—Tres te necesitamos en el frente, Cinq no va a poder contenerlos durante mucho más tiempo —explicó rápidamente One acercándose a nosotros bastante alterado y con un terrible corte en la cara.
Tres me miró en ese momento dudoso de que hacer, todos sabían que se me había construido sin ningún sistema de defensa en caso de tener que luchar, por lo que podía ver en su cara que no deseaba dejarme a mi suerte.
—Dos necesita mi ayuda, ella no-
—Y nosotros la tuya, si nos dejas tirados las probabilidades de que destruyan a tu hermana son mayores que dejándola sola —le cortó rápidamente One girándose en un momento para enviar una onda de energía contra un grupo de soldados que se acercaban —. Te ayudaré a encontrar un sitio donde poder ocultarla, pero tienes que apoyarnos.
El reploide de pelo verde miró al líder aun algo preocupado e indeciso. Una explosión al otro lado de la sala nos sobresaltó haciendo que nos girásemos hacia allí para ver como una deformada cabeza de Six caía al suelo mientras que el resto de piezas que la componían se esparcían por todo el lugar. La expresión de One cambió al momento pasando de la calma que intentaba mostrar en todo momento a una que habría hecho estremecerse al más valiente incluso.
—Bien, iré con vosotros, solo ayúdame —decidió rápidamente Tres tras ver la mirada de odio de One.
Entre los dos me custodiaron hasta llegar a unas maquinas bastante grandes que había en una de las esquinas del laboratorio. Durante el camino había visto como los ataques de One cada vez se habían vuelto más y más violentos, sabía de la relación que habían querido que One y Six desarrollasen para el experimento, pero me llamaba mucho la atención como a este le habían dejado de afectarle las leyes de la robótica tras verla ser destruida.
—Dos, quiero que te quedes aquí hasta que todo esto acabe, los soldados no dañaran a papa y el resto de científicos, por lo que quiero que cuando los veas vayas con ellos inmediatamente, ¿entendido? —asentí recibiendo inmediatamente un abrazo por parte de Tres —. No hagas ninguna locura, hermanita.
—Y tú no dejes que te destruyan, Tres —le pedí no queriendo dejar de abrazarle.
Un avisó por parte de One hizo que Tres tuviese que soltarme para unirse a él. Antes de que pudieran irse, llegamos a escuchar una nueva explosión y un grito por parte de uno de nuestros compañeros haciéndonos saber que Acht había sido destruido. No esperaron a ver ninguna otra explosión, rápidamente salieron corriendo colocándose junto a Cinq el cual parecía haber perdido un brazo.
Desde mi escondite podía ver todo lo que ocurría en la pelea y me mantenía todo el rato en tensión llegando a saltar en más de una ocasión al ver que una bala o ráfaga pasaba cerca de Tres. Tenía suerte de que los escudos de Cinq siguieran activos y que One estuviese repeliendo a la mayoría de los soldados, dejando a Tres el trabajo de retener a los que sobrevivían a los ataques del líder con zarzas y hojas. Pero aquello no iba a durar mucho, un grito nos hizo saber que Sieben acaba de ser alcanzado por el enemigo y aunque no había sido destruido del todo, las balas le habían dado de lleno en su cerebro desactivándolo al instante.
Ya solo quedábamos cuatro y Cinq estaba al límite de sus fuerzas. One intentaba protegerlo lo suficiente para que pudiese crear una barrera mayor, pero una bomba de energía proveniente de los soldados tras ser apartados, hizo que los tres reploides acabaran separados…o al menos One y Tres para mi suerte, ya que de Cinq solo quedó un cuerpo maltrecho y calcinado al que le faltaban varias partes.
—¡Cinq! Maldita, sea ¡Tenias que haber venido a ayudarnos antes! —le gritó One a mi hermano furioso y con sus ojos mas iluminados de lo normal —. Si hubieras estado con nosotros Cinq podría habernos salvado.
—No podíamos saber que tenían esa clase de armas, One —intentó defenderse Tres golpeando a un soldado que atacaba a la espalda del reploide jefe con una de sus hojas —. No podíamos saber nada de esto.
