Vamos a jugar a... -Foro-

—¡Fiesta! —grité levantando os brazos nada más bajar de la limusina, aunque no me había hecho mucha gracia que me pidiesen ir sin mi gorro, ¡era mi seña de identidad!, además de que estos pantalones largos picaban.

Cuando estuvimos dentro, Yu localizó al Marqués de Sade en un piso superior y después a una puerta de madera bastante cantosa a un lado de la sala. Mi compañero habló de buscar pistas, pero a saber cuánto se podía buscar en una fiesta tan muerma como esta… los adultos eran muy aburridos.

—¡Oh! ¡Oh! ¡Ya se, ya se! —salté al venírseme una idea a la cabeza y bajando un poco la voz para que nadie nos escuchase se la conté a Yu —¿El Marqués es un científico, no? Entonces le encantará que le digan lo listo e interesante que es. La ciencia para mi es lenta y a no ser que haya explosiones y luces de colores me parece un aburrimiento, intenta hablar tú con él para eso, Yu —le pedí al chico mirándole con ojitos de polluelo —. Mientras lo haces, yo animaré esta fiesta e intentare que haya tal concentración de gente que nadie se dé cuenta de cuando nos movemos y podamos explorar todo esto en paz. Venga, vamos, vamos, ¡vamos!

Casi sin darle tiempo a responder a Yu, fui a una de las mesas para coger una copa de lo que esperaba fuese una bebida alcohólica y subí por las escalinatas al siguiente piso para que todos pudiesen verme.

—¡Eh, los de abajo! ¿Nadie os ha dicho como montar fiestas? Porque esta es tan aburrida que me estoy durmiendo… ¡Y yo no puedo dormirme! —alcé la copa y me bebí el contenido de un trago hasta de seguir —¡Venga, ponedme buena música para que os enseñe como nos montamos fiestas en Múnich!

Al final llegamos a las Vegas. Una ciudad en yankeelandia, que para alguien que había salido de una isla donde habían parajes increíbles, era aún increíble. Quiero decir, si miras, todo son parques temáticos sobre otras ciudades. No me gusta el juego de apuestas y todo, tengo poco dinero y he de guardarlo, pero sí que adoro una ciudad que quiere simular ser el mundo entero.

Al final llegamos al casino indicado, y tras inspeccionarlo no vimos nada de nada. Pero es que no habían cosas de esas que nos advirtieron en la información ni nada, y eso no molaba en absoluto.

Valeria escribió:De todos modos, ¿por qué te interesaba tanto esta misión, Rider?

-Ah, cierto. Me gustaría viajar por todo el mundo, ver cosas y tal. Las Vegas, si te fijas, es como si hubiesen juntado toooodas las ciudades "capitales" del mundo más famosas, les pusiesen neones y las colocasen por ahí. Es como un parque temático gigante del mundo, y eso es muy divertido. No te empapas de cómo es en realidad los sitios a los que vas y todo, claro, pero eh, ¡es divertido! Aunque el ambiente puede llegar a deprimir por la gente que apuesta y tal... ¿Tú qué piensas? ¿No crees que es curiosa la manera de ver a la gente según los yankees?

Entonces, se me ocurrió una idea. Si no podía ver el mal, seguro que podría sentirlo, ¿verdad? Así que tras escuchar la respuesta de Valeria, me la llevé a la barra, a una esquina, cerca donde estaba el barman pero sin que nos pudiesen ver sin fijarse mucho. Ahí usaría mi habilidad para sentir almas. Si no notaba nada raro, volveríamos a arriba y ahí volvería a utilizarla, en busca de algo inusual, como antes.

HUELLAS EN LA NIEVE

-Muy bidén, veo que os tomadis muy en serido vudestro trabajo -el monje asintió, satisfecho. Se dio la vuelta con decisión y echó a caminar, resbalando un poco en la nieve.

Os hizo atravesar el templo, donde visteis a un montón de gente en pose de meditación sentada en cojines, y os condujo hasta una especie de balcón enorme, debajo del cual había unas marcas de huellas que iban y venían. El rastro estaba muy claro, aunque bajaba por una ladera de la montaña especialmente empinada.

