Vamos a jugar a... -Foro-

Al acabar con el descifrado de los textos estaba exhausto de tanto leer y anotar por la misma razón de simpre: maldita sea mi sombra. Los textos en si no habían sido muy complicados, pero tener que apañarmelas para poder leer con la luz de la velas mientras mi sombra me complicaba la faena... Bueno, al menos lo había logrado y había tardado ¿cuantó? La verdad, no lo sabía, pero a juzgar por cómo se habían consumido las velas había tardado bastante más de lo que esperaba. Me giré para mirar al Tharul que me estaba dejando pelos en mi cama con tal de despertarle y decirle qué había descubierto. Y también tenía que decirle que se pusiera mejor en la silla... Lo desperté zarandeandolo cogido por un hombro, y mientras le hablaba me disponía a abrir la ventana para que no se viciase tanto el aire de la habitación:

-Verás, al parecer Hsaur ain Hlaur Abaï es un hechizo capaz de invocar elementales de aire y rayo, y no creo que haga falta tener un tipo de libro en concreto para usarlo, solo conocer ambos elementos. Por otra parte, Ekirth Hdaur Antursath Uruthru Abaï invoca a Uruthru, kraken de fuego, aunque para hacer uso de este hechizo hace falta mucha más experiencia de la que cualquiera de nosotros disponemos, aparte de un libro negro. El libro que conseguimos es un tema aparte, aunque parece ser valioso porque permite al usuario lanzar hechizos de hasta tres palabras que contengan la palabra Hsaur -dije terminando de sentarme de nuevo ante la mesa, después de haber abierto la ventana-. Aunque tiene una pega, el espiritu del mago que creó ese libro puede volver los hechizos que se traten de convocar en contra del usuario si la finalidad del mismo no le convence. Además, me da un poco de mala espina porque al parecer ya ha sido usado por bastante gente, que lo mismo no han acabado bien precisamente...

Delante mia, abierto por la primera página se veían los nombres tachados de los antiguos dueños del libro, al parecer era un requisito poner tu nombre con tal de usar el libro, así que esa podía ser la oportunidad de estrenar alguna pluma. No estaba seguro de que pudiese escribir bien, dado que solía hacer todos mis textos escritos como tatuajes y el mecanismo era muy pero que muy diferente. Aún así, cogí la pluma con confianza al tiempo que decía, mientras miraba de reojo al felino de mi cama:

-Prefiero quedarme con el libro y con el hechizo para invocar a Uruthru, pero si te interesa el otro hechizo es tuyo. Por otra parte, en la mesa tienes tu montoncito de 50 monedas, de parte de Freya. También quiero preguntarte unas cosas, pero ahora, si me permites...

Me dispuse a firmar con mi nombre donde me indicaba el libro para poder usarlo.

En cuanto volví a mi habitación me quedé pensando en lo de la noche anterior. Al final no había ido a hablar con el alado después de todo lo de las pintadas.

Salí y me dirigía a verle cuando me encontré a Kineban, que se disculpó en cuanto me vio. No entendí a lo que se refería en un principio, pero después de pensarlo me acordé de lo de la batalla.

—Ah, no hace falta que te disculpes. No es fácil luchar contra el instinto. Um... Intentaré no asustarte, si es que puedo —dije pensando en algún modo de que no se sintiera mal.

No quería que se sintiera culpable, ya que no creía que fuera tan importante. Comprendía que no caerle bien era un mal necesario en batalla de momento, así que yo era el mayor responsable de todo.

Cogí el dinero que me ofreció y continué andando hasta llegar al cuarto de Aker. Llamé a la puerta y entré.

—Quería preguntar una cosa. Ya sabes que yo puedo transformarme en animales, pero después de llegar aquí, casi todas mis transformaciones se han perdido y necesito ayuda para recordarlas. No solo eso, pero tampoco puedo hablar con los animales como lo hacía antes. Por eso te quería preguntar... ¿Puedes tú hablar aún con los pájaros?

