Frontera de la Neblina

Por +3 de defensa llevaría los calzoncillos por encima, ya lo creo
Crow
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Crow » 26 Oct 2016, 00:13

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https://www.youtube.com/watch?v=-Tdu4uKSZ3M
Y el tren voló. Y yo volé con él. Dios que lechugazo. Y luego... ¡¡OTRA VEZ NOOOOOOOOOOOOOO, LOBO CABROOOOOOON!! Caí, con pelos de la barba aun encendida, de morros en un montón de barro.

Al levantar la cabeza, pero, Galarr no se encontró con el panorama tenso que uno esperaría de la ciudad al borde de la guerra en que estaba antes de volver a Frontera. Se encontraba frente a los barracones donde se alojaban las tropas, había una gran mesa dispuesta, y un tropel de enanos festejando a su alrededor. Se levantó y se acercó a algunos de los compañeros que conocía.

-Eh, buenas. ¿Que esta pasando aquí? ¿Celebráis que hemos ganado la guerra?

Un enano cuya cara estaba casi toda cubierta por una inmensa barba rizada húmeda de cerveza y llena de trozos de carne y huesecillos de codorniz, y el yelmo, lo cual solo dejaba a la vista el agujero sin fondo que era su boca, empezó a reírse tan fuerte que habría dejado en ridículo a un tren estrellarse contra el suelo después de volar un centenar de metros.

-No tienes tu fe ni nada. ¿Se puede saber que clase de borrachera has pillado que has olvidado que solo hace un mes que conquistamos la ciudad? El Rey Negro ni siquiera ha atacado otro punto clave aún.

-¿Entonces a que viene todo esto? ¿Y por que nadie me ha pasado una jarra de cerveza y uno de esos jamoncillos aun, panda de desaprensivos?

Otro enano, calvo como el culo de una mona, un viejo cascarrabias con el que Galarr había compartido barracon en el campo de concentración, contestó a esa pregunta, menos contento que la bola de pelo de al lado.

-Esto viene a que el general Nobu ha oído rumores sobre un Drifter llamado "Dios del Viento" que reside en la Selva Prohibida... o Peligrosa... No me acuerdo como se llama, tu sabes de cual hablo. Y nos han elegido a nosotros para ir a buscarlo. Porque por lo visto los elfos no se sienten cómodos con toda esa humedad y bichos... ¿Y nosotros si? Maldita sea... Así que estamos dándonos un ultimo banquete por si estiramos la pata en ese jardín sobrecrecido.

-Ufff, eso suena jodido. Me acuerdo de oír hablar de ese sitio a los elfos. Lo tenéis muy crudo

-Al igual que lo tienes tu, amigo.
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https://www.youtube.com/watch?v=iYZwcuC0z4o
Una mano se apoyó en el hombro de Galarr, que al girarse se encontró con la fulminante mirada tuerta del mismísimo Nobunaga.

-He oído que llevas una buena temporada desaparecido y probablemente sin pegar un palo al agua, así que tu también les acompañarás. Que lo hicieras bien en la toma de la ciudad no te excusa, cacho vago. Cuando llegues a general podrás holgazanear, no antes.

Y así Galarr emprendió una larga expedición a la selva, a buscar a un Drifter que puede que ni estuviera ahí. Porque la selva per se tampoco es que estuviera cerca precisamente, fueron mas días de los que quisiera recordar andando por campos arrasados y llanuras encharcadas. Lo peor fue al llegar a la selva, claro. Porque no solo ellos se habían enterado de los rumores de un Drifter, también los Ends debieron oirlos, ya que al adentrarse en la vegetación, los enanos tuvieron un encontronazo con una escuadra de goblins y trolls. Al principio fue una carrera silenciosa, tratando de no alertarlos y llegar antes hasta el objetivo, pero pronto se hizo claro que de esa manera el enemigo iba a llegar antes, así que tuvieron que darse prisa y preparar una emboscada como pudieron cerca de la meta. Y pudieron mal, porque fue un desastre. Les saltaron encima desde los laterales. Los trolls rápidamente los barrieron con sus largos brazos y rompieron la formación. Se convirtió en un sálvese quien pueda, los enanos fueron perseguidos por los goblins, aunque sin el apoyo de los trolls, más lentos, tenían que derribar arboles para pasar, caían con mucha más facilidad. "Me cago en la leche agria de las tetas de un gnomo, estas cosas siempre me pasan a mi", maldijo para sus adentros En su huida, Galarr ya había escabechinado media docena de duendes pero tropezó con una raíz justo cuando, de repente, una lluvia de lanzas, dardos y flechas derribó a los perseguidores.

-Pero que pelos...

Una pared de pelaje de multitud de colores y formas se levantaba ante él. Los hombres gato y los kobolds habían llegado, y unos cuantos de ellos cargaban a hombros un trono con un hombre de cara plana sentado en él.

-¡Mierda hombre! ¡Menuda mierda! Nos atacan y aun no tengo el avión arreglado... ¡Aprended mecánica de una vez, bolas de pelo! ¿Y tu? ¿Quien mierdas eres? -el hombre de ojos rasgados que tanto chillaba levantó a Galarr de la barba, que era mucho más corta que la media enana y por tanto le dolía mucho más, y se lo miró un momento, luego chasqueó la lengua- ¡Que pesados de mierda los monstruos esos! Si os perseguían eso es que sois de los míos, ¡pero esperaba ver caras sin tanto pelo para variar!

Cuando los trolls llegaron a ellos, los dardos y lanzas envenenadas dieron buena cuenta de ellos, la tribu de gente peluda los recibió, y vieron el maltrecho estado del aparato volador del Drifter. Tras una sorprendentemente corta conferencia con él, accedió a volver a la capital y reunirse con los tres generales de su nación... si antes podía pasarse por la costa. Los preparativos para mover a toda la tribu, que harían falta para cargar el avión, tomarían un par de días, así que podían quedarse a descansar.