-¿Alguien ha traído unos esquíes? -preguntó Igna. Sería divertido, aunque no me gusta demasiado el frío.

-El frío a mí nunca me molestó -canturreó Suria-. ¿Qué? -preguntó, molesta, cuando todos la miraron.

-Buena sudeeeerte -os deseó el monje, asomándose al balcón-. Estaremos esperando vudestro regreso.

Comenzasteis a bajar poco a poco por la montaña, procurando pisar en las huellas que seguíais para no resbalar. Tenían cinco o seis veces el tamaño de unos pies normales, así que era sencillo.

Tras un rato caminando con los pies helados, alcanzasteis un punto en el que las huellas se dividían. Si seguíais recto, continuaban más o menos igual que hasta ahora: había marcas de pies que iban en vuestra dirección y en la contraria, hacia el templo; este rastro se internaba en un bosque de pinos completamente blancos. Un segundo rastro a la izquierda estaba hecho por huellas que sólo venían, y si lo seguíais tendríais que ir por un recodo muy estrecho y peligroso de la ladera de la montaña, en el que cualquier resbalón os podría arrojar al abismo. Por último, había un rastro que se desviaba a la derecha, bordeando el bosque de pinos y pasando bajo unas rocas altas que sobresalían. Este era un rastro que sólo iba en la misma dirección que vosotros, pero no tenía huellas en la dirección contraria.

-¿Hacia dónde vamos, Trev? -preguntó Igna, pateando el suelo para calentarse los pies.

EL JINETE SIN CABEZA

-¡De acuerdo! -Rada se convirtió en un bazoka y apareció en tu hombro. Era más ligera que cuando se había transformado la primera vez.

-Bueno, si es realmente necesario... Estaré en mi despacho, sí... -el alcalde se internó en el ayuntamiento, con gesto preocupado.

Estuviste esperando un rato, aguardando en posición.

-¿Realmente crees que tiene algo que ver en todo esto? -el eco de la voz de Rada sonó cerca de tu oído-. El alcalde, quiero decir. Yo veo lógico que pretenda ponerse a salvo...

Lo viste antes de sentirlo. Desde una de las calles que quedaban justo frente a vosotros, venía una figura siniestra: un jinete sin cabeza cabalgando un caballo sin cabeza. Cuando te pareció que lo tenías a tiro, disparaste y sentiste cómo te desinflabas de energía: los disparos de Rada eran muy potentes y te cansaban rápidamente. Sin embargo, diste en el blanco. El caballo fue derribado y voló por el suelo, y el jinete se estampó contra un edificio.

-¿Ya está? -preguntó Rada. Pero no.

El jinete sacó una especie de látigo blanco hecho de huesos unidos entre ellos. ¿era una columna vertebral humana? En cualquier caso, no era un arma normal, porque se extendía y se recogía según lo necesitara. Lo utilizó para columpiarse de una rama del árbol y aterrizó frente a la entrada del ayuntamiento. Luego envió la punta del látigo contra la puerta, que la atravesó, y lo recogió arrancando la hoja de madera y enviándola rodando a lo largo de la plaza. Levantó los hombros, amenazador.

-Parece que hay dos almas aquí para recolectar -dijo una voz que venía de todas partes.

EL MARQUÉS DE SADE

-¡Tú sí que sabes, tío! -gritó el encargado de la música-. ¡Vamos a darle cañaaaa!



La gente que estaba bailando comenzó a bailar al ritmo de la fiesta. Las mujeres se sacaron los vestidos por la cabeza y se quedaron vestidas sólo con corsés y las enaguas. Los hombres comenzaron a quitarse los trajes y se ataron las corbatas a la frente. Un viejo cogió una enorme fuente de ponche y ayudado por varias personas, comenzó a bebérsela de un trago...