Siendo un hombre pájaro, debería poder comunicarse con ellos. Él podría confirmar si era el lugar lo que lo provocaba o si era simplemente una reacción de mi propio cuerpo a este sitio.

Una vez dada la garra a Bolvir, y mientras esperaba a que volviesen el resto de componentes del equipo para poder debatir con ellos lo de las pintadas y, en general, la fama que nos estábamos ganando como grupo, me entretenía manteniendo mi propio debate interior.
Definitivamente tendría que hacer algo por nuestra imagen, aunque fuese por mi cuenta. Encima de que me pasaba los días yendo de punta a punta de la ciudad llevando cartitas, no iba a tolerar que nadie me tratase de asesino. Al menos no por esa cosa concreta, no tenía nada en contra de que me lo llamasen por los momentos en los que sí había matado gente. No me molestaba el nombre, me molestaba el momento.

Una inesperada visita interrumpió mis extrañas discusiones internas. Me levanté de la cama ante la llegada de Arsna, y ladee la cabeza ante la pregunta de este.

—Bueno... No hasta donde yo sepa, sinceramente, no es que pruebe a hacerlo muy a menudo pero, por lo que sé, no es una habilidad con la que haya contado nunca... Que no te engañen las alas: no estoy relacionado de ninguna forma con los pájaros, más allá de que nos movemos por el mismo sitio.

Lwiestho me despertó al cabo de un rato. Si fuera por mí seguiría durmiendo hasta el día siguiente, pero igual a él no le parecía tan bien como a Akerteh compartir cama. Y además, yo era un gatito de un solo hombre. Me costó un poco centrarme, así que él fue a abrir la ventana, pero al rato estaba escuchando atentamente la explicación del mago.

-Mi libro no es negro, así que no puedo usar eso... Por mucho que suene genial. -Me quedé pensativo. Eso de invocar cosas tenía que ser estupendo. La idea de un ser etéreo o algo así formando un pacto conmigo era una fantasía que había tenido siempre-. El otro, el de Hsaur y Hlaur... Ese sí que podría entrar dentro de mis posibilidades. A la larga, claro, miau.

Me levanté mientras hablaba sobre el libro que había encontrado junto a los dos hechizos, estirándome y rascándome detrás de una oreja. Me quedé totalmente paralizado, sin embargo, cuando Lwi terminó de explicar las implicaciones de utilizar aquel libro. Le miré a los ojos con sincera preocupación.

-Oye... Sé que miaularía mucho poder utilizar hechizos tan poderosos, pero ¿estás seguro de esto? Lo que dije en la casa de empeños iba muy en serio... No quiero que nadie muera. No dejaré que nadie muera. -Fruncí el ceñó-. Vinudren volvió, pero no sabemos si todos poseemos esa capacidad.

No obstante, tampoco podía hacer mucho para disuadirle. Si él confiaba en su capacidad para controlar los poderes de aquel libro, no iba a decirle que se deshiciera de él. No pude evitar apartar la mirada cuando escribió su nombre en aquel libro. Probablemente yo habría hecho lo mismo en su situación, pero no podía evitar preocuparme. Esperaba que Lwiestho supiera lo que hacía. Cogí las cincuenta monedas ofrecidas, así como la página de Hsaur ain Hlaur Abaï para ponerla en mi libro blanco. No iba a intentar usarlo ni de broma hasta aprender a controlar el viento y perfeccionar mi control sobre éste y el trueno, pero no estaría de más tenerlo a mano por si acaso.

-Entonces hemos repartido el dinero equitativamente. Yo me he quedado un hechizo, tú otro además de ese libro, y Baseryn una armadura. El pobre Arsna no ha conseguido nada, que yo sepa, miau... -mascullé con una mueca, apoyándome en la mesa-. Veré a ver si me deja invitarle a cenar para compensarle. Bueno, ¿querías preguntarme algo? ¿Cómo te sientes tras escribir tu nombre en el libro? ¿Todo miau?

