Frontera de la Neblina

[Impredecible]

Me encontraba aún tratando de calmar mi enfado, a base de dar vueltas por mi habitación y resoplar (a cada cual sus métodos), cuando el clásico sonido de enano llamando a la puerta interrumpió mis pensamientos. Oh, cierto, las misiones. Había llegado tan enfurruñado que ni me había acordado de mirar el tablón.
Igualmente, prefería revisarlas por mi cuenta, asi que tras agradecer al enano su ofrecimiento de echarme una mano con mi búsqueda de los ingredientes para la rosa y decirle que ya le avisaría para salir, fui por mi cuenta en busca del tablón.

Um. Nada nuevo, más allá de Silz metiéndonos prisa. Estábamos demasiado solicitados, ese debía ser el famoso precio de la fama.
Mi cosa de ir de compras con el ángel seguía siendo mi principal prioridad: quería quitarme el tema de la rosa de en medio, y ver de darle un buen uso al espíritu que me tocaba (el otro ya se lo había prometido a Bas; contando con que había colaborado en evitar que el cangrejo me convirtiese en un portaalfileres, y que era con quien tenía mejor relación dentro del grupo, lo veía justo).

Revisé el tablón, en busca de alternativas. Después de todo esto, no me apetecía un exceso de acción, así que supuse que Materiales especiales o Guía turística serían opciones aceptables.

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¿Fechas? IMPRE NO NECESITA FECHAS.

Porque estoy disponible siempre. ¡El poder de no tener vida!

[Fornax]

Había habido muchas de esas horas luminosas que los habitantes llamaban “días” durante el tiempo que transcurrió desde su última misión, pero eso a Bolvir no le importaba, pues estaba muy ocupado en la observación de los elementos de la naturaleza. Para comprenderlos y conocerlos. Para poder usarlos mejor.

Volvía del anticuario tras comprar los hechizos de Tauntiner Hwaur e Ithinam Athroï cuando comenzó a llover débilmente y antes de que alcanzara los muelles ya estaba diluviando. Obligado a buscar refugio en uno de los portales, puso la mano bajo la lluvia y tocó una de las esquinas del libro con el dedo mojado. Al lupino lo había fascinado descubrir que el papel se rompía al contacto con el agua porque se estaba disolviendo, pero en cambio por su mano las gotas se deslizaban tranquilamente. Si seguía con su observación quizá pudiera comprender el agua


Unas horas más tarde, llegó al barco. Los que se habían ido de misión estaban un poco cabizbajos, pero se les veía bien de salud, así que no se preocupó. Mirando el tablón eligió A la caza del Tancaballero, Materiales especiales y decidió dejar su marca en el anuncio del ángel. Era cierto que al estar tanto tiempo absorto en su investigación seguramente le habría costado el poder adquirir los espíritus, pero seguramente hubiera botín y tampoco es que hubiera mucho trabajo últimamente.

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200 + 200 hacen 400 monedas de oro. Sobre horario, podría seguro el domingo, y el sábado tengo que consultarlo, pero no es seguro.

[LightHelco]

Nada más llegar al barco me dediqué a quitarme aquellas horribles prendas que el gato me había obligado a usar para la misión. Me alegraba que al final no hubiese tenido que hacer nada vergonzoso y también se podría decir que había hecho que aquel humano se interesara por mi cuerpo.

Pero yo ya no estaba dispuesta a volver a dejarme caer sobre un macho.

Ya me había cambiado la ropa y solo quedaba que me arreglara el pelo, cuando el gato apareció queriendo hablar conmigo. Decidí que no me haría ningún daño quedarme con el pelo así por ahora, además… tampoco me quedaba tan mal aquel peinado.

—Si te tranquiliza, yo también iba a matarla —le respondí en un principio viendo que estaba realmente nervioso —. Supongo que no delante de sus crías, pero si iba a acabar con ella. En eso has hecho bien, gato. Esa humana iba a seguir causando daño y muerte a personas como tus amigos.

