@Loud[ I ], Light[II ], Zodiark[III], Sergio[III]:
-Vamos, estoy deseando ver qué hay más allá -dijo Tsuki.
-Sí, es hora de saber de dónde habéis venido -sonrió Flonne.
-Y de arreglar los problemas que nuestros enemigos hayan causado allí -aseguró Eguzki.
Bukamon se retorció en los brazos de Sergio y digievolucionó a Betamon.
-Ahora yo también estoy listo. Vamos, podremos con lo que sea.
@Drazham[III], Dyray[II ], Drail[III], Final[III], Loud[ I ], Light[II ], Zodiark[III], Sergio[III]:
Entre los dos edificios más grandes, intactos, una columna eléctrica apareció, como el resquicio de luz que se filtraba por una puerta. Los antiguos niños elegidos observaron asombrados cómo sus sucesores aparecían en medio de una ciudad hecha pedazos.
-¿Así que este es... Vuestro mundo? -preguntó el Betamon, Ben.
-Parece que ha habido una batalla aquí -observó Tsuki, un Tsukaimon.
-Mirad, están los generales que lucharon con nosotros en la batalla... ¡Magno y los demás, y también algunos miembros de su ejército! Fueron a parar aquí, después de todo -dijo Eguzki, el Hououmon.
-Pero no hay rastro de Mon -señaló Flonne, un Sakuyamon-. Andad con cuidado.
Los cuatro Digimon y sus compañeros humanos avanzaron unos pasos por la calle llena de escombros. Por ahora, reinaba la calma.
-Así que estabais bien -dijo Magno.
-Son fuertes -aseguró Ashura, mirando a los humanos-. Podemos confiar en ellos.
-Sí, fuertes y escurridizos -añadió Megidramon con sarcasmo.
-Yo... Apenas les conozco -WarGreymon se puso los brazos en la nuca y miro hacia el cielo con indiferencia.
Los dos grupos se reunieron, con cierta desconfianza, pero antes de que pudiesen intercambiar ni una palabra más, una de las pantallas que había en el edificio de la izquierda se encendió.
Apareció el rostro de Tomi... Y sí, indudablemente era él y no Mon. Eso quedó claro cuando en la pantalla opuesta, del edificio de enfrente, apareció un rostro idéntico, pero con grietas bajo las cuales parecía arder el rostro de Meramon. Parecía que no se había recuperado totalmente de las heridas de su última batalla.
-Niños Elegidos -dijo Tomi-. He intentado deteneros, pero vuestros Digimon son demasiado poderosos. ¿Por qué insistís en pasear por ahí junto a vuestros Digimon, peleando constantemente? ¿Por qué os oponéis a mí? Creo que no habéis entendido la naturaleza de mi proyecto, de lo que intentaba hacer. ¿Os contaron que pretendía digitalizar este mundo, verdad? Bien, ya lo he hecho. Pero Mon y sus Digimon no paran de entrometerse y no me dejan manipular el programa al máximo. ¡Ellos son el problema!
Suspiró teatralmente y se arregló el pelo.
-A ver -continuó Tomi-. Con el mundo digitalizado, en teoría debería poder moldearlo a mi antojo. ¿Qué tiene eso de malo? ¿Por qué dais por hecho que me voy a convertir en un dios malvado que esclaviza a la humanidad? ¡Adoro este mundo! ¡Todo esto lo hago por el bien de la Humanidad! ¿Qué os hace pensar lo contrario? Puedo crear un mundo en el que todos seamos iguales, un mundo en el que no exista el dinero, ni el hambre. Un mundo con espacio ilimitado, donde podamos crear arte directamente desde nuestras mentes. Un mundo donde todos, del primero hasta el último, podamos ser felices. Un mundo donde no existan conceptos como la enfermedad o la muerte. ¡Sé que algunos de vuestros amigos murieron en vuestro programa! Puedo resucitarlos. Si se da el caso, podría crear un paraíso personalizado para cada humano vivo sobre este planeta... Puedo hacerlo todo, de forma que todo el mundo tendrá todo lo que quiera. Sin embargo, os interponéis en mi camino. ¿Realmente queréis deshechar esta posibilidad? ¿Preferís poneros de parte de unos errores informáticos que llevan la violencia a cada rincón de nuestro mundo? ¡Son
monstruos! ¡Ellos no tienen cabida en el mundo perfecto! ¡Mientras ellos existan, existirán las luchas, la guerra, la muerte! ¿No lo veis? ¡Son bestiales, crueles, glotones, perezosos, egoistas! ¡Esos "Digimon" son la encarnación de todos los defectos de los Seres Humanos! No consentiré que impidan llevar la felicidad a la humanidad! Sé que vuestras vidas están ligadas a las suyas por culpa de esos Dispositivos con los que os han esclavizado, pero puedo deshacer esa conexión. Podréis volver a vivir sin vuestros Digimon, con vuestras verdaderas familias y amigos. Ayudadme. Ayudadme a destruir a los Digimon, a crear un mundo ideal... Y a cambio resucitaré a los niños que murieron durante vuestro viaje.
