de la carta resultaba ser un bando preferible en este asunto como si Lloyd nos pudiera apoyar de alguna forma si lo peor, fuese lo que fuese, llegara a pasar. Por otra parte, no quería dejar de ayudar a aquellos que veían esperanza en nosotros, en lo que hacíamos, y veía a Freya como una aliada. Luego resultó que a quien le teníamos que llevar la carta no era la persona que mejor me podía caer, vaya que no, pero al menos contabamos con una buena reputación para la alianza que estaban montando.
De todas formas, antes de la misión sucedión algo que bien podría considerar más importante... No sabía del duelo de Baseryn contra Bolvir hasta que me enteré justo antes de que empezara, lo que hizo que llegara a tiempo solo para ver como terminaba nada más comenzar. ¿Qué había pasado realmente? Aquello fue demasiado... brusco. Incluso si tenían sus razones para luchar, no me esperaba que trataran de solucionarlo así y que uno de los dos acabara muerto. Ni me esperaba que Baseryn perdiese la pelea porque la experiencia que tenía en las misiones que había ido con ella me hacía pensar que era muy capaz. ¿Había sido algun truco de Bolvir? Si había sido así, lo había ejecutado perfectamente y quizás haría bien en no buscar pelea con él. Pero solo quizás. Todavía tenía que cruzarme con la dragoviana, si es que ya había vuelto de su mundo como lo hizo Arsna hace poco y Vinu en su día.
Suspiré y me acomodé en mi sitio, tenía que afrontar algo que había ido retrasando desde que llegase a la posada después de cumplir con la misión, una decisión que dejé para más tarde con tal de tomarla en tranquilidad y con tiempo. Y es que no tenía de que haría si yo llegase a morir, algo curioso visto de esa forma. Trataré de explicarme mejor: a raiz del comentario que hizo Sirielle, la dueña original del Libro del Viento Oculto, justo antes de salvarme la vida me planteé que quizás no pudiera salvar mis posesiones tras mi muerte, y si tenía que elegir que tratar de resguardar con mi último aliento el asunto llegaba a ser peliagudo. Levanté la mirada sin saber cuando había agachado la cabeza y miré a mis dos libros, puestos encima de mi mesa y alumbrados tenuemente como el resto de objetos esparcidos por ella. Ah, pero no podía decir que yo los viese con la misma luz que a aquellos otros artículos, mi libro negro era lo que me volvía capaz de luchar durante las misiones, el que me daba la capacidad de mejorar la vida de otras personas a través de mis batallas. El otro libro contenía la consciencia de quien me había salvado la vida. No, no podía elegir todavía, apenas empezaba a conocer a Sirielle. Solo esperaba que no tomase la decisión equivocada si llegara el momento, y deseaba no tener que enfrentarme a mi propia muerte nunca.
De todos modos, no valía con solo desear algo, y necesitaba ser más poderoso de lo que era entonces para poder estar tranquilo sobre aquello, así que traté de hacer algunos experimentos nuevos con los que sacar algo de provecho. Esta vez, y siguiendo los mismos consejos sobre magia que había ido reuniendo hace ya bastante tiempo en los días anteriores a mis trabajo como cazarrecompensas, debería tratar de lograr Partir la Mente. Se suponía que uno estaba preparado para lograrlo después de comprender la oscuridad, pero, siendo sincero, no tenía ni idea de como abordar ese objetivo. Traté de todo: dejar la mente en blanco, hacer tantas operaciones matemáticas como era capaz de realizar en cierto periodo de tiempo, ponerme a escribir sobre un tema mientras pensaba (o trataba de pensar) en otro... Casi opto por algo más divertido como emborracharme, por probar a ver, pero incluso después de hacer esos experimientos estaba lo suficientemente cuerdo como para tratar de dejar eso como la última opción. O quizás estuviese lo suficientemente loco como para preferir engañarme a mi mismo. Y literalmente, si podía lograrlo, empezando pasito a pasito. Lo primero que logré fue mantener dos vocecillas en mi cabeza, una que "pensaba" mis ideas en sí y otra que "dictaba" lo que decía la anterior, por así decirlo. Así, lo complicado estuvo en hacer que se separaran... No entraré en detalles sobre como lo logré, ni la jaqueca que casi hace que se me olvidase todo aquello con tal de conseguir el trago que se me apetecía cada vez más...