Galarr se sentó a descansar con los demás enanos mientras veía a los kobolds arrastrar cuerpos de troll y echarlos a una gran hoguera, y luego saquear los cadáveres de los goblins para poder proceder después a lo mismo. Y cuando hubieron terminado con eso, empezaron a preparar un gran soporte para cargar el avión. Durante el proceso, cada vez le iba entrando más sueño, hasta que se quedó dormido y cayó hacia atrás en un matorral.
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https://www.youtube.com/watch?v=fuEUr2MFxMQ
Del susto me levanté de golpe, pero entonces me caí ¿de la rama? de bocas al suelo de adoquines. ¿Estaba en un árbol... en un jardincito... en lo alto de una torrecita en una mansión del barrio noble? Bajé corriendo de aquella casa ajena saltando por el tejado y los balcones, y me fui corriendo con los gritos enfurecidos de un guardia a mi espalda, que por suerte conseguí perder de vista. Al llegar al barco me encontré un ambiente bastante lacrimogeno, pero en vez de un "Hola", lo primero que me salió del alma desde que había convencido a ese amarillo gritón fue:

-Al próximo puto árbol que vea le pego fuego. ¿Queda sake? ¿Ha vuelto el peludito pequeño? He conocido primos suyos en casa.
Ora Ora Ora Ora Ora
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Malfuin
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Malfuin » 01 Nov 2016, 18:22

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Bueno, lo mejor será intentar hacer la misión que queda el jueves o el viernes, porque mi hermano vendrá a quedarse en mi cuarto pronto y no tengo ni idea de cuándo. En principio el jueves es lo ideal... Avisad si no podéis, Impre, Santi y Boku. En cuanto a Ami... Kineban está muerto, aunque podría participar si resucita para entonces.

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Impredecible
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Impredecible » 02 Nov 2016, 15:20

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¡Nada en contra del jueves! o/
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Amilinne
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Amilinne » 02 Nov 2016, 17:02

Fuego. Otra vez.

No había tenido tiempo ni de evaluar la situación antes de que me tragaran las llamas producidas por la explosión del tren. Me imaginaba que así se había tenido que sentir Baseryn cuando Kuo la atacó por la espalda. Había sido instantáneo y prácticamente no sentí ningún dolor. Calor sí, eso sí. Y ahora, frío. Parecía que aquellas dos sensaciones iban a ser recurrentes cada vez que perdiera la vida.

Abrí los ojos, desconcertado. Frente a mí vi un páramo helado flanqueado por hileras de abetos cuyas ramas estaban cubiertas de nieve. Estaba en movimiento, sentado en la parte trasera de una especie de carromato. ¿En qué estaba pensando? Era demasiado pronto como para aceptar que iba a morir a menudo. Había pasado demasiado tiempo en Sincrópolis como para no saber que los Forasteros no siempre volvían. No podía dejar de tenerle miedo a perecer o acabaría por bajar la guardia. No debía creerme inmortal.

-¿Qué tal por ahí detrás, hermano? -escuché. Era una voz femenina pero grave, áspera, y con un acento marcado-. Te hemos encontrado tirado en mitad del camino, pero no estabas herido, así que nos hemos limitado a recogerte y ponerte una manta encima para que no te congelaras.

-Mi nombre es Zaynabi, y esta es mi compañera Ahkari -escuché una segunda voz-. Viajamos por todo Skyrim como vendedores ambulantes. ¿Qué es lo que te ha ocurrido, hermano khajiita?

Me giré para ver a las dos mujeres gato que estaban sentadas al frente del carromato, controlando los dos caballos que nos llevaban. Ahora que era otra persona y no mi reflejo podía advertir incluso mejor lo diferentes que eran los hombres gato de aquel mundo en comparación a los Tharul de Skyrim. También parecían tener todos un extraño acento que no hacía sino acentuar la sensación de que eran extranjeros y no pertenecían a aquellas tierras. Al tratar de contestar la pregunta de Zaynabi me empezó a doler la cabeza. Montones de imágenes del tren explotando y el resto de mis compañeros perdiendo la vida aparecieron en mi mente al mismo tiempo, atormentándome. E incluso si alguno de ellos había logrado sobrevivir, lo cual dudaba, nuestro contratista y todos los que se encontraban en el interior del vehículo habían muerto. No era sólo cuestión de haber fallado la misión, si no de todas las vidas que se habían perdido debido a ello. Me limité a contestar que me había desmayado debido al frío y ambas comerciantes asintieron, aparentemente satisfechas.

Se hizo el silencio. Un silencio incómodo. Lo único que se escuchaba era el silbido del viento al atravesar las ramas de los árboles, así como los pasos de los caballos y las ruedas del carro. Me preguntaba cuánto tardarían en pedirme que me bajara ahora que volvía a estar consciente. Una serie de gruñidos rompieron entonces la serenidad que evocaba el paisaje.

-¡Lobos! -gritó Ahkari-. ¡Kharjo! ¡Dro'Marash!

No tengo ni idea de dónde salieron, pero otros dos khajiitas aparecieron y cargaron en dirección a los animales salvajes. Ambos parecían ser guerreros, con uno de ellos usando espada y escudo el otro cargando con un espadón. Con cuidado de no dañar la mercancía, me levanté y me bajé de la caravana de un salto.

-¡¿Adónde vas?! -exclamó Ahkari, que estaba haciendo todo lo posible para calmar a los caballos y que no volcaran el carromato.

-¡Yo también puedo ayudar!

Puede que aquello no fuera un tren y que mis compañeros de clan no estuvieran montados en él, pero al menos podía redimirme un poco protegiendo a aquellas personas. Eran mis “hermanos” en aquel mundo, después de todo. Me concentré para utilizar el tipo de magia de aquel mundo (algo no muy difícil dado que, por alguna razón, parecía haber olvidado todas las palabras en Amidentha que había aprendido) y le lancé una bola de fuego al lobo más cercano. Ambos guerreros khajiitas se dieron la vuelta, sorprendidos, antes de continuar defendiéndose de las bestias. No tardamos demasiado en deshacernos de aquella pequeña molestia.

