El pacto de Quenamur

Por +3 de defensa llevaría los calzoncillos por encima, ya lo creo
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Santi_gf
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Santi_gf » 28 Sep 2017, 16:47

¿Sairaar? Era la primera vez que escuchaba ese nombre. No me detuve a pensar mucho las siguientes palabras, todavía estaba pensando que usos podía dar a las herramientas de aquella tienda.

— No, la verdad es que no. Creo que vengo de más lejos, aunque tampoco es que me suene el lugar que menciona. Vengo del bosque de Lhahamtora —pronuncié con cuidado, a sabiendas de que la mayoría de la gente solía tener problemas con aquellas haches, antes de tratar de indicarle por donde quedaba mi patria— que se encuentra cruzando el mar, y yendo hacia el norte hasta atravesar el centro del continente. Ah, y tampoco me interesa mucho la pesca, pero si que me interesan algunas de las cosas que tienes en venta. Quisiera comprarle un par de guantes de lino, un candil y una jarra de aceite, y también me preguntaba si no tendría una jarrita de cristal vacía, algo más chica que la del aceite... Si no, no pasa nada, trataré de buscar algún frasco así donde el apotecario.

Saqué el dinero que me iba a costar todo aquello de mi reducidos fondos. Todavía tenía que pagar con esas monedas el alojamiento, y las comidas que tuviera que hacer antes de poder cobrar de nuevo. Con 113 monedas menos, más las que me costase el frasco de cristal si que tenía alguno, me quedaba con unas 145 monedas. Esperaba que fueran suficientes, así cómo esperaba a que me contestara el vendedor antes de preguntarle algunas cosas sobre las desapariciones.

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Fornax
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Fornax » 28 Sep 2017, 21:18

-¡Tabernero! ¡Saca una jarra de cerveza y vamos a hablar de negocios! –Como pudo, el enano se subió al taburete enfrente de la barra sin parar de pensar en lo poco digno que eran estos trastos para su raza-. Yo y otros seis compañeros míos necesitamos techo y comida. No creo que para mucho tiempo pero tampoco para poco. ¿Qué ofreces?


(Quería postear en toda la semana pasada, pero nunca tenía tiempo o se me olvidaba. Intentaré que no vuelva a suceder.)

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Drail
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Drail » 11 Oct 2017, 03:08

· Rihat & Albator

La elfa frunció el ceño, pero asintió. Invitó a los dos a pasar con un gesto, indicándoles que la siguiesen. Afortunadamente, el suelo de las escaleras y la terraza no era demasiado endeble como para soportar el peso de Rihat. A la puerta de la entrada al interior, que se encontraba en la misma terraza de la casa, les esperaba la mujer, que aguantaba un plato lleno de agua. Ahora que se encontraban cara a cara, Rihat y Albator pudieron observar que se trataba de una elfa más madura que Arlett. Vestía una prenda única y larga de un color azul marino que hacía juego con su pelo largo, encrespado y castaño. Con un movimiento elegante abrió la puerta de la casa y dejo pasar a los dos invitados, pero en ese momento escucharon a otra persona.

—¿Hola? ¿Cariño? — oyeron de una voz floja y nasal.

Sorprendida, la mujer se asomó a ver la entrada del jardín de nuevo, perdiendo completamente la atención de los dos invitados.

—Oh, sí que has ido deprisa —se alegró.

—Sí… He podido conseguir que An no me diese mucho la brasa… ¡Ah!

El humano y la gargún vieron al mismo anciano humano que estaba antes en la pastelería de la plaza. Era bajito y rechoncho, con una nariz minúscula abrigada por un poblado bigote y una corona de pelo blanco. Llevaba puestas unas gafas con aumentos que no dejaban ver sus ojos, y en las manos sujetaba una caja blanca.

—¿Acaso son? —preguntó, a lo que la elfa asintió — . Perfecto, temo que me he retrasado un poco; quería estar a punto para vuestra llegada, pero creo que tampoco llego demasiado tarde —mientras decía esto, subía a la terraza— . Mi nombre es Waltiln Windsailor, alcalde de Calcherth. Me alegro de que hayan podido llegar sin ningún contratiempo… Espero. Por favor, acompáñenos a mí y a mi esposa dentro.

