Re: Magic: Las sombras de Innistrad
Publicado: 28 Sep 2016, 18:06
- Ozzan Lavos - 20 vidas
- ¡Bien! Bien, venga, vamos.
Rick empezó a caminar de nuevo hacia las escaleras, visiblemente emocionado. Al fin y al cabo, tratar de abrir las tres jaulas de geists que había dejado el Enlazarunas había sido su trabajo desde dos semanas atrás y este había sido el único avance que se había hecho al respecto. Mientras bajaba tu compañero, pareció darse cuenta de algo y sacó de su bata un fajo de papeles doblados, que desplegó antes de pasártelos aun bajando escalones. A la luz de las velas situadas a cada lado de la escalera de caracol pudiste ver que todo el texto de la primera hoja lo había escrito Rick, y también que había al menos otro par de hojas así. Por las dos caras.
- No hace falta que te lo leas, sería torturarte con la letra tan pequeña que tengo, pero quizás quieras echarle un ojo luego. Leíste los apuntes sobre el origen de los geists de Enla, ¿no? Antes te dije que... "no sabemos nada sobre que sentimientos anclaron al geist Dos a este mundo", pero eso no significa que no le haya hecho un montón de pruebas no invasivas para saber al menos como es el flujo de éter en el interior de la jaula, lo que me permitió averiguar cómo abrirla, por cierto. Lo que está escrito ahí detalla cómo se hicieron las pruebas, pero el resultado es breve: es verdaderamente poderoso y parece no estar corrompido. No se detecta la variación típica en los flujos de éter que se da con los geists normales causada por la pérdida de memoria y capacidad cognitiva, ¡así que puede que conserve la capacidad de razonar!
Entrasteis por fin en la sala mayor del edificio, con su par de hileras de columna, una a cada lado y su techo altísimo, adecuado para poner a prueba a ciertos tipos de skaab. Enfrente vuestra se hallaba un pasillo formado tanto por las columnas como por las estanterías que se hallaban entre ellas, repletas de escritos con conocimientos arcanos muy variados. La mayoría de esos pergaminos o libros ya te sonaban, cómo pudiste comprobar mientras avanzabais por el pasillo. Sin llegar al fondo, llegasteis a una intersección formada por la falta de las estanterías de cada lado: a la derecha teníais la sala de experimentos y la izquierda estaba la sala de operaciones, con la sala de refrigeración accesible bajando de nuevo otras escaleras. Toda la arquitectura de allí abajo era muy tosca, debido a que se habían usado a skaabs para gran parte de la construcción, pero su antiguo dueño se había asegurado de hacer que las salas fueran espaciosas y con fuertes soportes. Como estudiantes de sus escritos, ambos sabíais que le gustaba jactarse de estar siempre preparado para no dejar escapar ninguna oportunidad.
Después de entrar en la sala de experimentos no tardasteis en llegar ante las tres jaulas de geists del fondo. Tenían las tres suficiente altura y grosor como para que un humano entrara en ellas, lo que facilitaba la tarea para la que habían sido diseñadas. Y eran de buena calidad, sin dudad, los geists allí encerrados no verían nunca la luz de sol sin que nadie los liberase antes. Rick se puso con esa misma tarea, subiéndose a una escalerita situado al lado de la jaula central y haciendo rotar unas válvulas que tenía en la parte superior mientras leía los valores mostrados en otros indicadores de presión a su lado y hacia los ajustes que iba considerando necesarios. Supusiste que se había preparado todo aquello, sobre todo cuando al final consiguió que se abriera la puerta de la jaula. Pero no estabas seguro de si el estallido de vapor que se produjo era intencional o no.
Entre el vapor se alzaba una figura varonil enfrente tuya, armada con una espada y con un colgante de la Iglesia de Avacyn al cuello. Al principio mantuvo con los ojos cerrados, respirando entrecortadamente, aunque sabías que no necesitaba hacerlo. Al poco tiempo, te miró, evaluando la situación mientras la confusión se reflejaba en su rostro. Acabó por alzar su espada en tu dirección antes de preguntar.
