Frontera de la Neblina

Por +3 de defensa llevaría los calzoncillos por encima, ya lo creo
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Santi_gf
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Santi_gf » 01 Ene 2017, 21:02

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Una débil llama entre mis manos era todo lo que podía sentir mientras reflexionaba. Con Raulën muerto, Akerith Elisen había hecho honor a su nombre. Y sin embargo no sentía la alegría que todos los demás disfrutaban y compartían. ¿Cómo hacerlo? Me esperaba un villano, alguien a quién poder juzgar fácilmente y a quién poder quitar de en medio sin más. Me había encontrado a un hombre con buenas intenciones, llevado hasta la obsesión con tal de sacar a flote la ciudad y hacer que sobreviviera. Y lo habíamos matado. Y habíamos mutilado su cadáver. Y volvería a tomar mi parte en todo aquello.

Si, volvería a convertirme en un héroe si se me diese la opción de cambiar mis acciones en el pasado. De haber sido un vagabundo toda mi vida a aparecer enfrente de las masas tras matar a un tirano junto con mis compañeros, sin siquiera disimular las heridas recibidas durante todo aquello. Heridas que no me hizo aquel hombre, y que ya no sangraban. Un héroe... Quizás, ¿pero por cuanto tiempo sería visto así? ¿Una semana? ¿Un año? ¿La eternidad?

Abrí los ojos sin recordar cuando los había cerrado ni cuánto tiempo había estado pensando en aquello, para después abrir las manos y descubrir que las había cerrado sosteniendo todavía la llama que había creado. Sonreí de forma cansada, sabiendo el motivo de por qué no habían quemaduras en las palmas de mis manos. Desde que acabó la fase de infiltración del plan de Silz tenía pensado ser más cómo el hielo que yo comprendía. Y sin embargo había tenido los sentimientos a flor de piel desde entonces, sin llegar a poder concentrarme en lo que estaba haciendo. Si bien ya antes del asesinato me veía afectado, llegué hasta el punto en el que cuando trataba de pensar en alguna forma de salir allí con algo más de dinero por lo que pudiera pasar, lo primero que pensé fue en tratar de llevarme un cuadro. Con los ánimos más calmados podía ver que en aquella decisión se notaba lo afectado que había estado, ya que lo que se me ocurrió no fue ni buscar el arma que empuñaba Raülen ni explorar la pequeña sala al noreste de la torre en busca de tesoros. Quería coger algo, rápido, y salir corriendo. Como un criminal.

¿No lo era acaso?
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Me levanté con pereza, resignado a seguir adelante con las dudas que tuviera, aunque tenía más claras mis ideas. Debería haber sabido desde el principio que no me funcionaría lo de tratar de ser como el hielo, así como que nunca llegaría a asumirlo como propio. Al menos, lo había descubierto antes de tener un segundo baño de agua helada, siendo el primero el que había tenido nada más volver de la misión. Y el último. Al fin y al cabo, ahora que había logrado Asumir el Fuego quizás me pudiera dar baños con agua hirviendo...

Después del baño me di prisa en salir a comprar los hechizos que tenía pensado adquirir con el dinero que ya me ardía en los bolsillos, aunque por si se me reconocía en las calles traté de cambiar mi tono de piel al de un humano normal y salí sin mi manta y con una camisa que hacía bastante tiempo que no usaba. No era un buen disfraz mientras mi sombra apuntase al sol, pero era lo que podía hacer por disimular ante aquellos que ya sabían reconocerme como uno de los que mató al tirano de la ciudad. Y desde luego, me sentí mucho más a gusto cuando dejé de tener más de mil monedas en el bolsillo para pasar a tener seis hechizos nuevos: Hklaur Athroï, Hwaur, Tautiner Hwaur, Hlaur, Hlaur Jok y Aäzas Hlaur.

Con eso hecho, pude ir a la posada de Nvazka Seis Cazuelas sientiendome bastante más seguro, y siendo capaz de pasármelo bien. Traté de poner al tanto a quienes no habían estado en los últimos momentos de la misión, con todo lujo de detalles sobre cómo había sido el recibimiento por parte de la gente de la ciudad ante la caída de Raülen. No entré en tantos detalles sobre cómo había muerto, pero así logré pasármelo bien mientras estuvimos de celebración.

Días más tarde, justo antes de la coronación, me había entretenido limpiando con sumo cuidado mi manta, la que me traje de mi mundo, con tal de no dañarla más en el proceso y que dejara de tener manchas de todo tipo. Era una de mis posesiones más preciadas, al fin y al cabo, y junto a mi espejo formaban los pocos recuerdos que tenía de otra vida. Pero al final no pude disfrutar de la manta recién lavada, ya que al entrar en la bodega, sintió que había alguien que necesitaba aquello mucho más. Por otra parte, si Dottie decidía pasar más tiempo en aquella bodega estaba destinado a verla mucho tiempo, a no ser que cambiara de sitio su rincón. Así pues, también llegué a escuchar lo que Kineban le sugirió y tuve que pensármelo mucho para no ir con los dos Tharûl. Mi relación con Kineban quizás se había visto dañada por los sucesos de la última fase de la misión, pero dudaba de que tuviera en cuenta aquello mientras se tratase de recuperar el cadáver de Miehlenarë. Sin embargo, creí que lo mejor sería esperar a que pasara algo más de tiempo antes de pensar en colaborar en algo así. Le vendría bien salir y ayudar a alguien, y a mí me vendría bien no sentirme un asesino viendo los cuerpos de los tres guardias que maté en esas mismas cloacas.

Fui a la coronación de todas formas. Sentía que tenía que estar allí y ver a quién acabábamos de colocar en aquel trono blanco. Además, quería ver si podía obtener acceso a los Archivos que antaño fueran de Raulën y así tratar de averiguar más sobre aquella fórmula que había mencionado este antes de que el combate empezara. Con suerte, informarse al respecto les salvaba la vida en algún momento, y si lo había estado investigando hace poco cabía la posibilidad de que fuera fácil dar con la documentación que hubiese hecho de aquella investigación. Si es que la había. Así pues, realizó su parte como miembro de Akerith Elisen durante el acto de coronación antes de tratar de conseguir esos permisos hablando con Silz, sin dejar de recordarse una y otra vez lo mismo.

- Mientras sea considerado un héroe más me vale que actúe como tal.
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Compras: Hklaur Athroï, Hwaur, Tautiner Hwaur, Hlaur, Hlaur Jok y Aäzas Hlaur.
Habilidades adquiridas: Asumir Elemento (Fuego)

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Fornax
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Fornax » 02 Ene 2017, 23:21

Los rugidos de aclamación y de júbilo eran tan fuertes que se podían escuchar en el barco, pero aun así Bolvir no se movió de la cama. La herida le seguía picando bastante, pese a que su brazo lentamente se iba regenerando y tampoco es que tuviera mucha curiosidad por ver lo que pasaba abajo. Sin duda los otros miembros del clan habían conseguido acabar con Raulën, y maese Kineban, que se había quedado con él para asegurarse de que se curaban sus heridas, había sufrido una dramática desilusión por no haber podido enfrentarse al tirano y había salido del barco.