Los cuatro entraron en el interior de la casa finalmente, y fueron a parar en un pequeño vestíbulo con un pasillo y unas escaleras que descendían a su izquierda. Las paredes estaban llenas de cuadros colgados, era difícil encontrar algún rincón sin uno, y eso se extendía también por el pasillo que podían ver. Waltiln entregó la pequeña caja que cargaba a su esposa e indicó a Rihat y Albator que le siguieran. Bajaron por las escaleras que llevaban a la planta baja, y, a través de una pequeña biblioteca, el anciano les condujo hasta una sala de estar y les indicó que se sentasen en unas butacas reunidas alrededor de una mesa baja. Afortunadamente, la sala era lo suficiente grande como para permitir el número de personas que eran en ese momento. La habitación estaba decorada con bustos y estatuillas encima de estanterías ornamentadas. Antes de que pudiesen acomodarse volvió a aparecer la elfa, trayendo consigo una bandeja con cuatro distintas porciones de tartas y un plato de obleas, además de los correspondientes cubiertos. Lo deposito cuidadosamente encima de la mesa.

—Disculpen, les presento a Alexia, mi esposa. La idea de invitar a los recomendados del señor Rossel a este humilde (y caro) piscolabis ha sido suya. Por favor, Alexia, toma sitio tú también, y ustedes elijan el plato que deseen. Son de la confitería local, confío que les serán de agrado.

· Vituallas
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· Porción de “Beso de chocolate”: Gratis
¿?

· Porción de “Viaje de caramelo”: Gratis
¿?

· Porción de “Sueño de vainilla”: Gratis
¿?

· Porción de “Espectáculo de crema”: Gratis
¿?
Pese su aspecto dejado y sencillo, Waltiln se esforzaba para mostrarse lo más educado posible y complacer a los visitantes. Se quitó las gafas descubriendo sus ojos claros y adoptó una postura más serena.

—Me imagino que tendrán preguntas acerca de la petición que les hice por correspondencia. Desconozco si el señor Rossel les ha dado más detalles o no, así que no sé hasta qué punto saben más acerca el prontuario que les hice sobre las desapariciones. Bien, si no tienen ninguna pregunta, empezaré a explicarles todo lo que no pude escribirles… Pero antes, por favor, aclárenme una cosa; ¿cómo se llama su equipo de mercenarios?


· Luadh

El dependiente de la tienda se rascó de nuevo la cabeza, indiferente del sitio de dónde venía el elfo, pero decepcionado ante su desinterés hacia la pesca.

—No tengo ni pajo… ni remota idea del sitio del que dices que vienes. He atendido a mucha gente, cada vez menos, pero ninguno de los poquísimos elfos que han puesto un pie aquí dentro venía de allí.

Y, probablemente, si hubiese sido el caso tampoco se acordaría. Antes de seguir hablando, el dependiente entregó a Luadh lo que había comprado, informándole además de que no disponía de jarras pequeñas vacías. Si quería una jarra de cristal vacía debería comprar otra de aceite y vaciarla, pero no sería tan pequeña como él deseaba.
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Añadidos los siguientes objetos en el inventario de Luadh:
· Guantes de pescador
· Candil
· Aceite
113 monedas restadas. Quedan 144.
—¿El apotecario dices? No te molestes, está cerrado. ¿Ese ruido que se oye son ese grupo de domingueros otra vez, verdad? Desde que Schnitzel cerró el tenderete para largarse de Calcherth esos buitres han aprovechado la entrada a su tienda como si se tratase de su propio escenario. Brrr… En el fondo no puedo quejarme, hacen que se llene la plaza más a menudo y de vez en cuando entra alguien aquí, pero… ¡Ah! Perdón, que me hago pesado.

Pocos clientes que tiene no era cuestión de entretenerles, pensó.