- ¿Sois sirvientes del necro-alquimista que me encerró aquí, no es así?
No se mostraba piedad en su pregunta.
- Balzak Voldaren - 20 vidas
El cochero se puso en marcha justo después de que acabaras de hablar, tomándose muy en serio tus órdenes, como cabría de esperar. El viaje no tardó mucho gracias a que el edificio que había decidido tomar Jarcos para establecerse esos días no andaba demasiado lejos de aquella posada. Al llegar, pudiste observar como aquel edificio también era de rica arquitectura, y si bien no se consideraría sobrecargado según los cánones de Stensia, sí que tenía muchos relieves en toda su fachada. Todo un logro que siguiesen ahí, considerando que en el pasado se había quemado por completo a juzgar por los rastros que había dejado el incendio tanto en aquel edificio como en sus vecinos. Ninguno había sido restaurado, al parecer, aunque la plazuela en la que estaban situados parecía indicar que habían visto tiempos mucho mejores.
En el portón de aquel edificio os esperaba un sirviente del contrabandista, puesto del que te hizo conocedor después de presentarse con todo el respeto del que era capaz de mostrar. Según sus palabras, su señor esperaba en el segundo piso del edificio y él mismo os acompañaría hasta él. Aceptando su guía, pudiste entrar en el edificio y observar los trabajos de restauración que se habían llevado a cabo dentro, que hacían casi impensable que se hubiera dado un incendio en él. Tu información sobre Rombacan Jarcos estaba resultando ser acertada, porque trataba de demostrar su riqueza en cada rincón, en cada pared, techo y suelo con toda obra de arte que tuviera en posesión. Observando de nuevo el traje de su empleado, resultó ser de buena costura, hecho a medida. Tu información también incluía el detalle de que el contrabandista solía gastar grandes sumas trasladando sus obras de artes de escondite a escondite, y ese mismo hecho justificaba que la decoración no acabase de cuadrar con la estructura del interior del edificio. Por suerte, no tuviste que contemplar mucho tiempo aquel despilfarro ostentoso e innecesario, dado que la escalera al piso superior se encontraba cerca de la entrada y la sala principal donde te esperaba Jarcos no quedaba a más de dos pasillos de distancia desde la escalera. Dejando que el sirviente abriese la puerta por ti, entraste a la sala y pudiste ver a Rombacan Jarcos en persona.
No te habían informado de que estuviese tan gordo. Su sirviente te presentó como Balzak de la casa Voldaren ante su amo antes de ocupar su sitio junto a la puerta e indicarte que podías tomar asiento en la larga mesa de comedor a la que también se había sentado Jarcos, en el final de la sala. De nuevo, rebosaba de arte, colocado más con la intención de que cupieran todas las obras dentro antes que con tal de hacer que lucieran bien. Carraspeando, Jarcos se dirigió a ti.
- Me informaron que estabas por la ciudad, así que hice que mi informador le diese una descripción de ti a mi sirviente -señaló con la barbilla, si todavía se podía llamar así, al hombre que te había acompañado-. Pero no esperaba que fueras a venir, no sabía que te interesase el contrabando... Pero, sabiendo algunos de los asuntos en los que estás metidos, sé que has venido al lugar correcto.
Después de terminar esa frase, sonrió demasiado. No te gustaba aquella sonrisa y tu instinto te puso en alerta mientras él te seguía hablando.
- Verás, soy un hombre de negocios. En Havengul, más que en cualquier ciudad de Nephalia, uno aprende rápido a hacer negocios o se muere. O peor: se queda chiflado, ya sabrás como son las cosas por allí con el maldito Ludevic haciendo de las suyas. Pero la cuestión es esa, adaptarse o morir. Tú has venido aquí para adaptarte mejor a los acontecimientos, supongo, y eso mismo es lo que he de hacer yo. Por eso mismo le aviso que sobre su cabeza hay un botín que no puedo pagar actualmente, según mis informadores. Dispone de dos mil monedas de oro, ¿no es cierto? Al menos, se supone que era así cuando llegó a la ciudad, pero seguro que ha tenido sus gastos, de los cuales yo seré uno de los culpables.