Yu se había acercado al Marqués de Sade y parecía que había logrado captar su atención, pero en cuanto comenzó a desmadrarse la fiesta, el Marqués gritó como el que más y saltó a la planta de abajo, dejando a tu compañero pasmado. Derribó a un duque de una patada y comenzó a bailar con su pareja de baile, una duquesa, que era la mujer más despampanante de la fiesta. Los rizos de la peluca del Marqués se enrollaban y desenrollaban al ritmo de la música.

Yu te miró levantando los brazos, con expresión de perplejidad, como si te preguntara qué debía hacer ahora.

FEAR AND SOULS IN LAS VEGAS

-Bueno, es un poco limitada -bufó Valeria-. A nosotros siempre nos confunden con los mexicanos. No tengo nada en contra de ellos, pero jolín, ¡que estamos en otro continente! ¡Vaya forma de tirar de topicazos! -negó con la cabeza, contrariada-. De todos modos, en Death City hay más nivel cultural que en el resto de norteamérica, por lo que he visto. Estoy muy contenta con cómo nos tratan allí.

Guardó silencio mientras te concentrabas y tratabas de percibir alguna frecuencia del alma corrupta. Al principio no notabas nada, pero luego... durante un instante sentiste algo muy lejano, bajo tus pies. Una presencia perturbadora. ¿De qué se trataba?

Era extraño. Ya no podías seguir sintiéndola, pero esa presencia que habías notado estaba por debajo de vosotros. Sin embargo, no habíais visto ninguna escalera que bajara ni nada por el estilo. No parecía que hubiera forma de llegar abajo.

Traté de sentir algo, y lo conseguí. Pero era algo muy extraño, ya que venía de debajo nuestro. ¿Se nos había colado ver alguna cosa? Creo que no... lo habíamos examinado todo, pero es que no había nada de nada para bajar. Bueno, creo que todo, vaya.

-Uhm... no sé qué hacer, jo -dije a Valeria, alejándola un poco de la muchedumbre, por si nos estaban escuchando-. Viene de abajo la presencia, pero ha sido fugaz. La noté y de golpe dejé de sentirla. Fue como si desapareciese totalmente. Lo más raro es que venía de abajo, pero no hemos visto nada para ir hacia abajo, ¿verdad? ¿Tú viste algo para bajar? Si no, siempre podemos buscar un ascensor a ver si podemos ir para abajo, o decir que queremos ir al baño... Pero andemos con ojo, puede que se hayan dado cuenta de que les buscamos.

-No digo que tenga que ver con el Jinete sin cabeza concretamente... pero me da malas vibraciones y si resulta estar relacionado con esto quiero tenerlo cerca. En todo caso, siempre y cuando no se confirme que es el culpable, lo protegeremos.
En cuanto llegó el espectro, lo derribamos de un disparo, pero era mas resistente de lo que pensaba, pues se levantó como si nada.
-¡Te equivocas, esta noche tu alma será la única que sea recolectada!

Salí corriendo del ayuntamiento, hacia el Dullahan. Un látigo como ese era un arma muy puñetera a la que enfrentarse. Si intentaba golpearme normal y me cubría con Rada, quizá el látigo se doblara y podría golpearme en la espalda, así que tendría que agacharme. O peor, podría enrollarse en el Arma e intentar arrebatármela, en cuyo caso era mejor dejarme arrastrar junto a ella y aprovechar la proximidad para darle una patada en algún punto sensible como el cuello cortado. Si conseguía llegar corriendo hasta él, en vez de disparar de nuevo y agotar mis energías, sería mejor clavarle la bayoneta y rajarlo para irle debilitando.

No llevábamos siguiendo el rastro más de treinta segundos cuando empecé a temblar como un loco. ¡Qué frío hacía en esa maldita montaña, y eso que me había abrigado bien antes de salir! ¡Era como si toda la ropa extra que me había puesto hubiera desaparecido!

-¡La p-p-próxima vez record-d-d-d-d-dadme que vayamos a u-u-un s-s-s-s-sitio menos fr-f-frío!-conseguí decir tras luchar con mis propios dientes un rato. Me castañeaban tanto que casi me muerdo la lengua; y empecé a dar saltitos mientras avanzábamos para intentar entrar en calor.