· Godin & Aria

El hombre detrás de la barra sonrió, satisfecho de que llegasen nuevos clientes. Se encogió de hombros y preparó la bebida que Godin exigía.

—Me alegro de que hablemos la misma lengua, enano. ¿Y qué hay de ti, jovencita?

—Ponle un vaso de coñac, Digby, y otro para mí —irrumpió el pescador, guiñándole un ojo a Aria, seguido de un ataque de tos.

—No, págame las dos pintas que te has bebido ya y entonces hablaremos.

El hombre suspiró decepcionado y apoyo la cabeza en la barra de nuevo, mientras el enano que tenía sentado al lado le lanzaba una mueca de asco.

—Para el carro, amigo —respondió el tabernero a Godin— . Aquí os puedo dar comida y bebida, sobre todo lo último, pero el techo es otro tema, y mucho menos para tanta gente. Si queréis pasar la noche subid a la plaza del pueblo, allí hay una posada de un amigo mío, ¿verdad?

Digby se quedó mirando al enano de la gorra que se sentaba en la barra, esperando una respuesta. Lo único que consiguió fue que este bajase la cabeza, se sacase unas monedas de su bolsillo, las pusiese encima de la barra y se fuese sin mediar palabra. Salió del local dejando al pobre tabernero con un gesto de disgusto en la cara. Por un momento, lo único que se escuchaba era el ruido que hacía el orco sentado en una mesa, que seguía engullendo su plato, ajeno a la escena que acababa de pasar.

—…

—Has metido la pata —salió el pescador.

—… En fin. ¿Queréis algo de comer ya que estáis aquí?

· Vituallas
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· Arroz con marisco: 22 O
Plato cotidiano de Calcherth. El secreto de su sabor reside en la calidad del marisco.

· Sopa de setas: 20 O
Gazpacho cremoso de setas y un poco de verduras para darle sabor. Muy espesa.

· Guiso de carne con zanahorias: 20 O
Sopa nutritiva con porciones de carne asada y trozos de zanahorias.

· Salmón con salsa: 22 O
Salmón frito de piel crujiente, bañado en salsa picante.

· Sopa de pescado: 21 O
Sopa hecha con trozos de pez y marisco.

· Barrilete asado: 28 O
Un plato generoso de pescado revolcado en sal antes de ser asado.

· Cerveza: 10 O – El vaso

· Ron: 12 O – El vaso

· Coñac: 15 O – El vaso

· Whisky: 13 O – El vaso

Crow
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Crow » 11 Oct 2017, 15:45

-Pues aquí mi compañera se llama Rihat -señalé a la armadura andante con la mano- y yo soy Albator Emeraldas, encantado de conocerles -saludé con una ligera y casual inclinación de cabeza, soy un tío con estilo-. El resto del equipo se encuentra avituallándose en la ciudad, no queríamos invadir su casa todos en tropel.

Me senté y aluciné con los pasteles. ¿Sabéis cuanto hacia que no comía chocolate? Cogí la porción de chocolate bien rápido, no fuera que la lagarta (sin animo de faltar) de mi compañera también fuera aficionada.

-Pues muchas gracias por el detalle, señora, se aprecia -me llené la boca con un buen pedazo, estaba de muerte. Soy un tío educado, pero bastante informal. Pero entonces... entonces llegó el primer gran reto de la misión. Preguntó como se llamaba el equipo. Tragué del susto y casi me atraganto- ¿Que... como se llama el grupo de mercenarios? Si... claro, claro...

Miré a mi compañera como diciendo "¿Pero que cojones le digo, si nunca nos hemos puesto nombre?". El grupo lo recomendaba el señor Rossel, osea que, el viento nos habia traído hasta aquí, viento hay en todos lados, no creo que los otros tengan problema con ello, y vertemos bastante sangre durante el curro, asi que... Me estrujé el cerebro para improvisar algo en el acto.
-Somos la compaña Vento... Rosso. Eso, Vento Rosso. Y el señor Rossel no nos dijo nada más que lo que había en la carta. Así que cualquier información extra que pueda darnos es bienvenida.
Ora Ora Ora Ora Ora
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Impredecible
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Impredecible » 11 Oct 2017, 17:56

Me dejé guiar por la casa, cotilleando curiosamente los cuadros mientras andábamos. No era una amante del arte precisamente, pero me gustaba cotillear los criterios de decoración de los demás. Hacían un contraste interesante con el que solía ser mi ambiente de vida general. Aunque hasta yo podía reconocer que a lo mejor ahí se habían pasado ligeramente con colgar cosas de las paredes.