En lugar de eso, mencionaré lo que faltaba después de acabar la misión: irme a comprar hechizos. Esta vez me decanté por aprender hechizos de otro elemento y así ampliar mi elenco de posibilidades, y por esto me compré Hkaur y Viz Hkaur, aunque también aproveché para comprarme Ithnoï. Tras todo esto volví a la posada y aproveché para comer nada más entrar, aunque no veía al resto de Akerith Elisen por allí. ¿Se habrían ido ya a la misión que iban a hacer los demás, aparte de Kine y Aker? Si era así, lo mismo me los encontraba antes de terminar de cenar volviendo, y se me entojaba entretenido esperarlos con alguna que otra jarra después de hacer tantos esfuerzos mentales. Los de la otra misión eran Vinudren, Baseryn y Bolvir, ¿no? Hice una mueca al darme cuenta de cómo podía acabar aquello, pero esperaba que fueran profesionales al respecto. Si, esperaba.
Re: Frontera de la Neblina
¡Aquello había sido totalmente distinto a lo que me había imaginado! Había ido a la misión del hombre enmascarado con pensamientos muy negativos y lo que me habían parecido malas vibraciones, ¡pero al final todo había salido a pedir de boca! Sí, nos habían mordido y mojado... Me llevé la mano al cuello, sintiendo la marca de los colmillos de aquel murciélago, y enseguida me puse a limpiar la sangre de mi pelaje. Aunque sabía que se curaría rápido, seguía siendo incómodo. ¡Pero lo importante es que nadie había muerto! Yo era seguramente el que más cerca había estado, pero Aker estaba allí. Aker había estado allí para salvarme.. Recordé la sensación de ser sujetado por sus fuertes brazos mientras le agarraba firmemente de su tonificado pecho y... ¡Miaaaau!
Lwi también me salvó después, pero más en plan colegas y tal, nada raro.
Una vez más, me separé animadamente de mis compañeros para pasarme por una tienda. Esta vez fui a uno de los anticuarios que me recomendó Bolvir y me quedé mirando todas las páginas de magia que había. Todavía... No entendía muy bien aquel lenguaje. Pero me podía guiar por las palabras que conocía gracias a los hechizos que ya había conjurado un par de veces. Vi unos... tres hechizos con la palabra “Hlaur” que creía poder utilizar a mi nivel, y dos con la palabra “Hsaur”. Los demás debían ser otros elementos, pero pensé que mejor no arriesgarse aún. Apenas había empezado el entrenamiento con Bolvir. Pregunté al tendero sobre qué hacía cada uno de los hechizos de rayo de dos palabras y, tras explicármelo, decidí quedarme con Hlaur Ithnoï y Hlaur Jok. El primero era supuestamente más fácil de conjurar a pesar de tener dos palabras, así que puede que tuviera más suerte para combinarlo con Lwi, Bol o Bas si era necesario hacerlo, y el segundo me vendría muy bien si me rodeaban o se me volviera a pegar uno de esos pesados. Me había oxidado un poco en el uso de mis garras y no me apetecía gastar dinero en entrenamiento para recuperar el nivel de otros Tharul.
Volví a la posada y me dispuse a hacerle una visita a Bolvir para informarle de que no sólo había conseguido conjurar Hsaur Ithnoï varias veces sino que él y Lwi habían sido capaces de combinar sus fuerzas mágicas para destrozar a un Pradekka con un tornado de fuego. Puede que estuviera presumiendo demasiado de aquello, ¡pero nunca me había visto a mí mismo como mago! Ser capaz de hacer esa clase de cosas me parecía un sueño. Fue entonces que me enteré de que Baseryn había vuelto. ¡¿De verdad?! ¡¿Tan pronto?! Me despedí del lobo, no sin antes enseñarle los hechizos que había comprado y hacerle prometer que me ayudaría a practicarlos tras su misión, y me dirigí corriendo a la habitación de Baseryn. Entré sin pensar en pedir permiso antes, lo que tal vez ofendería a la dragona, pero no estaba pensando con claridad en aquellos momentos.
