@Suzu[ ], Kiara[∞]:
Echaste a correr hacia Guil, descargando tu munición contra su titánico cuerpo, pero las balas simplemente rebotaban contra la superficie metálica, haciendo un sonido como de viejas campanas.
No tardaste en tener encima a Kiara. Notaste su presencia como una sombra que te helaba al interponerse entre el sol y tú. Un repentino y agudo dolor se extendió por tu espalda. Tu reprogramada compañera te había golpeado con el cuchillo, y ahora notabas el mango en contacto con la superficie de tu piel.
Sintiendo un lacerante dolor, te diste la vuelta. Con sorpresa, viste el puño extendido de Kiara, que sostenía el arma con la hoja apuntando en dirección hacia ella y no hacia ti. Te había golpeado con gran fuerza, sí, pero con el extremo inofensivo.
Ella misma pareció sorprendida. Se miraba la mano, sin comprender.
-Parece que a pesar de todo, el control mental no es capaz de obligarme a herirte -observó con incredulidad. De repente, comenzó a sangrarle la nariz y el cuchillo resbaló de sus manos. Con los ojos vueltos hacia atrás, cayó de espaldas sobre la hierba chamuscada.
Giraste la cabeza para mirar a MetalTyrannomon X, pero él seguía en pie, lanzando un cegador ataque a través de sus fauces horriblemente abiertas.
@Lira
[ ]:
Mafy sacudió la cabeza. El daño que el edificio había sufrido parecía haber hecho que se olvidara de los peces.
-Tienes razón, vamos -echasteis a correr hacia Kiara y Suzu, pero estaban a mucha distancia de vosotros, y no llegasteis a tiempo para evitar que la chica fuera atacada. Sin embargo, algo extraño sucedió. A pesar de que Suzu no había empleado el arma contra ella, fue Kiara la que cayó. Todavía os separaban varios metros de las chicas. Os apresurasteis a reuniros con ellas, pero la colosal pelea sobre vuestras cabezas absorbió vuestra atención.
-¡DUO CAUD...!
-¡GIGA DESTRUCTOR II! -el ataque que Guil había estado cargando fue descargado contra Leviamon en lugar de contra la gente del Parque. Le alcanzó de lleno y le lanzó contra Draco, que se acercaba por detrás a menor velocidad. Sin apartar la vista de Leviamon por si volvía a atacar, MetalTyrannomon X apuntó la garra contra el interior de la esfera partida del planetario. Una luz cegadora bañó el interior.
@Nenti[ ]:
-Lo que dices tiene sentido -opinó Horus-. Pero vamos a ponernos en lo peor. ¿Si daño estos cuadraditos, toda esta energía se apagará sin más, como una simple bombilla? ¿O habrá cosas que empiecen a funcionar mal por toda la nave y explotará con nosotros dentro? No podemos saberlo, pero sugiero que vayas al hangar y tengas preparada una nave para salvar el culo.
Seguiste las instrucciones de tu compañero. No era la primera vez que robabais una nave en aquel hangar y eran muy sencillas de manejar: de hecho, sus controles parecían los de una videoconsola. Abriste la cápsula superior de la nave, la pusiste en marcha y la hiciste flotar hasta debajo de la sala de control.
Sólo tuviste que esperar un minuto para ver que los sistemas de la nave nodriza comenzaban a fallar. Las luces parpadeaban, salía humos de sitios inesperados y se oían alarmas que te hacían rechinar los dientes.
Momentos después, Horus cayó sobre el asiento de detrás.
-¡VÁMONOS, VÁMONOS, VÁMONOS!
Cerraste la cápsula del pequeño platillo volante a tiempo para evitar que la plataforma que había sobre vosotros os aplastara. Acababa de desprenderse envuelta en un torrente de chispas. Empujaste el joystick hacia adelante y salisteis disparados hacia la salida que se veía en un extremo del hangar, pero cuando estabais a punto de atravesarla, una luz roja apareció sobre puerta y una placa de acero cayó como una guillotina, cortándoos. el paso. El morro de la pequeña nave golpeó el metal, rebotó y atravesó todo el hangar dando vueltas como una peonza, hasta que recuperaste el control. Una columna de luz cegadora procedente del núcleo atravesó una pared y redujo a cenizas una hilera de naves como la vuestra.
