Digimon: Data Disruption [Rol]

[Crow]

-Que demonios... ¿Tris? ¿que haces aquí? Y que es... ¿eso? La madre del topo, que cosa mas rara.
Sin duda, aquello era lo mas perturbador que había visto jamás. Bueno, lo segundo más perturbador, porque lo que se llevaba el primer premio acababa de sujetar a un niño pequeño y amenazaba con degollarlo. Aunque se asustó mucho de unas columnas brillantes que vinieron a traernos unos objetos que aun no podía identificar.
-Seguro que quieres hacer eso? Si tanto te asusta que agarremos esto, significa que pueden hacerte algo malo, y si le haces algo al crío nos darás muuuuuuchos motivos para usarlos contra ti!

Sin una pizca de vacilación, metí la mano en la columna y cogí aquella cosa que POR DERECHO ERA MÍA.

[Loud]

Para cuando me he querido dar cuenta estaba alli pasmado, con varios chicos mas y un.. ¿Digimon? Amenazando a uno de ellos por el cuello, no entiendo nada y no hay mucho tiempo para pensar, el ha decidido seguir adelante a pesar de estar amenazado asi que yo no voy a ser menos y lo cogere tambien. Si esto significa lo que creo...

- ¡Sueltale o iremos a por ti, somos mas!

[Dark]

Tras llegar a la montaña, unos cuantos chavales más aparecieron cerca. Supongo que no era de extrañar que más gente viese ESA COSA que estaba encima de la montaña. Quiero decir, era enorme; sería raro que nadie lo viese. Pero no había adultos, lo cual molaba porque así no se me llevarían a casa ni le dirían nada a mamá.

Al llegar vi que las luces no eran luces pero eran luces y era algo muy raro. Además, por alguna razón, me hacía reaccionar de alguna manera así como muy madura. Lo sabía, mamá no tiene razón, ya soy un chico grande, ja. Pero entonces un Persiamon apareció tras uno de los que habían venido conmigo. O siguiéndome. O no lo sé, siquiera me había molestado en mirarles, esas luces eran muy guays. Pero había un digimon frente a nosotros. ¿Pero qué leches? ¿Los digimon existen de verdad? Entonces quizá alguno de mis dibujos perdidos se convirtiese en digimon de verdad, ¡cómo mola! Ahora tengo que encontrarlo y...

El digimon estaba amenazándonos de muerte, y empezaba con el chico ese. O eso o no sabe jugar. Pero entonces unas columnas de luz se plantaron delante nuestro. No fastidies que esto es... no... Pero al alzar la mano, apretó más en el cuello del chico. Me paré un momento, y entonces vi que el chico retenido iba a meter la mano ahí. Y si él lo hacía, yo también.

[Aritriel]

Me sorprendí al ver que no había sido el único en ir a la montaña, aunque realmente lo raro sería que hubiera estado solo. Seguramente esas luces podían verse desde toda la ciudad. Era evidente que a alguien más le había llamado la atención. Más o menos me sonaban todos los chavales que había; y saludé a Alice con la cabeza y una pequeña sonrisa cuando le reconocí.
Entonces miré la luz y me encontré fascinado; incapaz de apartar la vista. Era increíble y horrible al mismo tiempo, y tuve la sensación de que me provocaría pesadillas; pero en ese momento no importaba. El hechizo se rompió cuando escuché un grito y vi como alguien había agarrado al chico que parecía más pequeño de todos nosotros. Aunque ese alguien era extraño; casi parecía un...

"¿Digimon?" pensé, sabiendo que era completamente imposible. No era más que unos dibujos animados.

Me tensé al oír la voz del digimon. Aunque conocía la serie, no era ningún experto y no tenía claro cuál era ni, por supuesto, su nivel. Si era tan fuerte como los de la serie bien podía acabar con nosotros en pocos segundos.

Entonces cayeron unas columnas de luz y la digimon pareció claramente asustada. Fueran lo que fueran, no le gustaban; y pensé que igual podíamos usarlo a nuestro favor. Tenía que intentar coger el mío cuando no me prestara atención, para que no se diera cuenta; y entonces...

Entonces tres chavales, incluido aquel al que iban a cortar el cuello, cogieron la cosa que flotaba en la luz... y le provocaron.

-Idiotas-gruñí entre dientes, mientras cogía el objeto que estaba más cercano a mí y me preparaba para echar a correr. No era cobarde, pero sobrevivir a un digimon como ese era imposible.

