LECCIONES EXTRA II
Las gemelas se miraron.
-¡Nos parece bien! -declaró Igna-. ¡Parece una misión muy interesante!
Mientras tanto, Izumi reaccionaba a las palabras de Red sobresaltándose y escondiéndose detrás de él, escena extraña ya que era varios años mayor. Finalmente, reunió valor para acercarse y hacerle una breve inclinación de cabeza.
Después, Red se acercó al cartel.
-No, llevas razón -respondió Rada-. Nuestro auténtico objetivo es salvar a las almas puras, no castigar a las malvadas. Eso es lo que creo yo.
Para entonces, Wild y Yu ya se habían hecho con una misión y se dirigían raudos a cumplirla. Valeria y Rita, por otro lado, tardaban más en decidirse.
-No recordaba que me tocaba elegir a mi -confesó Valeria-. De todos modos, de las dos que propones... ¡La de la ópera me gusta mucho más! ¡Vamos allá, Rita!
LA MANSIÓN DE LOS RECUERDOS
Al atravesar la ciudad italiana, apenas destacabais. No parecíais sino uno alegre grupo de turistas, si bien un tanto variopinto. En cualquier caso, no tardasteis en abandonar las zonas más concurridas de Florencia para internaros en calles flanqueadas por edificios ruinosos y apartados del centro de la ciudad.
La mansión era más bien una sólida fortaleza, y no estaba en ruinas precisamente.
-Es un edificio de estilo renacentista -comentó Suria, con aire pensativo-. Las columnas exteriores, el estilo equilibrado, los detalles artesanales de la fachada, esas ventanas redondas y... -Igna le dio un codazo-. Cierto, no importa. ¿Seguro que es aquí? No podemos entrar, la puerta... está tapiada.
Era verdad. Resultaba claro que entre las columnas decorativas del centro de la fachada había existido una puerta, pero grandes bloques de piedra impedían el paso.
-No cabe duda -dijo Ern, con expresión muy seria-. Es aquí. ¿No sentís la frecuencia demoniaca del alma? Pasar de esta línea -señaló los adoquines bajo sus pies- es ponernos en peligro.
Izumi, que se había adelantado unos pasos, soltó un chillido y retrocedió de un salto.
-¿C-cómo entramos? -preguntó.
-Es una buena pregunta -Ern miró a su alrededor-. O derribamos esa tapia, o trepamos a alguna de las ruinas de los alrededores y saltamos al tejado. Quizá haya algún agujero por allí arriba, una ventana abierta o lo que sea.
DEVORADORA DE ALMAS
El castillo de Hohenwerfen se elevaba en un promontorio rocoso en medio del bosque, pero no había mucha gente dispuesta a acercarse allí. El único tipo dispuesto a acercaros fue un lugareño con un tractor que os cobró un buen puñado de dólares y se quedó mirándolos durante un rato.
-Qué rústico es todo esto -comentó Yu, siendo bamboleado por las sacudidas del tractor. Ibais encaramados a la parte trasera, y el viejo que conducía ocupaba el único asiento-. Tengo la sensación de que van a salir unas vacas de los árboles en cualquier momento o algo.
Antes de que pudieras aclararle a Yu que resultaba poco probable que hubiera vacas viviendo en el bosque, algo salió realmente de entre los árboles. Cinco criaturas extrañas salieron de entre los árboles: parecían hombres hechos de lodo, pero tenían piedras rojas brillando en sus cabezas, a modo de ojos saltones, y unas largas garras de hueso sobresalían de sus muñones.
El viejo que os transportaba soltó una palabrota en alemán, cogió su escopeta y disparó a una de las criaturas. La hizo volar en pedazos, convirtiéndola en un amasijo de barro sin forma y trozos de huesos humanos. Las otras cuatro criaturas saltaron hacia ella al ver su alma roja brotar, y comenzaron a pelearse por devorarla. El hombre del tractor dio marcha atrás y el tractor comenzó a avanzar en dirección opuesta, a no mucha velocidad (por suerte, el camino detrás de vosotros era básicamente recto). Apuntó con la escopeta a los otros cuatro monstruos por si decidían acercarse (aunque estaban ocupados peleando) y os dijo en tono hosco:
-Nos volvemos, pero no pienso devolveros el dinero.
El camino estaba bloqueado por aquellos monstruos, pero veíais entre las copas de los pinos las torres del castillo, que se elevaba casi sobre vosotros.
ALMAS MORIBUNDAS
Las calles de Windham estaban casi desiertas. Las pocas personas que había realizaban sus tareas mecánicamente: conducían, limpiaban las calles o se limitaban a permanecer sentadas en bancos, sin expresión alguna.
-Es como una ciudad habitada por robots -dijo Rada, mirando a su alrededor-. Es horrible. Horrible...
Lo peor era el silencio. Desde que os habían dejado en el centro de la ciudad, no habíais escuchado nada salvo el sonido de vuestras propias voces. Y sin embargo, no era un silencio relajado, había una tensión palpable en el ambiente...
-¡Mira allí! -exclamó Rada.
Señalaba al tejado de un edificio cercano. Durante un segundo, visteis una criatura de escamas verdes y dagas afiladas que no era sino el típico velocirraptor de las películas de dinosaurios. Resultaba imposible que estuviera allí realmente, pero la vista no os engañaba. La criatura se apartó del borde del tejado y quedó fuera de vuestro rango de visión.
-¿Qué era eso? -preguntó tu compañera, perpleja-. ¿Entramos al edificio...?
EL FANTASMA DE LA ÓPERA
-¡VOY A ADMITIR -gritó Valeria- QUE NO ESPERABA QUE FUESE UN CONCIERTO DE ÓPERA ROCK! PERO, ¿SABES QUÉ? ¡ME GUSTA! -saltó sobre sí misma agitando las manos.
El sonido del bajo y la batería inundaba el anfiteatro, acompañado por el son de instrumentos más melódicos. Los fantasmales aullidos de la hermosa cantante ataviada con un vestido negro rasgado en partes estratégicamente sensuales resultaban casi hipnóticos. La multitud de fanáticos coreaba sin dejar de saltar y moverse, y aunque estabais casi en primera fila, en algunos momentos os resultaba imposible tener vigilada a la artista.
Mientras escuchabais, notaste la presencia de varios huevos de Kishin, pero era una percepción muy débil. Parecía ser fuera del anfiteatro, bastante lejos de donde estabais. Por supuesto, Valeria no se había dado cuenta de nada.