Empezó a levantarse de la cama cuando escuchó los pasos del clan acercándose para recibirles y felicitarles. Al fin y al cabo, no todos los días se puede matar al tirano de una ciudad tan enorme como Sincronópolis, y conociendo a sus compañeros, querrían celebrarlo por todo lo grande, aunque faltaran maese Akerteh y madame Baseryn. El sitio escogido fue la posada de Nvazka, el lugar donde nació el clan como una mera asociación de Forasteros para pagar el alojamiento a la posadera y el lobo no pudo evitar dejarse llevar por los recuerdos.

La celebración se estaba haciendo a lo grande, pero Bolvir no podía evitar pensar en el júbilo de Nvazka, u otras personas de la ciudad y compararlo con el suyo. Matar a Raulën para él significaba mucho pero sólo desde el punto de vista de que habían matado a un ser de gran poder, una muerte que demostraba la fuerza y valía del clan. Las consecuencias en el futuro gobierno de la ciudad le daba igual, salvo a la hora de obtener cosas de los nuevos amos de la ciudad por su apoyo. Sumido en tales pensamientos, cuando vio a la posadera sola un momento se acercó a charlar.

-Siento interrumpirla en todo su trabajo, madame Nvazka, pero me siento intrigado. Toda la ciudad está de júbilo por el derrocamiento del anterior gobernante y esperan que ahora puedan tener una vida digna, o que haya más seguridad en la ciudad, o una época de esplendor. Pero usted, ¿qué es lo que espera? ¿Qué es lo que cree que va a cambiar en su vida que haya otra persona sentada en el trono?

De hecho, la última pregunta era lo que más le intrigaba de todas las personas que estaban de celebración, por lo que se la formuló a sus compañeros de clan en pleno jolgorio. Y a los caídos cuando volvieron. Y a la capitana Hsarjâ, que recientemente era el foco de atención del resto de capitanes. Incluso a Dottie que estaba de okupa en la bodega y no paraba de lamentarse, aunque en este caso fuera sobre sus esperanzas en el futuro, ahora que su ama estaba muerta.

Y llegó el día de la coronación.

Por supuesto, fueron a pedirles que acudieran, al fin y al cabo, tener al clan que había acabado con el predecesor del rey le daría un poco de legitimidad al cargo. Para una ocasión tan especial, el lobo había decidido llevar por una vez traje y sombrero. De hecho, cuando vino el mensajero se había terminado de poner la camisa blanca y estaba peleándose con el nudo de la corbata. Debería dejar su túnica raída y a partir de ahora vestir un poco más dignamente ahora que se había hecho tan famoso. De hecho, quizá debería incluso dejar de escribir su nombre con las faltas de ortografía que puso cuando aprendió a escribir y poner Volbir de una vez.

“Mejor no. Siempre es bueno para la humildad recordar las limitaciones que tuve en el pasado.”

Mientras tanto, afuera, los rayos del sol se mezclaban con las enormes nubes de la contaminación de la ciudad, iluminando la ciudad.

Crow
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Crow » 03 Ene 2017, 01:43

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Aquello fue una autentica fiesta. En las calles había tantísima gente, gritando, festejando, contentos de librarse del tirano que era prácticamente molesto. En cuanto consideré que se me había visto lo suficiente (y teniendo en cuenta que le había dado el golpe de gracia a Raulen, tuve muy poca paciencia), me escaquee para aparecer en la posada de Nvazka. Ahí si que había una fiesta de las que me gustaban a mi, con cerveza y comida. Se gritó, se bailoteó y se cantó, y yo conté a gritos la hazaña.

-Si, fue esta invención la que acabó con Raulito -bramé, señalando el mosquete que levantaba por encima de mi cabeza-, una invención cortesía de Lloyd! ¡Ese hombre es un genio!

El resto fue como una gran fiesta enana pero a más pequeña escala. Pequeña escala por el sitio, no porque faltara gente, aquello estaba abarrotado. El precio de la fama, vaya.
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Al día siguiente tocó aguantar una resaca casi tan inmensa como la del día que recuperé mi libertad en Orte, así que no me moví de la cama, y pensé en que demonios haría la ciudad a partir de entonces ¿sería Álamo capaz de superar los inconvenientes que Raulen no pudo? Y... ¿donde íbamos a encontrar trabajo en la ciudad? Era muy cómodo que todo estuviera tan cerca. Se me ocurrió justo en ese momento que el trabajo de un mercenario exitoso era contraproducente para su continuidad.

A la mañana siguiente, en cambio, me levanté pronto, aburrido de estar en cama... pero tampoco supe muy bien que hacer, así que me fui a la bodega a ver si quedaba alguna botella de brandy o bourbon. Peeeero entre mis amadas amigas de cuello largo y yo había una bola de pelo rosa moqueante. Me acerqué poco a poco intentando no hacer mucho ruido pero esperando que se diera cuenta que necesitaba que se apartase, que no fue el caso. Tuve que estirar el brazo por encima de ella y sujetarme en algunas cajas mientras abría la que buscaba y sacaba un frasco de alegría liquida. La miré, miré a Dottie, volví a mirar la botella y miré a Dottie de nuevo. Pensé en que quizá querría un poco, pero luego recordé que el alcohol les producía una subida y luego una bajada al resto de razas, así que descarté la idea. Aunque me pareció mal irme sin decir nada tras molestarla, así que intenté pensar en algo que pudiera servirle.

-Mira, esto... se que es una mierda, no te digo que no lo sea. Pero justo ahora con el entusiasmo todo el mundo se sentirá generoso y te echará una mano si se lo pides. Así que... si te sale una oportunidad aprovéchala sin dudarlo, así... ¿puedas continuar con el legado de tu amiga? Pensamos muy distinto, pero me parece que al menos en eso coincidimos todos. Bueno, pues eso... creo.

No era fácil. Agh, para que me esfuerzo, yo solo se picar piedra, golpear hierro y matar cosas. Subí a la cubierta antes de meterme más hondo en el jardín ese. Ahí encontré a la Capitana, mirando al horizonte, o al vacío, esas cosas que le gustan. Miré un momento lo que ella, y como empezó a darme vértigo, me giré para apoyarme en la barandilla y mirar a tierra, mientras pegaba un trago para calmarme.

-Bueno, ¿que tal sienta ser la envidia de todos los pilotos de la ciudad? Supongo que no te lo imaginabas, teniendo en cuenta que empezaste con muy mal pié con el clan. El pobre Aker se mortifica mucho por ello, aunque no fuera responsable directo. Más de un miembro del clan querría echarte un cable si pudiera... igual otros no, somos muy distintos y hay algunos más retraídos que otros. Yo participaría, claro, dos cabezas piensan mas que una y cuatro manos pican piedra mas deprisa, y si hace falta me apunto a un bombardeo. Peeeero es que no tengo ni idea de que podemos hacer. Si oyes absolutamente cualquier rumor sobre como podríamos arreglarlo, cuenta con mi hach-esto, espada. Por raro o arriesgado que sea, locuras más grandes hemos hecho, y esto sería lo más justo -bebí otro gran trago-. ¿Quieres?


