El pacto de Quenamur

Por +3 de defensa llevaría los calzoncillos por encima, ya lo creo
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Drail
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Drail » 26 Nov 2017, 19:54

· Rihat & Albator

Con una rápida reacción, Albator se desplazó evitando el escuerzoespín que tenía delante para disparar al que se estaba llevando a Waltiln. Este intentó impedírselo derribándolo, pero Rihat clavó a tiempo su lanza en la pata anterior del animal, consiguiendo así frenarlo. (Tirada existosa)

Mientras tanto, Waltiln intentaba inútilmente deshacerse de la lengua que le cubría el cuello y parte de la cabeza. Rebuscó en sus bolsillos algo con lo que ayudarse, alguna herramienta que en un despiste quizás se había llevado al salir, pero lo único que consiguió fue dejar caer un cacho de papel arrugado que se le escapó de las manos. (Tirada automática fallida)

Por suerte para él, Albator disparó a la rana y dio de lleno en su lengua. El cacho donde había dado diana explotó en varios pedazos. (Tirada existosa) El marinero dio otro disparo, esta vez a la criatura, pero, con el movimiento de esta, el tiro fue a parar a su tímpano, y acabó bastante herida. (Tirada existosa)

Sin embargo… Ni el escuerzoespín que Rihat retenía empalándole con su lanza ni el que Albator había casi destrozado parecían aturdidos, a pesar de la sangre que emanaba de sus heridas. Waltiln pudo quitarse de encima la pastosa lengua del animal ahora que ya no formaba parte del cuerpo de este.

—¡Gracias!

Sin saber qué más poder hacer en esa situación contempló huir entrando a la casa. Rihat seguía reteniendo, sin necesidad de mucho esfuerzo, el animal, pero este intentaba atacarle, y se le sumó el tercer escuerzoespín, que saltó de frente hacia la gargún… Y terminó dándose de cabeza contra el portal. (Tirada fallida) Mientras, el otro usó su pata libre para darle un zarpazo a Rihat, y pesé que hundió más el arma en su cuerpo consiguió alcanzarla… (Tirada existosa) Sin hacerle mucho daño gracias a su armadura.

Era arriesgado pasar cerca de allí. Waltiln corrió a esconderse detrás de la mesa de madera de la terraza. El que Albator había deslenguado tenía espasmos, pero se puso de cuatro patas y se abalanzo con fuerza hacia el marinero.
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Albator podrá volver a usar su carabina dentro de 2 turnos.


· Luadh

Antes de dirigirse a la casa del alcalde, Luadh se acercó al grupo de bardos para ver mejor cómo eran. El niño orco no debía llegar a los 10 años y a pesar de eso era bastante decente su actuación con un instrumento de cuerda. Tocaba sentado al último escalón que subía hacia la entrada del apotecario, y a su lado, de pie, tocaba una mujer encapuchada otro instrumento similar, pero que hacía un sonido más agudo.

A pie de la escalera, el elfo de pelo castaño y largo cantaba con grandilocuencia, y el enano acompañaba a los tres con un instrumento de viento. Estos dos tenían un aspecto más común en comparación a sus dos colegas, y hasta un poco vulgar como para ser bardos.

Una vez estudiados los músicos de la plaza, Luadh inició la marcha hacia la casa del alcalde. Subió por las escaleras que pasaban a través de un túnel cavado en la pared de roca que separaba ambos barrios y llegó al barrio alto. En medio de la plaza había lo que parecía un pozo, y el suelo estaba decorado con piedras policromadas que hacían un mosaico. Todo estaba inmaculado, por primera vez veían arboles decorando las calles, y, en general, el estilo de los edificios, las ventanas, los tejados, las fachadas y el mobiliario urbano, era aún más colorido y trabajado. Se respiraba un ambiente distinto, más tranquilo y lujoso… pero no había nadie.