Acertaba en ambas suposiciones, pero se dispuso a continuar su discurso sin detenerse a regocijarse por poseer aquella información. No obstante, alzó su copa en tu dirección.
- Le dedico mi tiempo porque creo que me conviene más hacer negocios contigo que con los desgraciados de Drunau, que les den a los Stromkirk. Si, le dedico mi tiempo porque me adapto. Por favor, convénzame de que no me equivoco antes de que entremos en detalles.
- Nia - 20 vidas
No te hizo falta mucho tiempo para quedarte dormida, gracias a que el diablo se quedó callado al poco rato. Al menos solía hacer eso cuando querías dormir, aunque no estabas segura de por qué. De todas formas, fue su risa la que te despertó, aunque no hubiera sido un hecho muy extraño si no fuera todavía de noche. Por la luz que arrojaba la luna a través del ventanal pudiste saber que apenas había avanzado la noche. Las carcajadas del diablo iban en aumento a medida que te acababas por despertar.
-¿Nia?
Al parecer, alguien te llamaba desde fuera, en la calle. Estabas en un segundo piso, pero con la ventana abierta no había tenido que gritar mucho para que te enteraras, aunque no te sonaba su voz. Aun así, no tenías que preocuparte de que se enteraran otros en tu casa, ventajas de vivir sola. En cuanto a los vecinos, a estas alturas ya deberían estar todos dormidos. Cómo podrías estar tú.
-Soy yo, Matteo. ¿Te acuerdas de mí? Soy fan tuyo, un cátaro... No tenemos mucho tiempo, baja antes de que ella venga a por ti.
Acercándote a la ventana lo viste solo, enfrente de la entrada de tu casa mientras que su antorcha mostraba la preocupación de su cara.
- Dryope - 20 vidas
-Nos servirá. No se trata de un príncipe demonio, no somos suficientes como para invocar a un ente de tal poder. Ni estamos, ah, tan locas. Hemos preparado bien todo el ritual: la noche perfecta, una majestuosa fuente de poder para canalizar la llegada del demonio, un sacrificio... suficiente. Bastará -dijo la bruja que hacía de portavoz mientras señalaba vagamente con un barrido de su brazo una jaula puesta en el fondo de la habitación-. Se trata de una cazadora de licántropos que encontramos husmeando por los alrededores esta mañana.
Notaste a la bruja bastante tensa cuando pronunciaba esas últimas palabras, pero trató de cambiar su compostura para mostrarse más tranquila ante la situación. Continuó explicándote el ritual como era de esperar, ya sabías que solía ser aquella bruja la que se encargaba de dirigirse a ti tanto para asuntos más triviales como para tu instrucción en el conocimiento arcano de las maldiciones. No te había dicho su nombre, pero tampoco se lo habías preguntado, ni a ella ni a ninguna de las demás. Por otra parte, la bruja te estaba contando que el ritual se dividía en las siguientes fases: ellas encadenaban al sacrificio en el altar de siempre, luego entonaban el ritual mientras tu estabas presente cerca del altar y finalmente le dabas muerte a la cazadora de licántropos al final del cántico para que el demonio terminara de ser invocado.
Cuando terminó su explicación se escuchó en la choza un ruido desde la parte de atrás: unos gemidos y unos arañazos en el metal. Antes de que acabara por llamar tu atención, la portavoz de tu bruja habló de nuevo, con el mismo tono que usaba cuando te explicaba las maldiciones y sus efectos.
- Es la marca del demonio, un reclamo infernal sobre la carne del culpable. La Maldición de Sangrado... la hará más manejable. Será más fácil someterla en el ritual así, y también será más fácil atravesarle el corazón cuando le llegue su momento...
Dicho esto la bruja salió de la choza y se colocó en su posición, cerca del altar, y mientras se guardaba la hachuela que usaban para sacrificar animales, acabó dedicándote una reverencia mientras continuaba hablándote.
