Vamos a jugar a... -Foro-

Suspiré hondo, parecía que había funcionado. En menudo problema habríamos estado de no haberlo hecho.

—No hay de qué, no iba a dejarlo ahí tirado. Antes de nada, tengo aquí la memoria de la fortaleza de Majiramon, fue bastante complicado pero de alguna manera la conseguimos. Claro que en ello perdí mi ropa y acabé con esto, ¿hay algún sitio donde encontrar ropa nueva más normal? Como la que llevan los otros, más o menos.

Me giré al escuchar a Tris llamándome, volviendo a dejar a Válor en el suelo para que pudiese ir a jugar.

—Sí, ya puedo mover mejor el brazo… y creo que también se me está pasando el susto de ayer —respondí aquello último intentando sonreír, pero resultándome aquello bastante difícil —. A saber, solo conozco a uno de clase… agh, miento sobre lo segundo, aun no soy capaz de asumir lo que le hice a Válor.

Me dejé caer sobre la mesa bufando.

—Me largué porque esos dos panolis me resultaban un estorbo a los que pasaba de proteger, además de que con ellos cerca no iba a hacer que Válor fuera más fuerte —le confesé a la chica mirando de reojo al chaval del Pingüinomon o como fuera el nombre —. Y mira ahora, él esta como una rosa y yo casi hago que nos maten, además de que Válor es una bola saltarina… si al final yo voy a ser peor que el imbécil de la flor.

Menos mal que Tris era experta en animar al personal, ya que la chica nos invitó a buscar alguna consola de juegos para echar unas partidas. Si habíamos usado un barco volador, duda de que no fuera a haber una simple recreativa, si no la había ya seríamos dos con bajón.

—Si tienen una que vaya de matar ángeles o esfinges me apunto —accedí finalmente.

Mientras nosotros seguíamos aqui, había gente que aún no había vuelto. Seguramente no les llevase mucho más tiempo, pero ser los primeros, sin saber a qué nos enfrentábamos, daba miedo. El anterior combate habría ido seguramente mal de no haber recibido ayuda de Konpaku. Parecía que empezaba a retrasarlos a todos, y Flynn intentaba animarme. Pero la amenaza de la cara del mal rollo seguía ahí, y no sabíamos qué o quién era, y eso era lo que más inquietud creaba.

Tris escribió:—Oye, ¿creéis que habrá consolas o máquinas recreativas por aquí? Me aburro como una ostra. ¿Os apetece jugar a algo?

—...¿eh? ¿Qué?

Los digimon seguían jugando mientras Tris intentaba levantar los ánimos, o al menos no hacerlos decaer más.

—Pueeees... no recuerdo nada parecido a una, pero podemos preguntar a Dianamon, que seguramente lo sepa.

Miré entonces a Flynn. ¿Qué podría hacer para ayudarle?

@Matías (230%)

-¿Ropa? ¿Eso es lo que te preocupa ahora mismo?

Te parece escuchar una corta risa proveniente de Dianamon, pero es posible que te la hayas imaginado.

-No debería haber problema. Pediré que te dejen algo cómodo pero práctico en tu habitación, como hice con la otra chica. En cuanto a las Memorias... Esperaremos a que vuelva el resto -suspira-. Me parece que habéis pasado por toda clase de penurias en vuestro corta estancia aquí y os cuesta confiar en nosotros, los Digimon. Quiero que todos veáis que queremos lo mismo. Quédate tu dispositivo por el momento y descansa con Luke, Tris y Alice.

Y con esas palabras, la líder de la Resistencia os acompaña a ti y a Konpaku hasta dejaros junto a vuestros compañeros de nuevo.

@Luke (125%) @Tris (210%) @Alice (-50%)

Buscáis algo parecido a una máquina recreativa, preguntando a los digimon que os encontráis por la base. Al final uno de los Mamemon os dirige a una salita con ordenadores que, a diferencia de los de la sala principal, no están ocupados. Os indica que podéis usarlos como queráis, supone.

Os descargáis unos cuantos juegos multijugador y enseñáis a vuestros digimon a jugar. Válor no para de reirse mientras os ve jugar, aparentemente pasándoselo genial. Al cabo de un rato, empieza a brillar y se convierte en un digimon distinto una vez más.



-¡Alice! -es lo primero que dice Pagumon tras dejar de ser Chibomon-. ¡Aliceeee! ¡Juegas fatal, pardilla! ¡Ja, ja, ja, ja, ja!

@Asch (125%)

Asch, levantas la pierna y coges con ambas manos lo que sea que hayas pisado. Tiene el tamaño de un niño gordo, más o menos, y su panza es blandita. Lo alzas todo lo posible que para que le de la luz de la trampilla abierta y distingues un digimon con forma de osito blanco. Está atado de manos y amordazado para que no pueda hablar. Se está quejando débilmente; parece mareado y herido, con una herida enorme en la cabeza que le ha destrozado una de sus orejas.

