Re: Frontera de la Neblina
Publicado: 20 Mar 2016, 04:34
-... y Bas se enfadó un poco conmigo, pero creo que ya se le ha pasado -terminé de explicarle a Aker-. Gracias a Ars conseguimos testigos, apagaron el fuego rápidamente para que no se extendiera y aún completamos la miausión. ¡No puedo esperar a ponerme a practicar para poder lanzar este hechizo nuevo! ¿Me ayudarás, verdad?
Maullé, sonriente. A pesar de la precaria situación en la que nos encontrábamos, no todo estaba perdido, así que intentaba mantener altos los ánimos del grupo. Además, había escuchado la conversación entre Arsna y la posadera. Aunque estuviéramos siendo perseguidos... que la gente tuviera esperanza en ellos me hacía sentir bien. Jamás había recibido tanto apoyo, aunque fuera de manera indirecta. Eso significaba que estaban haciendo lo correcto, ¿verdad? Metí la zarpa en mis pantalones y saqué aquel broche del que sabía tan poco. ¿Cuánta faltaba para encontrar alguna pista sobre ellos...?
-¿Vamos a mirar si hay alguna misión nueva, monada? -bromeé, cogiéndole de la mano, pero la solté casi enseguida-. B-bueno, nos vemos abajo si eso. ¡Miau!
Eché a correr apresuradamente, algo raro en mí. Últimamente me sentía un poco raro con Aker. El tonteo y las bromas se habían convertido en algo más importante para mí. Quería demostrarle mi aprecio, pero ¿cómo? Necesitaba encontrar alguna manera... El ángel era callado, tal vez demasiado, y no solía reaccionar demasiado a mis avances. Tenía que ser más directo. ¿Un regalo, tal vez? Hm, era algo en lo que pensar durante la misión que realizara. Vi a Lwi bajando las escaleras y le saludé con entusiasmo, prácticamente lanzándome encima de él, pero asegurándome de no hacerle perder el equilibrio para no hacerle caer.
-¡Lwi! ¿Todo bien con Redd? Es simpático, ¿vermiau? -enseñé todos los dientes mientras me separaba de él-. Veamos qué nos toca hacer esta semana. Me siento con bastante energía... ¡Tengo que aprovechar, miau! Ah, pero... Una cosa... -me puse serio un momento-. Esta será la última vez que te de la lata con el tema, lo prometo, pero... Ten mucho cuidado con ese libro, ¿de acuerdo? Es posible que provoque más daño que beneficio. Recuerda que es un lujo, algo que usar en caso de emergencias. No lo trates como cualquier juguetito nuevo.
Tras la conversación me giré hacia el tablón de misiones.
Mi reacción fue inmediata.
-¡¿Qué diablos es esto?! -Estuve a punto de arrancar la hoja de papel, pero me contuve. Todavía no habían llegado todos los miembros del clan-. Akerith Elisen... ¡¿uniéndose a Räulen?! ¡¿Después de todo lo que ha hecho para impedir que esta ciudad avance?! ¡¿Después de todo lo que ha hecho para mantener esta sociedad podrida e injusta?! ¡No, no, NO! -sacudí la cabeza con rabia-. ¡No me he pasado los últimos veinte años de mi vida en las calles de Sincrópolis viviendo de la mierda de otras personas como para que ahora el culpable de mi sufrimiento venga a pedirme ayuda, miaaau! ¡Aaaagh! -jadeé, tratando de recuperar el aliento-. ¿Cómo puede siquiera atreverse...?
Yo no era Freya. Nunca había hecho un esfuerzo real para cambiar la situación. Nunca me había visto capaz, ni le había visto sentido intentarlo. Pero ahora estábamos consiguiendo algo. Yo y el resto del grupo. Todavía no estaba seguro de si unirme a una rebelión era una buena idea. ¡Pero desde luego lo que no haría ni muerto era asociarme con aquellos que me habían hecho a mí y a muchos otros vivir y morir en las calles! ¡Con aquellos que permitían criminales como los que habían destapado durante las misiones de Gudd Ferrel camparan a sus anchas! Estaba cabreado. Muy cabreado. Necesita destrozar la garganta de alguien. Y nada mejor que Los que acechan en las sombras y Los sucios negocios del cielo para eso.