- Podemos empezar ya el ritual, si así lo desea. La luna apremia.
- ¡Bien! Bien, venga, vamos.
Rick empezó a caminar de nuevo hacia las escaleras, visiblemente emocionado. Al fin y al cabo, tratar de abrir las tres jaulas de geists que había dejado el Enlazarunas había sido su trabajo desde dos semanas atrás y este había sido el único avance que se había hecho al respecto. Mientras bajaba tu compañero, pareció darse cuenta de algo y sacó de su bata un fajo de papeles doblados, que desplegó antes de pasártelos aun bajando escalones. A la luz de las velas situadas a cada lado de la escalera de caracol pudiste ver que todo el texto de la primera hoja lo había escrito Rick, y también que había al menos otro par de hojas así. Por las dos caras.
- No hace falta que te lo leas, sería torturarte con la letra tan pequeña que tengo, pero quizás quieras echarle un ojo luego. Leíste los apuntes sobre el origen de los geists de Enla, ¿no? Antes te dije que... "no sabemos nada sobre que sentimientos anclaron al geist Dos a este mundo", pero eso no significa que no le haya hecho un montón de pruebas no invasivas para saber al menos como es el flujo de éter en el interior de la jaula, lo que me permitió averiguar cómo abrirla, por cierto. Lo que está escrito ahí detalla cómo se hicieron las pruebas, pero el resultado es breve: es verdaderamente poderoso y parece no estar corrompido. No se detecta la variación típica en los flujos de éter que se da con los geists normales causada por la pérdida de memoria y capacidad cognitiva, ¡así que puede que conserve la capacidad de razonar!
Entrasteis por fin en la sala mayor del edificio, con su par de hileras de columna, una a cada lado y su techo altísimo, adecuado para poner a prueba a ciertos tipos de skaab. Enfrente vuestra se hallaba un pasillo formado tanto por las columnas como por las estanterías que se hallaban entre ellas, repletas de escritos con conocimientos arcanos muy variados. La mayoría de esos pergaminos o libros ya te sonaban, cómo pudiste comprobar mientras avanzabais por el pasillo. Sin llegar al fondo, llegasteis a una intersección formada por la falta de las estanterías de cada lado: a la derecha teníais la sala de experimentos y la izquierda estaba la sala de operaciones, con la sala de refrigeración accesible bajando de nuevo otras escaleras. Toda la arquitectura de allí abajo era muy tosca, debido a que se habían usado a skaabs para gran parte de la construcción, pero su antiguo dueño se había asegurado de hacer que las salas fueran espaciosas y con fuertes soportes. Como estudiantes de sus escritos, ambos sabíais que le gustaba jactarse de estar siempre preparado para no dejar escapar ninguna oportunidad.
Después de entrar en la sala de experimentos no tardasteis en llegar ante las tres jaulas de geists del fondo. Tenían las tres suficiente altura y grosor como para que un humano entrara en ellas, lo que facilitaba la tarea para la que habían sido diseñadas. Y eran de buena calidad, sin dudad, los geists allí encerrados no verían nunca la luz de sol sin que nadie los liberase antes. Rick se puso con esa misma tarea, subiéndose a una escalerita situado al lado de la jaula central y haciendo rotar unas válvulas que tenía en la parte superior mientras leía los valores mostrados en otros indicadores de presión a su lado y hacia los ajustes que iba considerando necesarios. Supusiste que se había preparado todo aquello, sobre todo cuando al final consiguió que se abriera la puerta de la jaula. Pero no estabas seguro de si el estallido de vapor que se produjo era intencional o no.
Entre el vapor se alzaba una figura varonil enfrente tuya, armada con una espada y con un colgante de la Iglesia de Avacyn al cuello. Al principio mantuvo con los ojos cerrados, respirando entrecortadamente, aunque sabías que no necesitaba hacerlo. Al poco tiempo, te miró, evaluando la situación mientras la confusión se reflejaba en su rostro. Acabó por alzar su espada en tu dirección antes de preguntar.