Como cinco días después, tras dar la bienvenida a los aliados que cayeron en combate, tuve que ir a la coronación de Álamo aunque no hubiera luchado por él... Ese imbécil le había puesto su nombre a una isla, esperaba que no se confundiera sobre donde caían nuestras lealtades. No en él, sino con el resto del clan y los necesitados de la ciudad. En fin, acudí de mala gana lo mas arreglado que supe, que básicamente significaba que me había quitado las migas de pan de la barba y limpiado el barro de las botas.
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A estas alturas creo que ya me va tocando pillar Provocar XD
Ora Ora Ora Ora Ora
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Impredecible
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Impredecible » 03 Ene 2017, 02:18

Ya había vuelto, me había instalado, me habían contado cómo había ido la cosa, y ahora todo era jolgorio y celebración, así que era el momento de disfrutarlo. Por una vez tenía algo de tiempo libre y pensaba usarlo.
Revoloteé felizmente a lo largo de la ciudad, observando el ambiente. Ver a la gente tener esperanza por una vez en lugar de la habitual resignación era bastante motivador. No es que hubiésemos terminado el trabajo (Frontera era muy grande y seguro que había un montón de gente con ganas de meter lío fuera de Sincronópolis), pero eh, era un comienzo.
Y aún así, una parte de mi no podía dejar de ser cauta. Ahora eramos famosos, y los famosos tienen la manía de tener a mucha gente queriendo matarles detrás. El precio de la fama ese, dicen.

Así que, por primera vez en... muchas misiones, realicé una visita a los proovedores habituales de armas para el clan, y volví a la calle con un bonito y nuevo Espadón en mi posesión. No pensaba por ahora dejar de usar la kotetsu, que me había dado buenos resultados y había sido un regalo de Kine... pero había que modernizarse, y podría usarla junto a mi nuevo espadón con el guante de Nerus. Todo ventajas.
Y con el sector armamento cubierto, era hora de cerrar viejas heridas. Literalmente hablando.

Revoloteé un poco más, buscando entre las multitudes, los gritos, y las peticiones de autógrafos (vale, quizá eso solo estaba en mi imaginación, pero tiempo al tiempo) hasta que conseguí localizar a quien buscaba. Lloyd.
Las habilidades del hombre para fabricar cosas me habían impresionado desde que le conocí, y el ver lo que había hecho con el arma de Vinudren no había si no conseguido convencerme más. Y tenía la esperanza de que pudiese echarme una mano con lo que planeaba.

-Necesito un favor -dije, tras los saludos de rigor y localizar un lugar tranquilo donde comentar-... tenemos a una ángel sin alas en el clan, no preguntes por qué, es una historia muy larga y con menos heroícidad de la que quisiera admitir, pero la cosa es que quisiera hacer algo al respecto, y bueno... viendo el tipo de cosas que eres capaz de fabricar, pensé que quizá podrías echarme una mano con eso... Estaría dispuesto a ir en busca de materiales (no sería la primera vez) o pagar si los costes se fuesen a disparar más de lo que consideras aceptable.

En el fondo no tenía ni idea de por qué me sentía culpable de aquello, pero me lo sentía, y quería arreglarlo. Hsarjâ era la única ángel de los alrededores (o, como poco, la única con la que tenía trato personal), era, a todos los efectos, parte del clan, y no parábamos de meterla en jaleos. Ya era hora de hacer algo bonito por una vez.

Tras los negocios, fuesen exitosos o no, volví de vuelta con el resto del clan, que se estaba preparando para acudir a la coronación de Álamo. Y aunque no es que entrase en mis planes favoritos, al menos sería entretenido. Y después de haberme muerto, todo lo que fuese hacer cosas con el clan bien hechas estaban.
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Solo menciono el Espadón, pero por requisitos tengo que comprar una espada también, así que 1815 - 200 - 300 = 1315.
Y Roll20 dice que tengo un puntito sin gastar que se va a ir a Aprendiz de Espada
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Malfuin
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Malfuin » 03 Ene 2017, 20:22

-Pero usted, ¿qué es lo que espera? -preguntó Bolvir-. ¿Qué es lo que cree que va a cambiar en su vida que haya otra persona sentada en el trono?

-Espero que la ciudad vuelva a ser lo que era -replicó Nvazka-. Espero no seguir viendo gente rota por dentro cada vez que salgo a la calle. Los enanos estamos acostumbrados a la oscuridad, pero creo de corazón que los hombres necesitan la luz. Espero que el ver un nuevo amanecer cada día les devuelva las esperanzas.

Un par de días más tarde, Vinudren entró en la bodega del barco volador y se encontró a Dottie allí. Le dirigió unas palabras.

-¿Miau...? -Dottie le miró-. Creía que todos los enanos eran gruñones. Tú en el fondo eres miau amable... Lástima que apestes a alcohol -murmuró.

Pero Vinudren no escuchó aquello último. Había subido a la cubierta, donde escuchó a Bolvir hablando con Hsarjâ.

-¿Qué esperas tú? -preguntó el lupino-. ¿Crees que va a cambiar algo ahora que Raulën ya no está en el trono? ¿Crees que las cosas cambiarán para mí?

-Las cosas ya han cambiado para mí, y que Raulën no esté aquí no tiene nada que ver con eso -replicó Hsarjâ-. Vosotros habéis cambiado mi vida. De no ser por ti, nunca habría acabado trabajando para vosotros, así que te estoy agradecida... pese a que sé que lo único que te importaba era el barco. Antes podía volar con mis propias alas, pero no era libre, trabajaba para un criminal y mientras pudiera pilotar no me importaba. Pero desde que vuelo junto a vosotros, yo también he cambiado. Al principio creía que no teníais escrúpulos, pero he visto vuestro tablón cada día. He visto qué misiones elegís, cuáles rechazáis, a cuales dais más prioridad. Me di cuenta de que, si bien un poco moralmente ambiguas, en el fondo sois buenas personas. Comencé a sentirme sucia vendiendo droga en este barco con el que voláis para ayudar a la gente. Es por eso que empecé a vender otras cosas. Baratijas, tonterías, a veces me dan más trabajo del que realmente, pero todo es legal. Ahora que Raulën ha muerto... en fin -miró hacia el Palacio del Reloj- espero que vuestra rabia se calme. Espero que dejéis de estar tan atados a esta ciudad, involucrados, casi como si os culparais de todo lo malo que suceda aquí. Espero que empecéis a visitar también otras ciudades, porque a fin de cuentas, el Aguilero Pálido es un carguero... y podré ganar más dinero si puedo llevar cargamentos de un lado a otro.

Cuando Bolvir se marchó, Vinudren entró en acción. Le habló y se acercó junto a ella, con al botella en la mano. A la capitana le divirtió escucharle.