- Si, todo bien, tranquilo. Siento algo después de haber escrito mi nombre, pero supongo que es lo que me deja usar esos hechizos, en fin. Y no tienes que preocuparte tanto, ya lo haré yo con tal de no salir perdiendo en todo esto...

En esos momentos mis planes eran usar el libro aquel con hechizos menores hasta estar seguro de qué mentalidad tenía el mago del libro, con tal de poder usar los hechizos más peligrosos después sin tener que temer por mi vida. Dejé de pensar en maneras de averiguar la personalidad del espiritu con tal de centrarme en lo que le quería preguntar antes al Tharul.

- Quería preguntarte donde comprar algunos artículos, como la cuerda que te mencioné antes, sin que me vean o sin que sospechen de mi. No llevo mucho tiempo en estas tierras y no me conozco bien la ciudad, aunque haya empezado a hacer un mapa con sus zonas, y ahora que al parecer somos famosos y se nos quiere bastante muertos creo que es mejor tomar algunas precauciones. Y si además nos conseguimos un proveedor que nos apoye, mejor, por lo que pueda pasar...

Al fin y al cabo, las palabras de Freya le habían calado. Siempre había vivido con tal de pasar desapercibido, sin más objetivos que vivir, y sin embargo ahora estaban haciendo algo y se estaban haciendo populares entre la gente. No sabía decir si la popularidad le gustaba, pero estaba claro que el riesgo que conllevaba no, él tampoco quería que nadie de Akerith Elisen muriera. Volví a dejar de estar absorto en sus pensamientos, algo a lo que estaba tendiendo demasiado en esta conversación. ¿Sería la falta de sueño o el estudio intensivo hecho casi a oscuras? En fin.

- Por cierto, ¿qué opinas tu de todo esto, de ser reconocidos por molestar al gobierno de esta ciudad? He visto lo que hacen los pradekka, pero no conozco mucho como se comportan las autoridades de Sincrópolis en estos casos, y me imagino lo peor...

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Sobre lo de encontrar a alguien a quien comprar sin levantar sospechas, ¿detectar a gente de interes te serviría? Tampoco importa mucho, pero estaría bien ganarnos algo así, si podemos.

-Estamos miaurtos -respondí al instante encogiéndome de hombros-. Es decir... No quiero asustarte, Lwi, pero los Pradekka son muy persistentes. A lo mejor ahora no nos están haciendo mucho caso porque tienen asuntos más importantes en mente, pero lo más probable es que en cuanto todo esté más tranquilo nos den caza y nos intenten matar, miau. -Suspiré y le indiqué que empezara a caminar conmigo, cerrando la puerta de la habitación tras salir al pasillo-. Si nos miauntenemos ocultos lo suficiente igual se olvidan de nosotros, pero lo dudo. Llegado el momento, me da que nuestras opciones serán o salir de la ciudad o aliarnos con alguno de los bandos que quiere cambiar el lugar... o dejarlo todo como está, si deciden que somos dignos de ser reclutados en lugar de exterminados.

Guié a Lwi hasta salir de la posada e hicimos como que dábamos un paseo hasta llegar a una zona muy poco transitada. Allí, detrás de una de las numerosas casas destartaladas sin habitantes, silbé tres veces en intervalos regulares. Un Tharul un poco más alto que yo y de pelaje rojizo saltó desde un tejado hasta donde nos encontrábamos. Parecía moverse con notable agilidad a pesar del enorme saco que llevaba a sus espaldas. Sujeté a Lwiestho de los hombros por si la repentina aparición de mi amigo le asustaba.