-¡¿Q-qué le ha pasado a Kumamon?! -exclama entonces FanBeemon-. ¡Es uno de los cuidadores del Nido! ¡Esto no es bueno! ¡No es nada, nada bueno!

@Adair (200%) @Jeremy (150%)

Nori te mira un tanto confundido, Jeremy. No parece entender una gran mayoría de las cosas que estás diciendo, pero al menos el plan lo asimila al instante. Frota su frente contra tu costado a modo de abrazo.

-No estoy seguro de lo que quieres decir, Remy. ¡Yo no he hecho nada! Si te estás curando es porque eres fuerte. Y yo tengo que ser fuerte ahora por ti. ¡Así que quédate atrás y no hagas nada peligroso! -Entonces mira fijamente al digimon oso-. Y ese de ahí no es Kumamon, es otro digimon camuflado con su aspecto. Estoy seguro porque no huelen igual. Tendré cuidado, tal y como me has dicho.

El supuesto impostor también te escucha mientras esquiva los ataques de algunos PawnChessmon, pero no reacciona. Se dedica a continuar luchando contra las hordas de peones que se le echan encima. Cuando Gaogamon se lanza a ayudarle, KnightChessmon Negro se interpone en su camino. Levanta ambas patas para pisotear a Norizuna.

Adair, energía morada empieza a surgir de tu dispositivo digital y del cuerpo de Seraphiel. El Witchmon se lleva ambas manos a la cabeza, atravesando su sombrero con las garras inconscientemente, y se arrodilla en el suelo.

-No... No... No es tu culpa... No puedes echarte la culpa... -masculla, dolorido. Tu dispositivo digital empieza a vibrar-. No... ¿puede? Tengo que... yo... Es todo porque... yo... ¡yo...! ¡Yo! Estoy... tan... confundido...

Seraphiel empieza a ser tragado por la energía oscura que surge de su cuerpo.

-Pero tengo que digievolucionar... Tengo que ser más fuerte... Proteger... Proteger... ¡PROTEGER! WITCHMON SUPERDIGIEVOLUCIONA EN...

Spoiler: Mostrar

-... MAGNAANGEMON.

El arcángel renacido se levanta del suelo, serio, dándote la espalda. De su cuerpo todavía rezuma energía negativa. Entonces se lanza contra un PawnChessmon cercano y lo atraviesa con su espada. Y otro más. Y otro más.

-Desterrador de Almas.

De las manos de MagnaAngemon surgen una serie de balas de luz que chocan contra el techo justo encima de Sanzomon, tirándoselo encima y atrapando a una gran cantidad de enemigos al otro lado de la sala. Entonces, MagnaAngemon se lanza contra el siguiente enemigo que ve. Jeremy.

-¡Excalibur! -exclama con voz distorsionada, volando hacia el niño para empalarlo.

Spoiler: Mostrar

Aritriel: Usando la energía negativa almacenada en tu dispositivo digital, implanta un virus sobre el enemigo que destruye sus datos desde dentro y le hace deevolucionar una vez. Este logro es de UN uso y no funciona contra ciertos oponentes.

¡Excalibur!

Morir partido por la espada del Rey de Inglaterra no era la peor forma de hacerlo que se me ocurría, pero aun así no me parecía apetecible. ¿Qué le había pasado al Digimon de Adair? ¿Acaso era otro impostor? ¿Es que todo ser viviente iba a atacarme?

No había tiempo de pensar ni de planear nada. No había ninguna roca en la que clavar a Excalibur ni lago donde arrojarla; sin olvidar que era una maldita espada láser. Me tiré al suelo tratando de salir del camino y me centré en Gaogamon, que corría casi el mismo peligro que yo. ¿Por qué tenía que ocurrir todo a la vez?

-¡GAOGAMON, CARRERA DE GARRA DOBLE!

No le especifiqué un objetivo. Me daba igual a quién atacara, lo importante para mí era que aprovechara su velocidad sobrenatural para salir del peligro cuanto antes.

-¡Ahivalaostia! Te han dejado hecho fosfatina. Si es el cuidador del Nido, ¿entonces es como si fuera tu papi?

El pobre estaba fatal. Le quité la mordaza para que pudiera respirar mejor. Y hablarme, claro, no podía darle una tunda al culpable si no me decía quien era.

-¿Quien te ha hecho eso, blandito? ¿Por donde ha ido? Yuri, en cuanto lo diga mete directa, yo llevo a Kuma y te sigo.

A la que el osito señalara la dirección en la que estaba el culpable, sin perder un momento saldría corriendo con él bajo el brazo. No se que pretendía, pero machacar a un cuidador inocente hasta arrancarle una oreja no auguraba buenas intenciones. Si le hacia daño a algún digimocoso iba a crujirle la vida y si tenia rodillas también. O el equivalente más cercano.