El hecho de que dijera que era la más justa del clan me confundió.

—Esas criaturas tendrán que ver si es justo que otros sufran por su egoísmo, si siguen los pasos de su madre, yo misma me aseguraré de que perezcan, pero si no lo hacen, entonces es que habrán aprendido y les protegeré por ello —le puse una mano en el hombro a mi compañero de Clan para intentar animarle —. Lo más probable es que aquella humana hubiera acabado enseñándole a sus crías que lo que ella hacía era lo correcto y les hubiese instruido para hacer lo mismo. Deja de sentirte culpable, es difícil que ninguna acción cause algo malo, lo que debemos hacer es que las acciones que se realizan únicamente para dañar al resto paren.

Acompañé al gato abajo en caso de que este necesitara pasar la noche hablando con alguien, además, de paso podía dejar mi nombre en las misiones. Nuevamente me apunté a la idea de ir de compras con el Ángel para hacerme con el espíritu, pero en esta ocasión también hice caso a la misión de aquel que se hacía llamar el Héroe del mañana, la Guía… ¿tumíscia? Los humanos tenían unas costumbres muy extrañas.

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En un principio no debería tener problemas con ningún horario.

[bobokukemon]

Después de la sesión de entrenamiento con Hsarjâ me acerqué al tablón de misiones, todavía intentando memorizar lo que habíamos practicado. Parecía que no había muchas misiones nuevas, eso podría ser algo bueno, pero tampoco podríamos confiarnos. Después de leer la nueva que había aparecido, decidí que me encargaría de la de Silz y la de Matis Damon.

Tras ello, volví a mi habitación para descansar un rato.

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Esta semana a partir del miércoles me va bien.

[Santi_gf]

Miré el saco donde había metido los vestidos "sugerentes" que me había agenciado para ir a la misión del burdel, un saco barato y grueso que descansaba en la esquina del rinconcito que me había agenciado de la nave. Al final, no fui y creía de veras que el clan tenía más posibilidades de completar la misión con la ayuda de Baseryn que conmigo, a pesar de que Kineban quisiera que yo participara en un principio. Pero ahora, después de haberlos visto llegar y con el humor que se gastaban, sin ponerme al corriente de lo que hubiera sucedido... Supuse que la misión había sido un éxito amargo, pero no quería ser apartado de los momentos malos que pasaran los demás del clan por los trabajos que aceptaran. Al fin y al cabo, ibamos en el mismo barco.

Me puse a andar dando vueltas mientras me pasaba la mano por el pelo, pensando que hacer. Lo más urgente era la misión de Silz, pero no podía decantarme por ella sin saber que había pasado en la misión que habían hecho antes, y no me sentía con el ánimo de preguntar a alguien por cómo había salido aquel asunto, porque acabaría sintiendo que el problema, fuese cual fuese, podría haber sido solucionado si hubiera ido yo a la misión. Que algo de la culpa la tenía yo, eso es lo que pensaría, si es que no lo pensaba ya.

Deteniendome, me decidí a tomar la misión De compras con el ángel como la más prioritaria, para poder tantear cómo estaban mis compañeros, y como secundarias Guía turística y Materiales especiales, esta última solo por la posibilidad de hacer algo de trabajo normal sin pensar mucho en las consecuencias. Aunque mentiría si dijese que no sentía curiosidad por los resultados que tendría completarla... Me volví a echar tras decidir las misiones: no estaba hecho para tener que pensar en el bienestar de alguien más, pero no era algo que encontrase desagradable. Excepto cuando había tratado con Sirielle, pero consideraba que mi relación con aquel libro era una excepción. Mientras cerraba los ojos, pensé algo con más honestidad:

- Solo resulta que... cansa.

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Los domingos y los martes me vienen algo peor, pero en principio puedo siempre.