-No lo sé -respondió-. ¿Qué se siente siendo la envidia de todos los mercenarios de la ciudad? Siento que no he hecho nada realmente especial, sólo mi trabajo. En cuanto a... tu propuesta. Bueno... los Forasteros no tenéis muchos problemas con las extremidades perdidas. Incluso el brazo de Bolvir ya está volviendo. Para nosotros... es diferente. Adela se ofreció a enseñarme el hechizo de las Alas Sagradas, pero no estoy dotada para la magia, jamás sabría usarlo. Aun así, si escucho algo, os lo haré saber... de momento, tengo el Aguilero, cuando lo piloto vuelvo a volar por mi misma. En cuanto a tu otro ofrecimiento... ¿seguro que quieres emborrachar a la persona que conduce esta nave? -se rió y se marchó a la cabina.

Unos días más tarde, el día de la coronación, Akerteh se movía por la ciudad en busca de Lloyd. Cuando al fin logró encontrarlo, el ogro le miró pensativo unos momentos. Estaba rodeado de otros de su raza, que escupían fuego sobre el suelo para regocijo de un grupo de Tharul sentados en corro.

-¿Unas alas artificiales? -Lloyd suspiró y unas chispas volaron por el aire-. Creo que si estuviera en mi mundo, podría fabricarlas. Pero aquí... quizá las cosas sean un poco distintas. Veamos, necesitaríamos un metal realmente ligero y extremadamente resistente. Algo como el mithril, o quizá una nueva aleación. Otro problema sería la fuente de energía. Supongo que podrías donarme unas cuantas plumas para la investigación, pero sin ánimo de ofender, el polvo de hada es más útil para esta clase de investigación por sus propiedades. Por supuesto, sería necesario un mecanismo que active y desactive las propiedades del polvo según la circunstancia: no queremos un globo que se lleve a vuestra pobre capitana a la estratosfera. Y desde luego, haría falta una fuente de energía, a ser posible ilimitada... una que se agotara sería muy mala idea, si se le acaba en pleno vuelo. Necesitaríamos algo similar a las piedras que usan algunos barcos voladores, pero mucho más pequeño, del tamaño de un puño como mucho. También podríamos hacer que las alas se conviertan en cuchillas, por otro lado. Siempre he dicho que si pierdes una extremidad y te colocan una prótesis, es obligatorio que la prótesis pueda cortar o disparar a alguien. Sino, ¿qué gracia tiene...?

Lloyd se había sentado en el suelo, con dos o tres niños Tharul pegados a su espalda. Empezó a dibujar con la garra sobre el suelo cubierto de polvo.

-Por supuesto, habría que respetar la longitud original. Si se articula en el punto adecuado, las alas se podrán retraer y no le estorbarán en la cubierta. También está el tema de la sujección, no queremos que las correas le hagan daño, especialmente en el pecho... pero tampoco podemos ponerle correas como las de una mochila o podría acabar desencajándole los hombros. Si se pudiera ajustar a la cintura, pero no... la parte central no puede ser tan larga, para volar también tendrá que curvar la espalda. Si empiezo así a lo tonto le acabaré haciendo una armadura. En cualquier caso...

Carraspeó y miró a Akerteh.

-Honestamente, no sé si es factible. Tengo muchas preguntas y necesito estudiar el caso y dibujar unos planos más adecuados -borró lo que había escrito en el suelo con la bota-. Me llevará un tiempo estudiar el proyecto. Y ahora mismo tengo muchos otros proyectos, a decir verdad... de hecho, Álamo quería hablar conmigo antes de la coronación, así que mejor me voy marchando. Nos veremos allí.

Cuando Akerteh volvió al barco volador, buscó a Kineban para ir con él a la ceremonia, pero no logró encontrarle. No sabía que el Tharul estaba en la cubierta, tratando de convencer a su huesped para que fueran a recoger el cuerpo de Miehlenarë.

-Quise ir a recuperarla al día siguiente -admitió Dottie, mirando a Kineban-. Pero no me dejaron pasar, y no pensaba sacarla por el otro lado. Pero está bien, vamos ahora. A ti te dejarán entrar donde sea.

Dottie llevaba razón. Kineban y ella fueron admitidos sin problemas en la torre de los guardias. En cuanto bajaron por la puerta secreta, encontraron el cuerpo de Miehlenarë. Las alimañas no lo habían tocado. Lo sacaron por la escalera con ayuda de unas parihuelas, y luego atravesaron el puente atestado de gente. La gente fue abriendo paso a ambos Tharul y observando con reverencia el hermoso rostro de la dama caída.

La llevaron en tren. Kineban hizo que se detuviera en medio de la llanura, más o menos en el punto donde había tenido el accidente mortal una vez. Luego, Dottie le guió al este. Atravesaron la llanura llena de criaturas extrañas, hasta que por fin encontraron el campamento Tsil-Fan. Allí devolvieron el cuerpo de Miehlenarë a su familia. No tardaron demasiado en enterrarla: los ritos de los funerarios de los Tsil-Fan eran escuetos. Le excavaron un lecho para que descansara bajo tierra, y de tierra la recubrieron. Y luego de flores. Los miembros de aquella tribu eran solemnes y silenciosos, e hicieron todo aquello sin derramar una lágrima, sin apenas pronunciar una palabra. Pero Dottie no dejaba de llorar a voz en grito.

Cuando regresaron, Bolvir les estaba esperando. Iba vestido de forma muy inusual en él, con sombrero y corbata, y colocó una zarpa en el hombro de su aprendiz, como si supiera de dónde venía. Luego se arrodilló frente a Dottie y la miró a los ojos.

-¿Qué es lo que esperas que ocurra a partir de ahora? -preguntó-. Tu ama está muerta, pero también lo está Raulën. ¿Qué esperanzas tienes para tu futuro? ¿Crees que mejorará?

-No me interesa el futuro -dijo Dottie-. Nunca me ha interesado. Los Tharul no solemos pensar en esas cosas. Vivimos el momento, hacemos lo que no gusta sin pensar mucho en las consecuencias. A mi me gustaba servir a Miehlenarë, nunca pensé que pudiera morir. Ahora que está muerta... al menos... al menos sé que su deseo está cumplido. Ahora que su primo Raulën ha dejado de usar para el mal su poder innato, estoy seguro de que ella... y también su hermana... podrán descansar en paz.

Mientras tanto, Lwiestho se había quedado hasta tarde en la coronación. Había solicitado hablar con el rey Álamo, aunque tuvo que esperar durante horas porque mandatarios de diversos lugares de Frontera habían tenido la misma idea. Reconoció, por los mapas que se había llevado del palacio, algunos de los nombres que mencionaban: Hannemir de Dekonarid; el comerciante Elmer Kader de Ekafir, rubio y risueño, acompañado de su hija; Vilthala, una hermosa ángel de alas petreas enviada de la torre de Lysol; Nesamir, la Señora de Honser; Khaida Hoja Partida, una feroz guerrera de Brezalia; Kristoph Satzner de Tharren-Dwel y Sissi de Yalla-Dwel; Killara, una chica de aspecto juvenil ataviada con un vestido azul, un pañuelo, y un delantal blanco, que aunque parecía una sirvienta todos trataban con deferencia, ya que era una autoridad en Cabo Trueque; las gemelas elfas Dandewenë y Randewenë de Bosque Horizontal, que iban a todas partes cogidas de la mano; y por última Madame Shezile de Ab-Larek.