El mayor no respondió levantándose y lanzando sus ondas hacia cuántos soldados fuese necesario. Su furia aumentaba y cada vez se me hacía más normal ver como aparecían sangrantes heridas en los cuerpos de los humanos. Unos pasos cerca de mi posición me hicieron saltar asustada y me escondí entre las sombras que daban las maquinas rápidamente, pero los soldados seguían acercándose y antes de que me diese cuenta habían conseguido encontrarme.
—Vaya, aquí estaba escondida la octava —comentó uno de los humanos apuntándome con su rifle.
—Eh, esta es la del sistema de información, intenta no dañar su cerebro, siempre puede servir para mejorar los ordenadores de la base —le recordó el otro también levantando el arma.
Estaba asustada, me había arrastrado hasta la pared para que no me viesen y ahora tenía imposible el escapar. ¿Realmente iba a morir allí? No, no iba a morir del todo, pero la idea de que me usaran para sus planes contra los reploides no era de mi agrado, prefería que me destruyesen antes de usarme para eso.
—¡Dos! —gritó alguien al mismo momento que unas zarzas saltaban contra los hombres desde uno de sus flancos tirándolos al suelo y alejándolos varios metros de mí. Al momento apareció Tres abrazándome para asegurarse de que estaba bien —. Lo siento, no me imaginaba que te encontrarían, yo lo siento…
—Tres… ¿qué ha pasado con One? ¿Dónde está? —le pregunté temblando en sus brazos.
—Él… ya no está —respondió él sin voz.
No era posible. One era el más poderoso de los ocho, el líder, al que habían creado con la capacidad de hacer frente a cualquier posible ejército ¿cómo podía haber caído él también? Ahora solo quedábamos nosotros dos rodeados por soldados que solo tenían como función matarnos y nosotros solo queríamos defendernos. No paraba de temblar en brazos de mi hermano, buscando que este me calmase, que me dijese que todo pasaría y que los científicos repararían a nuestros compañeros, que en un momento podría despertar de aquella pesadilla.
—Jodido montón de chatarra ¿te crees que te vamos a dejarte ir de rositas?
Nos giramos para encontrar a los dos soldados que había derribado mi hermano de pie y con sus armas apuntándonos. El miedo me paralizó en ese momento y aunque sé que lo que ocurrió después fue cosa de varios segundos, a mí se me hizo eterno.
Tres me empujó a un lado sacándome del radio de tiro de los humanos. Le vi levantarse al mismo momento que los hombres terminaban de preparar sus armas, sacó varias de sus hojas dispuesto a cortar las armas con ellas y seguidamente noquearlos, pero no iba a poder ser tan rápido. Las balas salieron de las armas en línea recta directas al cuerpo de Tres cuando este había lanzado una de sus hojas, la cual revotó en una de las balas, pero otra andanada de tiros se unía a la primera.
Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis e incluso siete balas golpearon finalmente el cuerpo de mi hermano. Grité su nombre esperando a que esquivara las siguientes, que se moviera y luchase, pero ya no era posible, ya no había nada que pudiese salvarlo.
La vista se me empezó a nublar mientras diferentes emociones recorrían mi cuerpo. Deseaba acabar con ellos, deseaba vengarme por todo el daño que nos estaban causando, por destruir a mis amigos, por tratarnos como monstruos, por matar a Tres. Iba…a… ¡matarlos!
—Reploide GO09-02. Iniciando sistema de combate… —salieron las palabras de mi boca en un tono mecanico —. Cargar archivo de combate… Retirar User Dos… —todo se volvía negro mientras notaba que mi conciencia se desvanecía poco a poco —. Iniciar User Dou.
* * *
Cuando desperté nuevamente me encontré en una habitación extraña y que no conocía. Estaba completamente blindada y no contaba no ninguna ventana, solo una puerta de hierro sin manillar. La cabeza me dolía y no conseguía recordar nada de lo ocurrido tras la muerte de Tres.
—¡Tres! —salté al momento intentando levantarme, pero cuando quise hacerlo sentí como mis brazos tiraban de mi hacia abajo y después todo mi cuerpo debido a un peso que antes no tenía — ¿Qué está pasando?
Miré a mi espalda para descubrir unos enormes y pesados tubos conectados a ella que llegaban hasta una enorme maquina. De ella también caía una especie de cadena sujeta a unos grilletes que mantenían mis brazos unidos tras mi espalda y los cuales siquiera me dejaban mover las manos.