-¡Por los conductos de ventilación, como la otra vez! -chilló Horus-. ¡RÁPIDO!
Obedeciste de nuevo y atravesasteis por la fuerza una especie de red metálica que bloqueaba una salida del techo. De repente, una fuerza deceleró la nave y os disteis cuenta de que el conducto del aire acababa de inundarse. Aun así, la fuerza que impulsaba la nave era mayor que la del agua, así que continuasteis avanzando hasta llegar a una especie de turbina, que atravesasteis rompiendo con el morro una de las aspas.
Ahora estabais en el lago, sobre la nave sumergida. Falcomon prácticamente te quitó el mando de la nave y empujó con todas sus fuerzas el joystick hacia adelante, sin preocuparse de la dirección, lo que provocó que avanzarais dando más vueltas que el penacho de una flecha mal disparada. Cuando por fin rompisteis la superficie del agua, estabais a un par de metros de la orilla. De repente, el diminuto platillo volante dejó de recibir energía y cayó como una losa sobre el agua. Quedasteis allí, medio sumergidos, y os disteis la vuelta.
Alta como un rascacielos y gruesa como un coliseo, una columna de luz llameante se elevaba desde el centro del lago. Menos de un segundo más tarde os alcanzó el rugido de la fenomenal explosión y notasteis cómo la temperatura ascendía muchos grados. El agua del lago hervía, mientras la interminable ráfaga de energía seguía elevándose hacia las alturas.
La luz se atenuó un momento y visteis el esqueleto de la nave de EBEmon, una forma ovalada y hueca que se deshacía rápidamente consumida por la energía que ya no era capaz de contener.
-¡SÍ! -vociferó Horus, por encima del terrible estruendo-. ¡NADIE JODE AL FALCOMON MILENARIO! ¡JA!
Por fin, el rugido cesó y las aguas del lago volvieron a reunirse en el centro, formando un remolino. Una densa lluvia comenzó a caer sobre la nave, sobre toda la zona, ya que la explosión había elevado muchos litros de agua en el aire. Horus se desplomó sobre su asiento, como si acabara de correr una maratón, y miró de reojo la cúpula transparente que os protegía del agua.
-Hum, espero que esta cosa pueda abrirse manualmente -comentó, pensativo.
@Senetyl[ ], Rudy[ ]:
Trydan sostenía la escalera, cada vez más pesada por los escombros que caían sobre ella. No muy lejos de vosotros, Guil había descargado su aliento contra Ilargi y Draco, que había corrido a ayudaros pero ahora volvían estar lejos, rechazados por el Digimon controlado. Además, no estábais seguros de querer que se acercaran, porque los ataques de Leviamon parecían tan capaces de mataros accidentalmente como los del propio MetalTyrannomon X.
El compañero de Kiara extendía ahora la garra hacia los alumnos del planetario, y del agujero que ella tenía brotaba un resplandor mortal, señal del ataque que estaba apunto de lanzar. Pero de pronto, La luz que de allí brotaba pareció reabsorbida hacia el brazo de Guil, como atrapada por un aspirador descomunal. De hecho, las propias garras parecieron de pronto deshacerse en pequeños trocitos y ser absorbidas por los ominosos agujeros.
No eran sólo las garras. Todo el cuerpo de MetalTyrannomon se estaba comprimiendo en el aire. formando una pequeña esfera de brillante luz roja. Cuando por fin tomó forma (la forma de Guilmon), el pequeño Digimon cayó sobre el centro del vestíbulo destruido. El pequeño dinosaurio se tambaleó sobre las patas, cayó de culo y allí sentado, miró a su alrededor. Se llevó una garra a la boca, que había fruncido en expresión pensativa.
-¿Q-qué ha pasado aquí...? -preguntó con preocupación. Y entonces se desplomó de espaldas, desmayado.
Nadie respondió. Nadie se movió. No quedaba ningún enemigo.
La batalla había terminado.
@Lira[III], Suzu[ ], Kiara[ ], Senetyl[III], Rudy[ ]:
La batalla había terminado. Ogremon sostuvo con todas sus fuerzas el techo de la tienda de regalos, hasta que todos los bebés Digimon que se habían refugiado allí lograron salir. Goblimon sacó aquellos huevos que habían aparecido allí donde algunos bebés habían sido aplastados por rocas. Cuando aquella evacuación estuvo lista, Ogremon soltó las ruinas y saltó fuera dejando que el techo se desplomara. Incluso antes de tocar el suelo del vestíbulo, ya se había convertido en otro Goblimon.