-¡Me alegro tanto de que estés bien, miau! -exclamé, tirándome a ella como hice con Arsna y abrazándola-. ¡Bienvenida de vuelta, Bas! ¡Esto hay que celebrarlo tras tu próxima misión!
Había perdido a dos compañeros y los había recuperado a ambos en un periodo de tiempo muy corto. Igual si fuera uno solo, no le daría tanta importancia, pero dos ya merecía alguna clase de fiesta de bienvenida. ¡Yo me ocuparía de las bebidas y la cena! ¡Sería grandioso! Pero todavía tenía tiempo de organizarlo todo, así que necesitaba algo que hacer mientras tanto. Cogí una escoba de Nvazka intentando que no se diera cuenta y me puse a cazar ratones. O, al menos, a intentarlo. No se me estaba dando demasiado bien y mi caza no fue fructífera, pero para cuando acabé casi hasta quería considerarme un aprendiz de lanza. Me reí tras darme cuenta de lo estúpido que sonaba eso.
Acto seguido, saqué mi arco y mis flechas y salí de la posada, pues no quería asustar a nadie de dentro. ¡Esta vez lo conseguiría! Me puse a disparar tanto a pájaros como a alimañas que veía por los callejones, entre los escombros y la basura. Así estuve horas y horas, matando sin problemas todos aquellos bichos repletos de enfermedades que apestaban Sincrópolis. Pero ese no era mi objetivo, no. Lo que quería era controlar mi disparo lo suficiente como para conseguir un animal vivo. Sólo cuando consiguiera superar aquel reto me consideraría a mí mismo un Maestro del arco.
No sé cuánto tiempo pasó, pero al final logré pillar una rata viva con uno de mis flechazos. Me la llevé con cuidado a mi habitación, asegurándome de que no me mordiera, y allí le até las patitas con algo de hilo de cuerda. Iba a realizar un experimento y no quería una rata rabiosa correteando por toda la posada. Cogí el pote de drogas de Antracita y obligué al roedor a tragarse un pellizco de los polvos. Me imaginaba que aquello servía para hacer reír a quien lo tomara, como les había hecho a ellos en la sala de la turbina. Pero tras lo que había pasado con Bolvir, cualquier precaución era poca. Esperé impacientemente la reacción de la alimaña, con mis garras preparadas por si hacía falta darle un final rápido.
Lwi también me salvó después, pero más en plan colegas y tal, nada raro.
Una vez más, me separé animadamente de mis compañeros para pasarme por una tienda. Esta vez fui a uno de los anticuarios que me recomendó Bolvir y me quedé mirando todas las páginas de magia que había. Todavía... No entendía muy bien aquel lenguaje. Pero me podía guiar por las palabras que conocía gracias a los hechizos que ya había conjurado un par de veces. Vi unos... tres hechizos con la palabra “Hlaur” que creía poder utilizar a mi nivel, y dos con la palabra “Hsaur”. Los demás debían ser otros elementos, pero pensé que mejor no arriesgarse aún. Apenas había empezado el entrenamiento con Bolvir. Pregunté al tendero sobre qué hacía cada uno de los hechizos de rayo de dos palabras y, tras explicármelo, decidí quedarme con Hlaur Ithnoï y Hlaur Jok. El primero era supuestamente más fácil de conjurar a pesar de tener dos palabras, así que puede que tuviera más suerte para combinarlo con Lwi, Bol o Bas si era necesario hacerlo, y el segundo me vendría muy bien si me rodeaban o se me volviera a pegar uno de esos pesados. Me había oxidado un poco en el uso de mis garras y no me apetecía gastar dinero en entrenamiento para recuperar el nivel de otros Tharul.