Me retorcí todo lo que pude intentando liberarme, pero no tenía la fuerza suficiente para ello, ni tampoco me encontraba en condiciones como para hacer tanto esfuerzo, era como si la maquina me mantuviese adormilada.
Pasé un tiempo en aquella celda hasta que al final la puerta se abrió dejando entrar dentro a un hombre con bata al que pude identificar como el científico que nos había creado a Tres y a mí y un hombre uniformado. El segundo se quedó frente a la puerta vigilándola mientras que el primero se acercó hasta mí con cara triste.
—Papa ¿qué está pasando? ¿Por qué me han encerrado en este lugar? ¿Qué ha pasado con Tres y el resto?
El hombre se agachó hasta colocarse a mi altura y me pasó la mano por la cabeza queriendo que me tranquilizase.
—Dos, yo lo siento, tenía que haberte contado lo del sistema de combate —se disculpó el científico aunque yo no entendía de que hablaba —. Si lo hubieras sabido, habrías podido detenerlo, no habrías tenido que matar a esos hombres.
“¿Ma-matarlos? ¿Había matado a los soldados?”
—Pero yo no quería hacerlo, admito que deseé el vengarme tras que disparasen a Tres, pero no quería hacerlo, tienes que decírselo —le imploré desesperada haciendo que la cadena sonara y asustando al militar —. Yo… no soy un monstruo… no soy una Maverik.
Mi padre me abrazó en ese momento dándome su hombro para que llorase, aunque era sabido que no todos los reploides contábamos con la capacidad para llorar.
—¿Recuerdas que naciste después de Tres aun teniendo un numero menos? Eso fue porque al principio te di la capacidad de luchar —empezó a relatarme con un tono triste —, pero el sistema se descontroló por completo. Tuvimos que reiniciarlo y crear uno nuevo para impedir que ocurriera lo mismo, por eso cree un reploide que no pudiese luchar. Pensaba que de esa forma nunca llegaría a activarse el sistema de combate. Una reploide capaz de usar todos sus conocimientos en batalla podía haber sido realmente útil para cualquier batalla, más aun que One. Pero el reploide era demasiado inteligente, tanto que incluso había llegado a la conclusión de que era mejor eliminar también a inocentes —papá se detuvo unos segundos sabiendo que todo aquello me iba a ser imposible de asimilar al principio. ¿Me habían creado como tapadera? Solo existía para retener a una asesina —. No había conseguido eliminarla del todo y por no dañar más al sistema inicial de procesamiento, dejé el sistema inicial de combate como una medida de seguridad en casos extremos.
Y eso había ocurrido aquel día. Me había encontrado sola rodeada de los cadáveres de mis compañeros y con varias armas apuntándome. El sistema se había activado al sentir que necesitaba defenderme… y había matado a todos esos hombres.
—Tenía que habértelo dicho en su día Dos, pero tenía miedo de que eso te hiciera usarlo de forma incorrecta, de que pudieses hacer daño a tu hermano o compañeros —continuó el hombre entre lágrimas —. Tenía miedo de perder todo lo que había hecho, porque el proyecto me consumió por completo no solo como científico, si no como vuestro padre.
—Papá…
—Pero cometí un error y ahora lo he perdido todo, a tu hermano, al resto de reploides…
—Aun me tienes a mí, papá. Solo tienes que decirles lo ocurrido, solo tienes que arreglarme y eliminar el sis…
Una descarga recorrió todo mi cuerpo a la vez que perdía la visión. Dejé de sentir mis manos al segundo y con otra descarga ya no podía mover nada de cuello para abajo.
—Papá… ¿por…qué? —intenté hablar cada vez más débil.
—Lo siento, Dos, no puedo enmendar mi error, no puedo salvarte ahora —le escuchaba como una voz cada vez más lejana. Supe en ese momento que estaba intentando desactivarme para siempre, quería causar una avería en el circuito cerebral para que nunca más pudiese usarse —. Quizás algún día pueda recuperarte, quizá pueda recuperar a tu hermano también, pero hasta entonces tendrás que descansar.
Una última descarga y el mundo desapareció para siempre.