No muy diferente fue la evacuación de los chicos atrapados en el interior del planetario. Salieron de uno en uno, bajando las escaleras que Trydan mantenía con esfuerzo en su sitio. La mayoría de ellos parecían conmocionados y tenían pinta de haber llorado. Mina salió de allí apretando entre sus brazos un Digihuevo, con aspecto muy confundido.
Con más fuerza incluso apretaba Kenji su portátil cuando bajó, el último, y muy deprisa para no prolongar el esfuerzo se Trydan, que saltó de debajo y se convirtió en Elecmon momentos después. Saltó a los brazos de Senetyl y se quedó allí, sacudiendo sus patitas delanteras como si hubiera perdido la sensibilidad en ellas.
Suzu, Mafy y Lira cargaban el cuerpo de Kiara para sacarlo del terreno devastado. Los bebés restantes del ejército enemigo se habían concentrado en las escaleras de la Estación Silviaria, cuya puerta estaba cerrada. No se atrevían a huir por temor a represalias, pero tampoco parecían querer estar cerca de los humanos. De los Digimon pez que habían compuesto a Dragomon no había ni rastro.
Varios alumnos ayudaron a la profesora ZIel a salir del subsuelo. Había perdido un brazo a la altura del codo, pero en lugar de la sangre y el hueso partido que podríais haber esperado encontrar, tenía una especie de agujero de bordes irregulares, que brillaba y chispeaba como una tostadora rota. Recordaba mucho al aspecto que presentaban muchos Digimon al deshacerse, y de hecho, ella también parecía estar deshaciéndose. Se la veía extrañamente indiferente al respecto, y con la mano libre agarraba por la cola a Kapurimon, que era en lo que se había convertido Thunderballmon al ser aplastado. El Empresario no estaba en su mejor momento.
-Bueno, esto tiene una pinta horrible, pero podría haber sido mucho peor -dijo Kenji, tras dar un repaso a los alrededores. Caminaba tambaleándose, lo que no era de extrañar, ya que había pasado días sin dormir antes de la batalla, y era improbable que durante ella hubiese podido dormir mucho-. Habéis podido con los tres ejércitos y no parece que haya bajas entre el alumnado... Creo que es más de lo que podíamos esperar.
-¿No ha habido bajas...? -preguntó Mina lentamente, mirando a su alrededor-. ¿Y por qué tengo este huevo? ¿Dónde...? -giró sobre sí misma, asustada-. ¿Dónde está Nezu?
Mafy agachó la mirada, miró a su alrededor como buscando a alguien que le quitara a aquella responsabilidad de encima; echó un vistazo de reojo a Lira, sintiéndose culpable y caminó hacia la otra chica.
-Nezu no consiguió volver, Mina -dijo, tratando de suavizar tanto su tono que sonó entrecortado-. Ya no volverá.
-No, eso... ¡Eso no puede ser! -Mina se adelantó y caminó directo hacia él, como dispuesta a abofetearle-. ¡Eres un cerdo mentiroso, Dethfire!
En lugar de defenderse, Mafy se sacó algo del bolsillo y lo colocó en las manos de Mina. La joven miró con sorpresa horrorizada lo que acabaran de darle, y retrocedió como si fuera el chico canoso el que estuviera amenazándola.
-Tú le regalaste esas gafas, ¿no? -preguntó Mafy-. Sabes que no me las habría entregado. Son todo lo que pude salvar de él. Quédatelas. Lo siento.
Sin mirar a nadie, Mafy se alejó del grupo, seguido de Dracomon. Abrazando el huevo con más fuerza que nunca, Mina se desplomó, mareada.
Kenji suspiró.
-Así que, después de todo, no tenemos mucho que celebrar -se sentó sobre una roca y abrió su portátil-. El Parque nunca había sufrido tantos daños. No puedo cargar sin más la copia de seguridad que hice y reconstruir el edificio. Además, hemos perdido nuestra fuente primaria de energía -miró de reojo a Kapurimon, que trataba de morder los nudillos de Ziel para que le soltara-. Voy a tener que ir parte por parte, y eso me llevará mucho tiempo. Sospecho que hasta... mañana por la mañana o así. Pero está claro que necesitáis descansar. Os conseguiré un sitio para ello; algo que pronto tendrá que sernos de utilidad -se frotó el puente de la nariz, disgustado-. Nuestros problemas sólo acaban de empezar.