Volví a la posada y me dispuse a hacerle una visita a Bolvir para informarle de que no sólo había conseguido conjurar Hsaur Ithnoï varias veces sino que él y Lwi habían sido capaces de combinar sus fuerzas mágicas para destrozar a un Pradekka con un tornado de fuego. Puede que estuviera presumiendo demasiado de aquello, ¡pero nunca me había visto a mí mismo como mago! Ser capaz de hacer esa clase de cosas me parecía un sueño. Fue entonces que me enteré de que Baseryn había vuelto. ¡¿De verdad?! ¡¿Tan pronto?! Me despedí del lobo, no sin antes enseñarle los hechizos que había comprado y hacerle prometer que me ayudaría a practicarlos tras su misión, y me dirigí corriendo a la habitación de Baseryn. Entré sin pensar en pedir permiso antes, lo que tal vez ofendería a la dragona, pero no estaba pensando con claridad en aquellos momentos.
-¡Me alegro tanto de que estés bien, miau! -exclamé, tirándome a ella como hice con Arsna y abrazándola-. ¡Bienvenida de vuelta, Bas! ¡Esto hay que celebrarlo tras tu próxima misión!
Había perdido a dos compañeros y los había recuperado a ambos en un periodo de tiempo muy corto. Igual si fuera uno solo, no le daría tanta importancia, pero dos ya merecía alguna clase de fiesta de bienvenida. ¡Yo me ocuparía de las bebidas y la cena! ¡Sería grandioso! Pero todavía tenía tiempo de organizarlo todo, así que necesitaba algo que hacer mientras tanto. Cogí una escoba de Nvazka intentando que no se diera cuenta y me puse a cazar ratones. O, al menos, a intentarlo. No se me estaba dando demasiado bien y mi caza no fue fructífera, pero para cuando acabé casi hasta quería considerarme un aprendiz de lanza. Me reí tras darme cuenta de lo estúpido que sonaba eso.
Acto seguido, saqué mi arco y mis flechas y salí de la posada, pues no quería asustar a nadie de dentro. ¡Esta vez lo conseguiría! Me puse a disparar tanto a pájaros como a alimañas que veía por los callejones, entre los escombros y la basura. Así estuve horas y horas, matando sin problemas todos aquellos bichos repletos de enfermedades que apestaban Sincrópolis. Pero ese no era mi objetivo, no. Lo que quería era controlar mi disparo lo suficiente como para conseguir un animal vivo. Sólo cuando consiguiera superar aquel reto me consideraría a mí mismo un Maestro del arco.
No sé cuánto tiempo pasó, pero al final logré pillar una rata viva con uno de mis flechazos. Me la llevé con cuidado a mi habitación, asegurándome de que no me mordiera, y allí le até las patitas con algo de hilo de cuerda. Iba a realizar un experimento y no quería una rata rabiosa correteando por toda la posada. Cogí el pote de drogas de Antracita y obligué al roedor a tragarse un pellizco de los polvos. Me imaginaba que aquello servía para hacer reír a quien lo tomara, como les había hecho a ellos en la sala de la turbina. Pero tras lo que había pasado con Bolvir, cualquier precaución era poca. Esperé impacientemente la reacción de la alimaña, con mis garras preparadas por si hacía falta darle un final rápido.
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- bobokukemon
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Re: Frontera de la Neblina
Tras pedirle a Bolvir la espada que había conseguido, fui a vender todas las armas menos una de las kodachi, que le di a Vinudren para que la usara en el futuro. Con la venta, obtuve 600 monedas, las cuales repartiría a los demás integrantes cuando encontrara.
En el camino, pensé en las anteriores misiones. Tenía ya tanto movimiento aéreo como terrestre ya, pero aún no era capaz de moverme a través del agua. Iba siendo hora de ir a por un pez, una damisela neón, por ejemplo.
Además de eso, tenía que mejorar mis habilidades de combate para no ser un estorbo. Tenía que entrenar para comprender mejor los movimientos de los mamíferos, que eran mi fuerza de combate principal.
En el camino, pensé en las anteriores misiones. Tenía ya tanto movimiento aéreo como terrestre ya, pero aún no era capaz de moverme a través del agua. Iba siendo hora de ir a por un pez, una damisela neón, por ejemplo.
Además de eso, tenía que mejorar mis habilidades de combate para no ser un estorbo. Tenía que entrenar para comprender mejor los movimientos de los mamíferos, que eran mi fuerza de combate principal.
- Impredecible
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Re: Frontera de la Neblina
Me encontraba felizmente tumbado en el tejado de la posada, aguardando a que el segundo subgrupo regresase de su misión. Después de lo estresante que había sido la mía, confiaba en que esta les hubiese ido mejor. O, al menos, que no hubiese habido bajas. Me conformaba con eso.