El elfo continuó su paseo yendo por la calle que acababa en la salida norte de la ciudad, y llegó por fin a la casa de Waltiln Windsailor. Era un edificio de dos pisos con las paredes blancas llenas de hiedras. Las ventanas del piso de abajo estaban cerradas y tapadas por unas cortinas azules, y no se podía ver el interior, además, unas verjas con formas y motivos de ramas las protegían. Una larga maceta llena de flores rodeaba y protegía el acceso al interior, de tal manera que la única forma que tenía de entrar era por lo que parecía la entrada a un jardín. Del lado izquierdo de la casa salía una reja con puerta. Antes de que Luadh pudiese cruzarlo escuchó de repente dos disparos proviniendo de la casa. La calle estaba desierta, nadie más aparte de él, y probablemente los vecinos en sus casas, pudo reaccionar a ese estruendo. El elfo se apresuró, pero otra sorpresa le aguardaba.

Detrás de la reja, pudo ver dos escuerzoespines en medio de un camino que terminaba en unas escaleras que bajaban a la orilla del lago que tenía detrás la casa. Eran ranas de gran tamaño cubiertas de finas y puntiagudas púas, un poco territoriales, pero había algo raro. Estaban ambas cubiertas de una película pastosa blanca que, de lejos, el elfo no distinguía. No habían reparado en él, se movían hacia unas escaleras que subían a una terraza.


· Godin & Aria

—Pues bueno —empezó el pescador aclarándose la garganta tras recibir el dinero— el tema está fatal, ¿sabéis? Hace ya un par de años que se empezó a decir que Maltria estaba maldita, y que la gente que salía de la región de Calcheth no volvía. ¡Qué tontería! La gente hacía como si fuera el fin del mundo, ¿a quién le importaba si ya no se podía ir a Gamenmq o Blathis? Esas aldeas llenas de paletos y fanáticos no se podían ni comparar con nuestro fantástico pueblo, ¡y Pehnti fue un regalo que lo perdiésemos de vista!

Se tomó una pausa para continuar bebiendo. De la cocina salía un olor apetecible del guiso que Godin había pedido.

—¿Y eso? —preguntó el orco.

—¿Eh?

—Lo de perder de vista esa ciudad.

—Imagínatelo. Pehnti era considerada la ciudad con mejor milicia de la isla. Era un pueblo de soldados viviendo en el medio de la nada, abasteciéndose de vez en cuando con lo que las demás ciudades proporcionaban a cambio de un acuerdo de tregua y protección. Debido a la guerra de los titanes empezó a construir fortalezas en su región temiendo que esta quizás llegase hasta este rincón de mundo. Se quedaron sin recursos y comenzaron a exigir ayuda de Sairaar, la región mayor de Maltria. No tengo ni idea de cómo termino el asunto, pero no pudieron terminar nada antes de que acabase la guerra, me parece recordar. Ni murallas, ni cuarteles… Ya empezamos a temer que se le cruzasen los cables y aprovechasen su fuerza para armar algún conflicto, pero mira ahora, ja! Cuanto menos sepamos de ellos mejor.

—¿Calcherth también abastecía esa ciudad? —el orco se rascó la barba pensativo.

—Por suerte no, faltaría más. Me hubiese sentido estafado de haberlo hecho, porque ahora nosotros somos los que nos encontramos en un apuro y no queda nadie de esta puñetera isla que nos ayude. ¿Os acordáis de lo que he dicho de hace un par de años? Eso no era nada comparado con lo de ahora.

Se acomodó en el taburete y se le dibujó una sonrisa pícara.

—Hace unos días yo estaba en un asentamiento en el Vergel Negro. No es dejéis engañar por el cubo con dos sardinas que tengo aquí, yo no soy pescador. Se podría decir que soy… oportunista, de profesión, ¡ja, ja! … El caso es que estaba ayudando a los leñadores del pueblo, y el día que me cansé de ese trabajo fue porque vi un ciervo blanco.

La expresión del orco cambió a una mezcla de sorpresa e interés.