-¡Redd! Siento no haberte visitado en todo este tiempo, he estado bastante ocupado -le guiñé un ojo y luego le pegué un empujoncito a Lwi para que se presentara-. Este de aquí es mi amigo, Redd. Creo que puede conseguir cualquier cosa que le pidas. Y si no la tiene ahora mismo, la acabará consiguiendo. Aunque tampoco le pidas imposibles. Además, es muy discreto -sonreí-. Yo me voy. Siempre que quieras verle, ven aquí y usa la señal que acabo de usar yo. ¡Hasta luego, Lwi!

Le pegué un efusivo abrazo al mago y eché a correr por las callejuelas oscuras de Sincrópolis para volver a la posada. ¡Era hora de hacerle una visita a Akerteh! Su cama era, sin duda, la más calentita de todo el edificio.

Seguí al Tharul mientras este me confirmaba mis sospechas, era todo como me lo estaba imaginando, salvo lo de que los pradekkas nos pudiesen considerar dignos de ser reclutados. Mientras lo acompañaba, fui detallando los sitios por donde pasabamos en mi mapa, en el que ponía más empeño después de que Freya lo mencionase. Lo había empezado casi sin darme cuenta, pero le veía bastante utilidad, así que lo mantenía más o menos detallado y coherente. Más o menos. Al llegar con el mercader que conocía Kine, saludé al tiempo que me presentaba.

-Buenas, soy Lwiestho, o Lwi si lo prefieres -fueron las palabras que dije, a las que ya estaba un tanto acostumbrado-.

Y justo después de presentarme hice lo que tocaba despidiendome de Kineban, que al parecer volvía ya a la posada. Volví mi atención hacia el que me habían presentado como Redd, dispuesto a hacer tratos con este.

-Bueno, tampoco tengo pensado pedirte nada especial, la verdad, solo una cuerda, unas latas de aceite y algunas tizas o carboncillos; que te compraré si los precios son los normales... Aunque si tienes algo de lo que no se suelen encontrar en las tiendas lo mismo resulta interesante, ¿no? Pero creo que eso tendrá que ser en otra ocasión no tengo mucho dinero disponible justo ahora.

Tampoco es que fuera rico en esos momentos, precisamente. Todavía tenía 50 monedas que le pertenecían a Baseryn en mis bolsillos, si lo pensaba bien. Ya se las daría a la vuelta, y después me iría a echarme una siesta antes de comer algo y ponerme a juguetear con Hdaur, como siempre. Lo mismo hasta lograba Comprender el fuego sin tener que quemar su habitación en el proceso. Quizás, quizás.

Me até una nueva venda al cuerpo para poder cubrir las nuevas heridas que este había recibido. A este paso no iba a necesitar cubrirme con ropa para ocultar mi cuerpo. Miré la nueva armadura que había encontrado y había depositado con cuidado en una silla, realmente, aquella coraza iba protegerme de los ataques enemigos, por lo que necesitaba cuidado.

Y claro, mis nuevas heridas la habían manchado de sangre, por lo que la siguiente hora me la pasé limpiando la armadura hasta que estuvo reluciente nuevamente. Cuando terminé, admiré la pieza sonriente, estaba segura de que si aparecía en mi Clan con ella todos se morirían de envidia.

Los enemigos me estaban consiguiendo causar bastantes heridas y en más de una ocasión había estado ya a las puertas de la muerte, necesitaba remediar eso y quizás si conseguía mejorar mis ataques con las garras, hacerlos más rápidos, podría acabar con mis rivales antes de que tuviesen la oportunidad de asestar su golpe. Salí de la posada y volé en busca de un edificio deshabitado o lugar donde pudiese entrenar tranquilamente y allí estuve horas atacándole a una viga o a una roca con las garras, en ocasiones lanzándole hielo también, intentando volverme más rápida hasta que pude golpear mi objetivo dos veces en el tiempo en que antes solo lo hacía una vez.