Además, hoy tenía malévolos planes para ellos. Llevaba demasiado tiempo yendo de mi habitación a las misiones y de las misiones a mi habitación, me estaba volviendo ermitaño, y aquello nunca era bueno para el espíritu de equipo. Era hora de hacer amiguitos. Un grupo unido es un grupo que sobrevive aunque sea a base de ponerse los unos delante de otros para tragarse los ataques enemigos en su lugar.
Me incliné sobre el borde del tejado al oír voces para observar como mis compañeros llegaban. Parecía que todo había ido bien: Baseryn iba chorreando agua, lo cual empezaba a ser habitual en nuestras misiones, y Vinudren chorreando sangre, que... bueno, por lo menos estaba vivo. Al menos por ahora.
Tras concederles un ratito para instalarse, secarse, hacerse torniquetes y otros rituales de la vuelta a casa, volví a entrar en la posada y me dirigí hacia la habitación de la dragona. Era la primera que me convenía tener de mi lado, y tenía cierta curiosidad por saber si había conseguido estabilizar su magia tras los incidentes pasados. Llamé y asomé la cabeza dentro, confiando en que no hubiese ningún objeto afilado volando en mi dirección al hacerlo. No se me olvidaba que acababa de volver de una misión de Ferrel.
-¿Hola? Er... siento molestar, pero ahora que empezamos a ser algo parecido a un grupo en condiciones estaba pensando que quizá es buen momento para que empecemos a conocernos mejor unos y otros y a planificar cosas y... cosas, y tengo algo de curiosidad sobre tu raza... No habrán preguntas delicadas. Creo.
Además, hoy tenía malévolos planes para ellos. Llevaba demasiado tiempo yendo de mi habitación a las misiones y de las misiones a mi habitación, me estaba volviendo ermitaño, y aquello nunca era bueno para el espíritu de equipo. Era hora de hacer amiguitos. Un grupo unido es un grupo que sobrevive aunque sea a base de ponerse los unos delante de otros para tragarse los ataques enemigos en su lugar.
Me incliné sobre el borde del tejado al oír voces para observar como mis compañeros llegaban. Parecía que todo había ido bien: Baseryn iba chorreando agua, lo cual empezaba a ser habitual en nuestras misiones, y Vinudren chorreando sangre, que... bueno, por lo menos estaba vivo. Al menos por ahora.
Tras concederles un ratito para instalarse, secarse, hacerse torniquetes y otros rituales de la vuelta a casa, volví a entrar en la posada y me dirigí hacia la habitación de la dragona. Era la primera que me convenía tener de mi lado, y tenía cierta curiosidad por saber si había conseguido estabilizar su magia tras los incidentes pasados. Llamé y asomé la cabeza dentro, confiando en que no hubiese ningún objeto afilado volando en mi dirección al hacerlo. No se me olvidaba que acababa de volver de una misión de Ferrel.
-¿Hola? Er... siento molestar, pero ahora que empezamos a ser algo parecido a un grupo en condiciones estaba pensando que quizá es buen momento para que empecemos a conocernos mejor unos y otros y a planificar cosas y... cosas, y tengo algo de curiosidad sobre tu raza... No habrán preguntas delicadas. Creo.
- LightHelco
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Re: Frontera de la Neblina
Tras asegurarme de que el enano no se nos iba a desplomar en medio de la taberna y de pagar a Seis Cazuelas la estancia, entré en mi habitación para poder quitarme las ahora mojadas túnica y coraza, las cuales pesaban bastante debido al agua. Coloqué la coraza, tras limpiarla un poco, sobre la silla y me dispuse a revisar mis heridas, cuando escuché como la puerta se abría seguida de la voz del ángel.
—Tranquilo, no es ninguna molestia… aunque si una sorpresa —le dije al ángel permitiéndole entrar dentro —. ¿Curiosidad sobre mi especie? No sé que podría interesarte de nosotros.