Llegado el final de nuestro tour improvisado, asentí con ligeros movimientos de cabeza a los diversos saludos y presentaciones, más pendiente del hecho de que había cosas dulces a mi alcance que otra cosa. Probablemente debería mantenerme profesional, pero después de haber aguantado un viaje largo en barco, estaba de acuerdo conmigo misma en que me merecía una recompensa. Así, una vez mi compañero rompió el hielo de tirarse a por la comida (así por lo menos ya no me juzgarían a mi sola), y pese a que por lo general no era algo que me entusiasmaba hacer en público, desenganché el yelmo de mi armadura (que claramente tenía serios problemas de diseño; debía encargar una nueva con el pago que sacase de esto), dejándolo en un rinconcito a mi lado, y enganché el cacho de caramelo antes de que alguien se me adelantase. Privilegios de gargún que viene de lejos.

Nuestro anfitrión nos preguntó por el nombre del grupo, y lamenté profundamente el haberme dejado la cara al descubierto porque estaba segura de que la mirada de "Espera nombre desde cuando tenemos un nombre" que crucé con Albator no fue precisamente sutil. ¿Se suponía que tenía que inventarme un nombre para el grupo cuando aún me costaba recordar el de la mitad de los integrantes? Afortunadamente mi acompañante demostró tener más capacidad de improvisación que yo.

- Esos somos... -asentí, confiando en el que no se nos olvidase el nombre de aquí a un rato... y que nadie le preguntase lo mismo al resto del grupo y dieran otra respuesta-. Es un nombre en proceso. Necesita tiempo, pero tiene... Chispa. Eso.
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Zodiark
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Zodiark » 12 Oct 2017, 12:55

—Una cerveza para mí también, por favor —dijo Aria sentándose en uno de los taburetes, de forma bastante brusca, apoyando un brazo sobre la barra y el otro sobre su pierna.

Aria clavó su mirada en la del pescador, que no le quitaba ojo, y para colmo había notado que le había hecho un guiño, sonriente. La chica enarcó una ceja y se lo quedó mirando, esperando que el pescador iniciara algún tipo de conversación. No obstante, acabó adelantándose:

—La verdad es que nunca he probado el coñac, así que habría aceptado tu invitación con gusto.

La joven se levantó del asiento y se acercó al pescador. Le dio un par de sonoras y dolorosas palmadas en la espalda y dibujó una enorme sonrisa bobalicona en su rostro.

—¡Anímate! Eres un poco rarito pero me caes bien —Aria apoyó el codo suavemente sobre el hombro del pescador, y con la otra mano le pellizcó la mejilla y le devolvió el guiño—. ¿Qué te parece si esas dos pintas que debes corren de mi cuenta, y tú me cuentas cosas sobre... —Aria comenzó a susurrar, hablando con un tono de voz que solo el pescador podría oír, pues no sabía si era muy sensato sacar aquel tema de conversación allí, ya que podría provocar algo de alboroto, según cómo reaccionasen— ...ciertas desapariciones misteriosas?

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Santi_gf
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Santi_gf » 14 Oct 2017, 17:23

Me probé un guante en una mano, cerrándola y abriéndola satisfecho mientras el tendero hablaba sobre el apotecario y la gente de la plaza.

—No se hace pesado, buen hombre. Más bien me interesa de lo que habla, por lo de que acabo de llegar, y porque pensaba que esté pueblo todavía contaba con su apotecario. Si, según dice, Schnitzel ha abandonado el pueblo, ¿no hay ningún vendedor de pociones en Calcherth? ¿Y tiene que ver la ida del apotecario con las desapariciones?