-¡Eso no ha estado nada mal! -exclamó uno de los dos guerreros gato, cuya voz sonaba incluso más grave que la de las chicas. Era bastante atractivo, no pude evitar pensar-. ¿Dónde has aprendido eso? ¿Te has fugado del Colegio de Magos o algo así, cachorro?

Me inventé una excusa para librarme de aquellas preguntas y el khajiita se presentó como Kharjo. La caravana continuó el camino, con los dos guardaespaldas y yo caminando tras ella para cubrir sus flancos. Las dos comerciantes agradecieron mi ayuda y me ofrecieron un sueldo para ayudar a los otros dos lo que quedaba de camino, pero decliné la oferta educadamente alegando que pronto me separaría de ellos para seguir otro camino. Aproveché que Kharjo se había interesado por mí para hacerle unas cuantas preguntas respecto a mi raza. Proveníamos de Elsweyr, una región del continente de Tamriel repleta de desiertos, sierras y rocosos cañones donde el sol siempre brillaba. Prácticamente todo lo contrario al lugar en el que nos encontrábamos ahora, no pude evitar pensar. También me habló de las maravillas de algo llamado “azúcar lunar” con el que se podía preparar “skooma”. No tenía nada en contra de las bebidas alcohólicas, pero por cómo lo describía Kharjo, parecía una droga un tanto fuerte para mí. Cuando me propuso un trago lo rechacé, y le escuché murmurar algo sobre “pobre cachorro de tierras heladas, no conoce los tesoros de la tierra”. Supuse que asumía que, al haber nacido y crecido en Skyrim, era normal que hiciera tantas preguntas sobre Elsweyr. Y la verdad es que tenía ganas de visitarlo. El lugar de origen de mis padres...

Tal vez incluso podría ir con ellos una vez los encontrara.

Por el camino nos encontramos con unos pocos peligros más en forma de bandidos, pero los tres guardaespaldas nos compenetramos a la perfección para proteger la mercancía de Ahkari y Zaynabi. Incluso Dro'Marash, que parecía un poco escéptico en cuanto a mi y se había mantenido en silencio todo el rato que Kharjo y yo habíamos conversado, piropeó mis habilidades de combate. Probablemente me ruboricé debajo de todo mi pelo. Poco después llegamos a una bifurcación de caminos.

-Ventalia está aquí al lado -me dijo Ahkari desde su asiento-. Normalmente paramos allí unos pocos días para vender nuestros productos a quienes entran y salen de la ciudad, pero andamos un poco escasos de género, así que continuaremos nuestro camino a Riften inmediatamente para reabastecernos.

-Entonces yo iré a Ventalia -contesté señalando el camino por el que la caravana de khajiitas no iba a ir-. Tengo... Bueno, tengo asuntos que atender allí.

Todos parecieron aceptar mi decisión sin queja alguna, y se despidieron parcamente de mí, agradeciéndome la ayuda. No me ofrecieron ninguna recompensa, pero tampoco pedía ninguna, así que no me molestó. Ahkari, Zaynabi y Dro'Marash ya se estaban yendo cuando Kharjo me encaró. Estaba serio.

-Escúchame, Ches... -Puso ambas manos sobre mis hombros-. Alrededor de Ventalia se esconden unos bandidos. Mis contactos me lo han asegurado. Y son los bandidos que me robaron mi Amuleto de la Luna.

Ladeé la cabeza, confundido.

-Sé que es mucho pedir a alguien que apenas puedo llamar conocido, pero necesito que me ayudes. No puedo dejar ahora mi trabajo con Ahkari. Necesito el dinero. Pero por mucho que se lo he pedido, no me permite ir a recuperar mi amuleto... -sus orejas se doblaron ligeramente hacia abajo-. Es muy importante para mi. Un regalo de mi madre, ¿sabes? Es mi único recuerdo de Elsweyr y mi familia, y no quiero darles tiempo para que se lo vendan a algún desgraciado. ¿Crees que podrías al menos echar un vistazo y preguntar por ahí por si descubres algo?

¿Un recuerdo de su madre? Mi mano se dirigió automáticamente a mi propio colgante para tocarlo por encima de la ropa. ¿Era acaso una especie de tradición de los khajiita que los jóvenes heredaran las joyas familiares o algo por el estilo? Estaba tentado de preguntar, pero no era el mejor momento. Una misión... Ésta sería una misión en solitario, a diferencia de las que aceptaba con Akerith Elisen. Pero era una misión que no podía rechazar.

-Eso está hecho, Kharjo -le sonreí, enseñando todos los dientes-. Los hermanos debemos ayudarnos entre nosotros, ¿no crees? Haré todo lo que pueda.

El khajiita de negro pelaje pareció dudar unos segundos sobre cómo reaccionar, pero la alegría le pudo y me dio un abrazo. Me sorprendió, pero yo también rodeé su torso con mis brazos. ¿Así era como se sentían los del clan cuando yo les daba un abrazo sorpresa? ¿Era también algo típico entre los khajiita? No pude evitar soltar una risita tonta. Asegurándome que les encontraría en Riften (que se las arreglaría para mantener ocupada a Ahkari todo lo posible para darme tiempo), el gato se despidió de mí.

Empecé a caminar en dirección a Ventalia. Tal vez Kharjo no fuera mi “hermano”, pero sí sentía un fuerte vínculo con él. Una familiaridad automática. ¿Era aquello también...? En fin, todavía tenía que aprender mucho sobre los khajiita y sobre mí mismo. Y si las misiones seguían yendo así de mal, no tardaría en descubrirlo todo, pensé con una sonrisa agridulce. Me quité el colgante y lo alcé en el aire, fijando en él la mirada. Me preguntaba si el de Kharjo sería parecido... Empezó a brillar con la luz del sol.

Abrasaba tanto como una explosión. No recordaba la última vez que hubo tanta luz en Sincrópolis.

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Fornax
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Fornax » 04 Nov 2016, 19:09

Posteo para comentar que en mi casa ahora mismo no hay línea ADSL, así que hasta que un técnico no venga a instalarla el lobo está de vacaciones.