Llámame suspicaz, pero la energía morada que salía de mi dispositivo daba un mal rollo absoluto y definitivamente no podía ser buena. Que Seraphiel se arrodillara en el suelo y empezara a gritar nada era culpa mía (de nuevo) tampoco era muy buena señal. En serio, tío, no sé en qué clase de pedestal me has puesto pero necesitas parar.

La transformación de Seraphiel me dejó algo conmocionado. El ángel tranquilo y sosegado se había convertido en una máquina de matar completamente fuera de control. Había sido un cambio tan radical que una parte de mi era incapaz de asumir que era el mismo Seraphiel de antes. Tras destruir media sala, el digimon se lanzó a por Jeremy y mi confusión no tardó mucho en convertirse en cabreo.

Oh, venga ya.

¿De verdad tienes tantas ganas de sentirte culpable por todo que prefieres matarnos a todos antes que aceptar que yo también cometo errores? ¿De verdad? Porque me temo que Sanzomon me ha dejado sin humor para aguantar estupideces.

-¡Seraphiel, para!-le grité sin pensármelo dos veces- ¡No ataques a Jeremy! ¿Qué te crees que estás haciendo? ¿No acabas de decir que las decisiones las tomo yo? ¡Pues detente de una vez, joder!

Al menos el chaval parecía haberse dado cuenta de que se había convertido en un objetivo a matar e intentó esquivar al Magnaangemon. Esperaba conseguir calmar al digimon o, al menos, detener al digimon antes de nos matara a todos.

Tras unas cuantas partidas enseñando a Cara cómo jugar a varios tipos de juegos la dejé jugar a su aire un rato para que se familiarizase con ellos. Me hacía mucha ilusión compartir mis aficiones y gustos con Cara, así que de veras esperaba que le gustase jugar y pudiésemos compartir más momentos así juntas. ¡Pero ella era un ser digital, así que seguro que le cogía el gusto!

—Cara —la llamé mientras me acercaba de nuevo a ella—. ¿Te gusta jugar? Cuando acabe toda esta aventura querrás, eh... ¿seguir jugando conmigo...?

Lo cierto era que me daba un poco de vergüenza preguntar algo así, después de todo Cara era la primera amiga que tenía que había mostrado un mínimo de interés por los videojuegos, así que era algo nuevo y raro para mí. Y tener vergüenza también era algo raro para mí, la verdad.

—¡Alice! ¡Aliceeee! ¡Juegas fatal, pardilla! ¡Ja, ja, ja, ja, ja! —exclamó de pronto Válor, que acababa de evolucionar, mofándose de su compañera.

—¡No pasa nada, Alice, yo te ayudaré a dominar todo tipo videojuegos!

»¡Cara, Alice! Juguemos a algo por equipos, vosotras dos contra mí. Os voy a enseñar cómo se hace —afirmé, crujiéndome los dedos de las manos y dibujando una sonrisa confiada en mi rostro.

No paraba de recibir una paliza tras otra por parte de Tris, incluso en aquellos juegos con los que estaba más familiarizada… de verdad que a aquella chica se le daban bien. Aunque bueno, quizás los juegos no fueran lo mío, pero darle su merecido a los que se reían de mí sí que se me daba de miedo.

Así que cuando escuché a Válor reírse en su nueva evolución, no tuve ningún reparo a darle un puñetazo desde arriba sobre su cabeza. A saber si le hacía deevolucionar, pero al menos un chichón sí que le iba a dejar.

—Calladito eras más mono —bufé dejando el mando sobre la mesa.

Tris entonces sugirió que jugáramos por equipos… bueno, si se le podía llamar por equipos a que nos uniéramos Cara y yo contra ella. Quién sabe, quizás tuviéramos media oportunidad de ganar.

—Si Cara no tiene ningún problema, por mi encantada de seguir dándole a esta bola de pelo —golpeé suavemente a mi compañero con el codo — más entretenimiento… si es que le va lo extremo —giré el rostro para mirarle con una sonrisa nada siniestra.

Aunque la amabilidad de Dianamon era reconfortante, parecía que no iba a ser posible aceptarla. Cuanto más tiempo esperara, menos posibilidades tendría de escapar de la base de la Resistencia.

Mientras estaban distraídos con sus Digimon y los juegos, me acerqué a Konpaku.

—Si queremos irnos, deberíamos hacerlo ahora. Ya nos hemos encargado de Alan, así que lo que nos queda por hacer es aprovechar que estamos menos vigilados para escaparnos sigilosamente. No tenemos tiempo para ir a buscar a Hawkmon, así que será mejor que le dejemos aquí. Es lo que quiere hacer, de todos modos —le susurré.

Dicho esto, me dirigí a la puerta de la sala con cuidado para no llamar la atención.