[bobokukemon]

—Genial, me he colado en una concentración de raritos. ¿No sois mayorcitos para jugar a esta clase de cosas? Bueno, al menos los efectos especiales están bien hechos, supongo.

Me quedé mirando el objeto flotante, parecía uno de los juguetes que se podrían encontrar en un mercadillo pero aún así tenía algo atrayente, no podía dejar de mirarlo.

—Su... Supongo que tendré que seguiros el rollo esta vez, ya que me habéis hecho participar —dije excusándome mientras alargaba la mano para cogerlo.

[LightHelco]

“¿Mas gente? Tampoco es que las luces fuesen muy disimuladas, fijo que a más de uno le han llamado la atención”

Acelerando un poco más el ritmo para llegar antes que los otros siete a la cima, descubrí que las luces que antes me habían parecido tan bonitas, desde cerca no lo eran tanto. Parecía como si alguien hubiese decidido coger un cuchillo y cortar la realidad con él, como los malosos de algunas series, aunque… aun mantenía algo de encanto.

En la subida reconocí a Adair de clase, le saludé con una amplia sonrisa terminando de subir. El chico era algo callado y reservado, pero se podía tratar con él sin problemas. Al resto no les conocía mucho, aunque creo que el pequeñajo gritón con la pantera humana vivía en mi misma calle. ¡Espera! ¿Pantera humana?

Me giré de inmediato para ver mejor al “animal” y casi me da un algo al poder reconocerlo de esa serie de dibujos que echaban cuando era más pequeña, Digimon si mal no recordaba. Aquello debía ser un disfraz, muy logrado, pero un disfraz, Digimon era una serie de ficción, era absolutamente imposible que estuviésemos viendo uno. Aunque de poco importaba, porque la gata estaba amenazando al pequeñajo con sus uñas ¿Y sabéis qué? En mi presencia nadie le rajaba el cuello a nadie.

—Te doy un diez por el disfraz, quizás un once por el efecto de mover las colas, pero suelta al enano ahora mismo o no te va a llegar la cosa para carnavales —le dejé claro a la mujer ajustándome la gorra y preparándome para saltar encima.

No me dio ni tiempo a hacer nada, ya que en ese momento unas columnas de luz cayeron sobre nosotros casi cegándonos, pero dentro de estas pude ver unos extraños aparatos que casi nos estaban pidiendo que los cogiéramos. No estaba muy segura de si sería lo mejor, pero si habían aparecido en el momento en que teníamos una loca con garras amenazándonos quizás fueran como los dispositivos de activación de algún poder raro de los que veía en las series.

—Muy bien —sonreí agarrando el dispositivo y mirando amenazante a la Digimon —. Prepárate, bigotitos, porque vamos a darte hasta en el carnet de identidad.

[Amilinne]

@Todos

A pesar de las amenazas de Persiamon, todos agarráis el cachivache que os ofrece la misteriosa luz que os ha traído a ese lugar. Es una especie de aparato octogonal de color blanco con tres botones de color azul pálido, una antena muy corta arriba a la izquierda y una pantalla. Son más o menos del tamaño de las palmas de vuestras manos. Algunos de vosotros habéis visto algo parecido por Internet, o puede que vuestros padres os hayan hablado de ellos: parecen Tamagotchis, o mascotas virtuales, una moda muy popular de hace unos cuantos años.

-¡Vosotros lo habéis querido! –grita el digimon, enfurecida-. ¡Podéis decirle adiós a este niñ…!

El resplandor que emerge de vuestros dispositivos corta las palabras de la mujer gato. Cegada, y con un chillido de dolor, Persiamon suelta a Jeremy y retrocede. El joven sale corriendo y se reúne con el resto del grupo, mientras Persiamon os mira jadeado, sus ojos llenos de furia.

-Muy bien. Eso es lo que queréis, ¿no? –masculla-. Podría haber sido rápido. Podría haberos librado de un futuro en el que sólo os espera dolor y sufrimiento. Pero si preferís una vida horrible antes que una muerte rápida…

Con una velocidad que ninguno de vosotros es capaz de seguir, Persiamon se coloca detrás de Alice y la agarra del cráneo.

-¡Os concederé vuestro deseo, mocosos!

Levantando a Alice como si no pesara más que una pluma, Persiamon lanza a la muchacha directa a la pantalla de luces y fuego. Antes de que podáis reaccionar, Alice se ha desvanecido completamente. Acto seguido, la felina levanta a Alan por encima de su cabeza y también le lanza a la extraña distorsión.