Tecleó durante unos momentos en su portátil, con actitud pensativa, y de repente el autobús escolar que había en el aparcamiento se triplicó. Otros dos aparecieron a los lados, idénticos, uno a cada lado.
-Con eso... deberíais tener espacio suficiente para descansar con relativa comodidad -decidió Kenji-. Al menos hasta que lo deje todo como estaba.
Estabais agotados, sin fuerza para nada. A duras penas podíais pensar. La mayoría fuisteis a dormir directamente, ocupando dos plazas de autobús cada uno, añorando la comodidad de las butacas del Planetario... pero, todavía más, la de vuestras propias camas en el mundo real.
@Nenti[ ]:
Cuando el agua dejó de caer. forzasteis la entrada de la nave y salisteis al exterior. No teníais nada que hacer allí, así que os dirigisteis al norte. Falcomon te ayudó a sortear los diferentes obstáculos mientras avanzabais a través de la destrucción que el ejército de EBEmon había sembrado. Pasasteis por la zona subterránea en la que Nezu había muerto y alcanzasteis la Estación Silviaria principal, donde Andromon había corrido similar destino. En la entrada de aquella zona os encontrasteis a un anciano que caminaba apoyándose en un bastón.
Era Barbamon.
Parecía que iba a pasar de largo sin prestaros atención, pero se detuvo un momento y os miró.
-Hacemos lo que tenemos que hacer, pero en esta ocasión el Clan de la Garra no sintió alegría alguna al cobrar el precio -dijo con severidad-. Sin embargo, personalmente, ejecutar el trabajo me ha resultado un placer. Esta noche el Mundo Digital está más tranquilo. Podremos dormir bien.
Atravesaste el bosque lleno de árboles destrozados y caídos, donde la estatua de Salamon había resistido, quizá ignorada. Por fin, llegaste al Parque Científico y visteis que había quedado hecho pedazos. Al acercaste, viste como las paredes se iban recomponiendo con lentitud. Kenji, que miraba el edificio con tanta concentración como si lo estuviera recomponiendo con la mente (lo que no estaba tan lejos de la verdad), te indicó que podías dormir en uno de los autobuses. No te quedaban energías para discutir, así que por una vez te limitaste a ser obediente.
@Lira[III], Suzu[ ], Kiara[ ], Senetyl[III], Rudy[ ], Nenti[ ]:
Al amanecer, el Parque Científico estaba como nuevo. SIn embargo, no disponía de electricidad y el agujero de gusano se había esfumado. Si existía algún otro cambio, no lo detectasteis. Kenji os convocó a todos en las escaleras del lado este del parque, y os hizo sentaros en los peldaños. Él estaba abajo del todo, así que era como si le observarais desde las gradas de una sala de cine. Llevaba el ordenador en la mano. Con aspecto reticente, Ziel estaba de pie junto a él.
-Examinando los datos que Suzu y Nenti rescataron -comenzó Kenji- he sido capaz de aprender muchas cosas. Cosas inesperadas. Voy a hablar de temas por los que niños de vuestra edad no deberían preocuparse... Pero dado que la supervivencia de todos, y no solo de los que tenéis compañeros digitales, está en juego... Conviene que todos prestéis atención.
Miró de reojo a Kiara, que estaba tendida a la sombra junto a uno de los peldaños más altos. No parecía que le ocurriera nada, pero ni ella ni Guil habían sido capaces de despertar.
-Para empezar, voy a hablaros de la situación actual en el mundo -Kenji se frotó el mentón-. Seguramente ya lo sabéis, pero la alianza de países capitalistas se formó hace unos años, poco antes de vuestro propio nacimiento. Eso propició la globalización, pero sólo entre los países del Primer Mundo, dejando en un segundo plano a los países del Tercer Mundo. De ese modo se mantenían las fábricas en esos países emergentes y se conservaba el comercio al tiempo que se frenaba el tráfico de inmigrantes.