Sonreí viendo el exitoso resultado y dando por terminado aquel entrenamiento. En esta ocasión decidí volver andando a la posada, para conocer mejor las calles de aquella demoníaca ciudad. Mientras regresaba, pude escuchar a unos hombres hablar del incidente de la casa, esa en la que me habían acusado de ser la culpable. Solté varios improperios en mi idioma, pero al llevarme las manos a los bolsillos y sentir el frío tacto de las monedas, recordé que en aquel lugar el dinero arreglaba muchas cosas y a mí no me hacía falta tanto. Caminando en silencio, intenté averiguar donde se habían llevado a la niña herida para depositar una bolsa con 200 monedas y una nota escrita en la que me disculpaba por lo ocurrido, aunque a saber si lo había escrito bien con lo extraños que eran los símbolos de escritura de este mundo.

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Porque comprar garras teniendo garras es un poco redundante, narrativamente lo dejo a que done esas 200 monedas que valen las garras xD

-¿Qué ha pasado aquí? ¿Qué ha sido todo esto? -preguntó Arsna.

-Gente de Las Familias -replicó Nvazka-. Culpan a Akerith Elisen de destruir el edificio donde viven amontonados y de matar a uno de los suyos. Pero yo no creo que hayáis matado a nadie. Y ellos tampoco...

Hizo un gesto con la cabeza hacia la puerta. Había una multitud de personas rodeando la posada. Habían traído carretillas y se llevaban los escombros amontonados, ayudando a los miembros del clan. En poco tiempo, la calle quedó despejada, quizá incluso más limpia que antes. La gente comenzó a entrar en la taberna y a pedir rondas.

-¿Sabes por qué últimamente este lugar está lleno de gente? -preguntó Nvazka-. Porque aquí se sienten seguros. Saben que vivís vosotros. Habéis estado moviéndoos por toda la ciudad, en general tratando de ayudar. La gente os conoce. La gente os recuerda. La mayoría no se van a poner en vuestra contra por un pequeño incidente. Estáis consiguiendo que bajo mi techo brille algo que se había apagado en mi ciudad hacía mucho: la libertad.

No mucho más tarde, se declaró un incendio en el Barrio de la Presa: al parecer, una tienda de artículos usados se había incendiado. Sin embargo, aquel incidente no había tenido trascendencia tras los primeros minutos de alarma, debido a que algo mucho más notorio había ocurrido poco después: unos aventureros habían logrado bloquear la chimenea de la Fábrica 1, lo que había llenado la fábrica de humo de forma casi instantánea...

Y sin embargo, incluso aquello era una distracción, pues Z y sus hombres aprovecharon aquella movilización para atacar la Fábrica 2 con sus mejores magos y guerreros; una auténtica batalla que era posible ver incluso desde las ventanas de la posada. Hubo explosiones, incendios variados, muchos murieron en ambos bandos... No obstante, al final Z no logró su auténtico objetivo: alcanzar el palacio. Fue repelido por las fuerzas de Raulën y volvió a desaparecer donde fuera que se ocultara...

El incidente no tenía relación alguna con Akerith Elisen; ni siquiera habían tenido relación con Z nunca, así siguieron ocupándose de sus asuntos con relativa normalidad, asumiendo que el tema no les afectaría demasiado. Sin embargo un día después, justo a la hora en la que el sol salía durante unos minutos, una Milië entró volando rauda a la posada, pegó un cartel al tablón y salió por donde había venido. Nvazka ni siquiera le prestó atención, sino que siguió buscando el modo de hacer pasar las sobras de las viandas del día anterior por comida nueva y recién hecha.

Carta a lo desconocido

Aprendiz.
Esta será la última carta de la que deberéis haceros cargo, y también la más peligrosa. Tendréis que entrar en uno de los lugares más terribles de Sincronópolis, y también en uno de los más desconocidos... Si os reunís conmigo en el lugar habitual, os daré toda la información.