-¡Cierra la boca! -gritó Mon. Se oyeron unas interferencias y la pantalla de Tomi perdió el sonido, al tiempo que la voz de Mon llegaba hasta vosotros-. ¡Esto era justo lo que pretendía evitar! Yo... Yo también soy un Digimon. Mi deber es proteger proteger a todos los Digimon, proteger el Mundo Digital. Si ahora el Mundo Humano también es parte del Mundo Digital, eso significa que pertenece a los Digimon. Puedo unir todos los Mundos Digitales y crear una tierra en la que los Digimon convivan sin barreras ni límites. Un mundo donde por fin podremos vivir salvajemente y las digievoluciones se sucederán sin fin una tras otra. Un mundo libre y en constante cambio. Pero este mundo nunca será posible mientras existan humanos. Mi propósito actual es extinguir a los seres humanos para garantizar la seguridad de los Digimon. Vosotros, Niños Elegidos, habéis luchado junto a los Digimon... Y comprendo los vínculos que os unen a ellos. Sois probablemente los únicos ocho humanos capaces de aceptar a los Digimon. Es una pena... Que tengáis que morir también. Pero sé que tomaréis la decisión correcta, sé que os sacrificaréis para que vuestros compañeros puedan seguir existiendo. A cambio, devolveré a la vida a aquellos Digimon que lucharon junto a vosotros y cayeron en la lucha. Existe un Área en mi mundo en el que se reúnen los datos de los Digimon caídos. Puedo sacarles de allí, para mí sería sencillo. Así que por favor, no escuchéis a Tomi. La Humanidad debe ser destruida para que los Digimon puedan existir. Vosotros debéis ayudarme a destruirla.
-¿En serio crees que te harán caso? ¡Son humanos! ¡Sus familias están antes que sus patéticas mascotas! -se burló Tomi.
-Ya veremos quién ríe el último -replicó Mon-. Los Digimon son mucho más poderosos que los humanos, mucho más interesantes, mucho más variados. Un universo de Digimon es mucho mejor que un universo de Seres Humanos. Estos niños han viajado por el Mundo Digital, deben haberlo comprendido.
-¡Basta! ¡Ellos me ayudarán! -gritó Tomi-. Siempre habéis sido Niños Elegidos, ¿no? Pero esta vez, sois vosotros los que debéis elegir. Elegid la felicidad con la que todo humano vivo ha soñado siempre!
-¡No! ¡Elegid la libertad de los Digimon! -gritó Mon.
-¡Elegid!
-¡Elegid!
-¡Elegid!
Hubo una especie de interferencia y las pantallas se volvieron borrosas. Vuestros Digimon se miraron entre ellos.
-Yo no... No quiero un mundo en el que Sergio no exista -dijo Ben-. Estoy dispuesto a ponerme del lado de Tomi, si es por él.
-Sí, yo también... -añadió Eguzki-. Protegeré a Alazne aunque tenga que enfrentarme a todos los Digimon del mundo.
-Siento decir esto -añadió Magno-. Pero si me ordenas que me ponga de parte de Mon... Será la primera orden que tendré que desobedecer. No puedo atacarte. No puedo atacaros.
-Yo... No sé lo que debo hacer -Megidramon miró a Drail-. No puedo dejar que mueras... Pero en cierto modo tengo la sensación de que, si me dejo matar, te estaría traicionando...
-Deshonrado haga lo que haga -suspiró Ashura-. ¿Destruir a mi compañero o destruir a mi raza? ¿Qué clase de elección despiadada es esa?
-Protegeré a Marc -juró Flonne-. Y haré lo que me pida. Mientras uno de nosotros exista, el otro también existirá. Nuestra unión es más poderosa que cualquier decisión que podamos tomar ahora. Siempre estaremos juntos.
-Juntos... -Tsuki asintió-. No quiero seguir luchando. No quiero tener que tomar una decisión tan difícil. Pero haré lo que haga mi compañero. Yo le elegí. Confiaré en cualquier cosa que elija. Hasta el final.
-¡Pues a mi no me gustan! ¡Ninguna de las dos opciones me gusta! ¡Lo único que quería era estar con Flint! ¿¡Si sois tan dioses y tan poderosos, por qué ni siquiera sois capaces de concedernos algo tan sencillo!? ¡Me niego a trabajar para ninguno de vosotros!
Las lágrimas de Clear eran cálidas, y Tomi y Mon le observaron con manifiesto desdén mientras esperaban la respuesta de los humanos.