No recordaba que fuese tan popular.
Primero, me había ido de cita con Kine, con quien me había dedicado a hacer cosas de pareja, como rebuscar en la casa de un señor al que nos habíamos cargado en busca de algo que pudiesemos aprovechar para el clan. El hecho de que me hubiese acostumbrado a equiparme con cosas de muertos me perturbaba ligeramente, pero no estábamos como para desperdiciar nada. Y había sido divertido.
Tras eso, había venido la misión. ¡Mi primera misión como lider de grupo! Dentro de los inconvenientes que ya me esperaba (enanos de resaca, miembros de clan que solo se trataban pasivoagresivamente, conjuros que no salían como tenían que salir), la cosa había ido bastante bien, y habíamos podido volver a casa con todo lo necesario y sin ninguna baja más allá de algunos huesos rotos por parte de Bas y un intenso olor a pelo quemado por parte de Bolvir. ¡Y hasta habíamos podido reclutar a alguien nuevo! Bueno, técnicamente se nos había enganchado, sin más, pero no podía decirle nada. Al menos no hasta que me dijese donde se había comprado el bisonte.
Para celebrar el éxito de la misión, Vinu se había empeñado en llevarme de copas, y no era cosa de decir que no, así que acabé yendome de fiesta con el enano, lo cual, además de para descubrir que el alcohol en exceso provocaba que se me olvidase como funcionan mis propias alas, me sirvió para saber algo más de su vida antes del clan, algo que me fascinaba. Y que me ayudó a descubrir muchos nuevos datos sobre el físico de las elfas. Quizá algún día ese conocimiento me salvase la vida.
Conseguimos llegar al barco de alguna forma, y a la mañana siguiente, tras recoger a Baseryn, salí del barco (otra vez) para ir a que el joyero hiciese la cosa de la rosa. Contra mis pronósticos, resultó que el poder de la rosa no podía dividirse sin que los espíritus hiciesen cosas aterradoras y extrañas y nos quedásemos sin nada, y tras una breve negociación, acabamos llegando a un acuerdo: ella se quedaría con la rosa para usarla como gustase (al fin y al cabo se había cargado al cangrejo) a cambio del anillo que le había quitado al troll (aunque yo no podría usarlo como anillo precisamente, pero me valdría como corona). No estaba mal tener algo de resistencia extra al fuego antes de que alguien intentase chamuscarme las alas. Otra vez.
Con aquello resuelto, volvimos al barco, donde ya esperaba el tablón de misiones y varios de mis amigos discutiendolas con curiosa indignación.
Ojee la lista en silencio. Parecía que estábamos a punto de meternos en una guerra, y eso me emocionaba y me aterraba a la vez... Por mucho que me doliese reconocerlo, no consideraba que estuviesemos preparados todavía para arriesgarnos a ir cara a cara con Raulën. Era algo a lo que nos tendríamos que enfrentar en algún momento, pero no ahora, cuando todavía nos podíamos prender fuego a nosotros mismos sin querer.
Seguí bajando en la lista, y me detuve en seco al leer la que había puesto la Capitana, musitando un "¿Pero qué...?".
Por eso no había aparecido en la misión: Arsna había muerto (otra vez) sin que yo pudiese hacer nada al respecto (otra vez), y para añadir ofensa, en nuestro propio barco.
Me revolví el pelo, inquieto. Eso ya se pasaba de todos los limites. Si que matasen a uno de los nuestros ya me ponía nervioso, que hubiesen demostrado que lo podían hacer sin que nos enteraramos hasta que alguien nos pusiese un cartel en la cara me ponía aún peor. Investigar aquel
asesinato sería mi principal prioridad, como forma de compensar a Arsna por haberle dejado morir otra vez, y como forma de asegurarme de la seguridad del grupo.
-Quizá deberíamos de empezar a tomar precauciones extra... -comenté a los que estaban junto a mi en el tablón, mientras repasaba el resto de las misiones.- En principio, empezaremos a hacer guardia durante las horas de sueño, por turnos. Si alguien quiere volver a colarse en el barco, que pase por delante nuestro primero.
Resoplé por centésima vez y seguí leyendo misiones. Era buen momento para hacer
Materiales especiales; llevaba mucho tiempo queriendo hacer negocios con Lloyd, y ahora más aún. Como alternativa,
Cuerno de Dragolefante era buena opción: teníamos que caerle bien a la nueva.
Con eso decidido, regresé a mi habitación, repasando mi equipamiento, con intención de irme a entrenar un rato. El tema de Arsna me había dejado mal cuerpo y quería asegurarme de que estaba preparado por si había lío. Era hora de empezar a practicar con el hacha de guerra de Clovi, al menos hasta llegar al nivel de un
aprendiz de arma contundente.
Estaba rebuscando entre mis (cada vez más numerosos) cacharros, cuando me reencontré con la cimatarra que me había regalado Vinu. Tenía que seguir intentando acostumbrarme a usarla, necesitaba más potencia de combate.
Al verla, recordé vagamente que el enano me había comentado que Bolvir tenía la funda con la que recargar aquella espada.
No era un gran fan de las armas encantadas, pero la situación llamaba a medidas urgentes. Agarré la espada y volví a salir al pasillo, yendo en busca del lobo.
-Bolvir... Mi agradecimiento por tu ayuda con el tema del troll -saludé-. Así por curiosidad, ¿tienes a mano la funda de esto? -pregunté, alzando la espada- Creo que va siendo hora de tenerla preparada.
- Spoiler: Mostrar
- ¡Fechas, dónde sea y cuando sea!