-¡Eso os enseñará a amenazarme, criajos!

Colocándose a una distancia prudencial, Persiamon coloca sus brazos con forma de “X” y sus garras comienzan a brillar con un resplandor fucsia. Un movimiento más de sus extremidades es suficiente para que seis rayos de energía púrpura salgan disparados de sus uñas a ras de suelo. Aunque el propio ataque, afortunadamente, no acierta, la onda expansiva os manda directamente por el mismo camino que han seguido Alice y Alan. Persiamon le dedica una última mirada al portal.

-Pudríos, niños elegidos, en un mundo que ha perdido toda la esperanza que una vez tuvo.

***

@Jeremy @Matías

Cuando abrís los ojos, os encontráis en un yermo rocoso. A ambos os duele la espalda por la caída. No tenéis ni idea de dónde estáis, pero no parece que haya ninguna luz alrededor parecida a la que os ha hecho llegar a este lugar. Los aparatos con forma de octágono siguen en vuestras manos.

-¿Ya te has despertado?

Matías, a tu derecha se encuentra una especie de escarabajo más grande que tu cabeza de color rojo. Eres incapaz de descifrar su expresión.

Jeremy, flotando justo encima de ti hay un animalillo fantasmal que sujeta con su ligeramente transparente cola una bala dorada casi tan grande como él. Te mira con curiosidad, pero sin acercase demasiado a ti.

@Alice @Tris

Cuando despertáis, os da la sensación de que lleváis décadas dormidas, aunque probablemente solo hayan pasado minutos desde que Persiamon os lanzó a este extraño lugar. Estáis en una verde pradera, junto a un tranquilo río de aguas cristalinas. Todavía tenéis en vuestras manos, agarrados con fuerza, los dispositivos que sacasteis de aquellas columnas de luz.

Alice, junto al río ves a una especie de conejo gris mucho más grande de lo normal y que anda a dos patas. Al ver que estás despierta, sonríe y comienza a andar hacia ti a paso ligero.

Tris, te despierta lo húmeda que está tu cara, y no precisamente por el agua torrencial que fluye a unos metros de donde has aterrizado. Junto a ti hay un perrito de pelaje blanco y rosa, lamiéndote perezosamente para que te levantes.

-Sé que te gusta dormir, Tris, pero hay mucho que hacer... –suspira con tono apagado tras guardar la lengua.

@Luke @Alan

Aunque os duele la cabeza y no recordáis demasiado bien cómo habéis llegado hasta aquí, lo ocurrido en la montaña hace que recobréis la compostura casi enseguida. Estás en un frondoso bosque, y apenas entra la luz del sol a través de las ramas de los árboles. No se parece a ninguno de los bosques cercanos a vuestro pueblo.

Luke, todavía estás un poco desorientado cuando sientes un fuerte golpe en el estómago. Un pingüino ha saltado de la nada y ha aterrizado en tu barriga. Te mira con la mayor sonrisa que su pico puede esbozar.

-¡Por fin has llegado, Luke! ¡Por fin, por fin!

Alan, sientes curiosidad por una gran flor que no se parece en nada a las que suelen crecer cerca de donde vives. Pero entonces, te das cuenta de que tiene ojos. Y boca. Y de que te está sonriendo.

-Bienvenidos. Estábamos esperando –te saluda.

@Asch @Adair

Un temblor terrestre hace que despertéis de vuestra corta siesta. Todo os viene a la cabeza al mismo tiempo: las luces, Persiamon, el aparato que conseguisteis agarrar… Hace mucho calor en el lugar en el que habéis acabado. De hecho, no demasiado lejos de vosotros, corre un río de lava.

Adair, ves a la lejanía un niño sentado en una roca. Al principio te parece alguien normal, pero cuanto más te fijas, más te parece que tiene… ¿alas?

Asch, el zumbido de algún insecto en tus oídos hace que agites el brazo, molesto. Cuando te das cuenta, un ser volador ha aterrizado en tu cara, impidiendo que veas nada.

-¡Ji, ji! P-perdón, pero es que... ¡Habéis venido por fin! ¡Qué bien! –escuchas hablar a aquella… enorme abeja, una vez se ha separado de ti y vuela en círculos a tu alrededor.

[Malfuin]

Lo primero que hice al levantarme fue taparme la herida del cuello con la mano. Me preocupaba, y esperaba que dejara que sangrar pronto. Ahora que me había librado de la gata (o que ella se había librado de mí), la repentina consciencia de lo cerca que había estado de la muerte me aturdía y me hacía temblar.