No era la primera persona que me preguntaba, los enanos del desierto también lo hicieron, pero cuando descubrían que no éramos más que un puñado de bestias con la capacidad de razonar, perdían muy rápido el interés… o quizás es que los enanos no fueran muy curiosos. De todas formas, no tenía problema en responderle, mas aun sabiendo que aun le debía una por la ocasión en la que me protegió en aquella mina, la primera vez que mi aliento se volvió en mi contra.
Realmente, me interesaba aquella capacidad suya para poder plantarse delante de uno de nosotros y recibir el golpe él. Yo podía llamar la atención de nuestros enemigos, ¿pero y si estos no se centraban en mi? Atacarían a compañeros heridos, como el enano. Tenía que descubrir cómo defenderlos a tiempo.
—Bien, ángel, saciaré tu curiosidad —le respondí —. Pero a cambio, me gustaría entrenar contigo, quiero aprender a Escudar a nuestros compañeros como tú me escudaste en aquellas minas.
—Tranquilo, no es ninguna molestia… aunque si una sorpresa —le dije al ángel permitiéndole entrar dentro —. ¿Curiosidad sobre mi especie? No sé que podría interesarte de nosotros.
No era la primera persona que me preguntaba, los enanos del desierto también lo hicieron, pero cuando descubrían que no éramos más que un puñado de bestias con la capacidad de razonar, perdían muy rápido el interés… o quizás es que los enanos no fueran muy curiosos. De todas formas, no tenía problema en responderle, mas aun sabiendo que aun le debía una por la ocasión en la que me protegió en aquella mina, la primera vez que mi aliento se volvió en mi contra.
Realmente, me interesaba aquella capacidad suya para poder plantarse delante de uno de nosotros y recibir el golpe él. Yo podía llamar la atención de nuestros enemigos, ¿pero y si estos no se centraban en mi? Atacarían a compañeros heridos, como el enano. Tenía que descubrir cómo defenderlos a tiempo.
—Bien, ángel, saciaré tu curiosidad —le respondí —. Pero a cambio, me gustaría entrenar contigo, quiero aprender a Escudar a nuestros compañeros como tú me escudaste en aquellas minas.
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- Impredecible
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Re: Frontera de la Neblina
- Oh, claro, no veo por qué no, si bien debo advertir que soy un horrendo profesor... aunque recomiendo que busquemos otro sitio para practicar. Por experiencia propia sé que estas habitaciones son demasiado pequeñas para probar a hacer cualquier cosa... Si la posadera te pregunta, tú no sabes nada de esas muescas de katana que hay en la pared de mi habitación. Creo que conseguiré convencerla de que son obra de una rata especialmente cabreada.
Como tampoco era cosa de complicarnos demasiado la vida ni de meternos mucho en la ciudad en el estado semimomificado de la dragona, abrí la ventana, haciéndole un gesto con la cabeza para que me siguiera y, abusando maravillosamente de nuestro privilegio de gente que vuela, me dirigí al tejado. Con algo de suerte nos serviría para practicar sin que uno de los dos se cayese o acabásemos hundiendo la posada. Eso sería mucho más dificil de explicar que las marcas en la pared.
-Tengo una curiosidad general -expliqué, mientras estiraba los brazos-, siempre he pensado que es importante saber los orígenes de la gente de la que uno se rodea, cotilleos aparte...
No iba a negar que sentía curiosidad por el mundo de la muchacha desde que, tras su vuelta del "combate", había dejado caer que no contaba precisamente con un clan que la recibiese en casa al volver. Aquello sonaba a dramatismo, y no lo podía evitar, el dramatismo me atraía. Deformación angelical. Además, era mi equipo: tenía que saber cosas de ellos para poder preocuparme por ellos cuando les pasasen cosas.
Sin embargo, suponía que el tema podía ser delicado, asi que por si acaso, para dar una vía de escape, decidí cambiar de tema.
- Además es interesante, puedes hacer la cosa del hielo... - fruncí el ceño y ladee la cabeza al recordar las últimas y punzantes experiencias de la dragona con "la cosa del hielo"-. ¿Cómo te va con eso, si puedo preguntar?