—Pero no era exactamente eso. El animal estaba muerto, en el suelo, cubierto por crostas grises y blancas. A mí me pareció extraño, así que fui a buscar a los demás. Cuando regresamos al sitio donde había visto yo el ciervo este ya no estaba, y esos idiotas me tomaron por un bromista. Esa fue la gota que colmó el vaso. La mañana siguiente fingí estar enfermo y me mandaron de vuelta a Calcherth. No soportaba a esos engreídos que se pensaban que ese trabajo tan cansado era el mejor del mundo, que no era lo hombre suficiente como para aguantarlo, ja, ja. ¿Pues sabéis qué?

En ese momento Digby entró de nuevo en la habitación con el guiso apunto. Mientras lo servía a Godin, con los cubiertos correspondientes, interrumpió al pescador charlatán con una expresión muy seria.

—Ahora, ese grupo de leñadores se encuentra en paradero desconocido.



Al terminar la bebida, el autoproclamado oportunista continuó:

—¿Os acordáis del viejo de la gorra de antes? El que se ha ido del bar. Ese hombre es el farero, y su hijo, que es el propietario del Reposo del Jabato, formaba parte de ese grupo de leñadores y era amigo de Digby.

—Para de hablar en pasado, Abelar —contestó el propietario del bar, contrariado—. Yo no he dado a Rote y los demás por muertos.

—Pues ojalá Forest pensase como tú. No nos habría montado un numerito así quizás… Quién sabe, a lo mejor mi próximo trabajito lo consigo en la posada, je… Bueno, ya os he contado mi experiencia con esto de las desapariciones. Algunas otras han sucedido con otra gente en el pueblo. Pero eran gente que no conocía, así que… Buf… Tanto hablar me ha dado sed, ¿me invitáis a otra?

El orco parecía pensativo, miraba al suelo ausente a la conversación.
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24 monedas restadas de Godin. Quedan 233.


· Todos
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Actualizado el archivo de los Habitantes de Calcherth conocidos del primer post.

Última edición por Drail el 27 Nov 2017, 09:54, editado 1 vez en total.

Crow
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Crow » 26 Nov 2017, 22:48

Me asquea solo recordar esos bichos, y si os digo la verdad, hasta los normales me molestan, están cubiertos de púas, y eso los hace difíciles de golpear.
Así que alcé mi puño sobre el ceporro que se había estrellado y lo hundí fuerte en su cara, como si quisiera tocar el suelo a través de ella.
-Me parece que vas a hacer tú más trabajo que yo, no puedo agarrar esas cosas sin que me dejen las manos como queso gruller.
Ora Ora Ora Ora Ora
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Santi_gf
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Santi_gf » 27 Nov 2017, 22:38

¿Qué hacer? Corrí hacia la puerta de la verja, para mirar si estaba cerrada. Lo estaba, así qué, ¿qué hacer entonces? Había escuchado unos disparos y debía de encontrarme a las puertas de la casa del alcalde, por lo que me imaginé que serían de Albator. Desde donde estaba podía ver a un par de escuerzoespines yendo hacia una escalera, quizás con la intención de subir hasta la terraza que estaba situada al final de esta. Si mis compañeros estaban luchando contra ellos no los podía ver desde aquí, cómo tampoco podía ver con claridad que era eso blanco que tenían encima aquellos anuros. No creía que fuera ningún veneno como el que cubría la piel de Bel, pero no podía estar seguro a esta distancia. Si, tenía que acercarme, aunque solo fuera para poder acertarles con el arco sin tener la reja de por medio.