Además, estaba en una especie de desierto pedregoso, y me había quedado atrapado allí con el chico extranjero. Como era un pueblo pequeño, ya había oído hablar de él bastantes veces, aunque nunca habíamos tenido mucha relación. Traté de recordar el nombre.

-¿Sabes qué es lo que ha pasado, Mat? -pregunté, deseando que entendiera mi idioma, y me quedé mirando al escarabajo-. ¿Has traído el insecticida?

Me senté en una roca, soplando en silencio como si eso fuera a aliviar el dolor.

-Entonces, ¿vosotros también sois Digimon? -pregunté, mirando al zorro que flotaba por encima de mi-. Esa gata prácticamente ha intentado matarnos. ¿Vosotros también nos vais a atacar? -miré a mi alrededor, como buscando una vía de escape, aunque sospechaba que no podríamos librarnos de ellos-. Odio los desiertos -suspiré-. Tenemos que volver a donde estábamos.

[Dark]

Me encontraba en un bosque perdido de la mano de dios. O quizá no tan perdido, pero estaba ahí y no recordaba mucho más que un digimon tirándonos a unas luces que estaban en la montaña, y todo porque cogimos unos dispositivos digitales. Je, je, qué gracia. Unos dispositivos digitales...

Pero un "algo" me impide seguir recordando lo que había sucedido. Miro delante mio y veo que el que me había agredido era un Penguinmon.

—Pero qué leches...

—¡Por fin has llegado, Luke! ¡Por fin, por fin!

—¡Ostras! No fastidies, ¿realmente existes? Guau, esto es... y el dispositivo digital... y espera un momento. ¿Dónde estamos? No parece el bosque de la montaña. Pero espera otro momento, ¿eres un Penguinmon? ¿El que dibujé cuando veía la serie de Digimon? —dije, mientras le tocaba la barriga y las alas, para acto seguido darle un abrazo.

Después miré a mi alrededor y vi un chico. Supongo que cayó conmigo, así que cogí del ala a Penguinmon y me acerqué al chaval.

—Hola, me llamo Luke, encantado —dije, sonriendo—. Y creo que estamos un poco perdidos.

[Zodiark]

Al comienzo, pensaba que todo aquel asunto se trataba de algún espectáculo callejero extraño, y que aquella "Digimon" no era más que una perturbada con un cosplay. No era un disfraz muy complejo, de hecho yo misma me había cosplayeado de cosas mucho más difíciles.

Pero lo siguiente sí que fue raro. ¿Eran aquellas luces efectos especiales, o eran algo real? En caso de tratarse de lo primero, estaban realmente muy logrados. Por alguna razón, comenzaba a entusiasmarme cada vez más, y empezaba a pensar que aquello estaba siendo el comienzo de algo gordo, olvidándome, por el camino, de que un chico estaba en peligro.

Y así, sin pensarlo dos veces, introduje la mano en la luz, para sacar algo que reconocí al instante, pues había jugado y visto mucho Digimon como para no saber qué era. Un dispositivo digital. Me quedé embobada mirando la pantalla del cachivache, ignorando todo lo que sucedía alrededor, cuando una luz cegadora surgió de él, obligándome a cerrar los ojos rápidamente. Al abrirlos de nuevo, volví en mí y vi a la Persiamon bastante enfadada.

Cuando me quise dar cuenta, dos de los chicos que había allí ya habían sido mandados de cabeza a la luz por ella, y los otros, entre los cuales estaba uno de mis compañeros de clase cuyo extraño nombre nunca lograba recordar, estábamos volando hacia el mismo destino.

Desperté algo aturdida, a causa de algo pegajoso y húmedo que sentía en mis mejillas. Mientras iba recobrando la conciencia, notaba que ya no hacía tanto frío y oía, junto a mí, el sonido de las aguas descendiendo por un río, lo cual me hacía preguntarme dónde estaba. Al abrir los ojos vi que estábamos en una preciosa pradera verde.

—¿Dónde...?

Y entonces recordé lo que acababa de ocurrir. ¿Me había dormido durante una excursión escolar y había soñado todo aquello? No, el dispositivo seguía en mi mano...

—Sé que te gusta dormir, Tris, pero hay mucho que hacer...

—¿Eh? ¿Un perro que habla? —pensé en voz alta al ver el causante de mi humedecida cara—. ¿Y sabe mi nombre?

Entonces volví a mirar el dispositivo digital.

—No, espera... No serás un Digimon de verdad, ¿no?