· Luga
La muchacha soltó un sonoroso suspiro ante la respuesta de Luga.
—Bueno, no pasa nada, gracias, preguntaremos a los demás pasajeros y...
—Escucha —intentó razonar su acompañante, sin dejar su tono sosegado— . Deberíamos ir primero a comprobar si nos lo hemos dejado en el camarote.
—Ja, lo que hay que oír, ¿acaso crees que me olvidaría de cogerlo?
Y él se limitó solo a encogerse de hombros de nuevo, cosa que pareció irritar al extremo a la chica.
—¡No, Max! Si nos vamos ahora y no está allí será demasiado tarde para recuperarlo.
—Ni que fuese algo tan importante, Harley. Estoy seguro de que nos acordaremos, y si no ya nos apañaremos...
—Estoy convencida de haberlo llevado, pero no está dentro de mi bolsa, ¡osea que alguien me lo debe de haber quitado!
—Pues quizás el viento se lo ha llevado.
—¿¡Otra vez con...!?
—O quizás se te ha caído de camino a cubierta.
—¡Mira! —dijo agitando una bandolera que llevaba encima— ¿Lo ves? ¡Esta cerrada!
—Pues quizás está en el camarote...
—Brrrrr, ¡está bien! ¡Tú ganas! Vayamos al dichoso camarote y verás como yo tengo razón.
Preocupada y ofendida, la chica se largó pasando cerca del alboroto que Luga llevaba un rato ya observando de reojo. Le siguió el otro chico, girándose al orco y haciendo un gesto para que les disculpase por esta interrupción del viaje. Luga había contemplado que el ambiente se caldeaba, pero que todos los marineros que habían aparecido ya empezaban a retirarse de nuevo. Entonces vinieron Rihat y Luadh acompañados de la pasajera elfa.
· Rihat & Luadh
Arlett no era capaz de disimular su emoción cada vez más creciente. La muestra de autoconfianza de la gargún y el apretón de manos acabó de impresionarla, y tras eso no perdió tiempo en empezar a seguir a Luadh para conocer a los demás.
—Mi hermano hace amuletos y talismanes mágicos, nada de muebles de estilo élfico, por si te referías a ello. Se podría decir que es un forjarrunas, pero en Calcherth no hay mucha demanda de sus productos, por eso los reparto fuera del continente. Nos llegan pedidos por correspondencia y… bueno, casi siempre son de amigos y familiares o gente a quien nos han hecho publicidad… es decir… en fin, familiares y amigos de amigos y familiares.
Los tres pasaron cerca de Luga, que parecía observar desde la borda la barahúnda que había en cubierta hace un momento. Unos marineros habían estado discutiendo, pero parecía que el ambiente ya se había calmado.
· Albator, Hav, Godin & Aria
—Nada de lo que deban preocuparse ustedes —respondió el hombre pez a las preguntas de Albator y Hav— . Una simple inspección rutinaria al llegar a puerto de parte de las fuerzas de seguridad de Calcherth. Tengan a mano los documentos que llenaron en el puerto antes de zarpar para agilizar el proceso.
—Hmm —asentió Vermillion— . Gracias por su consejo.
El capitán ignoró el comentario del enano y desapareció en el interior del barco de nuevo, seguido por Aria, que había decidido ir a buscar al grumete en problemas, y la pareja de pasajeros tan curiosa. La muchacha de las gafas parecía tener bastante prisa.
· Aria
No fue muy difícil dar con Rosvick. Aria bajó siguiendo a los muchachos hasta el pasadizo donde se encontraban las entradas a todos los camarotes de los pasajeros. Allí se encontraba el marinero, barriendo con una escoba. Parecía ajeno al tema de todo lo que había sucedido en cubierta, pero, cuando Aria le recordó las cajas que había abandonado, su cara perdió todo el color.
—Ay madre, ¡qué vergüenza! Tendré que disculparme luego con el capitán, pero, entiéndalo, solo quería agilizar el trabajo de los demás. Pronto íbamos a llegar al puerto y habría que descargar las mercaderías que traemos. Sacando las cajas antes hubiésemos tardado menos, pero claro… Luego me dijeron que me pusiese a barrer y con la aparición del capitán se me fue la cabeza a otro asunto.
Pareció dudar un momento. Apoyó la escoba a la pared de madera y sacó una pequeña bolsa de ropa que llevaba colgada de la cintura. La extendió a Aria.
—Pensaba regalárselo a la otra muchacha para que se acordara de mí en sus peores momentos, pero haré caso del consejo de tu amigo marinero y me la quitaré de la cabeza. Es una pena, sus ojos eran preciosos.
Dentro de la bolsa Aria encontró un frasco de color rojo, y reconoció que se trataba de una poción de salud.
—Es para las molestias que te has tomado en avisarme. ¡Gracias!
Aria recogió su equipaje en el camarote y regresó a cubierta rápidamente.
· Albator, Hav & Godin
—¡Atiza! ¿Viaja usted con un clérigo, sir Hav?
Vermillion se llevó el puño al pecho, saludando a Godin.