¿Cómo hacerlo? La reja era de mi altura, acabada en pinchos. Si trataba de subir apoyándome en los barrotes lo mismo me costaba terminar de hacer la escalada por culpa de esos pinchos. Si hubiera comprado cuerda podría haber tratado de anudar un extremo a los pinchos y... No era momento de divagar. Otra alternativa era tratar de saltarla por completo, ya que contando con la capacidad de mi compañera para saltar obstáculos hacer algo así podía ser posible. Solo me arriesgaba a ser empalado en la reja por un traspié en la carrerilla o por un resbalón en el salto. Me sequé el sudor de la frente con la manga antes de palmear la bolsa de cuero donde estaba mi mejor aliada con tal de tranquilizarla, a vistas de lo que iba a hacer. Acto seguido me distancié lo justo de la verja, agachándome en preparación para el salto con las manos libres y listas para usarlas al estar apunto de sobrepasar la verja, con tal de evitar lo peor de llegarse a dar el caso. Noté que la transformación surgía efecto, que mis piernas ganaban un potencial verdaderamente inhumano, y salté cómo pocas veces lo había hecho en mi vida. Una vida que debía ser larga según los estándares de mi raza. ¿Sería que yo no era tan prudente como acostumbraban a ser los demás? Sin embargo, no me daba tiempo a cuestionarme mi estilo de vida mientras ascendía, y muchos menos a dar con las respuestas de aquellas preguntas.

No obstante, si que me dio tiempo de pensar en el aire que es lo que iba a hacer de no acabar mi vida entre aquellos pinchos. Aparte de comprar cuerda, después del aterrizaje sacaría el arco y dispararía a un escuerzoespín. Al más cercano.

Si no me mato —puntualicé para mí mismo al notar que la gravedad ya comenzaba a vencerme—.
Última edición por Santi_gf el 30 Nov 2017, 23:50, editado 1 vez en total.

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Impredecible
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Impredecible » 30 Nov 2017, 21:24

Siseé agresivamente al bichejo que estaba tratando de... abollarme la armadura, suponía, porque poca cosa más iba a conseguir. Al menos le respetaría el intento.
Aprovechando que al moverse se había clavado aún más mi alabarda, agarré con fuerza el arma y giré sobre mí misma, tratando de levantar al bicho en peso y estamparlo contra la casa que tenía a mis espaldas. Tendrían que fregar la pared después, pero todo vale en la guerra, dicen.
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Fornax
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Fornax » 04 Dic 2017, 23:06

Mientras el pescador contaba su relato y el orco asentía, Godin era más de escucharle callado mientras meneaba la barba con el estofado que tenía enfrente, que por cierto estaba de toma pan y moja. La situación era rara de narices y bastante peliaguda, pero al menos tenían un par de pistas

-Las monedas bien ganadas están –dijo después de sorber ruidosamente el caldo que quedaba del estofado-. Pero me ha extrañado esas extrañas marcas de enfermedad en el cuerpo del ciervo. ¿Alguien conoce algún sabelotodo destacable con conocimientos de enfermedades?

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Drail
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Drail » 10 Dic 2017, 01:35

· Luadh

Tras la transformación de Luadh, el elfo anfibio tomó fuerzas y saltó, superando sin problemas la altura de la verja y aterrizando al otro lado del camino sano y salvo. Pese la preparación, no había sido un salto espectacular, pero sí calculado. (Tirada existosa)

Las ranas no se habían dado cuenta de Luadh, pero eso no duró mucho. Una flecha se clavó a la espalda de la que estaba subiendo por las escaleras, ignorando las púas que crecían de ella. (Tirada existosa)

La otra rana, reaccionado muy rápido, se giró, y al ver al elfo dio un salto horizontal que Luadh logró esquivar a tiempo. Gracias al espacio, la criatura había conseguido tomar impulso, y chocó con fuerza contra la pared de hierro de la verja del jardín, haciéndola temblar. (Tirada fallida)

Distraído por ese ataque, Luadh no consiguió evadir el lengüetazo de la rana a la que había disparado, que desde la escalera había conseguido atrapar el brazo izquierdo del elfo con su lengua, y ahora luchaba para derribarlo al suelo.