[Malfuin]

Los rumores acerca de la situación que escuchó Kineban no eran tan alarmantes como había esperado. Sí, la gente parecía saber que Akerith Elisen había cometido el asesinato, pero se había corrido la voz acerca de la verdadera identidad de Turba. Aquello, añadidos a las terribles historias que circulaban sobre algunos de los sórdidos prostíbulos que poseía, les hacía parecer heroicos a ojos de la gente. No es que no ayudara el rumor de que habían limpiado también el crimen de las calles y reducido los asesinatos. En unos pocos meses, Sincronópolis parecía haberse vuelto mucho más segura.

Ni siquiera del propio Raulën el grupo debía temer demasiadas represalias. No era el primer noble que se asesinaba, y al Señor de la Penumbra no parecían preocuparle demasiado las muertes de aquellos a los que consideraba rivales políticos. La relación entre el usurpador del trono y la nobleza no era necesariamente buena.

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Veamos. creo que el jueves día ocho sería un momento encantador para que Kineban, Lwiestho, Arsna y Akerteh (podría ser Baseryn también, pero no creo que haga falta que acumule más puntos) realicen la misión de la guía turística.

Eso nos deja vía libre para llevar a cabo la misión De compras con el ángel el domingo día once. En este caso se ocuparían Akerteh, Vinudren, Baseryn y Bolvir.

La hora sería la habitual, a partir de las 10, más o menos.

[bobokukemon]

Cerno volvió a encontrarse en el lugar que hacía tiempo que había visitado por última vez. Por el estado en el que se encontraba, pudo deducir que allí no había pasado tanto desde su última visita.

El goran se puso la mano en el pecho, que hacía unos instantes borboteaba sangre a raudales, pero de tal cosa ya no quedaba rastro. Tras ello, rio por lo bajo pensando en lo simple que era la trampa que le había provocado la muerte antes de levantarse del suelo.

Recordando sus últimos momentos antes de volver a ser transportado a Frontera la ocasión anterior, cambió su aspecto al de un tigre y continuó buscando a los miembros de su tribu.

[Santi_gf]

Tras terminar la misión, me dirigí de nuevo al barco para pensar sobre lo que había sucedido y lo que había descubierto. Lo que más me sorprendió del asunto no fue que Nerus, uno de los seres más poderosos que conocía, se hubiese mostrado regio y amable, aunque me hubiera resultado impensable si no lo hubiera visto con mis propios ojos mientras hacía la misión. Ni siquiera el hecho de que mi sombra reaccionase a algo que estaba dentro del palacio de aquella ciudad era lo que más me inquietaba en ese momento, no. Lo que me hacía sentirme tan raro fue escuchar que era bien recibido en alguna parte.

- Siempre hay una primera vez, supongo, y tampoco soy de los que creen que mi raza será mal vista hasta la eternidad. Además, estar en otro mundo supongo que ayuda mucho, un mundo donde no se recuerda cómo acabó mi pueblo...

Me recosté en la hamaca improvisada que me había montado en mi rinconcito de la bodega antes de plantearme verdaderamente en serio la oferta de ir al Valle Sin Sol después de que terminase mi trabajo de mercenario. Sonaba como un buen plan de jubilación, pero... ¿cuando dejaría de hacer esta clase de trabajos? Me gustaba ganarme la vida mejorando la situación del pueblo a través de las misiones que aceptaba, como también me gustaba indagar en las ramas del conocimiento mágico después de poner a prueba lo que sabía en los combates. Ya "comprendía" el viento, el fuego, la oscuridad y la luz, cuatro elementos en total. Planeaba acabar comprendiendolos todos, me costase tanto tiempo como me costase, y meciendome allí tumbado me planteé si dedicarme a esa tarea era lo que quería hacer antes de irme a dormir para dejar que mi cuerpo se repusiera de sus heridas o no. Con un bostezo, decidí que tenía algo que hacer antes de poder descansar.