- ¿Sois sirvientes del necro-alquimista que me encerró aquí, no es así?
No se mostraba piedad en su pregunta.
- Balzak Voldaren - 20 vidas
El cochero se puso en marcha justo después de que acabaras de hablar, tomándose muy en serio tus órdenes, como cabría de esperar. El viaje no tardó mucho gracias a que el edificio que había decidido tomar Jarcos para establecerse esos días no andaba demasiado lejos de aquella posada. Al llegar, pudiste observar como aquel edificio también era de rica arquitectura, y si bien no se consideraría sobrecargado según los cánones de Stensia, sí que tenía muchos relieves en toda su fachada. Todo un logro que siguiesen ahí, considerando que en el pasado se había quemado por completo a juzgar por los rastros que había dejado el incendio tanto en aquel edificio como en sus vecinos. Ninguno había sido restaurado, al parecer, aunque la plazuela en la que estaban situados parecía indicar que habían visto tiempos mucho mejores.
En el portón de aquel edificio os esperaba un sirviente del contrabandista, puesto del que te hizo conocedor después de presentarse con todo el respeto del que era capaz de mostrar. Según sus palabras, su señor esperaba en el segundo piso del edificio y él mismo os acompañaría hasta él. Aceptando su guía, pudiste entrar en el edificio y observar los trabajos de restauración que se habían llevado a cabo dentro, que hacían casi impensable que se hubiera dado un incendio en él. Tu información sobre Rombacan Jarcos estaba resultando ser acertada, porque trataba de demostrar su riqueza en cada rincón, en cada pared, techo y suelo con toda obra de arte que tuviera en posesión. Observando de nuevo el traje de su empleado, resultó ser de buena costura, hecho a medida. Tu información también incluía el detalle de que el contrabandista solía gastar grandes sumas trasladando sus obras de artes de escondite a escondite, y ese mismo hecho justificaba que la decoración no acabase de cuadrar con la estructura del interior del edificio. Por suerte, no tuviste que contemplar mucho tiempo aquel despilfarro ostentoso e innecesario, dado que la escalera al piso superior se encontraba cerca de la entrada y la sala principal donde te esperaba Jarcos no quedaba a más de dos pasillos de distancia desde la escalera. Dejando que el sirviente abriese la puerta por ti, entraste a la sala y pudiste ver a Rombacan Jarcos en persona.
No te habían informado de que estuviese tan gordo. Su sirviente te presentó como Balzak de la casa Voldaren ante su amo antes de ocupar su sitio junto a la puerta e indicarte que podías tomar asiento en la larga mesa de comedor a la que también se había sentado Jarcos, en el final de la sala. De nuevo, rebosaba de arte, colocado más con la intención de que cupieran todas las obras dentro antes que con tal de hacer que lucieran bien. Carraspeando, Jarcos se dirigió a ti.
- Me informaron que estabas por la ciudad, así que hice que mi informador le diese una descripción de ti a mi sirviente -señaló con la barbilla, si todavía se podía llamar así, al hombre que te había acompañado-. Pero no esperaba que fueras a venir, no sabía que te interesase el contrabando... Pero, sabiendo algunos de los asuntos en los que estás metidos, sé que has venido al lugar correcto.
Después de terminar esa frase, sonrió demasiado. No te gustaba aquella sonrisa y tu instinto te puso en alerta mientras él te seguía hablando.
- Verás, soy un hombre de negocios. En Havengul, más que en cualquier ciudad de Nephalia, uno aprende rápido a hacer negocios o se muere. O peor: se queda chiflado, ya sabrás como son las cosas por allí con el maldito Ludevic haciendo de las suyas. Pero la cuestión es esa, adaptarse o morir. Tú has venido aquí para adaptarte mejor a los acontecimientos, supongo, y eso mismo es lo que he de hacer yo. Por eso mismo le aviso que sobre su cabeza hay un botín que no puedo pagar actualmente, según mis informadores. Dispone de dos mil monedas de oro, ¿no es cierto? Al menos, se supone que era así cuando llegó a la ciudad, pero seguro que ha tenido sus gastos, de los cuales yo seré uno de los culpables.