Mientras tanto, Luadh escuchaba un gran estruendo. Detrás de su rival se levantó una polvoreada que venía de la base de la terraza. Entre los tablones de madera que aún seguían en pie, formando lo que antes era el soporte de uno de los lados de la terraza, pudo ver a su compañera Rihat cuando se disipó el polvo, y tres ranas más como la que tenía enfrente con ella.
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La transformación de Luadh se mantiene. (Tirada existosa)


· Rihat & Albator

La rana que se había dado de bruces con la puerta de la casa al saltar contra Rihat aún no había conseguido recuperarse. Y nunca más lo haría. Ignorando el magullado escuerzoespín que se le echaba encima, Albator se giró y propinó un colosal puñetazo a la aturdida criatura que ignoró la piel resbaladiza y se hundió en su cabeza. (Tirada crítica Positiva) El cuerpo del animal fue movido con tanta fuerza hacia el suelo de la terraza que los tablones de madera de debajo se hundieron, cediendo ante la fuerza de Albator y el peso que hacía Rihat, que trataba de levantar a su adversario empalado.

Con este golpe tan contundente, media terraza se vino abajo. Alabator, que junto Waltiln se había salvado de la caída, había liquidado a la única rana de las tres que seguía intacta de un solo golpe. No cabía duda de ello, la cabeza del animal había quedado abierta. Además, el escuerzoespín que iba a atacarle acababa de caer al nivel de abajo. Desafortunadamente, Rihat también había sido arrastrada por los efectos de ese ataque. Ella y el escuerzoespín al que tenía su lanza clavada, corrieron la misma suerte y cayeron. La víctima de la gargún perdió la pata cuando la alabarda que tenía clavada cayó con todo el peso de la guardiana sobre él desde la altura del primer piso. Al mismo tiempo, Rihat aterrizó sobre el animal, y entre ellos, quedo su propia arma, que ante el peso de ella, y debido a la posición vertical en la que había acabado por culpa de la caída, se dobló y rompió por la mitad. En otras circunstancias, alguien que sufriese ese golpe había acabado con las costillas rotas, pero los guardianes son duros de roer. Sin embargo, algunas espinas del escuerzoespín lograron hacerse camino entre algunas aperturas de la armadura de Rihat, penetrando su dura piel de escamas. (Tirada crítica Negativa) (Espasmo)

Los dos trozos de la alabarda de Rihat seguían en el suelo al lado de ella, pero la gargún no podía cogerlos. Algo le estaba pasando en su cuerpo, de repente sus músculos se habían entumecido y relajado. Debajo de ella, el escuerzoespín atrapado luchaba para zafarse del peso de la gargún de encima, a su derecha quedaba entre escombros su arma y el cadáver que Albator había dejado, y a la izquierda, el tercer sapo conseguía reincorporarse, preparándose para atacarla.

Mientras, en el piso superior, aparecía Alexia por el portal de la casa, quedando boquiabierta ante el escenario que tenía enfrente. Waltiln tampoco sabía como reaccionar.
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Albator podrá volver a usar su carabina después del siguiente turno.
Rihat ha perdido su arma.


· Godin & Aria

—Antes vivía aquí un alquimista, pero llegáis tarde, puso a salvo su cuello poniendo tierra de por medio —contestó el propietario del Mesón del Mar.

—Je, no sé yo si ese matasanos les hubiese servido de mucho, amigo. Schintzel se dedicaba más bien a mezclar frascos y hacer el loco. A lo mejor sería capaz de curar un catarro, pero lo que tenía ese ciervo parecía peor que una peste. Daba. Asco.

Digby tragó saliva. Si lo que el borracho que tenía en frente decía era verdad y se trataba de una enfermedad, quizás su amigo Rote y los demás leñadores sufrirían el mismo destino que ese animal. De ser así, no estaba seguro de querer que los encontrasen…

—Mi esposa… —empezó el orco— Mi esposa sabe tratar distintas enfermedades raras con remedios naturales. De hecho, recuerdo que ha podido tratar a bastantes animales en nuestros viajes. Pero… Ja, ja, hay un problema.