La mayoría de los niños escuchaban completamente perdidos. Unos cuantos fruncían el ceño, asintiendo. Mafy se había llevado un dedo a los labios. Mina observaba fijamente, y resultaba imposible decir si prestaba gran atención o estaba totalmente abstraída.
-El problema de que los países emergentes concentren todas las fábricas es que la producción les pertenece. Hoy en día, una pequeña rebelión en un país olvidado de Asia puede provocar una terrible crisis en Europa. SIn darnos cuenta, nos encadenamos al devenir de esos países. Peor aún: ya que las guerras se basan cada vez más en las batallas de drones y tanques automatizados, y que son ellos mismos quienes fabrican tanto los materiales como el software, han empezado a plantarnos cara, lo que quizá está justificado por su parte, dado el trato que han recibido hasta ahora. La cuestión es que antiguamente siempre habíamos asumido que podíamos someterles con facilidad. Ahora, por las razones explicadas, están empezando a
ganarnos.
Kenji se dio la vuelta y os dio la espalda.
-Creímos que habíamos descubierto a los Digimon, pero no fue así. No sé si se trató de un investigador de la alianza capitalista o de un estudioso independiente que presentó los frutos de su trabajo al gobierno, pero la cuestión es que ALGUIEN se dio cuenta de que los Digimon existían. No llegaron a ellos entrando al Mundo Digital, sino a través de interfaces, pero el descubrimiento debió ser igual de sorprendente. Según puedo imaginar, tras estudiar las características de los Digimon, alguien del gobierno debió decirse: "Caray, estamos invirtiendo miles de millones en crear la Inteligencia Artificial definitiva, en generar un sistema con un salto cualitativo tal que los países tercermundistas no sean capaces de replicar y que les someta completamente... y resulta que DENTRO de cada aparato digital ya están apareciendo de forma espontánea seres con un nivel de inteligencia similar al de los seres humanos. Si no aprovechamos este nuevo recurso, ¿qué clase de idiotas somos?".
-Ya veo por dónde va esto -gruñó Horus-. Y no me gusta nada.
-Según los datos que he repasado, los primeros intentos de reemplazar las IAs habituales de los drones y tanques por Inteligencias Digitales fueron bastante infructuosos. Podían despertar la consciencia de un Digimon en cualquier interfaz del mundo real lo bastante avanzada, pero salvo que el propio Digimon tuviera en el Mundo Digital un cuerpo similar al de un tanque o un dron, se movían con una torpeza absoluta y resultaban inútiles en batalla. Fue por esto que se creó AEgir, una empresa de seguridad y armamentística que comenzó el desarrollo de los Digimech: robots que imitan las características físicas de los monstruos digitales.
Kenji dio la vuelta a la pantalla de su portátil y os la mostró. Aunque no con gran claridad, pudisteis ver robots que recordaban al aspecto y tamaño de Digimon como Tyrannomon, Waspmon o Ikkakumon.
-El plan fue un éxito. Los Digimech (y esto no es un secreto, aunque el gobierno se ha asegurado de que los medios no lo mencionen) han destruido sin problemas los ejércitos mecánicos de los países emergentes. Ninguna IA, ni siquiera Love Machine, es capaz de competir con la complejidad de la mente de un Digimon. Sólo los propios seres humanos estamos por encima; en realidad, algunos Digimon nos superan en ese apartado... -Kenji negó con la cabeza-. Pero la tranquilidad del gobierno y de AEgir no duraría. No tardaron en ser conscientes: los Digimon eran prácticamente formas de vida, ¿qué ocurriría si se descubría el secreto detrás de las sorprendentes IA de los Digimech? Se culpabilizaría al gobierno por abusar de la voluntad de otros seres inteligentes; sería más escandaloso que un simple trato de maltrato animal. Pero aun, ¿y si lo descubría el enemigo? Dado que los Digimon están presentes en cada ordenador del mundo, los países emergentes sólo tendrían que buscarlos en sus propios ordenadores y el equilibrio de poder se reinstauraría. Eso no lo podían permitir...
Kenji se volvió para miraros, con expresión culpable.
-Mi propia investigación sobre la digitalización conducía a un único final: el descubrimiento de los Digimon por mi parte. Si hubiese sabido todo esto, habría investigado en secreto, los habría encontrado antes... Pero fui un estúpido. Utilizando como fachada una organización terrorista, el gobierno creó un grupo que sabotearía todas las investigaciones que pusieran en peligro el secreto de los Digimon: al grupo terrorista le llamó Eridani y...