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Impredecible
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Impredecible » 08 Nov 2016, 19:14

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(Mi muerte)
https://www.youtube.com/watch?v=NRupUfXQ9dw
Todo había sido tan rápido que ni siquiera sabía del todo qué es lo que acababa de pasar. Un momento acabábamos de toparnos con el demonio al que se suponía que teníamos que matar, y dos minutos después una piedra me había caído encima y me había matado.

Porque estaba muerto. O eso deducía, contando con que había pasado de estar tirado en mitad de una calle con una piedra encima a estar tirado en mitad de… algún sitio, encima de piedras. Era un buen cambio.

Ligeramente desorientado, me levanté, quitándome polvo de encima. Inventario rápido. ¿Piernas? Dos. ¿Brazos? Todos en su sitio. ¿Alas? Elegantes. Bien, una preocupación menos. Al menos estaba bastante sano para estar muerto. No me podía quejar. Esperaba que el resto de mi equipo hubiese salido de la misión igual de enteros. Si había que haber bajas, con la mía era de sobra.

Confirmando que estaba bien, giré a mi alrededor, tratando de situarme espacialmente. Me encontraba en la cima de una montaña, una considerablemente alta a juzgar por las vistas. Aleteando con cautela, me acerqué al borde para observar mejor el paisaje que me rodeaba y, muy a mi pesar, sonreí. En el fondo lo había echado de menos.
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(Mi mundo)
https://www.youtube.com/watch?v=bQTLfKgI8PY
Me encontraba mirando una gran zona montañosa, con enormes conjuntos de montañas que se perdían en el horizonte, la mayoría rodeados de zonas boscosas. Desde donde me encontraba se podían distinguir, cerca de las cimas de las montañas, largos grupos de casas no especialmente grandes distribuidas de manera poco uniforme. Era acogedor de forma extraña.

Pero mi parte favorita era el cielo.

Repartidas por el cielo, aquí y allá, rodeadas por una multitud de ángeles que volaban de un lado a otro, se podían ver cientos de pequeñas islas que, en un claro desprecio de la lógica que se aplicaba en otros mundos, se mantenían suspendidas en el aire por cuenta propia. Algunas también contaban con viviendas, y otras servían como pura decoración. O para estorbar, si uno volaba distraído.
Tras un suspiro melancólico, estiré las alas y revolotee hacia una de ellas para poder ver mejor a los ángeles que recorrían el cielo. Ninguno de ellos pareció reparar en mi presencia, lo cual era algo habitual, pero en aquel momento no me importó demasiado. Me limité a seguirlos con la mirada, viéndolos deslizarse por el aire en silencio sin parecer tener rumbo fijo.

Tenía que ser sincero: adoraba mi vida en Frontera, pero sus cielos eran mucho más aburridos.

Lamentablemente, la paz no me duró mucho. Tras unos instantes más de ver a los ángeles revolotear, uno de ellos se dio por fin cuenta de que estaba ahí, y en cuestión de segundos el ambiente en el cielo cambió. Todo pasó a ser codazos, murmullos, miradas de fastidio y risitas burlonas sin disimular.

Sí, yo también os he echado de menos.

Con un suspiro pesado, volví a alzar el vuelo y planeé para alejarme de los ángeles, revoloteando entre islas flotantes, prefiriendo buscar en vez de tener que depender de mi sentido de la orientación, hasta aterrizar en una de ellas, que contenía varios bloques de casas apiñadas unas junto a otras, y entré en una de ellas, siendo afectuosamente recibido por una nube de polvo.
Bueno, estaba claro que se me había olvidado contratar al servicio de limpieza antes de acabar en Frontera.
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(Mi sueño)
https://www.youtube.com/watch?v=vVTP0DOL_2Q
Suspiré suavemente, recorriendo la casa con la mirada. Repartidos entre mesas, sillas, y rincones del suelo, montones de libros, dibujos y apuntes varios me devolvían la mirada. Novelas de héroes épicos que iban llevando gloria y fama y cometían sacrificios heroicos para salvar el mundo. Diseños (de calidad artística discutible) de armas, trajes, banderas y símbolos. Relatos de ángeles que habían cambiado el curso de guerras en cuanto habían entrado al campo de batalla. Apuntes y notas sobre mis propios planes de acabar liderando una batalla algún día y ser el que lo arreglaba todo y salvaba el día. Alguna que otra novela sobre elegantes damas de la alta alcurnia que mantenían tórridos romances con el jardinero, romances que casi siempre derivaban en desastres catastróficos.

Aquel había sido mi escape durante mi tiempo en aquel mundo. Metido entre aquellos montones podía planificar e imaginar batallas y heroicidades varias sin que nadie se riese en mi cara por ello.
“Ni te esfuerces, Theron” decían. “No sabes manejarte en un combate”, decían. “Haz el favor de quedarte en un rincón y dejar de meterte donde no te llaman”, decían.

Y al final esa manía de meterme donde no me llamaban me había acabado llevando a Frontera y había tenido por fin una oportunidad de llevar a cabo todos esos planes. Algo que estaba fallando horriblemente en conseguir. No podía exactamente considerarme el líder del equipo (se me ocurrían al menos cuatro que estaban mucho más preparados que yo para eso), mi efectividad en los combates era discutible, y el ratio de bajas que estábamos teniendo últimamente dejaban claro que estaba fallando horriblemente en salvar a nadie.

Resoplé, agarrando un libro al azar y sentándome en el suelo. Ser un héroe parecía mucho más fácil cuando no tenía que intentar serlo.

Perdí el control del tiempo. Horas pasaron mientras yo pasaba de libro a libro, de apunte a apunte, rememorando viejos planes, tratando de recordar cosas que pudieran servirme cuando volviese a estar con el clan.

Y entre página y página, de repente me vi de nuevo entre las calles en las que había muerto.
Por fin en casa, ¿eh?
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(Mi familia)
https://www.youtube.com/watch?v=VL9zHivLBvw
Me levanté, estirando las alas, y remonté el vuelo, planeando silenciosamente en dirección al barco. No tenía ni idea de la hora que era, pero con un poco de suerte aún habría gente pendiente de mi llegada. Necesitaba algo de calor de hogar.