El orco se separó de la barra y miró a Godin a los ojos.

—Se ha ido al Vergel Negro ella sola.

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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Impredecible » 10 Dic 2017, 13:09

Sabía yo que montar en barco no podía traer nada bueno.

Hubieron muchos ruidos, de madera que se quebraba y bichos que se quejaban y metal que se estrellaba, y luego me encontré estampada en el suelo con una rana mutante debajo. No estaba siendo mi día. Ni el de mi alabarda. ¿Para eso me había pasado yo medio viaje limpiándola y preparándola?
Hice ademán de levantarme, para clavarle el medio cacho de alabarda que tuviera más cerca a la rana y luego meterle el otro a Albator en una oreja, para descubrir felizmente que mi cuerpo no estaba muy por la labor.

Oh. Genial.

-¡Eh! -alcé la voz, confiando en que el otro me oyera. - En lo que terminas la remodelación de la casa, intenta que no te pinchen. No es divertido.

Sin más que poder hacer en lo que se pasase lo que sea que llevaban las espinas de aquellos bichejos, miré de reojo a la otra rana y le siseé agresivamente

-¿Y tú qué miras?
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Crow » 10 Dic 2017, 16:34

-Uh... Vaya... En mi defensa diré que no pensaba que eso fuera a ocurrir. Osea, yo solo quería matar a la rana, no atravesar el suelo.- Eh, no me miréis así, no mentía. Osea, no sabía que era tan fuerte. O que la madera de la terraza fuera tan poco resistente. No es lo que suele pasar cuando le pego a cosas.

-Rihat, ¡procura intentar rodar a un lado si puedes! ¡A ver si te desenganchas o al menos me pones la rana a tiro!

Mientras, saqué mi cuerda con gancho al final, le empecé a dar vueltas para que cogiera impulso y la lancé contra la rana a la izquierda de mi compañera. Quería engancharla por donde fuera, la boca si es posible, tirar para levantarla en el aire y saltar para golpearla.
Ora Ora Ora Ora Ora
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Santi_gf » 10 Dic 2017, 18:39

Vale, seguía vivo. Las reflexiones sobre mi estilo de vida todavía podían esperar.

Segundos más tarde de saltar había acertado al disparar con mi arco y muy poco después ya me encontraba con un brazo inmovilizado, pero por lo demás, ileso. Eso no duraría mucho tiempo si no liberaba aquel brazo antes de acabar siendo arrastrado por el suelo hasta la rana de las escaleras. Reaccioné en cuanto me dí cuenta de que tenía el brazo atrapado y me centré en solucionar eso aún teniendo al escuerzoespín que se había estrellado contra la verja demasiado cerca para mi gusto.

Empecé exudando veneno, tanto por la zona del brazo por donde había sido atrapado, para que empapara mi ropa y llegase hasta la lengua, como por la nuca, pensando en usar el veneno de esa zona dentro de muy poco. Y es que acto seguido cogí una flecha de mi carcaj con el brazo libre y la clavé en la lengua del animal, pero no sin antes pasar un lado plano de la punta por el veneno que tenía preparado en la nuca. Tenía suerte de haber sido capaz de mantener mi transformación por el momento, pero, ¿por cuanto tiempo más tendría esa suerte? Quizás para entonces me ayudaría el haber avisado a mis compañeros de donde me encontraba, así que lo grité tan alto como pude, asumiendo que los dos estaban en situaciones de poder oirme.

— ¡Rihat, Albator, estoy por aquí!

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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Fornax » 12 Dic 2017, 23:19

-¡Pues no se hable más! Había venido para buscar un sitio con camas para mi y mis compañeros, pero mejor que duerman debajo de un puente antes que perderme esto. Vámonos al Vergel Negro ahora mismo antes de que le pase algo a tu señora esposa y traigamosla a la ciudad.

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