Cuando todos ellos hubieron hablado, le tocó el turno a Lwi. El rey Álamo era casi un niño todavía, no podía tener más de diecisiete años. Parecía extremadamente cansado cuando atendió al mercenario, pero sonrió al escuchar su petición.

-Por supuesto -asintió-. Tienes permiso para estudiar cualquier sección de los Archivos, y así lo haré saber. Se me ha dicho que Raulën estaba llevando a cabo investigaciones que permitían convertir la luz solar en energía mediante sencillos artefactos mágicos, así que estamos pensando en trabajar en eso. Llevo años odiando al usurpador, pero eso no significa que vaya a descartar las cosas buenas que ha hecho. Tengo entendido que ya has tenido contacto con sus investigaciones con anterioridad, así que... puede que os pidamos asistencia en lo relacionado con este asunto. En un futuro más bien lejano, claro. Ah, y también puedes examinar la correspondencia privada de Raulën si crees que puedes encontrar algo importante ahí. Casi todas sus comunicaciones las llevaba mediante la red telepática de las Milië, pero solía anotar las informaciones que recibía para estudiarlas con mayor detenimiento.

Lwiestho pasó los siguientes días en el archivo, ayudado por los ancianos que trabajaban allí. Sobre la investigación que atañía a cómo matar un Forastero, encontró muchas cosas, algunas de ellas antiguas. Se decía en varios sitios que si un Forastero se suicidaba, es decir, moría voluntariamente, las probabilidades de que jamás regresara eran ínfimas. Aun así, se recomendaba mantener prisioneros a aquellos que fueran una verdadera molestia para uno, totalmente inmovilizados e incapaces de quitarse la vida a sí mismos. Era la forma más segura de asegurarse de que estaban completamente impotentes. Otros manuscritos hablaban de drenar su magia de forma que envejecieran prematuramente, aunque aquello funcionaba con humanos y no con razas de longevidad casi ilimitada como elfos o ángeles. También se decía en muchas partes que los Forasteros que morían en su mundo de origen sólo podían existir en Frontera, y que no volvían si estaban muertos en ambos lados. Se sugería viajar al mundo de origen del Forastero para rematarlo mientras estuviera en su mundo, pero de los conjuros necesarios para el viaje interdimensional no había ni rastro. Eran un secreto muy bien guardado, aunque se suponía que tanto Nerus como Vali Daïarith podían viajar a otros mundos y enviar gente a ellos.

Por último, entre las cartas de Raulën, que no eran sino anotaciones de Kuo, descubrió que ella había logrado contactar con alguien que aseguraba ser capaz de matar a un Forastero. Por lo visto, no podía hacerlo con cualquier Forastero, pero sí que había logrado eliminar a algunos muy concretos y estaba investigando la forma de universalizar el método. No se daba ninguna indicación de cómo contactar con aquella persona, y sólo se mencionaba su nombre una vez: Viz.

Cuando Lwiestho regresó al barco aquel día, después de su largo tiempo estudiando en la biblioteca, descubrió que había un montón de cartas clavadas en el tablón de anuncios. La capitana había ido colgando todas las que había recibido. Estaba junto al tablón, con los brazos cruzados.

-Bueno, tengo un montón de gente deseando que transporte sus mercancías en el Aguilero Pálido. Los muy idiotas creen que sus envíos estarán más seguros viajando con vosotros... pero en fin. La cuestión es que quiero saber a dónde iremos ahora para decidir qué envíos aceptar, así que id eligiendo la siguiente misión. Cada día que os pasáis regocijándoos en la victoria, yo pierdo dinero. ¡Y en cuanto a ti, señorita! -exclamó, señalando a Dottie, que estaba con Kineban-. ¡Más te vale dejar desocupada la bodega! ¡Nadie me paga por llevar gatos de contrabando! Bueno... una vez ocurrió... ¡Pero esa no es la cuestión!

-Hum... ¿puedo dormir en el cuarto del motor, entonces? -preguntó Dottie, pegando las manos a la pared-. Está calentito.

-Bah. Tharul -sacudió la cabeza y se marchó con paso vivo a la cabina del piloto.

El Devorador de Luz

Mercenario.
Sois los Disipanieblas, ¿verdad? Los que mataron a Raulën. Yo soy Bulfer, comerciante de la Torre de las Gemas. Y resulta que tengo un problema, porque en mi zona de recogida de gemas hay un monstruo que se dedica a comérselas. Es muy fuerte y muy feroz, pero seguro que eso no será un problema para vosotros. Pagaré bien.
Bulfer, trafi[tachado] comerciante de esmeraldas.
Recompensa: 450 monedas

La vuelta a casa

Mercenario.
Mi nombre es Raö, y vivo en un pequeño bosque llamado Nilnil. Os ruego que no sintáis prejuicio al saber que soy una Milië. Sé que mi raza os ha debido tratar mal. También me trataron mal a mí. Sin embargo, no quiero ver mi raza barrida, tal como lo fueron muchas otras variedades de hadas. Creo que merecen una última oportunidad. Un grupo de ellas huyó de la ciudad y ahora se dedican a tender emboscadas en los caminos. Os ruego que las detengáis, pero por favor, no les deis muerte. Hacedles saber que estoy dispuesta a acogerlas en este bosque, que puedo devolverles la vida pacífica que una vez llevaron. Las promesas de los Terek las sedujeron años atrás, y luego Raulën terminó de industrializar sus espíritus. Es momento de descubrir si pueden redimirse. No puedo pagar demasiado, pero he oído que los Disipanieblas no elegís las misiones sólo por dinero. Que tenéis criterios más elevados. Espero que así sea.
Raö, sabia de Nilnil
Recompensa: 400 monedas

Forjando esperanza.

Mercenario.
A los miembros de Akerith Elisen:
Os conocí en la coronación de Álamo y quedé impresionada. Parecéis gente de mundo, y por lo que he oído decidisteis confiar en Silz cuando él había camuflado su aspecto. Sin duda sabéis reconocer a un verdadero paladín. Y yo creo que es necesaria más gente como Silz, para evitar que surjan otras personas como Raulën... Es por eso que planeo crear una academia de paladines en esta ciudad. Pero necesitaremos instructores. Estoy seguro de que con vuestra ayuda podría reclutar a unos cuantos. Si me ayudáis, mi sueño de levantar la Academia de Paladines de Ab-Larek podrá volverse realidad. Cuento con vosotros.
Shephire Shezile, Señora de Ab-Larek.
Recompensa: 700 monedas

Perros infernales

Mercenario.
Desde que vine a Ciudad Miau, las cosas me van de maravilla. Ahora que Raulën está muerto y nada me ata a Sincronópolis, he empezado a enviar de vuelta a los pequeños Tharul que mandé como refugiados a la isla durante todos estos años, para devolverlos con sus padres recién liberados. La cuestión es que he descubierto que esta isla está habitada por una manda de... perros infernales. Sus garras queman, y escupen fuego, y dan mucho miedo. Se han comido a varios niños, y aunque no se acercan a la ciudad, creo que son un peligro. Sé de primera mano lo eficaces que sois, así que... acabad con ellos. Esta vez puedo pagar bien.
Freya
Recompensa: 800 monedas

Grietas Infinitas

Mercenario.
A la atención del clan mercenario, Akerith Elisen:
Ha llegado a mis oídos que hay magos de talento entre vuestras filas. Creo que podríais ser útiles para mi investigación. En el pasado, al norte de vuestro mar, se levantó una vez un reino llamado Gwinilin que se desvaneció de la noche a la mañana. Aunque hemos tratado de encontrar una explicación durante años, todavía no sabemos qué ha provocado todo esto. He descendido personalmente al interior de la Grieta, bajé durante días enteros, hasta que dejé de ser capaz de respirar, y estuve a punto de no contarlo.