—Es un placer conocer a un clérigo peregrino que difunde la palabra de la Diosa en sus viajes. Servidor se llama Vermillion Purdue, de Sanlow. Ahora, sir Hav, sé sin lugar a dudas que el motivo de su viaje a Maltria no debe preocuparme en absoluto si va con semejante compañía.
Se acercaron al grupo Rihat y Luadh, acompañados de la pasajera elfa. Cerca de ellos quedaba Luga.
· Rihat, Luadh, Luga, Albator, Hav & Godin
—Saludos. Mi nombre es Arlett Shaethonel —se presentó la elfa que acompañaba a Rihat y Luadh— . Vuestros compañeros me han informado de que el destino de vuestro grupo es Calcherth, y que no habéis estado antes allí, ¿no es así?
Mientras decía eso, se dedicaba a repasar al grupo entero con la mirada, inspeccionando a los compañeros del elfo y la gargún en busca de otro personaje interesante.
—En ese caso estaría dispuesta a mostraros algunos lugares de referencia que podrían seros útiles cuando lleguemos.
—¿Qué suerte, no? —se alegró Vermillion— Desgraciadamente, servidor no se quedará mucho tiempo por el pueblo.
Siguieron las presentaciones. El humano lamentó no haber entablado conversación con el resto de pasajeros antes, y la elfa había quedado bastante satisfecha conociendo a los compañeros de Rihat y Luadh. Al rato, subió a cubierta Aria con el equipaje del grupo.
…
· Todos
El Sirena Perezosa, barco en el que viajaba el grupo, por fin entraba en las aguas sucias del puerto de Calcherth. Había mucha actividad en cubierta. Arlett asomó su cabeza e hizo una mueca de asco.
—Es asqueroso. Odio el olor a tabaco y alcohol que hace aquí ahora. Si quisiera tener arcadas nada más respirar me iría a algún bar del barrio bajo…
—Cierto es. A primera vista da la apariencia de una urbe entregada al vicio —admitió Vermillion— , más no debemos juzgarla por eso. En los sitios más miserables suelen hallarse los seres más vulnerables y necesitados.
—Señor, debe disculparme, pero apostaría a que usted tampoco ha venido nunca por aquí, y le consejería que hiciese como ha dicho y se apresurase en ir donde sea que vaya.
El humano quedó sorprendido. Arlett no lo decía con mala intención, pero se notaba la decepción en sus palabras. El navío por fin se detuvo y empezaron las operaciones de amarrar. Gran parte de los tripulantes se encontraba en cubierta, incluido el marinero Rosvick y el capitán, que respiraba hondo y se ataba los botones de su chaqueta. Unos marineros prepararon una escalera de madera para que los pasajeros pudiesen desembarcar a tierra firme, pero alguien estaba esperando este momento para subir a bordo.
—Capitán Bran, bienvenido a Calcherth.
Desde el muelle saludó una figura muy baja. Era un hombre, pero parecía un enano con la barba tan frondosa y oscura que tenía. Vestía con traje y gorro de oficial, y le acompañaba una docena de soldados con lanzas, todos uniformados. Poco a poco fue subiendo a bordo acompañado de ocho hombres.
—Gracias, teniente.
El hombrecillo sonrió.
—Ahora soy comandante.
El hombre pez asintió.
—Le felicito. ¿A qué se debe su visita, comandante? Normalmente viene un inspector a encargarse de… las inspecciones. ¿Quiere revisar los papeles y las licencias? Todo está al día, con los permisos y sellos del gobierno.
El hombrecillo bien vestido ojeó a los pasajeros presentes, ignorando las palabras que le dedicaba el capitán del barco. Arlett, Vermillion, Aria, Godin y Albator pasaron sin problemas su inspección. Sus ojos se entrecerraron al revisar a Luadh, Luga y Hav, y finalmente se detuvieron un momento en Rihat.
—Confío en que lo lleva todo en orden. ¿Y qué hay de ellos? ¿Son sus pasajeros?
—Sí. Solo viajaban con nosotros once. Faltan un par, de hecho. Rosvick, haz el favor de ir a buscarles.
El chaval asintió y se alejó temblando como una hoja.
—Perfecto —siguió el comandante. Señaló a un soldado humano joven que se encontraba al lado de las escaleras que bajaban a tierra— . Mostrad vuestra documentación a ese, vosotros ya podéis bajar.
Hubo unos segundos de duda, pero finalmente Vermillion inició el paso hacia el soldado. Arlett quiso hacer lo mismo, pero no iba a hacerlo sin el resto del grupo.
—Dime Bran, ¿qué clase de mercancías lleva en el barco? — siguió.
—Suministros. Medicinas, armas, munición, alimentos, libros. Esta vez no llevamos nada para las subastas, si desea puede revisar el inventario.
—Su disposición es más que buena, capitán, pero todo esto se lo voy a dejar a las autoridades portuarias y aduanas.
—Vamos —susurró Arlett al grupo mientras la conversación seguía. Vermillion ya había terminado y abandonaba el barco— . Aquí ya no se nos ha perdido nada.
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- Actualizada ficha de Aria. Añadido un pequeño texto sobre la religión del universo, como ha pedido Fornax, en el manual del jugador, en la sección de notas.