Vale, quizá no estuviese siendo el mejor héroe del mundo, y definitivamente no iban a empezar a levantar estatuas mías por la ciudad, pero Frontera me había dado lo más parecido a una familia que tenía, y pensaba seguir intentando defendiéndolos aunque acabase tirado entre ángeles veinte veces más. Y si de paso nos llevábamos a Raulën por delante, mejor que mejor. Pero eso, francamente, empezaba a ser lo de menos.

Tenía un clan. Lo de salvar el mundo podía esperar.
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Fornax » 09 Nov 2016, 21:43

Desde un montículo que dominaba el Valle de Seran, un hombre lobo meditaba sentado junto a un enorme libro negro sobre los acontecimientos recientes. Que sufriera un accidente de naturaleza mágica no era nada nuevo, pues ya le había pasado anteriormente en su aprendizaje e incluso en misiones con gente del clan, simplemente era algo que se daba por hecho que sucedería y se llevaba lo mejor posible. Pero hacer explotar un tren con empleador, trabajadores y compañeros era algo totalmente distinto.

-“La deuda que tengo ahora mismo con el clan va a ser difícil de saldar”-pensó el lupino. A lo lejos se oyó un rugido ensordecedor procedente de un lagarto de hueso que debía de haber encontrado una buena presa. Temiéndose lo peor, se dirigió a toda prisa hacia el lugar del que venía el sonido.

Justo como se imaginaba, una manada entera estaba luchando contra la bestia. Si bien es cierto que los lupinos tenían la ventaja numérica, los siete metros de altura del lagarto de hueso así como su caparazón que le daba su nombre ponía la batalla a su favor. Sin tiempo que perder alzó la tierra alrededor del monstruo para dificultar sus ataques para después usar sus hechizos de fuego oscuro una y otra vez sobre él hasta que acabó cociéndose en su propio caparazón.

El clan de hombres lobo se puso inmediatamente a la defensiva y pusieron distancias entre el recién llegado y ellos con sus lanzas de hueso, sin saber qué hacer, hasta que uno de ellos tomó la palabra.

-¡Soy Reckar, líder de la manada Siwe! ¡Si no recuerdo mal eres ese paria de la manada Amarock, Iwaoten! ¿Cómo es posible entonces que el fuego y la tierra te obedezcan?

-El cómo obtuve estos dones es una historia muy larga y que realmente a ninguno de vosotros os interesa. Basta decir que incluso juntos sois débiles contra la gran cantidad de bestias que hay, igual que el resto de las manadas, así que sólo hay una solución: reunir a todos los clanes en uno y abandonar nuestra vida errante para establecernos. En esta tierra plantaré árboles frutales y el grano de los cereales para que nunca más debamos vagar. Habéis visto de lo que soy capaz, así que no debéis preocuparos por mí, vosotros idos y extended la noticia de que en esta tierra en los próximos meses habrá comida en abundancia.

Los meses pasaron y uno a uno los clanes fueron llegando. Encontraron muchos árboles de buen fruto en muchísimas líneas y cereales hasta donde alcanzaba la vista. Pero de Iwaoten no había ni rastro.

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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Santi_gf » 10 Nov 2016, 21:18

Al llegar al barco lo primero que hice fue hablar con la capitana sobre la posibilidad de que nos atacasen las tropas de Raülen pronto. Supuse que ella sabría qué hacer o qué preparar en ese caso, y tampoco dudaba de que el resto de compañeros colaboraría con todo ese asunto.

Bueno, los compañeros vivos. Por aquel entonces teníamos difuntos tanto a Aker como a Bolvir, aunque supuse que no por mucho tiempo. Llegué a mi rincón favorito del barco dispuesto a continuar con mi estudio de los elementos tratando de despejar la mente, de quitar esa mancha roja debajo de otra marrón, con ojos, de mi memoria. Aquello no había sido bonito, pero sabía que la magia tenía esos peligros, que no había sido queriendo ni nada parecido. ¿Hacía eso que fuera incluso más aterrador? Por ahora no había matado a nadie del clan por error ni me había hecho matar, pero estaba casi seguro de que en breve... Al fin y al cabo, las misiones de Silz las ibamos a empezar dentro de nada.

Le dí unas cuantas vueltas al plan de nuevo para pensar en qué hechizos comprarme antes de que empezaramos a entrar en acción. Por entonces, tenía claro que quería participar en la Fase 2, por tener pinta de ser más peligrosa que la 1, y la 4, por ser quien lo tenía más fácil saber llegar hasta... donde hubiera que llegar. Si iba a participar en la infiltración quería llegar a tener el hechizo de mercenario "Visión Subterránea", con tal de ser capaz de trazar un mapa una vez dentro. Además, si seguía siendo capaz de hacer las veces de brújula, no perderse una vez dentro sería más fácil...

Con eso en mente me senté en el suelo aunque seguramente, pensaba, tuviese que bajar del barco para seguir con lo que tenía planeado: Comprender la Tierra. Un Hkaur más tarde tenía una piedra del tamaño de un puño en las manos, pasandola de una a la otra, sin saber muy bien como llegar a comprender este elemento. No es que no tuviera planes al respecto: sospechaba que Adela sabría darme indicaciones para facilitarme la tarea, como sospechaba que algo de peligro me haría estar más, bueno, comprensivo. Ninguna opción me gustaba, bien porque tendría que pedir algo muy parecido a un favor o bien porque no quería tener que sufrir más peligros ese mismo día por culpa de un pedrusco. Vi que me quedaban sufientes velas como para tomarme mi tiempo, sin prisas, y eso hice.