Como tampoco era cosa de complicarnos demasiado la vida ni de meternos mucho en la ciudad en el estado semimomificado de la dragona, abrí la ventana, haciéndole un gesto con la cabeza para que me siguiera y, abusando maravillosamente de nuestro privilegio de gente que vuela, me dirigí al tejado. Con algo de suerte nos serviría para practicar sin que uno de los dos se cayese o acabásemos hundiendo la posada. Eso sería mucho más dificil de explicar que las marcas en la pared.
-Tengo una curiosidad general -expliqué, mientras estiraba los brazos-, siempre he pensado que es importante saber los orígenes de la gente de la que uno se rodea, cotilleos aparte...
No iba a negar que sentía curiosidad por el mundo de la muchacha desde que, tras su vuelta del "combate", había dejado caer que no contaba precisamente con un clan que la recibiese en casa al volver. Aquello sonaba a dramatismo, y no lo podía evitar, el dramatismo me atraía. Deformación angelical. Además, era mi equipo: tenía que saber cosas de ellos para poder preocuparme por ellos cuando les pasasen cosas.
Sin embargo, suponía que el tema podía ser delicado, asi que por si acaso, para dar una vía de escape, decidí cambiar de tema.
- Además es interesante, puedes hacer la cosa del hielo... - fruncí el ceño y ladee la cabeza al recordar las últimas y punzantes experiencias de la dragona con "la cosa del hielo"-. ¿Cómo te va con eso, si puedo preguntar?
- LightHelco
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Re: Frontera de la Neblina
Moví de forma inconsciente la cola al recibir la respuesta afirmativa por parte del ángel. Asentí ante su idea de entrenar en otro lado, además de que podría extender más fácilmente las alas que dentro de la habitación.
—Prometo no decir nada sobre eso, ángel —le aseguré antes de seguirle fuera en donde volamos al techo de la taberna —. Espero que sea suficientemente resistente.
Golpeé varias veces el techo con el pie para probar su resistencia antes de encararme a mi compañero y prepararme para el combate. Aunque antes de eso, el alado quiso preguntarme sobre mi habilidad para usar diferentes alientos y si había conseguido que no me volviera a pasar nada como lo de la mina o… aquel vergonzoso duelo.
—Durante la misión de hoy he podido usar en varias ocasiones la Ola de Caballería sin problemas y también mi aliento de hielo normal —respondí agachando un poco la cabeza —. No sé que pudo haber pasado ese día, pero prefiero no seguir pensando en él, me… me hace sentirme débil…
—Prometo no decir nada sobre eso, ángel —le aseguré antes de seguirle fuera en donde volamos al techo de la taberna —. Espero que sea suficientemente resistente.
Golpeé varias veces el techo con el pie para probar su resistencia antes de encararme a mi compañero y prepararme para el combate. Aunque antes de eso, el alado quiso preguntarme sobre mi habilidad para usar diferentes alientos y si había conseguido que no me volviera a pasar nada como lo de la mina o… aquel vergonzoso duelo.
—Durante la misión de hoy he podido usar en varias ocasiones la Ola de Caballería sin problemas y también mi aliento de hielo normal —respondí agachando un poco la cabeza —. No sé que pudo haber pasado ese día, pero prefiero no seguir pensando en él, me… me hace sentirme débil…
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Re: Frontera de la Neblina
- No te martirices mucho con eso, todos tenemos un mal día... Desde que empezamos con esto yo he llegado a fallar en cazar a una gata rosa que saltaba, necesité ayuda para rematar a un moribundo que se arrastraba por el suelo a una velocidad lamentable, y el otro día en la biblioteca la espada se me quedó enganchada, ¡dos veces! He llegado al punto en el que te das cuenta que es mejor tomárselo con resignación para evitar el acabar abriendo una ventana a cabezazos.
También era verdad que agradecía que todo aquello hubiese pasado en el fragor del combate, donde nadie podía prestarme mucha atención y los "fallitos" acababan quedando en nada. Cuanto menos público siendo consciente de aquello, mejor.
Era algo que había aprendido en casa: las peleas eran espectáculo, y había que hacerlas bien. Había que darles el toque necesario de elegancia, dramatismo, y gente muerta.
-Una última pregunta antes de empezar -dije, aprovechando aquel pensamiento, mientras me preparaba para empezar la "tutoría"- ¿Que tal es el mundo draconil? Imagino que tiene que ser un sitio como poco... interesante.