Nuestra única pista son las criaturas que surgen de la Grieta de vez en cuando. Hemos capturado a varias, y el estudio de ellas nos aporta datos útiles. Quizá a vosotros también os aporten algún conocimiento que más tarde podríais compartir con nosotros. Así pues, os invito a acudir a Klahur para destruir a una de ellas. Tenemos que eliminarla de todos modos, así que tendréis la ocasión de aprender algo útil durante el proceso. Vuestro punto de vista podría resultar fascinante para nuestra invetigación.
Dhanaë Elphis, Archimaga
Recompensa: 700 monedas

Peligroso Forastero

Mercenario.
Este es un mensaje para aquellos a los que llaman Disipanieblas. Tengo un trabajo para ellos. Soy Dranin Bellage, y generalmente me ocupo de los enemigos peligrosos que azotan mi ciudad, Tharren-Dwel. Sin embargo, estas amenazas suelen ser nocturnas. Últimamente hay un Forastero que se divierte causando estragos y robando grandes cantidades de dinero. El problema es que sólo ataca durante el día, justo cuando yo estoy... ocupado. Espero que unos mercenarios de renombre como vosotros sean capaces de encargarse de él. Sé que regresará aunque le matéis, pero al menos nos dará un respiro.
Dranin Bellage, protector de Tharren-Dwel
Recompensa: 500 monedas

Camélidos Extraviados

Mercenario.
Un valioso cargamento que atravesaba el desierto se ha esfumado sin dejar rastro. Los camélidos, los mamuts jorobados del desierto, no son fáciles de perder. Incluso aunque he pedido ayuda a los ángeles para que busquen por el aire, nadie ha sido capaz de encontrar ninguna pista. Vosotros fuisteis capaces de encontrar el modo de derrotar a ese tal Laurën de Sincopépolis, ¿no es cierto? Los Quitanieblas. Seguro que este trabajo estará chupado en comparación
Yunus, señor de Camelia
Recompensa: 400 monedas
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Poned fechas rápido, a ver si podemos hacer una misión antes de que yo vuelva a clase... Aunque en teoría esta semana tendré que trabajar, así que podría cancelar la sesión sin previo aviso. Sea como sea... recordad elegir una misión a la que dais prioridad.

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Amilinne
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Amilinne » 04 Ene 2017, 00:04

No esperaba que me dejaran entrar tan fácilmente al palacio. Formaba parte de Akerith Elisen, por supuesto, pero también era un Tharûl que llevaba toda su vida viviendo en las calles de Sincrópolis. Ni siquiera tenía buenos hábitos higiénicos más allá de lamerme los pelos. Nuestra raza no tenía la mejor de las famas. Me sentía atraído por las fuentes de calor y por la diversión fácil, pero por lo general siempre había sentido que mi manera de pensar era muy distinta a la del resto de gatos de mis manadas. Tal vez era por ser un tipo de gato distinto en mi mundo de origen... Fuera como fuera, Dottie y yo logramos recuperar el cuerpo de Miehlenarë sin demasiados contratiempos. Apenas parecía afectada por el paso del tiempo o el efecto deteriorante del agua, especialmente una tan repleta de bacterias como aquella. No había empezado ni a sangrar por la nariz. ¿Tal vez Lwiestho o Baseryn habían lanzado sobre ella alguna clase de hechizo de refrigeración para mantenerla intacta más tiempo? Era fascinante, fuera como fuera. Y surrealista. Recordé cuando fuimos a pedirle que se uniera a nosotros, cuando soltó sobre nosotros su ejército de escarabajos. Parecía despistada por su forma de hablar y moverse, pero había escuchado que era una mujer poderosa e inteligente a pesar de las apariencias. Bella, además. Sus facciones... me recordaban a alguien...

Entre los dos colocamos a la Tsil-fan en una superficie de madera y atravesamos el castillo con ella. Nadie osó interrumpirnos. No sabría explicar la sensación que tuve durante toda aquella travesía, incluyendo todo lo que pasó después de eso. Era casi... mágico. Como si fuéramos ángeles acompañando al paraíso a un alma noble. Tras un corto viaje en tren llegamos al campamento de los Tsil-fan, donde vivía la familia y seres queridos de la mujer caída en combate. Apenas nos dirigieron la palabra, simplemente aceptaron el hecho al instante y empezaron a preparar la ceremonia para el funeral. Imaginé que dejar que nos quedáramos durante el evento fue su manera de darnos las gracias por traer a Miehlenarë hasta ellos, pues no solían ser demasiado abiertos a aquellos que no compartían su raza e ideales. Jamás me había atrevido a acercarme a aquel lugar, pero a su manera era... bello. Podía respetar el estilo de vida de aquella gente, aunque no estuviera de acuerdo con sus objetivos. Sólo esperaba que no tuviera que enfrentarme a ellos en el futuro y que estuvieran abiertos a la diplomacia antes de hacer explotar Sincrópolis. Me pasé toda la ceremonia tratando de calmar, sin éxito, a Dottie. Todos los Tsil-fan se mantuvieron impasibles... Pero yo no pude evitar derramar unas lágrimas por Miehlenarë. No la conocía de nada. No estaba de acuerdo con ella. Pero no merecía morir de la manera en que había muerto. Y yo que pensaba que me había vuelto inmune a la muerte... El clan me había ablandado.

Regresamos en silencio a Sincrópolis sólo para encontrarnos con el Maestro, vestido de una manera totalmente ridícula. Alcé una ceja, pero escuché atentamente su pregunta y la respuesta de Dottie. Abrí los ojos como platos al escucharlo, y todos mis cabellos se erizaron. Miehlenarë, ¿prima de Raulën? Y una hermana, además... Estaba lleno de preguntas. Vinudren y los otros me habían arrebatado algo importante para mi, aunque fuera su deber hacerlo, pero no me había parado a pensar en todo lo que había alrededor del tirano. Todavía podía hacer algo. No iba a lograr mi retribución, pero el rastro de Raulën no se había desvanecido. Tal vez podría aprender más de él... Hablar con su familia, incluso. Pero no era el momento. No iba a interrogar a la Tharûl tras el funeral de su ama. Ya hablaría con ella en un futuro.