Escuché a Bolvir llamándome. Era probable que se hubiera pasado así un rato, intentando hablar por encima de mis gritos. Suspiré y fui a sentarme con él, enfurruñado y cruzándome de brazos, y esperé a que llegara el resto del clan. Una vez estuvimos todos y Bolvir empezó a explicar sus ideas, fruncí más y más el ceño. No iba a explotar de nuevo, ya había liberado la gran mayoría de mi frustración, pero tampoco iba a dejar que las dulces palabras del lobo pringaran las mentes de los demás. Puse ambas manos en la mesa con fuerza para hacerme notar.
-Creo que tú ya has escuchado lo que opino -miré a Bolvir. Estaba tan molesto por todo aquello que el lobo ni siquiera me intimidaba-, pero lo repetiré ahora que estamos todos. Yo me opongo total y absolutamente a Räulen y a todo este plan. No participaré en esa misión y no aceptaré ni el dinero ni el nombramiento de esas sucias alimañas con delirios de grandeza -aseguré con un deje de asco en mi voz-. De todos los que estamos aquí yo soy el que más tiempo ha pasado en Sincrópolis. He vivido aquí prácticamente desde siempre. Y lo que he vivido ha sido una época de estancamiento, incluso decadencia absoluta. No solo sus hombres viven y mueren por él: también aquellos de las calles, familias, inocentes que sólo tratan de continuar con su día a día, pierden sus vidas a diario por los caprichos de un pésimo y ególatra monarca. -Estaba intentando sonar lo más serio posible para contrarrestar la imponente apariencia de Bolvir en comparación a mi menudez-. ¿Vale la pena hacerle creer que seguimos sus órdenes? Su yugo llega mucho más lejos de lo que todos imagináis. ¿Veis lo rápido que nos han calado? Igual de rápido nos pillarían si tratáramos de traicionarlos tras pactar con ellos. Y creedme, más rápida y brutal sería su venganza. -Clavé las uñas en la mesa de madera-. No puedo decir que confíe en Z. Diablos, tengo tan pocas ganas de unirme a esta rebelión como probablemente tengáis vosotros. Pero algo tiene que cambiar, y nosotros somos el catalizador de ese cambio. ¡Ya habéis visto lo mucho que hemos influenciado en tan poco tiempo! ¡No queremos perder el apoyo que hemos conseguido! -extendí los brazos para mostrar a todos el flujo aumentado de gente que se pasaba ahora por la posada-. Z no ha sido inteligente. Pero si trabajáramos juntos con los miembros de este movimiento, tal vez podríamos elaborar planes mejores. Acabar uno a uno con los pilares de Räulen, sus hombres de confianza, y con el tiempo llegar hasta él en lugar de lanzar un asalto directo. Estoy, sin embargo, a favor de esperar al menos una semana más a tomar una decisión. Completar una misión, vaciar la mente y pensar con la cabeza fría sobre todo esto. Si podemos mantenernos neutrales más tiempo... mejor. Pero si hay que elegir, mi sitio siempre estará con aquellos que quieren hacer de este sitio un lugar mejor -zanjé-. “Mejor malo conocido que bueno por conocer” no me sirve en esta situación, miau. Mientras Räulen esté sentado en el trono... esta ciudad y todos los que habitan en ella sufrirán. Nunca pensé que me vería envuelto en algo así, pero es mucho pedir no mancharse cuando ya estamos metidos en mierda hasta el cuello.
Suspiré y me recosté sobre la silla, satisfecho. Era probable que no hubiera conseguido convencer al resto. La idea de Bolvir era un punto medio demasiado tentador, un “nos llevaremos bien con todos”. Pero yo no me creía nada de eso. Si cumplíamos esa misión y jugábamos al agente doble acabaríamos mucho peor que si nos decantábamos por un bando y dejábamos clara nuestra alineación desde un principio, estaba seguro. Al menos yo no participaría en todo aquel paripé.