Noble enmascarado

Recompensa: 300 monedas

Los que acechan en las sombras

Aprendiz.
Es el momento de utilizar la información que recabasteis anteriormente. En esta ocasión os enfrentaréis a los ladrones y asesinos de Sincronópolis, pero andad con mucho cuidado: hay verdaderos profesionales a las órdenes de Lignito. No os enfrentéis a ellos sin necesidad, sed cautelosos y limitaos a acabar con su líder. Os esperaré en el lugar en el que nos vimos por última vez.

Gudd Ferrel

Recompensa: 150 monedas

Los sucios negocios del cielo

Aprendiz.
Es el momento de utilizar la información que recabasteis anteriormente. Vuestro objetivo esta vez será eliminar a Antracita, responsable de toda clase de desagradables negocios en Sincronópolis. Es un tipo muy rico y sin duda tendrá toda clase de mercenarios y criaturas protegiéndole, así que preparaos bien para esta misión. Os esperaré en el lugar en el que nos vimos la última vez.

Gudd Ferrel

Recompensa: 150 monedas

El expreso de madrugada

Aprendiz.
Si todo ha ido bien, en la misión anterior habréis obtenido el Péndulo Infinito. Pero eso no es suficiente: todavía habéis de recuperar algo más: un cuaderno de apuntes que sin duda ocultaron en el Archivo de Sincronópolis. Contenía los planos y bocetos necesarios para terminar mi invención mecanomágica, además de muchos otros diseños que Raulën consideró de su interés personal. Estarán clasificados, es decir, ocultos al público. El Archivo está en el Barrio de la Presa y el acceso a las dos primeras plantas es libre, pero tened cuidado cuando tratéis de investigar las superiores y no deis a los archiveros ninguna pista de lo que estáis buscando. Encontraréis la recompensa en el lugar habitual.

Lloyd

Recompensa: 100 monedas

Estímulo mortal

Cazador.
Hay un grupo de capataces que han invertido una pequeña fortuna en comprar un enorme cargamento de Espiritosa. La Espiritosa es un tipo de cerveza bastante famosa, hecha por y para los grandes ogros de una tierra llamada Zarzaña. Se sabe que cuando alguien de una raza de talla menor la prueba, obtiene energía y soltura suficientes para trabajar durante días sin comer y dormir. ¡Pero por cada hora que trabajan, tienen una posibilidad entre cuatro de sufrir un ataque al corazón! ¡Y los muy bastardos pretenden colarla como cerveza normal entre sus trabajadores! He intentado de convencerles a todos de que dejen de beber cerveza en general, pero se han reído de mis advertencias... ¡La mejor solución es abordar y derribar el barco volador que transportará la Espiritosa hasta Sincronópolis! ¡He reunido todo el dinero posible para pagaros!

Freya

Recompensa: 150 monedas

Al Servicio De La Ciudad

Cazador.
Este es un mensaje dirigido expresamente a los miembros de Akerith Elisen. En los últimos tiempos, habéis comenzado a trabajar en Sincronópolis, y quiero pensar que lo hacéis en pos del bien de la ciudad. Quizá algunos de vuestros actos hayan sido ilegales, puede que incluso injuriosos, pero durante el tiempo que os hemos observado no habéis actuado abiertamente en contra del Señor de la Penumbra, y considero que vuestra esperanza es traer la paz y armonía que nuestra amada ciudad tanto necesitan.

Es por eso que os ofrecemos la oportunidad de convertiros en un Clan Oficial al servicio del Trono. En caso de aceptar, se os asignarán insignias identificadoras que os permitirán moveros libremente por la ciudad y os evitarán problemas con los guardias y los Pradekka. Os ofreceremos toda clase de misiones, orientadas a proteger la paz y aplastar los preocupantes focos de rebelión que han ido apareciendo en los últimos tiempos: ludistas, saboteadores y conspiradores serán vuestros objetivos, aunque se os permitirá seguir realizando misiones para otros contratadores y se hará la vista gorda en cuanto a vuestros métodos, siempre y cuando no actuéis de mala fe, en contra de los intereses de Lord Raulën.