Unas cuantas de horas más tarde, a ojo, logré mi objetivo. Me había costado, pero conocía esa piedra más que la palma de mi mano. Quiero decir, no recordaba haberme lamido la mano nunca en un ataque de exasperación. La piedra se lo había buscado, claro. Me sacudí las manos en mi manta, mi preciada manta, antes de levantarme y dejar la piedra por ahí como recuerdo de la experiencia. Con eso quitado de en medio, me faltaba comprar los hechizos que quería, empezando por Sworen Hkaur, y dejar una notita en el tablón de misiones pidiendo suficiente dinero como para comprarme el que quería de tres palabras. Lo que puse en el tablón antes de ir a la tienda vino a ser algo como:

Petición de dinero

Necesito unas 310 monedas de oro para comprarme Ekirth Hkaur Iveri, hechizo que seguramente nos venga bien para realizar la Fase 2 del plan de Silz. Prometo devolver esas monedas tan pronto como pueda, e incluso hacer algún favor a quien me preste el dinero... Dentro de mis posibilidades. Antentamente,
Lwiestho
Ahí quedaba.

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Amilinne
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Amilinne » 19 Dic 2016, 14:16

Estaba demasiado ofuscado como para pensar con claridad. Mis habilidades mágicas me habían traicionado y me habían hecho hacer algo que jamás se me hubiera ocurrido hacer por voluntad propia. Me dolía mucho. Ahora comprendía lo traicionera que podía ser la magia y cómo se debía sentir el maestro cada vez que le fallaba. Era una herramienta increíblemente útil, pero nunca infalible.

Llegué a la tienda de magia con un dolor increíble de cabeza. Pedí al tendero que me dijera cualquier cosa que supiera sobre el bastón mágico que había recuperado de los restos del sirviente de Leidrazag, y de paso me compré la página de Thol Hsaur Iseï. Creía recordar que llevaba un tiempo queriendo aprender a lanzar ese hechizo. No me venía a la cabeza exactamente para qué en ese momento.

No podía esperar a llegar al barco volador y echarme una siesta. Tal vez dormir para siempre. Sólo quería dejar de sentir todo aquello. La cabeza me ardía tanto que creía poder llegar a comprender el fuego sólo con aquello. O tal vez estuviera delirando. Con suerte cuando Bolvir volviera me despertaría para enseñarme a controlar mejor mis bolas de fuego... aunque prefería que fuera Akerteh para que me ayudara a dominar el fuego que ardía en mi corazón.

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Malfuin
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Ubicación: Valle Sin Sol

Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Malfuin » 19 Dic 2016, 23:30

Hsarjâ, encaramada con las piernas a la barandilla de la cubierta del Aguilero Pálido, dejaba caer su peso hacia adelante. Sus brazos colgaban hacia el vacío, hacia el lejano mar que se agitaba convulso. Todos sus instintos le decían que se soltara, que liberara la presión que ejercía con sus muslos y se dejara caer para poder remontar el vuelo en el último momento. Habían mutilado sus alas, pero no su instinto. Sentía que tenía que saltar.

-Como te caigas desde aquí vas a hacerte picadillo, ¿sabes? -advirtió una voz a su espalda.

-Adela -la ángel hizo una especie de contorsión impulsándose desde la barandilla, dio una voltereta en el aire y aterrizó sobre ella con los brazos extendidos. Sus pies mantenían un perfecto equilibrio. Observó con ecuanimidad a la bruja que había colocado su tienda de campaña en el tejado del mismísimo barco-. Estaba... condicionándome. Tengo que acostumbrarme a mi nueva condición de caminante, o de lo contrario algún día me descuidaré y me lanzaré al vacío sin pensarlo. Casi lo tengo superado, pero en un día como hoy... todo invita a volar -extendió los brazos, como intentando abarcar todo su alrededor.

Nieve. Los copos de nieve flotaban por todas partes, confundiéndose con el humo y la niebla. La forma en que se movían ingrávidos en todas direcciones era casi como una afrenta para Hsarjâ.

-Ah, el Solsticio de Invierno, cómo no -Adela comenzó a girar sobre sí misma-. Sí, desde luego que es un gran día para volar -sin embargo, quizá por deferencia a la capitana, mantuvo sus pies pegados al suelo.

Una vez al año, independientemente del clima habitual de la región o de su cantidad habitual de luz diurna, llegaba el Solsticio de Invierno. Duraba varios días, durante los cuales las noches se alargaban y la nieve lo cubría todo. En la mayor parte de los territorios, en especial en aquellos vinculados a la Oscuridad, era motivo de celebración. No así en Sincronópolis: los nobles estaban celebrando fiestas, desde luego, pero Raulën no se molestaba en paralizar la producción de las fábricas por un motivo tan tonto como la nieve. Quizá fuera mejor así: las partes traseras de las factorías estaban tan llenas de Tharûl durante los solsticios que casi formaban una pared de pelo que recubriera la fachada metálica. El ronroneo se podía confundir con el rugido de los motores.

-¿No tienes frío? -preguntó Hsarjâ, frunciendo el ceño y observando las escasas vestimentas de Adela-. He desviado los conductos de salida de la refrigeración del motor hacia los pasillos de la nave. Dentro hace calor.

-Prefiero estar aquí, créeme -sonrió Adela, mirando la nieve posarse en su piel desnuda-. La nieve no puede hacerme daño, y Sincronópolis nevada no es una visión que se repita a menudo.

-Hum -la capitana se cruzó de brazos-. Ese gatito que llegó antes estaba muerto de frío. Espero que le den ropa de abrigo antes de mandarle de vuelta a casa.

-¿Gatito? -los ojos de Adela brillaron y miró a su alrededor, como si esperara encontrarlo acurrucado en un rincón de la cubierta-. ¿Dónde?

-No me refiero a un gato de verdad -dijo Hsarjâ, exasperada-. Un niño Tharûl llegó antes. Pensé que sería amigo de Kineban o algo así, pero pidió ver a Vinudren. Llevaba un paquete enorme.

-Hum -Adela se encogió de hombros-. Un recadero, supongo, aunque me asombra que alguien consiga hacer trabajar a un Tharûl con este frío.