Maullé, sonriente. A pesar de la precaria situación en la que nos encontrábamos, no todo estaba perdido, así que intentaba mantener altos los ánimos del grupo. Además, había escuchado la conversación entre Arsna y la posadera. Aunque estuviéramos siendo perseguidos... que la gente tuviera esperanza en ellos me hacía sentir bien. Jamás había recibido tanto apoyo, aunque fuera de manera indirecta. Eso significaba que estaban haciendo lo correcto, ¿verdad? Metí la zarpa en mis pantalones y saqué aquel broche del que sabía tan poco. ¿Cuánta faltaba para encontrar alguna pista sobre ellos...?
-¿Vamos a mirar si hay alguna misión nueva, monada? -bromeé, cogiéndole de la mano, pero la solté casi enseguida-. B-bueno, nos vemos abajo si eso. ¡Miau!
Eché a correr apresuradamente, algo raro en mí. Últimamente me sentía un poco raro con Aker. El tonteo y las bromas se habían convertido en algo más importante para mí. Quería demostrarle mi aprecio, pero ¿cómo? Necesitaba encontrar alguna manera... El ángel era callado, tal vez demasiado, y no solía reaccionar demasiado a mis avances. Tenía que ser más directo. ¿Un regalo, tal vez? Hm, era algo en lo que pensar durante la misión que realizara. Vi a Lwi bajando las escaleras y le saludé con entusiasmo, prácticamente lanzándome encima de él, pero asegurándome de no hacerle perder el equilibrio para no hacerle caer.
-¡Lwi! ¿Todo bien con Redd? Es simpático, ¿vermiau? -enseñé todos los dientes mientras me separaba de él-. Veamos qué nos toca hacer esta semana. Me siento con bastante energía... ¡Tengo que aprovechar, miau! Ah, pero... Una cosa... -me puse serio un momento-. Esta será la última vez que te de la lata con el tema, lo prometo, pero... Ten mucho cuidado con ese libro, ¿de acuerdo? Es posible que provoque más daño que beneficio. Recuerda que es un lujo, algo que usar en caso de emergencias. No lo trates como cualquier juguetito nuevo.
Tras la conversación me giré hacia el tablón de misiones.
Mi reacción fue inmediata.
-¡¿Qué diablos es esto?! -Estuve a punto de arrancar la hoja de papel, pero me contuve. Todavía no habían llegado todos los miembros del clan-. Akerith Elisen... ¡¿uniéndose a Räulen?! ¡¿Después de todo lo que ha hecho para impedir que esta ciudad avance?! ¡¿Después de todo lo que ha hecho para mantener esta sociedad podrida e injusta?! ¡No, no, NO! -sacudí la cabeza con rabia-. ¡No me he pasado los últimos veinte años de mi vida en las calles de Sincrópolis viviendo de la mierda de otras personas como para que ahora el culpable de mi sufrimiento venga a pedirme ayuda, miaaau! ¡Aaaagh! -jadeé, tratando de recuperar el aliento-. ¿Cómo puede siquiera atreverse...?
Yo no era Freya. Nunca había hecho un esfuerzo real para cambiar la situación. Nunca me había visto capaz, ni le había visto sentido intentarlo. Pero ahora estábamos consiguiendo algo. Yo y el resto del grupo. Todavía no estaba seguro de si unirme a una rebelión era una buena idea. ¡Pero desde luego lo que no haría ni muerto era asociarme con aquellos que me habían hecho a mí y a muchos otros vivir y morir en las calles! ¡Con aquellos que permitían criminales como los que habían destapado durante las misiones de Gudd Ferrel camparan a sus anchas! Estaba cabreado. Muy cabreado. Necesita destrozar la garganta de alguien. Y nada mejor que Los que acechan en las sombras y Los sucios negocios del cielo para eso.