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Fornax
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Fornax » 17 Oct 2017, 22:09

-Pues ya que lo dice, a un buen guiso de carne no me voy a negar. Las zanahorias se las puede ahorrar y puede rellenar los huecos con más carne.

Mientras esperaba a que viniera la comida, el enano apuró su jarra de cerveza y con un sonoro golpe la dejó en el mostrador. Era la hora de intentar hacer amigos o de soltar unas cuantas lenguas a ver si alguien sabía algo.

-¡Una buena bebida y una buena comida por fin en tierra firme! ¡Acabo de llegar, pero tenéis pinta de que os puedo ganar a todos en un concurso de a ver quién bebe más cerveza! ¡Aprovechad que tenéis una birra de ventaja!

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Drail
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Drail » 26 Oct 2017, 23:36

· Rihat & Albator

—Bien. Ahora que se han servido, voy directo al grano.

“Maltria es un sitio sencillo. Desde que empezó su insulsa y simple historia sus pueblos mantuvieron las relaciones justas los unos con los otros y con el resto del mundo, pero a lo largo de los años las cosas han ido cambiando, y el continente se ha ido abriendo a nuevos horizontes, progresando a su manera. Sin ir más lejos, Calcherth se especializaba en la ganadería hasta que llegó una fuerte corriente de extranjeros del resto del mundo. Le quitó el protagonismo a Sairaar, la ciudad más grande de toda la isla, a causa de condiciones geográficas que entorpecían las comunicaciones por mar, que es la única manera de entrar a la isla. Calcherth progresó acogiendo a los que llegaban de fuera, y el ocio; espectáculos y arte, pasaron a ser la principal atracción de aquí, y así fueron durante muchísimo tiempo.”


Waltiln se detuvo un momento para intercambiar una mirada con su esposa. Alexia depositó su plato, que aún no había tocado, en la mesa y se ausentó de la habitación.

“Mi esposa probablemente ya estaba en este mundo cuando la ciudad se transformó, a pesar de ser extranjera, pero yo solo llevo aquí lo que ha durado mi retiro de mi vieja profesión y los mejores años que ha tenido desde entonces. En la carta les comenté que las desapariciones se habían producido en los últimos dos años, pero la verdad es que comenzaron muchísimo antes. Incluso antes de que mi esposa o yo pusiéramos los pies por primera vez aquí, pero eran casos muy puntuales. ¿Quién se alarmaría por eso? La gente se iba, adentrándose al continente yendo a ciudades como Sairaar, Gamenmq o Blathis, y algunos sencillamente no regresaban. Nunca fue una noticia. Nadie se extrañó por ello, en los tiempos que corrían con la guerra con los titanes, en el mundo entero, ninguna ciudad o pueblo podía presumir de no haber tenido casos parecidos, y no solo por eso…

Yo ya llevaba cinco años como alcalde, los mismos que como ciudadano, cuando empezó lo de hace dos años. La situación llegó a tal extremo que, como les escribí, el pueblo no pudo ignorarlo. Hacía tiempo que habíamos perdido el contacto con Gamenmq, Blathis y Pehnti, solo lo manteníamos aún con Sairaar y la catedral de San Diandre, y sabíamos que allí también les pasaba algo parecido; estaba garantizado que los que se iban hacía esas tres ciudades no regresaban. Sé que Sairaar mandó partidas hacía las tres y ninguna regresó. En Diandre tampoco recibían visitantes, y, supersticiosos como son los artistas, la gente de Calcherth huyó. Algunos hacía el exterior y otros se mudaron a Sairaar, convencidos de que nuestro pueblo sería el siguiente. Yo solicité ayuda a los que se quedaron, y pudimos mantener una situación tensa pero sostenible. Apoyamos a Sairaar mandando personas preparadas, pero corrieron la misma suerte. Muy a pesar de todo lo que ocurría en el exterior, Calcherth nunca había dependido de las demás ciudades para mantenerse a flote y pudimos seguir viviendo con cierta intranquilidad… Hasta hace un mes.