Telepatía e Invocar Aliado, creía recordar que eran los nombres de las técnicas que me disponía a aprender a base de intento y error. Al fin y al cabo, Arsna todavía no había vuelto y quizás si ganaba experiencia usando esas técnicas pudiera dar con él. Decidido, partí mi mente de la forma que ya acostumbraba a hacer cada vez que tenía que concentrarme en algo, como a la hora de lanzar hechizos en los combates. Sentía que aprender a usar la telepatía me resultaría más simple que aprender la otra técnica, más que nada por las similitudes que distinguía entre una conversación de dos mentes dentro de mi cabeza con otra conversación de dos mentes, estando solo una de ellas dentro de mi y la otra siendo la de cualquiera dispuesto a comunicarse conmigo. Una parte de mi supuso que saber cómo pensaba la otra persona con la que me disponía a hablar telepáticamente ayudaría a realizar la conexión y la otra le dio la razón, aunque siempre era difícil saber si no me estaba dando el si del loco. A mi mismo. Pero no me sentía muy preocupado por mi cordura en esos instantes, así que me puse a hablar solo con Kineban sin mover los labios, sabiendo que él no estaba en la sala, usando las dos voces de mi cabeza para ponerme en contacto con él. Todavía le tenía guardada una por haber terminado comprando unos vestidos solo para que acabaran cogiendo polvo en un saco, así que...

- Kine, Kine, Kine, Kine -le dijo una de mis mentes, o al menos lo intentó telepáticamente-.

- Avisame si esto funciona, creo que podrás comunicarte de vuelta si lo intentas ahora que he establecido la conexión. O quizás no y solo estemos haciendo el idiota yo y yo, pero...

- Funcionará. Lo sé.

No había planeado dejarle saber al gato que de vez en cuando tenía dos vocecillas discutiendo en el interior de mi cráneo, pero me parecía justo dejarle saber al menos eso, por si algún día intentaba partir su mente él mismo para ser capaz de usar el tipo de ataques mágicos del que había hecho gala hace unas horas atrás para acabar con las hadas. Esperando a que me respondiera, traté y traté de ponerme en contacto con Arsna mientras miraba el techo de la bodega.

[Amilinne]

¡Nerus! ¡Acababa de conocer a Nerus! ¡Era increíble! En el pasado había llegado a creer que no era más que una leyenda, que las historias sobre el gobernante del Valle sin Sol eran todas inventadas. ¡Pero ahora lo conocía personalmente! Y además me permitía hablarle como si fuera un amigo cualquiera. Y le gustaban los dulces. Era bastante adorable. Excepto cuando se ponía a bailar su danza de la muerte y se cargaba a un montón de hadas. Esperaba que nunca se convirtiera en mi enemigo...

Había mentido un poco diciendo que su valle sonaba bien para ir a vivir. Me gustaba demasiado la luz del sol y en Sincrópolis ya era increíblemente escasa. Preferiría retirarme a un sitio más cálido y soleado... Pero sí que me encantaría ir de visita, especialmente con Akerteh. Quería que me cogiera y me llevara a volar por ese cielo lleno de estrellas.

Al llegar al barco volador me acerqué a la habitación que Arsna compartía con un par más de miembros del clan. No parecían saber dónde se encontraba, así que dejé la capa sobre su cama con una nota en la que explicaba cómo funcionaba. Acto seguido me fui a mi habitación. Aker ya estaba dentro. Dejé la corona que me había regalado Nerus sobre nuestra mesita de noche y me tiré a la cama de un salto.

-¡Aker! Eres tan valiente, protegiendo a Nerus de esa manera... ¡Ojalá yo tuviera la dedicación de hacer lo mismo! Cuando le empezaron a lanzar conjuros no me atreví a ponerme en medio... -saqué la lengua, ligeramente avergonzado-. Me lo he pasado muy bien hoy. Aunque fuera una misión, como estábamos juntos... Bueno, je, je... -aparté la mirada con una risa incómoda-. ¡L-la cuestión es que con todo el tema de las pastelerías y demás me he dado cuenta de que nunca hemos salido juntos! Podríamos salir, ya sabes... Bueno, ya estamos saliendo, pero en plan cita... Si es que te apetece...