Escuché a Bolvir llamándome. Era probable que se hubiera pasado así un rato, intentando hablar por encima de mis gritos. Suspiré y fui a sentarme con él, enfurruñado y cruzándome de brazos, y esperé a que llegara el resto del clan. Una vez estuvimos todos y Bolvir empezó a explicar sus ideas, fruncí más y más el ceño. No iba a explotar de nuevo, ya había liberado la gran mayoría de mi frustración, pero tampoco iba a dejar que las dulces palabras del lobo pringaran las mentes de los demás. Puse ambas manos en la mesa con fuerza para hacerme notar.
-Creo que tú ya has escuchado lo que opino -miré a Bolvir. Estaba tan molesto por todo aquello que el lobo ni siquiera me intimidaba-, pero lo repetiré ahora que estamos todos. Yo me opongo total y absolutamente a Räulen y a todo este plan. No participaré en esa misión y no aceptaré ni el dinero ni el nombramiento de esas sucias alimañas con delirios de grandeza -aseguré con un deje de asco en mi voz-. De todos los que estamos aquí yo soy el que más tiempo ha pasado en Sincrópolis. He vivido aquí prácticamente desde siempre. Y lo que he vivido ha sido una época de estancamiento, incluso decadencia absoluta. No solo sus hombres viven y mueren por él: también aquellos de las calles, familias, inocentes que sólo tratan de continuar con su día a día, pierden sus vidas a diario por los caprichos de un pésimo y ególatra monarca. -Estaba intentando sonar lo más serio posible para contrarrestar la imponente apariencia de Bolvir en comparación a mi menudez-. ¿Vale la pena hacerle creer que seguimos sus órdenes? Su yugo llega mucho más lejos de lo que todos imagináis. ¿Veis lo rápido que nos han calado? Igual de rápido nos pillarían si tratáramos de traicionarlos tras pactar con ellos. Y creedme, más rápida y brutal sería su venganza. -Clavé las uñas en la mesa de madera-. No puedo decir que confíe en Z. Diablos, tengo tan pocas ganas de unirme a esta rebelión como probablemente tengáis vosotros. Pero algo tiene que cambiar, y nosotros somos el catalizador de ese cambio. ¡Ya habéis visto lo mucho que hemos influenciado en tan poco tiempo! ¡No queremos perder el apoyo que hemos conseguido! -extendí los brazos para mostrar a todos el flujo aumentado de gente que se pasaba ahora por la posada-. Z no ha sido inteligente. Pero si trabajáramos juntos con los miembros de este movimiento, tal vez podríamos elaborar planes mejores. Acabar uno a uno con los pilares de Räulen, sus hombres de confianza, y con el tiempo llegar hasta él en lugar de lanzar un asalto directo. Estoy, sin embargo, a favor de esperar al menos una semana más a tomar una decisión. Completar una misión, vaciar la mente y pensar con la cabeza fría sobre todo esto. Si podemos mantenernos neutrales más tiempo... mejor. Pero si hay que elegir, mi sitio siempre estará con aquellos que quieren hacer de este sitio un lugar mejor -zanjé-. “Mejor malo conocido que bueno por conocer” no me sirve en esta situación, miau. Mientras Räulen esté sentado en el trono... esta ciudad y todos los que habitan en ella sufrirán. Nunca pensé que me vería envuelto en algo así, pero es mucho pedir no mancharse cuando ya estamos metidos en mierda hasta el cuello.
Suspiré y me recosté sobre la silla, satisfecho. Era probable que no hubiera conseguido convencer al resto. La idea de Bolvir era un punto medio demasiado tentador, un “nos llevaremos bien con todos”. Pero yo no me creía nada de eso. Si cumplíamos esa misión y jugábamos al agente doble acabaríamos mucho peor que si nos decantábamos por un bando y dejábamos clara nuestra alineación desde un principio, estaba seguro. Al menos yo no participaría en todo aquel paripé.
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