También era verdad que agradecía que todo aquello hubiese pasado en el fragor del combate, donde nadie podía prestarme mucha atención y los "fallitos" acababan quedando en nada. Cuanto menos público siendo consciente de aquello, mejor.
Era algo que había aprendido en casa: las peleas eran espectáculo, y había que hacerlas bien. Había que darles el toque necesario de elegancia, dramatismo, y gente muerta.
-Una última pregunta antes de empezar -dije, aprovechando aquel pensamiento, mientras me preparaba para empezar la "tutoría"- ¿Que tal es el mundo draconil? Imagino que tiene que ser un sitio como poco... interesante.
Re: Frontera de la Neblina
La vuelta a la posada fue menos problemática que el entrar en la base de los asesinos. Aun así tardé mucho porque tenían que ayudarme a andar o me iba dando tumbos contra las paredes. Me dejaron sobre la cama y me quedé tendido en la cama con la cara enterrada en la fina almohada, casi saboreando la madera de debajo de la cama, hasta que noté que la sangre se secaba y me quedaba pegado. Decidí levantarme, lavarme las heridas y empezar a coserlas, pero tenia muchas en la espalda a las que no alcanzaba o el angulo y la falta de visión imposibilitaban la tarea. Para esas decidí colocar la punta de una flecha en una vela hasta que el hierro estuvo suficientemente caliente y las cautericé. Mucho más fácil, no se por que no lo he hecho con todas.
La verdad es que la misión, a parte de ese susto al final y todas las puñaladas que me había llevado en general, no había ido mal. Incluso me había cargado a un montón de gente. Seguro que la nueva espada y arco habían sido parte de la razón, pero no consideraba incorrecto pensar que ya era un Maestro de espada. Cuando estaba pensando en eso, apareció Arsna para entregarme la Kodachi de uno de los ninjas. Aun no me sentía preparado para usar un arma tan refinada, pero me la guardé por si algún día era necesario.
Un espacio de tiempo indeterminado después, ya más recompuesto de mis heridas, fui a enseñarle a Ferrel la guarida de Lignito, señalando trampas, como la de las flores metálicas, que inutilizamos probablemente solo de forma temporal. También aproveché para llamar a un par de borrachos con la promesa de invitarles a un par de copas para que me ayudaran a llevar los barriles de alcohol hasta la taberna para vendérselos a Seis Cazuelas. Eso si, pensaba quedarme uno de cada y subirlo a mi habitación. Aunque pasaba mucho tiempo en la taberna, seguía pareciéndome que no olía tanto a lúpulo como antaño. ¿Es que le echan agua a la cerveza de este mundo o que? Si sacaba una cantidad interesante de dinero por ellas iba a repartirlo con el resto de integrantes de la misión.
La verdad es que la misión, a parte de ese susto al final y todas las puñaladas que me había llevado en general, no había ido mal. Incluso me había cargado a un montón de gente. Seguro que la nueva espada y arco habían sido parte de la razón, pero no consideraba incorrecto pensar que ya era un Maestro de espada. Cuando estaba pensando en eso, apareció Arsna para entregarme la Kodachi de uno de los ninjas. Aun no me sentía preparado para usar un arma tan refinada, pero me la guardé por si algún día era necesario.
Un espacio de tiempo indeterminado después, ya más recompuesto de mis heridas, fui a enseñarle a Ferrel la guarida de Lignito, señalando trampas, como la de las flores metálicas, que inutilizamos probablemente solo de forma temporal. También aproveché para llamar a un par de borrachos con la promesa de invitarles a un par de copas para que me ayudaran a llevar los barriles de alcohol hasta la taberna para vendérselos a Seis Cazuelas. Eso si, pensaba quedarme uno de cada y subirlo a mi habitación. Aunque pasaba mucho tiempo en la taberna, seguía pareciéndome que no olía tanto a lúpulo como antaño. ¿Es que le echan agua a la cerveza de este mundo o que? Si sacaba una cantidad interesante de dinero por ellas iba a repartirlo con el resto de integrantes de la misión.
Ora Ora Ora Ora Ora