Tres semanas antes, el grupo local de artistas de nuestra sala de espectáculos viajó hacía Sairaar para una recaudación de fondos. Fue después que me di cuenta de que ya no nos llegaba información de allí. Se supone que tenían que realizar unas actuaciones y regresar a los dos días. Solicité ayuda a varios contactos temiéndome que nos habíamos quedado solos. Me pesa admitirlo, pero en realidad, el señor Rossel es un conocido de mi esposa Alexia, no mío, pero no era momento de andarse con remilgos; los gobiernos del exterior no nos atendieron, pero sí que recibimos la ayuda de grupos de mercenarios. Mientras llegaba la ayuda ocurrieron más cosas desalentadoras que empezaron la semana pasada misma, mientras vosotros debíais estar viajando aún hacía aquí. Personas de este mismísimo pueblo comenzaron a… desaparecer. Sin dejar rastro, de un día para otro, como si de secuestros se tratasen. Además de eso, un grupo de leñadores y granjeros del pueblo vecino Vatipan, con algunos vecinos de aquí, se extraviaron hace cuatro días en el Vergel Negro, un bosque denso del que sacamos leña, agua y comida.”


A pesar del rato que llevaba hablando, Waltiln no tenía mucho apetito. Alexia regresó con dos piezas de papel enrolladas que entregó a Rihat.
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—Os entregamos dos mapas. El primero es de nuestra región, mientras que el segundo me temo mucho que debe estar tremendamente desactualizado. Sin embargo, no por eso pensamos que no os sean de ayuda.

Tras terminar la dulce comida que Alexia había ofrecido a sus invitados, Rihat y Albator se sintieron revitalizados.
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· Porción de “Beso de chocolate”:
Aumenta permanentemente en 1, en favor al jugador, las tiradas que requieran el uso de Fuerza.

· Porción de “Viaje de caramelo”:
Aumenta permanentemente en 1, en favor al jugador, las tiradas que requieran el uso de Agilidad.

·Las mejoras que han recibido Rihat y Albator se han añadido a sus fichas de personaje.
—Espero que hayáis disfrutado de ellos; a causa de las desapariciones, hoy en día, algunos productos locales tienen unos precios un tanto… disparatados. Tengo que deciros que vuestro grupo no es el único que se está ocupando de este tema, he pensado que la ocasión es más que urgente, así que os imploro que lleguéis hasta el fondo del asunto. Proceded como veáis conveniente, pero os ruego que halléis a las víctimas de las desapariciones y el culpable que hay detrás de ellas. Sobra decirlo, pero os ayudaremos en lo que podamos, así que no os preocupéis por vuestra estancia, ya he informado en la posada local y asumiremos vuestros gastos siempre que sean… razonables. Decid, ¿tenéis alguna duda?



· Luadh

Cuando Luadh mencionó las desapariciones, notó que el dependiente vaciló un momento. Este se quedó mirando al elfo durante un segundo.

—Sí… Técnicamente, y sí —continuó mientras seguía castigando su cabeza— . Schintzel era un poco rarito, pero aquí en el barrio bajo la mayoría nos conocíamos los unos con los otros. Él, como yo, no tenía familia, ¡pero el muy mezquino solo se preocupaba de su propio pellejo! Era evidente que no se inmutaba cada vez que alguien se marchaba o algún conocido se extraviaba, a él solo le importaba su negocio…

El propietario de la tienda de pesca se había dado cuenta del interés de Luadh y pensó el propósito que le debía llevar allí. Era la primera vez que uno de esos mercenarios contratados que a veces llegaban le interrogaba a él acerca de las desapariciones.

—Y por eso se marchó de Calcherth de un día para otro. Supongo que lo que no tenía de empatía lo tenía de listo; cuando su negoció empezó a tambalearse por culpa de las desapariciones cerró la tienda y se fue, ¿me entiendes? Llegó un punto en el que sus únicos clientes eran viajeros, y cada vez llegaban menos. Solomon, el pelirrojo de la tienda de armas, no tuvo la misma suerte porque fue por culpa de las desapariciones que los mismos ciudadanos comenzaron a comprar armas también. Encima, aprovechándose de la clausura de la tienda de pociones, empezó a vender materiales de primeros auxilios y sencillas medicinas.