La primera misión consistiría en acabar con un pequeño foco de resistencia que hemos localizado. Si lo hacéis, os pagaremos 500 monedas, y además recibiréis otras 500 como muestra de nuestra buena fe y pago por vuestra conversión en Clan Oficial de Sincronópolis. Si deseáis encontradme, caminad durante la próxima hora de luz solar por la zona norte del Barrio de los Lores... y yo os encontraré a vosotros.

Kuo

Recompensa: 1000 monedas

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Podéis elegir realizar las misiones en cualquiera de los días de Semana Santa. Los principiantes pueden entrar en misiones de Cazador, pero ha de haber al menos un Cazador en el grupo.

Sentado en el tejado, Bolvir veía las luces de las explosiones en la Fábrica 2. No tenía ni idea de qué era lo que estaba sucediendo, pero desde luego no tenía intención de acercarse a semejante alboroto muchas horas después de que todo se hubiera tranquilizado. No fue hasta la mañana siguiente cuando se enteró de que el responsable era el misterioso Z y que todo eso figuraba en los trabajos que les había mandado.

-“Ese Z tiene poco seso si se pensaba que podría haber hecho tanto con gente tan poco preparada” –reflexionaba el hombre lobo mientras bajaba las escaleras-. “En verdad me alegro de no haber aceptado ninguno de sus insensatos trabajos.”

Buscando en las misiones, se alegró de ver una nota con un nuevo trabajo de Lloyd que pensó automáticamente en darle prioridad, pero poco le tendriía que durar, ya que junto al resto de trabajos vio la misiva firmada por el tal Kuo. El mensaje que decía era inquietante y no podía ser tomado a la ligera, así que cada vez que veía a un miembro del grupo (se negaba a llamarlo clan por cuestiones personales) les indicaba que todos debían reunirse para hablar de un tema muy importante que les concernía a todos para después señalar la nota del esbirro de Raulën.

“Al menos es de rango Cazador, lo que nos da algo de tiempo” –pensaba lleno de preocupación-. “Mientras tanto, aparte de la misión de maese Lloyd también haré los que acechan en las sombras y los sucios negocios del cielo.”



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Una vez todos los miembros de Akerith Elisen estuvieron reunidos, fue Bolvir el primero en hablar:

-Debemos decidir qué vamos a hacer a partir de ahora: hasta el momento no hemos sufrido consecuencias por nuestros actos, pero este mensaje nos dice que esto no durará mucho. No haber participado en el loco plan de Z nos ha dado algo de tiempo para saber cómo responder a esta pregunta: ¿De qué parte vamos a estar?

Bolvir dejó la pregunta en el aire unos segundos antes de continuar.

-Raulën no me gusta: no es un auténtico líder, para él lo único de interés son él y sus intereses. Sus subordinados viven y mueren para satisfacerle, nada más. Pero tampoco podemos oponernos a él en nuestra situación, que fue el error de Z. Por eso propongo no dar de momento una respuesta y una vez que todos hayamos llegado al rango de cazador, aceptemos su misión, recibamos los distintivos oficiales y así no sólo seremos un –al lupino le costaba pronunciar la palabra, pero se obligó a decirla debido a la grave situación-. “clan” oficial, sino que también tendremos vía libre para hacer muchos trabajos en la ciudad e incluso misiones que vayan en contra del señor de la oscuridad.

Bolvir paseó la mirada una vez más por la nota.

-Al fin y al cabo, un grupo pequeño de revolucionarios es un precio pequeño por no sufrir represalias, y si alguno de vosotros se horroriza con matarlos, supongo que también podremos pegarles y meterles el miedo en el cuerpo.

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Yo puedo en principio todas las noches de la semana que viene, excepto el martes.