Lo peor fue cuando descubrimos que el rastro se dividía. ¡Pero cuántos paseítos se ha dado la cosa esa! ¡Qué me estoy helando y no estoy de humor para perder el tiempo! ¡No seas cobarde y sal a luchar contra nosotros; que te voy a dar una paliza que lo vas a flipar! ¿Dónde estás? ¡Sal que te vea y deja que te mate rapidito! Entonces la pregunta de Igna me distrajo y me fijé un poco más en la nieve. Jo, pero yo no tenía ni idea. ¡Podía estar en cualquier parte, ¿no?! A ver, venga, Trev. Piensa un poquito. Inténtalo al menos. Si ha atacado el templo y no está ahí, ha tenido que marcharse, así que tiene que ser un rastro en nuestra dirección. Digo yo. Tras llegar a esa conclusión, se lo conté a las demás como pude, mientras seguía saltando. ¡Qué frío, qué frío, qué frío!

-Creo que podemos seguir r-recto o por el de la derecha. ¿Q-q-q-qué pensáis?

—¡Eso es, peña! ¡Así se monta una fiesta! —les animé empezando a moverme al ritmo de la música, aunque nada más ver a Yu indicándome como el Marqués se había ido también a bailar tuve que parar —. Joder, tío, no me esperaba que el viejales fuera tan animado, me va a dar pena matarlo.

Aunque ya no estaba bailando como antes, tanto mi mano derecha como pie golpeaban la barandilla de la escalinata siguiendo el ritmo mientras seguía decidiendo que hacer.

—Pues supongo que podremos ir por la puerta, ¿no? Esta todo el mundo bailando, con que sigamos el ritmo hasta la puerta y la abramos con alguno de tus chismes de Arma será suficiente —le indiqué a mi compañero uniéndome al mogollón con varios saltos y pasos animados que serían la envidia de todo el edificio —¡Vamosvamosvamos! ¡Cuánto antes terminemos con esto antes podremos volver a la pista de baile.

FEAR AND SOULS IN LAS VEGAS

-¿Y de qué nos serviría ir al baño? -preguntó Valeria, perpleja-. Hum... No sé, tengo la impresión de haber vivido esto ya. Buscar el modo de bajar al sótano de un casino... Pero no puede ser, es la primera vez que vengo a uno. ¿Y si preguntamos a alguien? Aunque nos arriesgamos a que nos pillen... ¿Crees que el barman sabrá algo?

EL JINETE SIN CABEZA

Esquivaste el ataque del látigo agachándote y lograste clavar la bayoneta al Dullahan en el pecho. Al rajarle hacia abajo, el cuerpo se dividió en dos y pareció desvanecerse. Un huevo de Kishin quedó flotando delante de ti. Entonces oíste un sonido de succión procedente del bazoka y el alma fue absorbida al interior del cañón.

-¡Nuestra primera alma conseguida! -se alegró Rada-. Ha sido fá-

Algo te golpeó en el lateral de la cabeza con tanta fuerza que casi te la partió en dos. Saliste volando y soltaste a Rada en el aire sin poder evitarlo. Tu arma cayó al suelo y rodó un poco por la plaza. Tú también lo hiciste, aunque no exactamente en la misma dirección, y frenaste de golpe al estamparte en la pared de una casa cercana.

-¡Red! -gritó la voz de rada, preocupada. viste su cara reflejada en la bayoneta del arma.

-Has hecho bien derrotando a mi vasallo -dijo la misma voz que antes-. Pero no importa, serás un buen sustituto.

Levantaste la vista. Lo que te había golpeado era el caballo del Dullahan, que estaba de pie sobre sus patas traseras y arrastraba la cola por el suelo. Dobló las patas delanteras como brazos humanos y juntó ambas herraduras en posición de meditación, como si rezara o algo así. Una de ellas estaba manchada de tu sangre.

Parecía esperar a que hicieras el siguiente movimiento. Entre Rada, tú y el caballo decapitado había exactamente la misma distancia, formabais un triángulo equilátero.

HUELLAS EN LA NIEVE

-¿Qué piensas tú, hermana? -preguntó Igna.