Rebusqué en uno de mis cajones y encontré el tarro de drogas, y junto a él la dirección de Antracita. Cogí el papelito y me lo quedé mirando con los ojitos brillantes. Podíamos pasar por alguna cafetería, tomar algo de chocolate y luego irnos a saquear la casa de aquel bastardo al que me cargué. ¡Sería súper romántico!

-¡Vamos aquí! -le dije, enseñándole el papel-. Bueno, primero podemos ir a tomar algo... ¡y luego ir aquí! ¡Seguro que habrá algo interesante!

Le di un besito en la mejilla al ángel. Entonces empecé a escuchar voces. Esto no me pasaba desde que me imaginaba que mi reflejo en aquella vitrina rota era mi amigo, cuando aún estaba con... él... Sacudí la cabeza. ¿En serio estaba pensando que aquello era normal? Lwi, era Lwi. Incluso mentalmente su voz sonaba igual de azul que siempre.

-¡Estamos de cita! ¡Mirón! -exclamé en voz alta, esperando que le llegara-. Lwi le está hablando a mi cabeza sin pedir permiso. Ya podría haber sido tan charlatán cuando estábamos guiando a Nerus, miau...

-Lwi, hazme un hueco más tarde... Me da un poco de vergüenza admiautirlo, pero todavía no se me da demasiado bien esto del lenguaje de la miaugia. Quiero que me enseñes a descifrar textos antiguos. ¡Y luego me tienes que enseñar a hacer esos súper vórtices de fuego de la muerte suprema! ¡Está decidido!

Tras mandarle a Lwi un par de culos de Vinu para disuadirle de que siguiera metido en mi cabeza, cogí a Aker del brazo y esperé a que aceptara venirse conmigo de excursión.

[Impredecible]

Bueno, eso había sido... interesante.
Definitivamente no iba a ganarme la vida como guía turístico (en serio, ¿como lo hacía la gente para aclararse entre tantas calles a vista de tierra? ¡Volar era mucho más fácil!), pero creía que había sido un anfitrión decente y Nerus había quedado con buena impresión de mi. Y ya tenía un sitio en el que instalarme cuando acabásemos el trabajo... no que tenía ninguna intención de que el trabajo acabase pronto. La idea de una vida sin clan y sin arriesgar la vida cada semana me aterraba.

¡Y había conseguido un regalo! Ahora podía permitirme el ir con dos armas a la vez, lo cual era definitivamente bien. Por fin una buena excusa para quitarle el polvo al hacha de guerra que le había robado a aquel tipo que intentó matarnos mientras intentábamos matar a Antracita. Tendría que practicar un poco para acostumbrarme, pero con algo de suerte podría aprovecharlo par la próxima vez.

Justo estaba planteándome el estrenar el guante y hacer un pequeño entrenamiento nocturno cuando Kine entró en la habitación. Tras conseguir calmarme con el asunto de Turba, me había dado cuenta de que a él le había afectado tanto como a mi, y había procurado tratar de apoyarlo en esta misión. Consideraba que no había ido tan mal.

Sonreí suavemente ante los halagos del gato, aún pendiente en probarme el guante, cuando oí lo último, sonrojándome suavemente. ¿Cita? Eso era nuevo... y sorprendentemente directo.
Yep. Lo del guante podía esperar.

Estaba a punto de contestarle cuando se puso a discutir con las voces de su cabeza. Eso también era nuevo. Estaba vagamente seguro que descubrir que tu novio está desarrollando esquizofrenia es un plan de primera cita algo extraño.
Esperé a que terminase de pelearse con el aire, y sonreí a su oferta.

-¿Por qué no? Puede ser divertido... Y aún podemos encontrar algo útil

Con el gato enganchado, me dirigí al exterior del barco. Quizá podría aprovechar el paseito para hacer lo que llevaba tiempo retrasando y practicar la mejor forma de volar en silencio.
Probablemente eso también podía esperar un rato.