Días después sentía que había creado una especie de conexión entre Dottie y yo. No sabía si llamarlo amistad aún, pero estaba claro que iba a quedarse con nosotros. Así podría cuidar de ella. Otro Tharûl en mi manad... clan, mi clan. Como en los viejos tiempos. A ella no la dejaría morir. De momento, parecía que iba a quedarse en la sala de máquinas, donde más calorcito hacía. Sonreí. Hacía muchísimo tiempo que ni pensaba en calentarme en aquel lugar. Lo que pueden llegar a hacer los nervios... Lwiestho volvió entonces de Nerus sabe dónde y nos habló sobre un hombre llamado Viz que era capaz de eliminar de manera definitiva a los Forasteros. Fruncí el ceño. ¿Íbamos a tener que preocuparnos ahora por algo así? La idea era aterradora, pero útil. Igual ahora algunos miembros del clan dejarían de tratar nuestras muertes como si fueran bromas. Nunca se sabe cuándo puede ser la última vez. Aún así, debíamos andarnos con cuidado. Hsarjâ quería que nos moviéramos fuera de los muros de Sincrópolis, pero cuanto más lejos nos fuéramos, más posibilidades tendríamos de encontrar a alguien cuyos esfuerzos para borrar a los nuestros de la faz de la tierra fueran más avanzados. La jubilación al Valle Sin Sol con Akerteh ya no sonaba tan mal.

Eso es lo que pensaba, claro, hasta que vi la enorme cantidad de misiones colgadas en nuestro tablón. Había mucha gente que necesitaba nuestra ayuda, sobre todo ahora que se sabía de nosotros en las regiones de los alrededores de Ekkader y no sólo en la propia ciudad de Álamo. Si era yo el que caía... Al menos lo haría ayudando a alguien que lo necesitara. Era lo menos que podía hacer, después de tanto tiempo en que cada pieza que movía era simplemente para cumplir mi venganza. Con aquello en mente, di prioridad absoluta a La vuelta a casa. Nunca había odiado a las Milië. Siempre me habían parecido una raza interesante e inteligente, y lo último que me parecía que merecían era la extinción. Puede que hubiera estado un poco harto de ellas, pero nunca había deseado mal general hacia todas ellas. Quería mostrarles clemencia, igual que me gustaría que la gran cantidad de Tharûl callejeros fueran tratados mejor. Forjando esperanza parecía interesante, pero no lo suficiente. Además, ¿quién me aseguraba que la Dama de la Luz no acabaría usando todos aquellos paladines para sus propios propósitos algún día? Había escuchado cosas buenas de ella, pero también cosas muy malas. Al menos la misión no venía directamente de ella. "Peligroso Forastero" me interesaba también, pero me parecía muy pronto para hacernos otro enemigo recurrente como Clovi y sus Clovettes. La misión de los camellos me la traía bastante floja. "Un valioso cargamento", ya. Señores ricos que no pueden imaginarse siendo ligeramente menos ricos.

Teniendo eso en cuenta, me quedaba Perros Infernales. Freya no me caía bien, nunca me había caído bien. Ni siquiera nos había ayudado durante la guerra, aún sabiendo perfectamente que la pobreza que trataba de mitigar había aumentado en gran parte por culpa de Raulën. Pero su misiones solían ser justas, y esta lo era más que ninguna otra. Quería ayudar a todos aquellos gatos refugiados. Puede que fuera por la misma parte paternal que me hacía vigilar a Dottie a diario, pero no podía quedarme tranquilo sabiendo que tantos Tharûl que, seguramente, habían sufrido tanto o más que yo estaban siendo devorados por perros infernales justo a las puertas de la seguridad y la estabilidad. Quedaba Grietas Infinitas. Y sí, me apunté en ella también. Pedía magos, y yo estaba estudiando magia. Y tal vez podríamos descubrir algo sobre aquellas grietas... ¡Miau, qué diablos! Quería conocer a la archimaga. Había oído hablar mucho de ella y sentía mucha curiosidad. Tal vez me podía enseñar algo, o le podía preguntar por mis aptitudes mágicas... O incluso me podría decir algo sobre mi colgante. Toqué el mismo con la uña. No estaría salvando a una raza de la extinción, pero seguía siendo algo importante para mí. No me podía permitir perder aquella oportunidad.
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En resumen, le doy prioridad a La vuelta a casa y aparte me cojo también Perros Infernales y Grietas Infinitas

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Crow
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Crow » 04 Ene 2017, 02:32

-No estas conduciendo ahora, beber con responsabilidad y eso! - me reí mientras la veía darse la vuelta y volver a su cabina. Bebí otro trago. Bueno, tiene sentido, supongo.

Después de la coronación mis dudas sobre el futuro se apagaron un poco bastante de golpe, porque teníamos trabajo para aburrir. El Devorador de Luz... ah, gemas, minas, yo se de eso. Oh... vaya, lo de esas milié parece jodido. Si, no tener casa es una mierda, mejor arreglar eso antes de que den más por saco, mejor me apunto a La vuelta a casa... Entonces me enfadé un poco al ver otra de las misiones. Pero a ver, que pasa con este gilipollas, es por retrasados como ese que hay gente que intenta matarnos a los Forasteros, habrá que darle una lección a ese hijo de mala madre, se va a enterar ese Peligroso Forastero.
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Me apunto a el Peligroso forastero con prioridad, El Devorador de Luz y La vuelta a casa. En teoría cualquier día menos el domingo 8 me va bien.
Ora Ora Ora Ora Ora
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Fornax
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Fornax » 04 Ene 2017, 02:38

Caminando de noche por las calles de Sincronópolis, Bolvir intentaba mezclarse con las sombras para poder adquirir hechizos, principalmente porque no podía ni dar dos pasos sin que alguien le reconociera y le intentara parar para hablar con él. Había visto los recientes trabajos en el tablón y estaba totalmente de acuerdo en salir de la ciudad durante una temporada y visitar lugares donde un ser de su tamaño en la oscuridad era una potencial amenaza a evitar en lugar de un héroe local al que pedir un autógrafo.

La recompensa había sido generosa y el lobo tenía una idea muy clara en qué gastarla. Un mago tenía que ser versátil y cada vez más miembros del clan podían volar, por lo que o aprendía él también, o sería un estorbo; a ello contribuía que la ciudad ya no era prácticamente nocturna. Por ello decidió comprar un libro blanco con todos los hechizos necesarios para que funcionara Thol Hsaur Isei.

Lo más difícil era que para sacarle el máximo potencial tenía que comprender la luz, una tarea bastante ardua, teniendo en cuenta que desde siempre le había gustado los sitios más oscuros. Aunque bien pensado, que la luz le gustara o no era lo de menos: lo importante es que consiguiera domarla para hacerla cumplir su voluntad, igual que la oscuridad.

De camino al barco, Bolvir estaba pensando que el Aguilero Pálido necesitaba armas. Quizá una como la que tenía maese Vinudren pero más grande le vendría bien… Tras consultarlo con el resto del clan, decidió buscar a Lloyd por si podía improvisar algo o, al menos, encargarlo para cuando regresaran a la ciudad.