-Hum... -Suria meditó-. Sabemos que por el del centro va y viene. Sin embargo, por el de la derecha sólo ha ido, así que seguramente podríamos sorprenderle por la espalda si vamos por allí.

-¡Entonces por la derecha! -Igna se puso de su parte-. ¡Vamos allá!

Caminasteis siguiendo las huellas un rato más, aunque en cierto punto desaparecieron.

-¿Qué raro? -Suria miró a su alrededor-. ¿Habrá ido por...? -miró la pared rocosa que teníais a vuestra derecha... y de repente una figura enorme aterrizó a su lado.

Era un ser el doble de alto que tú y estaba cubierto de pelo completamente, aunque llevaba una especie de pantalones cortos. De hecho parecía un hombre absurdamente grande y peludo. Antes de que pudierais reaccionar, dio una tremenda patada a Suria con todas sus fuerzas y la mandó volando por los aires. Se estrelló contra la copa de un pino y se quedó allí encaramada, sin poder bajar y a unos quince metros de donde estabais.

-¡SURIA! -gritó Igna, y se transformó. Un sable curvado que llameaba apareció en tu mano.

-¿QUIÉN OS ENVÍA? -bramó la criatura-. ¿SHIBUSEN? ¿EH?

EL MARQUÉS DE SADE

Disimulando, atravesasteis la sala de baile que cada vez se desmadraba más y llegaste al hueco bajo la escalera de caracol donde nadie os prestaba mucha atención.

-Bueno, vamos allá... -Yu se transformó en un guantelete que te recubría el brazo entero hasta el hombro. Hiciste aparecer unas garras y las utilizaste para romper la cerradura.

Una escalera de caracol llevaba a las mazmorras. El sonido de la música de la fiesta retumbaba allí abajo, pero era ahogado por los lamentos y sollozos de un montón de chicas jóvenes, semidesnudas y muy sucias, encerradas en las celdas. Había ocho celdas en total, y dos o tres mujeres en cada una.

-Esto es horrible -masculló la voz de Yu-. ¿Cómo se atreve este tipo a...? No lo entiendo. En fin, ya tenemos todas las pruebas que necesitamos. Está claro que los rumores eran ciertos...

Al final de las mazmorras, más allá del pasillo con las ocho celdas, había una habitación que parecía mitad sala de torturas y mitad laboratorio científico. Instrumentos muy siniestros como damas de hierro y potros estaban conectados con cables a monitores de ordenador, y también había probetas y cosas así en un rincón.

-Yo decía lo del baño porque lo mismo nos decían que estaba abajo... pero supongo que eso sería tener mucha suerte. Me gusta más tu idea, la verdad.

Con una idea menos tonta, nos dirigimos ambas a la barra, para esta vez preguntarle al barman sobre un sótano. O algo.
Así pues, al estar en la barra, llamamos al barman y cuando se percató de nosotras, le hice un gesto para que se acercase y preguntarle sobre el sótano, diciéndole que sabíamos "el secreto" del casino y queríamos probar suerte, ya que nos habíamos quedado sin dinero. Quizá funcionase.

-Pero qué rayos... Vale, no quiero saber como le cortaste la cabeza a ese pobre desgraciado con las pezuñas.
¿Por qué había intuido que el caballo iba a darme problemas? La cosa estaba chunga. Muy chunga. No es que yo no pudiera defenderme desarmado, es que aquel caballo parecía muy fuerte. Y aunque yo era rápido, quizá más rápido que un caballo gracias al entrenamiento, ese no era un caballo normal. Aun así, llegar hasta Rada parecía la única apuesta viable. Tenía que aprovechar el momento que tardaría en reaccionar para acortar distancias lo máximo posible. Y si podía, confundirlo. Me fui levantando, encarándome a él, y cuando iba a dar el primer paso, fingí que iba a darlo hacia él para hacer una finta súbitamente y saltar hacia Rada. Tenia que alcanzarla y disparar al interior expuesto del espectro.
-¿¡Tápate las vergüenzas, no te parece, semental!?