-¡Eso es mentira! -Ziel, que había estado escuchando cada vez más crispada, estalló-. ¡Nosotros no trabajamos para el gobierno! ¡Nuestra única pretensión era detener la locura de la Digitalización, cuyas consecuencias son demasiado imprevisibles para...!
-Estoy seguro de que esos son los argumentos que utilizaron para reclutarte -la cortó Kenji, con cansancio-. Pero me temo que lo que digo es cierto. A ellos no les preocupaba la seguridad: su único propósito era proteger su secreto. Tus jefes te habían mentido desde el principio, Reise. Después de todo lo que ha ocurrido, supuse que no te costaría aceptarlo.
La profesora Ziel le miró con cara de pocos amigos, pero no respondió.
-Siento esta larga explicación -aseguró Kenji-. Pero era necesario para que comprendierais quienes son nuestros enemigos, quienes se oponen en realidad a que recuperemos nuestras vidas. El Mundo Digital en el que nos encontramos está basado en el interior de mi ordenador; su contenido más importante, y el que más espacio ocupaba, era el programa digitalizador. Eridani, al robar uno de los Códigos, se ha llevado también una parte importante del programa: una parte que no estoy en condiciones de reescribir, pues es el fruto de años de investigación y de cálculos de ordenadores mucho más potentes que este. Eso significa que mientras no recuperemos
ese Código, jamás podremos volver al Mundo Humano.
Hubo unos murmullos asustados. Aunque los niños no hubiesen comprendido todo el discurso, sus últimas frases le habían parecido muy claras.
-Al parecer, tenemos conexión a Internet, pese a que ni siquiera existimos actualmente en el mundo físico -Kenji se encogió de hombros-. La razón de esto es un misterio incluso para mí, pero Internet es el medio que Eridani ha empleado para atacarnos en repetidas ocasiones y, finalmente, para eliminar un Código de mi ordenador y llevarlo a su sistema. Del mismo modo, la única forma de recuperarlo será a través de Internet.
Kenji miró hacia los autobuses.
-Pensé en enviaros directamente, a vosotros nuev... siete, y a vuestros Digimon. Podríais atravesar Internet, entrar en sus servidores, coger el Código por la fuerza y marcharos... Pero una empresa de la categoría de AEgir tendrá un cortafuegos capaz de evitar cualquier intromisión. Tendríais que atravesar una zona desmilitarizada. En el mejor de los casos, seríais rechazaros y volveríais al instante con las manos vacías. En el peor, seríais destruidos o desviados de forma que vagaríais por internet durante un tiempo que os parecería infinito, hasta que la propia red os considerara información basura y se deshiciera de vosotros. Es demasiado peligroso. Por eso he ideado otro plan. Me resulta imposible reconstruir el programa Digitalizador en su totalidad, pero he recuperado PARTE de él, y he logrado que sea funcional, al menos hasta cierto punto. Ahora mi programa es capaz de realizar a una pequeña cantidad de personas, aunque de forma imperfecta, y sólo durante media hora.
-¡Entonces estamos salvados! -dijo Mafy-. Media hora es suficiente para explicar a la gente del exterior lo que está pasando y...
-Nada de eso servirá, la gente del mundo real no será capaz de restaurar mi programa, y no sabemos durante cuanto tiempo más seguiremos conectados a Internet -le contradijo Kenji-. Nuestra única posibilidad es atacar AEgir, la empresa de armamento militar. Haré que algunos de vosotros se realicen en las inmediaciones, antes del cortafuegos. No será posible que los Digimon se realicen también, o al menos no de forma permanente, pero mi tecnología permite que dispongáis de su poder hasta cierto punto. El problema es que, por supuesto, habrá Digimech defendiendo el edificio. Tendréis que inutilizarlos o destruirlos para entrar en las instalaciones. Y entonces utilizaréis esto -Kenji se sacó un pendrive del bolsillo-. Una vez dentro de las oficinas, tendréis que insertar tres lápices de memoria como este en diferentes ordenadores. A ser posible, tan alejados físicamente entre ellos como sea posible. Mina, levanta y muestra lo que te di antes.