Y ahora tocaba decidir el trabajo. Demasiadas misioens y todas ellas en zonas que no conocía. Que se acabara el mundo era una auténtica lástima ahora que había llegado tan lejos, así que le dio prioridad a Grietas Infinitas, y además podría conocer a magos poderosos, lo cual nunca venía mal. La vuelta a casa era una muy aceptable segunda opción. Aunque odiaba a las Milië y no las consideraba dignas de la menor confianza por todos sus actos en el pasado, prefería tenerlas a todas juntas en un sitio bien alejado de cualquier lugar importante y donde se las pudiera controlar. Por último, Perros Infernales parecía interesante, ya que podría estudiar un volcán y además enfrentarse a bestias raras y peligrosas de las que adquirir trofeos.

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1.150 - [Libro blanco (100) + Ithnoï(50) + Hsaur(100) + Hsaur Fulg(250) + Thol Hsaur Isei(500)] = 150 monedas. Además cojo Comprender la luz. Puedo quedar de esta semana el jueves, el viernes y el domingo por la noche.

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Impredecible
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por Impredecible » 04 Ene 2017, 13:30

No podía negar que la conversación con Lloyd me había provocado más frustración de la que yo mismo esperaba. Ya había supuesto que mi proposición iba a ser difícil, pero mantenía la esperanza de que fuese el tipo de difícil que deja de hacer difícil una vez nosotros nos metíamos en el asunto y hacíamos algo, no el tipo de difícil que realmente significa difícil. Acabábamos de salvar una ciudad, el universo podría echarme una mano para variar como recompensa... pero parecía que mis angelicales planes tendrían que esperar por tiempo indefinido. Lástima.

Al menos teníamos novedades. Parecía que Dottie (que parecía más animada después de pasar un rato con Kine, un sentimiento con el que yo solía coincidir) se nos había unido oficialmente, lo que subía nuestro número de miembros, neutrales o no, a diez. Si la cosa seguía así tendríamos que empezar a plantearnos el conseguir un barco más grande. Estábamos acogiendo gente por encima de nuestras posibilidades.

Y, aún más importante, había llegado por fin el bello y esperado momento de dejar de actuar solo en la ciudad y abrirnos al mundo, lo cual era motivador y emocionante. Le había cogido a Sincronópolis el tipo de cariño doméstico que se le coge a un vecino al que ves todos los días, pero claramente se nos había quedado pequeña. Y, a juzgar por la cantidad de gente que estaba pidiendo de nuestros servicios, el resto del mundo estaba de acuerdo.
Ojeé las misiones, optando por ir a ayudar a las Milliës (nos convenía tenerlas de nuestra parte, y evitar extinciones siempre está bien),
echar un ojo a aquel forastero que la estaba liando parda (¡solo nosotros la liábamos parda!) y quizá ir a hacer algo con los monstruos que comen gemas.
A currar, pues.
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La vuelta a casa como prioridad, Peligroso Forastero y El Devorador de Luz como secundarias, libre y sin compromiso cada día!
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LightHelco
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Re: Frontera de la Neblina

Mensaje por LightHelco » 04 Ene 2017, 14:53

Floté en las aguas del mar de Frontera buscando la tranquilidad. Aquello del castillo y de colocarle a un niño una corona me había resultado agobiante. Demasiada gente, empujones, Tharul y niños subiéndose a mis alas para poder ver mejor… al final había tenido que volar hacia un tejado alto de la zona y verlo desde allí.

Y ahora no quería hacer otra cosa de disfrutar del elemento al que tan ligados estábamos los míos. Dejé que el tiempo pasara hasta que la luz del sol dejó de filtrarse en el agua y supe que ya era hora de volver. Por el caminó decidí pasarme por una tienda de magia para hacerme con más paginas que pudiera usar, estaba empezando a notar que me faltaba potencia de fuego aunque ya pudiera golpear siempre a mis enemigos.

Mirando entre las hojas disponibles, me fijé que el Libro Negro contaba con una mayor cantidad de conjuros de mis elementos principales: Hielo y Agua. ¿Había metido la zarpa al elegir un libro? Bueno, ahora tenía dinero suficiente para hacerme con los dos ejemplares, por lo cogí un par de hojas básicas de este y las que quería del Libro Blanco.

Lanzando pequeñas nubes de hielo para probar la eficacia de aquel nuevo libro, regresé al barco en donde me encontré al lobo mirando el tablón de misiones ¿ya teníamos nuevos trabajos? Me acerqué a él y al menos mientras miraba el tablón intenté no cruzar miradas con el Lobo. Quería hablar con él, pero aun le faltaba el brazo que le quitaron por mi culpa.

Quitandome aquello de la cabeza, fui leyendo las misiones una a una. Parecía que todas venían de gente del exterior y que nos habían dado un nuevo nombre. Dejé mi nombre en la misión que la Tharul había puesto, Perros Infernales, si eran seres de Fuego, mis alientos vendrían bien contra ellos. También me quedé con la de los Camélidos Extraviados, reconocía el sitio y tanto, ya que fue en ese desierto en donde aparecí hará más de diez años y aunque no era dada a ayudar a este tipo de gente, el poder pasarme por allí tras tanto me parecía una buena idea, además… aun recordaba la primera vez que me comí uno de aquellos Camélidos pensando que eran bestias salvajes.

Aunque mis ganas de hacer esas misiones desaparecieron cuando leí la última, Peligroso Forastero. Reconocí el nombre del lugar que se mencionaba en la carta y el ser un Forastero me dejaba las cosas claras. Era Huracán. ¡Debía ser él! Había posibilidades de que no lo fuera, pero no podía creerme que ese traidor no estuviera causando problemas en la ciudad.

Sentí que el Lobo iba a irse, debía decírselo ahora, intentar que la rabia que me estaba consumiendo al leer esa misión se apagara y pudiera hablar con normalidad.

—Por esto no confió en gente como tú —fue lo primero que salió de mi boca, señalando la misión del Forastero —. Nuestro objetivo creo que podría ser el Dragoviano que mencionó el Capitán… el que no os ayude a matar y acabó cortándote el brazo.

Agaché la cabeza culpable por ello.

—Fue una persona en la que confié ciegamente y me acabó traicionando, pensé que era un ser amable, pero en realidad era un monstruo sediento de poder y sin escrúpulos que no dudó en matar a un líder… me condenó por su crimen y desde entonces no he hecho otra cosa que buscarle para matarlo, tanto en este mundo como en el nuestro —le miré por primera vez en todo aquel tiempo —. No paraba de ver el reflejo de ese dragoviano en ti, por eso te odiaba con tantas fuerzas, por eso quería que ardieras en tus propias llamas en cada misión… sé que no he sido justa contigo, aunque realmente te mereces el que te miremos con malos ojos, pero aun así debería disculparme por mi actitud hacia ti.
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Priorizo Peligroso Forastero para esta ronda. Además, compro lo siguiente:

Libro Blanco: Aäzas Hlaur (300), Hlaï Hraur Elar (500)

Libro Negro: 100 por el libro, Hwaur (50), Athroï (50), Hwaur Ithnoï (100) y Hklaur Athroï (400)

Eso deberían hacer 1500 monedas dejandome en 0.

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