En algún punto de las bodegas, bien cerca del motor del barco, Mick estaba sentado frente a Vinudren. Usaban barriles como asientos, y entre ellos una enorme caja hacía de mesa. Las velas encendidas iluminaban el arma que el pequeño Tharûl había desenvuelto.

-Llo-lloyd te manda sus disculpas por habérselo quedado tanto tiempo... -dijo con voz entrecortada-. S-se empeñó en hacer que funcionara, a-aunque ahora teme que su manejo se haya vuelto demasiado d-difícil... Pero si lo dominas... Será muy ú-útil.

El arma que Vinudren había traído de otro mundo estaba completamente cambiada. Había runas recubriendo sus laterales, y fulguraban débilmente. Las de un lado eran blanquecinas, y las del otro más bien anaranjadas. También había una especie de esfera metálica cerca del gatillo, en la parte superior, aunque no sobresalía demasiado. Sobre ella, Lloyd había instalado una especie de lupas que permitían apuntar con mayor precisión. También había una cadena que colgaba de un lado de la esfera.

-Miau... M-me pidió que te r-recordara que la pólvora no funciona en F-frontera, que este mundo anula sus pro-propiedades. Por eso ha recurrido a la m-magia... El Tanegashimiau ahora es una especie de bastón mágico, aunque su modo de empleo es simiaular al del original... ¿Ves esta cadena? Cuando aprietas el g-gatillo, las runas de los lados se activan... Son las mismas que las de las páginas de Hsaur y Hdaur... La cuestión es que la explosión de la pólvora es sustituida por un súbito calentamiento del aire en esta cámara de aquí -señaló la esfera metálica. Ahora que había comenzado a explicarse, sus tartamudeos se reducían-. Eso dispara la bala... Pero Lloyd pensó que no merecía la pena complicarte la vida haciéndote buscar balas en Frontera... En el interior de la cámiaura siempre hay un trozo de cadena -señaló el trozo que colgaba del material del arma-. La magia fundirá ese trozo y lo moldeará con forma de bala, así que cuando la presión del aire a cientos de grados la dispare, será redonda y saldrá disparada por el cañón. Estará casi al rojo vivo, pero no importará porque se endurecerá en el aire, salvo que el tiro sea a bocajarro... y e-entonces tampoco importará mucho si es sólida o n-no...

Se encogió de hombros y tomó el enorme arma en sus manitas.

-U-una vez que hayas disparado, tienes que esperar unos segundos a que la cámara de aire se enfríe, o el sobrecalentamiento sería peli-ligroso... la mira tiene un sensor, la lente de cristal se t-teñirá de rojo cuando no sea seguro disparar... Aun así es el doble más rápido de lo que tardarías en recargar un arco normal, así que... -se encogió de hombros-. Una vez que hayas disparado, dale a esta palanca -movió una palanca delgada que había arriba y un trozo más de la cadena se introdujo en el interior de la esfera-. La palanca hace rodar los engranajes, que tiran de la cadena hacia dentro. Así tendrás nuevos eslabones para convertir en balas. Cualquier cadena puedes convertirla en munición, así que por eso no tienes que preocuparte... -se rascó detrás de la oreja y soltó un maullido bajo-. C-creo que eso era todo... D-dijo que cuando te acostumbraras a su uso podías volver a llevársela. Puede hacerle incluso más mejoras, con el tiempo... ¡Ah, claro! -se sacó algo del bolsillo, un trozo de papel-. Mira, estas son las especificaciones.
Tanegashima HDS v1.0
Rango: Mercenario
Acierto: 70%
Cadena: 2
Multiplicador: 2
Precio: ???
Requiere: Arco largo
Efecto: Hdaur (sólo a corta distancia).
-E-en fin, ya he cumplido mi e-encargo. Ahora tendré que v-volver a salir a la n-n-n-nieve -empezó a tiritar solo de pensarlo -y miró a Vinudren-. A-ah, Lloyd también me dio un mensaje para ti. Felino solsticio -parpadeó-. C-creo que era eso...

Lejos de allí, en la tienda esotérica, el mago vendedor miraba con ojo crítico el bastón de Zorak. Lo utilizó para apartar a Kineban de la chimenea antes de seguir estudiándolo. En la calle había medio metro de nieve y el escaparate estaba lleno de velas con llamas de diferentes colores; aunque no hubiese muchas celebraciones, todos los comerciantes sabían que decorar un poco por el Solsticio mejoraba las ventas.

-Como te acerques más al fuego te vas a chamuscar el pelaje -le advirtió-. Vaya cosas más raras me traéis los de Akerith Elisen últimamente. Este bastón fue creado para canalizar magia demoniaca, se ve a simple vista. De todos modos, no es que sirva de mucho: sólo crea una ilusión sobre su portador... así.

Golpeó el suelo con el bastón y una sombra le envolvió. De repente, el vendedor estaba cubierto por una especie de túnica hecha de sombra cuyos extremos llenos de jirones aleteaban al compás de un viento inexistente, y sobre su cabeza tenía un sombrero puntiagudo a juego. De repente tenía un aire muy imponente y amenazador. Pero el hombre se rió y soltó el bastón.

-El demonio al que arrebatasteis esta cosa debía ser realmente presuntuoso. Una ilusión de ropa encantada sólo para aparentar, hay que ver... desde luego, te da la apariencia que a todo mago le gustaría tener, aunque no es que sirva para mucho más. Si no lo quieres, te lo compro por 200... no, 300 monedas, y sólo porque conozco a un tipo al que podría interesarle estudiar cómo canalizan los demonios las ilusiones.

En el pasillo del barco, las misiones no se habían actualizado demasiado desde la última vez.

Mi hijo ha desaparecido.