Acertaba en ambas suposiciones, pero se dispuso a continuar su discurso sin detenerse a regocijarse por poseer aquella información. No obstante, alzó su copa en tu dirección.
- Le dedico mi tiempo porque creo que me conviene más hacer negocios contigo que con los desgraciados de Drunau, que les den a los Stromkirk. Si, le dedico mi tiempo porque me adapto. Por favor, convénzame de que no me equivoco antes de que entremos en detalles.
- Nia - 20 vidas
No te hizo falta mucho tiempo para quedarte dormida, gracias a que el diablo se quedó callado al poco rato. Al menos solía hacer eso cuando querías dormir, aunque no estabas segura de por qué. De todas formas, fue su risa la que te despertó, aunque no hubiera sido un hecho muy extraño si no fuera todavía de noche. Por la luz que arrojaba la luna a través del ventanal pudiste saber que apenas había avanzado la noche. Las carcajadas del diablo iban en aumento a medida que te acababas por despertar.
-¿Nia?
Al parecer, alguien te llamaba desde fuera, en la calle. Estabas en un segundo piso, pero con la ventana abierta no había tenido que gritar mucho para que te enteraras, aunque no te sonaba su voz. Aun así, no tenías que preocuparte de que se enteraran otros en tu casa, ventajas de vivir sola. En cuanto a los vecinos, a estas alturas ya deberían estar todos dormidos. Cómo podrías estar tú.
-Soy yo, Matteo. ¿Te acuerdas de mí? Soy fan tuyo, un cátaro... No tenemos mucho tiempo, baja antes de que ella venga a por ti.
Acercándote a la ventana lo viste solo, enfrente de la entrada de tu casa mientras que su antorcha mostraba la preocupación de su cara.
- Dryope - 20 vidas
-Nos servirá. No se trata de un príncipe demonio, no somos suficientes como para invocar a un ente de tal poder. Ni estamos, ah, tan locas. Hemos preparado bien todo el ritual: la noche perfecta, una majestuosa fuente de poder para canalizar la llegada del demonio, un sacrificio... suficiente. Bastará -dijo la bruja que hacía de portavoz mientras señalaba vagamente con un barrido de su brazo una jaula puesta en el fondo de la habitación-. Se trata de una cazadora de licántropos que encontramos husmeando por los alrededores esta mañana.
Notaste a la bruja bastante tensa cuando pronunciaba esas últimas palabras, pero trató de cambiar su compostura para mostrarse más tranquila ante la situación. Continuó explicándote el ritual como era de esperar, ya sabías que solía ser aquella bruja la que se encargaba de dirigirse a ti tanto para asuntos más triviales como para tu instrucción en el conocimiento arcano de las maldiciones. No te había dicho su nombre, pero tampoco se lo habías preguntado, ni a ella ni a ninguna de las demás. Por otra parte, la bruja te estaba contando que el ritual se dividía en las siguientes fases: ellas encadenaban al sacrificio en el altar de siempre, luego entonaban el ritual mientras tu estabas presente cerca del altar y finalmente le dabas muerte a la cazadora de licántropos al final del cántico para que el demonio terminara de ser invocado.
Cuando terminó su explicación se escuchó en la choza un ruido desde la parte de atrás: unos gemidos y unos arañazos en el metal. Antes de que acabara por llamar tu atención, la portavoz de tu bruja habló de nuevo, con el mismo tono que usaba cuando te explicaba las maldiciones y sus efectos.
- Es la marca del demonio, un reclamo infernal sobre la carne del culpable. La Maldición de Sangrado... la hará más manejable. Será más fácil someterla en el ritual así, y también será más fácil atravesarle el corazón cuando le llegue su momento...
Dicho esto la bruja salió de la choza y se colocó en su posición, cerca del altar, y mientras se guardaba la hachuela que usaban para sacrificar animales, acabó dedicándote una reverencia mientras continuaba hablándote.
- Podemos empezar ya el ritual, si así lo desea. La luna apremia.