Mina, que seguía con aquella mirada fija y sostenía el Digihuevo en sus manos, se levantó y bajó las escaleras. De su bolsillo sacó un Dispositivo Digital. Pero no era un RH, tenía forma ovalada.
-Este es el Dispositivo SP -dijo Kenji-. Contiene todas las funciones del RH y también las de su expansión. He dado otros seis a niños de vuestra clase que he elegido cuidadosamente; no tenían un Digimon, pero poseían un potencial tan grande como el vuestro. Gracias a la tecnología de la Digitalización por capas, puedo hacer que estos siete niños se separen en tres grupos y suban a los tres diferentes autobuses. Una vez dentro, los autobuses y todo cuanto contienen serán transferidos a tres pendrives. Cuando vosotros os realicéis, llevaréis dichos pendrives en la mano... En ella tendréis a vuestros propios compañeros. Y una vez que los lápices de memoria estén en contacto con los sistemas de AEgir, ellos serán libres de buscar el Código robado en sus sistemas, recuperarlo y volver aquí. Entonces podré completar el programa y todos volveremos a casa.
-Pero -Mafy se levantó- has dicho que sólo puedes realizarnos durante media hora. ¿Cómo demonios van a conseguir encontrar el Código en ese tiempo, acompañados por Huevos o por Digimon en forma de bebé?
-Ah, pero es que el tiempo pasa a ritmo diferente en cada Mundo Digital -señaló Kenji-. La velocidad depende de los ciclos de reloj de la CPU de los ordenadores del sistema. Cuanto más rápido vayan, más veloz es la percepción del tiempo para ellos. Esto significa que, aunque vosotros sólo mantengáis cinco minutos los pendrives dentro de los ordenadores, en realidad ellos dispondrán de semanas para inspeccionar los sistemas de Eridani. Y en ese tiempo, sus Digimon se harán fuertes, tan fuertes como los vuestros.
-Es un plan arriesgado -observó Ziel-. ¿Y si alguno de los niños muere en la batalla con los Digimech? Los seres humanos somos mucho más vulnerables en el mundo real. Esta herida -enseñó el extraño extremo de su brazo- habría hecho que me desangrara en otras circunstancias. Además, ¿qué ocurrirá si uno de los pendrives es destruido? ¿Y si...?
-Sé que es un plan arriesgado -la interrumpió Kenji-. Pero no veo otro modo de...
-Yo voy a ir -espetó Mina. Todos la miraron. No se amilanó-. Durante todo este tiempo no he podido hacer nada. Ahora... ahora tengo la oportunidad. Si no la aprovechara, ¿qué diría Nezu de mí? -se sacó las gafas de su amigo caído del bolsillo y se las colocó en la frente. Tenían un cristal roto.
- Spoiler: Mostrar
Sin decir nada más, subió las escaleras y desapareció en el interior del Parque. En silencio, pero con aspecto decidido, otros seis compañeros se levantaron y la siguieron.
-Ahora no tienen huevos, pero el sistema se los proporcionará en cuanto salgan de mi portátil -explicó Kenji-. Los datos de los hologramas que crearon todavía van con ellos. Pero falta mucho para que entren en acción. Todavía dependemos de vosotros -dijo, mirando al grupo original-. Supongo que Kiara no podrá realizarse, a menos que se despierte pronto. Los demás tendréis que dedicar los próximos días a descansar y acumular energía. Os lanzaré al mundo real cuando estéis preparados, no antes. También será necesario decidir quienes de vosotros llevaréis los pendrives. Seréis seis, así que...
-Yo no voy a ir -puntualizó Mafy-. No creo que dejar el Parque desprotegido sea muy buena idea. En el mundo real será media hora, pero por lo que has explicado aquí dentro nos parecerá más tiempo. Debe haber al menos un Digimon que pueda hacer frente a las posibles amenazas de
este mundo. Y si alguien ha de quedarse, mejor que sea yo. Wizardmon me ha enseñado cosas sobre los Códigos defensivos que emplearon para proteger el Parque. Puedo serles de ayuda y aprender de ellos, así que me quedo.
-Sí, tienes razón -Kenji miró a Nenti, Suzu, Lira, Rudy y Senetyl-. Quedáis vosotros, para atacar a AEgir, entonces -suspiró-. ¿Qué tenéis que decir?