FEAR AND SOULS IN LAS VEGAS
El barman apoyó las manos sobre la barra y se inclinó sobre vosotras amenazadoramente.
-Sé de qué estáis hablando -dijo, frunciendo mucho el ceño-. Es verdad que hay negocios oscuros en este lugar, pero unas chicas tan jóvenes como vosotras no deberían implicarse. De hecho... sois demasiado jóvenes. Llamaré a seguridad.
-No, no es lo que usted piensa -intervino Valeria-. Tenemos derecho a estar aquí. Mire esto, lo entenderá todo -sacó su carnet de estudiante de Shibusen y lo puso sobre la barra.
El hombre abrió mucho los ojos al ver la identificación y de repente pareció comprenderlo todo.
-Ah, en ese caso olvidad lo que he dicho -declaró, dándose la vuelta-. No sé de ninguna actividad sospechosa en este casino, no me consta nada de eso. No tiene sentido que sigáis investigando aquí.
Se alejó un paso de vosotras y añadió:
-No comprobéis los carteles del casino. No hay ningún botón secreto detrás.
EL JINETE SIN CABEZA
Cuando hiciste la finta, el caballo se lanzó hacia ti con un casco por delante. Gracias a tu repentino giro no te comiste su golpe de frente, y su golpe atravesó la pared de la casa limpiamente. Se quedó con la pata atascada el tiempo suficiente para que recogieras a Rada y descargases otro disparo sobre él, aunque sólo pudiste alcanzarle en el flanco y hacerle un buen agujero que lo atravesaba de un lado a otro. No se inmutó ni se debilitó, parecía incapaz de sentir dolor.
-¿Qué ocurre? ¿Tienes envidia? -preguntó con voz maliciosa, y arrancó la pata de la pared.
Una polvareda se levantó cuando arrancó un trozo del edificio al extraer la pata de golpe. Varios trozos de la casa te golpearon, pero ninguno era muy grande y no te hizo daño. Sin embargo, dos herradoras volaron y se clavaron sobre tus pies, hundiéndose en el suelo y dejándote anclado. No te habían herido, pero el arco de la herradura quedaba por encima de tus pies, aplastándolos contra el suelo e inmovilizándote de forma efectiva.
El caballo saltó por encima de ti y aterrizó a tu espalda. Ahora lo tenías detrás, y con los pies sujetos al suelo, no podías darte la vuelta.
HUELLAS EN LA NIEVE
Empuñando a Suria, lograste enviar ondas de fuego a bastante distancia que el enemigo tuvo problemas para esquivar, y lo hizo saltando hacia atrás. Percibiste el olor del pelo quemado, pero ya habías echado a correr cuesta abajo, hasta el árbol donde estaba enganchada Suria. Trepaste salpicando nieve en todas direcciones y enseguida llegaste hasta Suria.
-Eso ha dolido mucho -admitió la peliazul, y se transformó en un sable que cayó directamente en tu mano-. Pero estoy... ¡Mira eso!
La criatura había llegado junto al árbol. Levantó un pie y partió el tronco de una patada. Antes de que se derribara, abrazó el tronco con sus peludos brazos y echó a correr a través del bosque, dirigiéndose hacia un acantilado.
-¡Va a tirarnos! -exclamó Igna.
Te fijaste en que el pelo blanco sobre la cabeza del enemigo había ardido hasta la raíz y ahora tenía quemaduras en la piel, pese a las cuales se podía ver que tenía un tatuaje... ¿un tatuaje con la calavera símbolo del Shibusen?
EL MARQUÉS DE SADE
Abriste las celdas una tras otra mientras las prisioneras te miraban sorprendidas. Luego, formasteis la fila de la conga en el pasillo de la mazmorra y comenzasteis a marchar hacia la escalera.
La mujer que iba justo detrás de ti en la fila se abrazó a ti.
-Es un plan muy inteligente -te susurró en el oído-. Eres un chico muy listo y valiente, además de atractivo. Lástima que seas un poco... ¡Inocente!
Sin que te lo esperaras, entre ella y otras dos mujeres te empujaron al interior de una celda y atrancaron la puerta desde fuera. Te miraron a través de los barrotes, riéndose con dientes afilados y ojos rojos.
-Nos gusta mucho tu idea, así que saldremos todas bailando -dijo una-. Espero que no volvamos a vernos.
Las tres subieron la escalera encabezando la fila de la conga, mientras las otras prisioneras, que sólo parecían entre aturdidas y desesperadas, os miraban con tristeza, sin atreverse a oponerse.
-Así que a esto se refería el texto de la misión -comentó Yu, volviendo a transformarse en humano-. Tanto sufrimiento las ha vuelto malvadas. Sus almas son huevos de Kishin y las hemos dejado escapar.
Saltó hacia los barrotes y se transformó en el aire. En forma de guante, pasó entre ellos y cayó al suelo del pasillo. Recuperó su forma humana y te liberó.
-Espera, viene alguien -dijo, y volvió a convertirse en tu guante.
Oíste las voces de una pareja bajando las escaleras. Ambos se reían.
-Esto no está bien -dijo la voz de una mujer, pero echó a reír-. Mi marido se dará cuenta de que no estoy...
-Tranquila, tu marido no va a darse cuenta de nada -replicó el Marqués de Sade-. Esto es una fiesta, ¿no quieres divertirte conmigo?
-Claro que sí -dijo la mujer-. Pero no está bien...
-Venga, no seas tímida. Ven, te enseñaré mi cuarto de juegos.
-¿Cuarto de juegos? -repitió la mujer, con voz muy borracha-. Me gusta como suena eso -dijo, riéndose-. Eso tengo que verlo.
Como estabas dentro de la celda, todavía no te habían visto. Dentro de unos momentos pasarían por delante.