Cazador.
Mi estúpido hijo se ha marchado y no sé a quién acudir. Dijo que quería conseguir madera de verdad para pasar el Solsticio en lugar de estar pegado a una fea estufa de carbón. así que cogió a un puñado de sirvientes y se marcho al Bosque Talado, con la loca idea de talarlo más. Los guardias no quieren saber nada, y tengo miedo de comunicárselo a nadie del Palacio, por si las Milië se lo toman como una afrenta y eso empeora las cosas... No creo que nadie más pueda ayudarle.
Lord Jorhivë, noble
Recompensa: 300 monedas

Cuerno de Dragolefante

Cazador.
¡Eh! Sois cazadores, ¿no? Pues cazadme un Dragolefante. Sí, son muy raros, pero necesito los cuernos de uno. Aparecen en la llanura al norte de Sincronópolis, ¿sabéis? Por cierto, ¿os molesta que haya montado la tienda de campaña en la cubierta de vuestro barco? Aquí hace fresquito (lo cual me gusta) y no me arriesgo a que los hombres de Raulën me ejecuten por pernoctar ilegalmente (lo cual también me gusta). Además, Phenny os ha cogido cariño.
Adela, Hielo de Velnik
Recompensa: 300 monedas

¡Hombres rataaaaa!

Cazador.
No sé cómo empezar, pero bueno...

Mi señora Miehlenarë me ha explicado que ahora somos... hum... ¿aliados? ¿Estamos en el mismo bando? ¡Miau! ¡Esto es muy raro!

Pero en fin. La cuestión es que he olido hombres rata viviendo al otro lado de la presa. ¡Es asqueroso! ¡Hay que matarlos, miau! Espero que queráis cazarlos encima. Esto no tiene nada que ver con la misión de quién-vosotros-ya-sabéis, pero yo creo que hay que matarlos... ¡Pensad que todos bebemos agua de esa presa!

P.D.: Espero que venga ese ángel tan atractivo de la otra vez, miau ♥
Dottie
Recompensa: 50 monedas

La Caída de Raulën

Mercenario.
Ha llegado la hora. Las nuevas que Nerus me comunicó son esperanzadoras, y con los aliados que he conseguido creo ver una esperanza... Una esperanza de poder penetrar con el ejército del Príncipe Álamo en el castillo de Sincronópolis y batirme en duelo con el mismísimo Raulën. Dado que será una batalla larga y terrible, hemos hecho nuestros planes y he dividido los momentos en los que requeriré vuestra ayuda en varias fases.

FASE 1: SABOTAJE

Gran parte del poder militar de Raulën se haya necesariamente dividido en los barrios de la Presa y de los Deudores... ¿qué ocurriría si el tren que conecta las tres zonas se estropeara? La movilización de tropas al sur de la ciudad se complicaría un poco, y eso me permitiría acercar nuestro ejército sin encontrar resistencia. Por ese motivo, tendréis que trabajar con Z y su fiel asociado Gudd Ferrel para destruir los trenes de la estación del Barrio de la Presa... y también el ascensor gigante.

FASE 2: INFILTRACIÓN

Habéis de ser rápidos y letales. Miehlenarë y su fiel dama Dottie tendrán que encontrar el modo de colarse en el interior de las murallas del Palacio del Reloj... y vosotros tendréis que ayudarlas y encontrar el momento justo para abrir las puertas desde dentro. Sólo así evitaremos que la batalla se convierta en un sitio... Un sitio que, prolongado, jamás podríamos mantener.

FASE 3: PROTECCIÓN

Con su infantería arrasada y/o atrapada en los barrios inferiores, Raulën echará mano a sus recursos aéreos: los barcos voladores que le pertenecen y, por supuesto, los Hombres de Niebla. Es por eso que deberéis usar vuestro propio barco volador y pelear junto al poderoso Thraven. Será la ocasión ideal para hacer entender a esas alimañas que no son bienvenidas en Sincronópolis.

FASE 4: ILUMINACIÓN

La Sombra Mágica debe caer, y sólo vosotros podéis barrerla. Si atacamos durante el periodo de falsa noche, el ejército de Raulën empleará a sus magos del Libro Negro... y nuestros magos del Libro Blanco podrán borrarles de la faz de Frontera en cuanto la noche se disipe y las tornas cambien a nuestro favor. Además no sólo beneficiará a los magos de mi ejército: la oscuridad es un símbolo del poder de Raulën... sólo fue alejada una vez, cuando Throwl peleó contra el Señor de la Penumbra, y que tal hazaña se repita tendrá un efecto enardecedor sobre la moral de nuestras tropas.

FASE 5: ???

No sabemos cuál será nuestra situación a estas alturas. Si todo sale bien, podré enfrentar a Raulën y darle muerte... Pero cualquier parte del plan podría torcerse. A estas alturas de la batalla, los planes no servirán; tendréis que hacer lo que os ordene y rogar para que podamos llegar a ver una ciudad libre de tinieblas.

Por supuesto, una vez que hayáis aceptado la misión deberéis ejecutar todas las fases seguidas, una detrás de otra. No habrá tiempo para hacer otras misiones entre medias, y si uno de vosotros muere no será capaz de regresar a Frontera a tiempo. Sin embargo, podréis descansar entre fase y fase, e incluso elegir cómo os dividiréis para realizar las diferentes fases sobre la marcha. Y no olvidéis que es una misión de nivel Mercenario... así que quiero al menos a un mercenario en cada grupo.

No tenéis por qué aceptar esta misión de inmediato, pero tampoco alarguéis el asunto indefinidamente. Es nuestra ocasión de atacar y el momento podría pasar y marchitarse. Raulën os quiere muertos y, si le es posible, encontrará el modo de echaros de Frontera para siempre...

Luchad junto a nosotros. Si vosotros, nunca habríamos estado tan cerca de salvar esta ciudad. El momento es ahora.
Silz, Héroe de la Mañana
Recompensa: 1000 monedas
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¿Esperáis elegir día? Pues va a ser que no. El jueves habrá misión, por la noche. ¿Antes? No tengo tiempo para prepararla. ¿Después? El viernes viene mi hermano. El jueves es cuando puedo yo. Supongo que los cuatro primeros que coincidan respecto a la misión que hacer irán conmigo. Si no lográis coincidir, se cancela la misión. Si mi hermano llega antes de tiempo, se cancela la misión. Yo lo dejo ya dicho y me cubro las espaldas.

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