Antes de acabar, señaló el candil que acababa de entregar al ellfo.

—Por cierto, hay una manecilla a un lateral del candil. Gíralo para generar chispas y prender el aceite.
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·Actualizada la ficha de Luadh con los guantes equipados.

· Godin & Aria

Los golpes de Aria a la espalda del hombre que tenía sentado al lado hicieron que este casi se diese de cabeza con la madera de la barra. (Tirada existosa) La víctima de la humana, tosió durante unos segundos, pero al acabar empezó a reír como un bravucón.

—¡Mujer! ¡Que casi me sacas el corazón del pecho! No me des esas alegrías. ¿Lo has oído Digby? ¡Paga ella!

El propietario, que acababa de escuchar lo que Godin pedía, suspiró y se compadeció de Aria. Les sirvió antes de marcharse a la cocina.

—Bah, que se fastidie —el pescador empezó a beber, y entre trago y trago iba desembuchando— ¿Quieres que te diga algo? Eso que dicen de que más vale tener suerte que tener dinero es una verdad como un templo —rio— ¿Y para qué os interesa a vosotros dos lo de las desapariciones?

El golpe en la mesa que dio Godin, y su proclamación, interrumpieron el hilo de la conversación.

—Sí hombre, lo que me faltaba… —volvió a reír— Pero si me invitáis, je, sería de mala educación negarme… Quiero decir…

Antes de que el pescador pudiese terminar, de espaldas a los tres sentados a la barra, habló alguien con una voz grave y detonante, interrumpiéndole de nuevo.
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El orco que almorzaba parecía haber terminado su plato. De pie, le debía sacar tres cabezas a Aria, que era la más alta de los tres. Llevaba colgando de la cintura un hacha y una bolsa de ropa. Además de grande, los músculos que tenía al aire daban entender que estaba en buena forma. Una única hombrera era lo único que le protegía de cintura para arriba.

—¡Saludos amigos! Os he escuchado sin querer. Estabais hablando de algo que me interesa. ¿Os importa que participe yo también?

Definitivamente, los taburetes en que se sentaban los clientes de la barra parecían demasiado frágiles para él, pero por suerte no hizo falta compadecerse del propietario por perdida de inmobiliario; el orco apartó uno y se reclinó sobre la barra, cruzado de brazos.

—Venga, ¿a qué esperamos?


· Luga & Hav

—Esto… Señores, perdonen si llevan aquí mucho tiempo esperando, he tenido que ausentarme del mostrador para atender a otro asunto.

La humana parecía que había interpretado el silencio de Luga y Hav culpándose de haber abandonado su sitio durante un instante.

—Mmm… ¿Hay algo que pueda hacer para ustedes?


· Todos
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·Añadido en el primer post el mapa del continente y un documento nuevo recopilando los personajes relevantes que el grupo ha ido conociendo en Calcherth.

·Añadida nueva información en el documento de los viajeros.

Crow
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Re: El pacto de Quenamur

Mensaje por Crow » 27 Oct 2017, 18:14

-Nah, esta todo bastante claro. Pues, si no tiene nada más que añadir, iremos a reunirnos con nuestros compadres y compartir esta información con ellos. Si ni ellos ni ustedes tienen ninguna sugerencia mejor, supongo que lo suyo seria empezar a rebuscar en ese Vergel Negro y Vatipan. Todos los caminos a otros sitios parecen pasar cerca, osea tiene numeros de que, lo que sea que este causando esto, se esconda ahí. No creo que sea el origen, claro, o Calcherth habría sido la primera victima... Ya veremos, ahora toca ir al tajo. Nos vemos cuando descubramos algo sobre el tema.

Me esperé a que mi compañera dijera algo si quería y luego me levanté, para dejarnos de cháchara y ponernos manos a la obra. Estaba harto de la inactividad del barco.
Ora Ora Ora Ora Ora
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